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Ojos Bonitos -En Edición- por Ari_123_love

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Notas del capitulo:

¡Volví antes de las tres semanas! :B Hice mi mayor esfuerzo, pero ya me harté TT.TT Aún me queda semana y media de exámenes :'( 

En este capítulo se dará un gran paso. De igual modo, esten atentos a pequeños detalles, toda la historia se irá contando sola en esos pequeños detalles ^-^ 

Taesung se detuvo justo antes de salir de casa. El dolor de nuevo le estaba matando. Odiaba esas migrañas, le hacían sentirse tan mal. No podría trabajar, dudaba poder llegar al auto. Se dejó caer en el sofá, poco faltaba para retorcerse de dolor. Se recostó por completo, necesitaba correr las cortinas, quedarse en la oscuridad, pero no podía moverse.

 

¡Realmente odiaba éstas migrañas! Lo vendrían matando un día de éstos. Jadeó, ¿cuánto tiempo había transcurrido? No tenía idea, pero la luz de afuera ya no era tan fuerte. Y el dolor también había menguado. Se puso en pie, gimiendo, debía ir a su botiquín, necesitaba tomar sus pastillas. Subió las escaleras, con los pies pesados, arrastrándolos, se sentía tan débil.

 

Tras llegar al baño y tomar las pastillas de golpe, se miró en el espejo. Aunque no quisiera, debía poner una cita con su médico. Sabía que las migrañas jamás desaparecerían, sin embargo, con controlarlas, de nuevo, estaría bien. Se veía tan demacrado, siempre lo hacía después de esos dolores. Cerró los ojos. Estaba cansado de eso, de los dolores, de las pastillas, de las citas al médico. Se cuestionó cómo eran las cosas antes de las migrañas, pero de nuevo la misma respuesta: lo había olvidado.

 

Una vez que estuvo mejor encendió las luces. Una vez más había anochecido. Buscó el teléfono, enfadado consigo mismo por siempre dejarlo en un lugar diferente. Marcó el número telefónico, para disculparse por no haber asistido.

 

-¿Sí? Lo lamento...Tuve un percance...- Jadeó. -No pude llegar, pero mañana iré.- Contuvo la respiración, sólo así mantenía el dolor quieto en lo que las pastillas hacían efecto. –Oh, por supuesto…Yo me encargó…- Fingió una sonrisa, a pesar de saber que no le veían. Sólo sonreír para mantenerse en pie. El dolor era lo único que realmente le quebraba.

 

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-¿Qué tienes?- Kibum dejó caer libros en la mesa, sacando de sus pensamientos a Minho. –Miras a la nada, como si quisieras darle forma y color.

 

-¿Ah?- Minho se alzó, había estado recargado sobre su mano, mientras dejaba que los exámenes debajo de su codo sirvieran para que no se resbalara. –Nada. No estoy pensando en nada.- Seohyun le había dicho que dejara de pensar, seguiría su consejo. Sólo que ahora se sentía más robótico que nunca.

 

-¿Por qué me mientes?- Kibum se atrevió a reír. –Escondes algo, Minho ah, dime.- Frunció el ceño.

 

-Probablemente es, que les pondré un examen sorpresa mañana.- Admitió, realmente pensaba ponerles un examen a sus estudiantes.

 

-¡Bah! Minho, estoy hablando enserio.- Le regañó. –Y no tú tienes la mirada de pienso molestar a mis estudiantes con un examen sorpresa.

 

-Yo jamás he querido molestar a mis estudiantes.- Gruñó. –Sólo trato de ver su desempeño.

 

-Entonces, ¿qué escondes?

 

-Nada, no escondo, ni pienso nada.- Torció los labios.

 

-Y ¿por qué no quieres pensar?- Volvió a cuestionarle.

 

-Yah, ¿por qué estás tan interesado?- Se quejó, rodando los ojos.

 

-Porque soy tu amigo. Ahora, dime.- Fue una orden directa.

 

-Kibum, deja de molestar.- Se negó. –Ahora sólo me enfocaré en el trabajo.

 

-Llevas diez años enfocándote sólo en el trabajo.- Se quejó. –Pero…¿por qué hablas así? ¿Algo te hizo olvidar el trabajo?- ¿Sería posible? ¿Minho habría ya superado los acontecimientos? Le picó el hombro, esperando una respuesta.

 

-Key, estoy seguro que eso que se escucha de fondo es tu celular. Más vale que respondas, probablemente es Dongwoon.- Le obligó a escuchar algo más que su propia voz.

