Poco después de reencontrarse y de dejar a Jonny al cuidado del ex-general Tiedoll, llegaron a un hotel. Había comenzado a nevar no hacía mucho, pero de seguida la temperatura había bajado sin compasión, por lo que tuvieron que buscar de seguida refugio…
El hotel al que llegaron era pequeño pero acogedor. Casualmente, tuvieron que compartir cama, ya que no les quedaban habitaciones dobles. Como no podían hacer más, los del hotel les bajaron el precio a la mitad. Cuando vieron la cama, ambos consideraron que pese al descuento, eso era pasarse de la ralla... Aun así, no tardaron en acostarse, ya que por el frío y las pesadas batallas que habían tenido esos días, deseaban sobretodo descansar…
Allen (pensando): ¡Tan apretado! No sé si podré contenerme por más tiempo…
Kanda (hablando, cabreado): ¡No necesitas pegarte tanto a mí, maldito Moyashi!
Allen (pegándose más a él, como para chincharle): ¡Es que la cama es muy pequeña! ¡Además, hace mucho frío! ¡Podría morir de frío!
Kanda (gritándole): ¡No conozco a nadie que haya muerto de frío!
Pese al cansancio acumulado, llevaban un par de horas sin haber podido quedarse dormidos. La tensión se respiraba en el ambiente y sus corazones latían bastante rápido. El primero en hablar fue el azabache, que pese a ambos haber acabado de espaldas uno del otro, notaba el pulso del peliblanco.
Kanda (con algo de cabreo en la voz): Moyashi… ¡Haz que tu corazón no lata tan rápido! ¡Por tu culpa no consigo dormir!
Allen (pese a tener sueño, su voz temblaba por otro motivo): Yo tampoco consigo dormir por el hecho de estar a tu lado… (girándose y descubriendo que ambos habían quedado cara a cara al otro) No sabes cuánto tiempo he deseado estar así contigo… Te amo, Kanda…
El asiático decidió dejar de banda su orgullo ya que él también había deseado por mucho tiempo que el inglés estuviese así con él.
Soltó su cabello de las ataduras de su cinta mientras Allen le miraba de forma cálida. El azabache vio sonreír a su peliblanco… En esta ocasión no ponía la cara de póker que ponía cada vez comenzaban una pelea. El peliblanco se veía feliz, sonreía feliz.
Kanda notó como el joven lentamente se posicionaba sobre él. Las mejillas del japonés habían adquirido un tono rojizo que la luna, tras haber dejado de nevar, reflejaba tenuemente. Aun así, intentó conservar su actitud arrogante de siempre.
Kanda (serio, pese a tener la cara muy roja): Espero que no me decepciones… ¡De lo contrario te arrepentirás, estúpido Moyashi!
Allen (besando sus labios y con una mirada lasciva): No te preocupes, conseguiré que te duermas en mis brazos…
Kanda (aun más rojo, no tanto por los nervios, más bien por las palabras del menor): ¡Ya cállate! ¡Maldito pervertido!
Allen desabotonó la camisa del mayor. Con la mano izquierda, (sí, su inocencia) bajó hasta los pantalones y comenzó a masajear lentamente el miembro de éste, mientras recorría su torso con la lengua…
Allen se dio cuenta de algo… Kanda normalmente parecía una persona fría e indiferente. Tenía mucho carácter… Pero tenerlo rendido, de esa forma, hizo que el rubio sintiese que había ocultado muy bien todo ese tiempo una personalidad linda que se escondía en su interior…
La luna permitió que viese una tenue sonrisa, para nada falsa, del azababache… Le estaba mirando de manera cálida, algo que había hecho en muy contadas ocasiones… A su parecer, esa sonrisa le estaba diciendo que él también estaba disfrutando eso… A su manera, era su forma de demostrarle que él también lo amaba…