 

-¿Qué? No…Espera, sí es mi celular.- Se paró de golpe, corriendo a su cubículo y tomando el artefacto que sonaba insistentemente. –Sí…No, no mucho…Está bien, al salir pasaré a comprar algo sí…

 

Key terminó la llamada, frunciendo la boca, mientras tomaba asiento de nuevo. De repente la pila de tareas por revisar ya no se veía tan grande.

 

-¿Era Dongwoon?- Minho preguntó con voz de te lo dije.

 

-Neh…Tendré invitados para cenar…- Resopló.

 

-¿Cuál es el problema? Te encanta cocinar, y lucirte frente a los demás. Nada te da gusto.

 

-No es eso, lo que pasa es…¡Yah!- Le gritó. –No cambies el tema, estábamos hablando de ti. ¿Qué estás evitando, Minho ah?

 

-¡Agh!- Se recargó en el respaldo de la silla. No iba a poder zafarse tan fácilmente de esto.

 

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-¿Qué si está haciendo frío? Sí, hace un par de meses empezó el frío. Pero a ti te ha de dar igual, te la pasas en lugares helados.- Taesung cogió una caja con libros y la subió a su auto, mientras hablaba por teléfono.

 

-No digas eso, me haces resentir que no estoy contigo.

 

-No me harás caer con eso, Moon.- Rio. -Además, me conviene que estés fuera.

 

-Me usas, Sung. Eres malo.- Rezongó. -Si hace tanto frío ya, ponte la gabardina que te regalé.

 

-Oh, créeme que lo haré. Ah, y por cierto, más vale que me des algo de Navidad, o me enojaré contigo y te dejaré de hablar.- Amenazó.

 

-No hay forma de librarme de esto, ¿cierto?- Jadeó. -Sí, te regalaré algo; y con suerte ahora si te acordarás de mí y también me darás un regalo.

 

-Yah, si te suelo regalar cosas, simplemente me es difícil contactarte.- Se defendió. -Oh, Moon, ¿encontraste lo que te pedí?- Ahora subía sus maletas, asegurándose de contar todo lo que llevaba, para no olvidar nada.

 

-Así es. Está listo, puedo enviártelo en cualquier momento...

 

-Ahora no, por favor.- Rogó.

 

-¿Vas a salir? Pensé que por estas épocas no salías.

 

-Ah...- Suspiró. -Decidí cambiar mi rutina. ¡Oh! Eso me recuerda que debo de hacer otra llamada. Tengo que irme, adiós Moonnie.- Canturreó al micrófono de su celular.

 

-Adiós, Sunggie.

 

Taesung entonces rio. Eran esas llamadas con sus amigos las que más le causaban gracia; siempre había algo fuera de lo apropiado, de lo profesional, que hacía todo simplemente más sencillo.

 

Pero, ahora entraba un poco en pánico. La siguiente llamada era para Minho. ¿Se acordaría de él? Hacía cinco meses que no iba a esa ciudad, y que no hablaba con él. Mordió su labio inferior, ¿valdría la pena hacer el esfuerzo? Le había prometido llamarle la siguiente vez que fuera. Era tan sólo que realmente no quería volver, así fue como empezó a retrasar ese viaje, hasta que ya no pudo retrasarlo más.

 

Jadeó, buscando aliento, mientras abría su lista de contactos. Ni siquiera sabía por qué guardaba el número de Minho (a quien tenía menos de un año en conocerlo), si a varios de sus clientes más fieles jamás registró en sus números. Abrió el nombre de Minho, poniendo su número en la pantalla principal. Hizo una mueca, terminando por morderse ligeramente el labio. Una promesa era una promesa. Y él cumplía las promesas. Picó el símbolo de marcaje, escuchando como el tono rápidamente demostraba que la llamada se estaba haciendo con éxito.

 

-¿Bueno?- Respondió rápido.

 

-Si. Minho, habla Taesung. Jung Taesung.- Aclaró rápidamente, mientras regresaba a casa y se sentaba en el sofá.

 

-Taesung ah, creí que...

 

Minho obviamente creyó que no volvería. No lo culpaba, también lo había considerado. Quiso aclarar todo cuanto antes, así que se precipitó a hablar.

 

-Iré de visita.

 

-¿De visita, o a trabajar?- Corrigió.

 

-A trabajar, obviamente, pero...yo...- Agradecía que fuera una llamada telefónica, porque súbitamente se había puesto nervioso, y se debía ver como un desastre.

 

-¿Qué día llegas, Taesung ah?- Preguntó, a tiempo, rescatando la conversación de un posible silencio incómodo.

 

-¡Mañana!- No supo si sonreír, o no. -Si...Mañana. Necesito terminar unos arreglos en el libro antes de entregarlo, así que llegaré antes para terminarlo y tenerlo listo a tiempo.- Explicó.

 

-¿Eso significa que no me molestarás los primeros días?- Rio.

 

-Yah...Yo nunca he pretendido molestarle...- Se quejó.

 

-Pero lo haces, es inherente a ti.

 

Taesung frunció los labios, ya no sabía cómo responder. Quiso cruzarse de brazos, pero ¿de qué iba a servir? Era una llamada telefónica, no podía verle, así que ese tipo de chantaje no serviría. Bufó, la llamada se había puesto irritante.

 

-Yah, ¿acaso moriste?- Minho cuestionó ante el silencio en la línea.

 

-No.- Fue seco.

 

-Oh, te molestaste...- Rio suavemente. -Adorable.

 

-¡No me llame adorable!- Se quejó.

 

-¿Te molesta?- Minho realmente se encontraba divertido con la conversación. -Eso también es adorable.

 

-¡Yah!- Chilló. -Ahora realmente espero que el que no moleste los primeros días, sea usted.

 

-Oh, ¿así que no quieres que te moleste? Te he llamado muchas veces malcriado, pero te molesta un simple <<adorable>>. Eres realmente extraño.

 

-No me moleste los primeros días, y ya.- Demandó.

 

-Lo consideraré...¿Hasta qué día me permites empezar a molestarte?- Preguntó.

 

Taesung se sorprendió al escuchar eso. Rio un poco, cubriendo su boca. Era una tontería lo que estaban haciendo.

 

-No, yo seré quien le moleste.- Advirtió. -Y no le avisaré cuando.

 

-Vaya amenaza, empezaré a temer desde ahora.

 

-Usted también es extraño...- Murmuró. -Me tengo que ir, estoy a punto de salir...

 

-¿Ya vienes para acá?

 

-Neh...

 

-Entonces...ten cuidado...

 

-Gracias, Minho.- Mordió su labio inferior. -Adiós.

 

-Adiós Taesung ah...

 

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Minho observaba como Taesung convencía de algo a la chica que atendía la registradora en la cafetería. Llevaban al menos cinco minutos hablando, y ya que no había más gente haciendo fila, ninguno de los dos se encontraba preocupado por terminar esa charla, que él personalmente no sabía de qué trataba. Les miraba sonreír y quizás coquetear. Bufó, qué pérdida de tiempo, y si le molestaba un poco que el chico se hubiese olvidado de él, por estar coqueteando con una chica. Le había invitado a desayunar, pero Taesung se negó, alegando que como se había dormido hasta tarde, también había comido algo en la madrugada, y que se sentía sin apetito. Sin embargo, había accedido a un café. Y ahora ni el café.

 

Jadeó cuando al fin vio que el chico volvía a la mesa. Lamentablemente su mesa quedaba demasiado cerca de la caja registradora, así que había podido ver todo con suma claridad. Hizo una mueca cuando el chico se sentó con su café en mano, y una servilleta con un obvio número telefónico.

 

-¿Le pediste su número?- Habló con ironía. Realmente le molestaba lo que había pasado.

 

-No…- Susurró. –Ella me lo dio.- Sonrió, encogiéndose de hombros. –Creo que le gusté.

 

-¿En serio? Por dios, Taesung ah, ¡era muy obvio!- Se cruzó de brazos. No había podido controlarse, estaba molesto, pero le molestaba más la risilla que el chico había soltado. -¿Piensas llamarla?

 

-Tal vez…- Lo pensó. –Ella me agradó, pero sólo ha sido una charla…

 

¡Sólo una charla! Ambos habían coqueteado por cinco minutos. Minho realmente lo había encontrado insoportable. Puso los ojos en blanco, no sabía si le molestaba el coqueteo, o que el chico considerara no llamarla.

 

-Creí que no buscabas encontrar a alguien…- No quería echarle en cara lo que había dicho en aquella conversación que tuvieron hacía meses.

 

-No, pero eso no evita que conozca personas.- Contestó de buen humor.

 

-Taesung ah…- Ya no quería hablar del tema, mejor cambiaba de conversación. -¿Quisieras ir al bazar, conmigo, hoy en la tarde?- Preguntó lo suficientemente fuerte, como para darse cuenta que esa chica le había escuchado.

 

-¿El bazar?- El chico rio. –Me encantaría, usted no me dejó ver mucho la primera vez que fui.

 

Cierto, había sido la vez en que le había seguido por las calles, hasta que en el bazar, Taesung decidió enfrentarle de esa manera tan peculiar, dándole su número telefónico. El tiempo había pasado, pero Minho seguía creyendo que el chico estaba loco por haber hecho ese acto de osadía. Nadie le da su celular a un desconocido, menos a uno que le siguió por varias cuadras.

 

-Lo siento…- Jadeó. –No debí…- Sin embargo, eso ya estaba en el pasado. –Ahí fue donde te conseguí el separador de libros.- Miró de reojo, en efecto aquella chica los escuchaba platicar, y no se encontraba muy alegre. –En un puesto, una señora los hace. Le pedí que pintara uno de hadas.

 

-¿En serio hizo eso?- Su rostro se iluminó. –Tengo que ir ahí. Por favor, ¡tiene que llevarme!- Dio un ligero brinco en su lugar.

 

-Con gusto…Taesung ah…- Sonrió. Ahora empezaba a notar porqué su familia lo llamaba como Taesunggie, el chico definitivamente tenía muy marcado su lado infantil.

 

Minho bebió de su café, a Taesung se le había olvidado ya el teléfono escrito en aquella servilleta que quedó abandonada junto con la tapa del vaso del café de Taesung. Después le llegó una llamada telefónica, a la cual Taesung contestó de inmediato. Más cosas del trabajo. El chico debía de buscar algún libro, lo más probable. Le vio hacer una mueca, que se le hizo adorable. Pero no lo diría, Taesung se veía de tan buen humor, que no valía la pena volver a hacerle enojar.

 

-Minho…Debo de irme.- Frunció los labios. –Tengo que arreglar un par de libros más antes poder entregarlos y me va tomar algo de tiempo.

 

-Aún vamos a ir al bazar, ¿verdad?- Cuestionó.

 

-Por supuesto que sí, Minho.- Arrugó la nariz sonriendo.

 

-¿Quieres que te lleve?- Se puso de pie, dejando su café en la mesa. Esta vez el chico había llegado caminando, así que su auto debía de estar en el hotel. –Podrías ahorrarte tiempo y acabar antes.

 

-Gracias, aceptaré su oferta, señor Choi.- Fingió la voz, como si le hablara a un chofer.

 

-¡Yah!- Minho se quejó, ganándose una mueca graciosa del chico. –Entonces, joven Jung, vayamos por favor.

 

Taesung le miró sorprendido, ¿le había seguido el juego? Asintió, saliendo del lugar, seguido de Minho.

 

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Taesung debía tener algún trastorno de hiperactividad, Minho casi lo podía asegurar. El chico corría de puesto en puesto, mirando, curioseando, saltando al siguiente puesto en lista, sin detenerse a descansar por más de dos minutos. ¡Era sólo un bazar! ¿Por qué lo encontraba tan fascinante? Minho se acercó al lugar donde ahora aquel muchacho se había detenido. Vendían joyas, antiguas, un camafeo jugaba entre las manos de Taesung, quien le miraba con meticulosidad, como si supiera examinar objetos antiguos y determinar su edad y procedencia.

 

-Tae…- Le llamó, pero era obvio que no iba a responder ante ese llamado. -…Tae…- Esta vez tocó su hombro.

 

-¡Oi!- El chico dio un ligero brinco, para después girarse. –Me está llamando a mí…- Susurró. Minho puso los ojos en blanco, ¿a quién más, si venía acompañándolo a él? –Lo siento, me tomó tiempo acostumbrarme a su manera tan ruda de llamarme Taesung ah, así que ahora que me ha llamado de diferente manera, no pensé que se refiriera a mí…- Sonrió extrañado. -Espero que ya escoja una manera, porque si sigue cambiando la manera en que me nombra, será inconsistente.- Le regañó. –Y puede que me guste moverme de ciudad en ciudad, pero la inconsistencia me saca de quicio.

 

Minho rio, el chico había hecho un puchero, molesto. De nueva cuenta, se veía adorable.

 

-Lo siento, es que…me di cuenta que tienes razón. No puedo llamarte Taesung a secas, porque no te queda. Tu familia tiene razón en tenerte un apodo tan dulce…- Eso último no lo pensó, simplemente lo dijo, terminando de procesarlo una vez que ya había sido dicho.

 

-Oh…- El chico sonrió, conteniendo una corta risilla. –Así que, ¿ahora me dirá Tae?- Cuestionó.

 

-Si no te molesta…- Exhaló, la situación se había puesto rara.

 

-Para nada, puede llamarme así si lo desea.- Entonces agachó el rostro. ¿Escondía, acaso, un ligero sonrojo? Minho contuvo el impulso de hacer subir su mirada, para saber si estaba sonrojado o no.

 

-Gracias…Tae…

 

-Disculpe…- Entonces subió la mirada. Minho sintió que ese momento se parecía demasiado a la primera vez que le vio. El chico llamándolo de esa manera tan formal, subiendo la mirada, mientras lo que más resaltaba era su cabello rizado. -…¿podríamos ir ahora con la señora que pintó mi separador?

 

-Oh, por supuesto.- Le sonrió, indicando el camino el cual debían seguir.

 

Taesung de nuevo corriendo, como si nadie más existiera a su alrededor, al menos tenía la decencia de no chocar con nadie, o si no sería un desastre. Minho sólo pudo reír, imaginando lo descuidado que sería, pero eso chocaba con la misma personalidad del chico, que a pesar de todo era tan educado, que podía considerarse algo quisquilloso. ¡Hacía un par de segundos le regaño por ser inconsistente! Sí, realmente era adorable, y una gran lástima que aquel chico no aceptara que lo era.

 

Al llegar al puesto, Taesung abrió los ojos por completo, encandilado con las pinturas que veía. Había ángeles, bosques, cielo, mar y tierra. De todo tipo de objetos, y seres. Quería tocar todo, pero usaba cada gramo de su fuerza de voluntad, conteniéndose. Minho lo pudo notar, y evitó reír.

 

-Son bonitos, ¿verdad?- Preguntó, alzando uno. Definitivamente iba a echarse a reír cuando Taesung se mortificó al verle tomar un cromo que había sido pintado recientemente. –Disculpe, ajhumma, ¿cuánto cuesta?

 

-30 wons, querido.- Les sonrió, mientras seguía pintando.

 

-¿Tiene algo con estrellas?- Minho volvió a preguntar, sin voltear a ver a Taesung, sabía que su rostro esta vez sí le haría reír.

 

-Sí.- La señora buscó entre los cromos, moviéndolos con cuidado de no encimarlos demasiado y arruinar lo que había pintado desde hace rato. –Aquí, este es el único que me queda, por ahora.- Mostró un cielo morado, con tintes rosas y azules, en el cual se veía una lluvia de estrellas.

 

-¿Te gusta?- Se lo mostró al chico, que le miraba con la boca abierta. Taesung apenas logró asentir, obviamente no podía decir un sí o un no certero. –Lo compro, ajhumma.- Minho pagó, para después girarse de lado y ofrecérselo al chico. –Toma.

 

-¿E-en serio?- Se encontraba sorprendido. -¿Por qué, Minho?

 

-Bueno…- Se encogió de hombros. –Te esforzaste mucho por no tocarlos, fuiste un niño bueno. Es tu recompensa.- Se burló, ganándose un bufido del chico.

 

-Usted es malo.- Le arrebató el cromo, observándolo. La verdad, le fascinaba, la mezcla de colores, la forma en que las estrellas resaltaban con sutileza. –Gracias.- Sonrió, encantado de tener ese cromo recién pintado.

 

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Taesung tenía más de dos semanas en la ciudad, y aunque no salían a diario, a Minho le bastaba para satisfacer esa curiosidad que le tanto le molestaba. Ahora, esperaba a que el chico terminara de hablar con aquel hombre de esa librería a donde le había acompañado. Mientras tanto él revisaba los libros del lugar. Definitivamente eran antigüedades. Abrió un libro, hojeando sus páginas, trataba sobre instrumentos musicales. Algunos ni siquiera los conocía, pero se veía interesante. Quiso seguir viendo lo que había en el libro, pero su molesto celular sonó. Taesung alzó la mirada, viéndole. Susurró un lo siento quedo, y salió para poder atender la llamada.

 

Era experto en hacer que las llamadas fueran breves, sin importar de qué tema  se tratase; aunque también podía hacer que una simple llamada se prolongara. Regresó a la librería, llegando a tiempo para ver como el chico hacía una reverencia como despedida. Había terminado. Minho suspiró, debía admitir que le gustaba verlo siendo tan amable y educado. Entonces Taesung sonrió, y terminó de hacer notas en la libreta que le acompañaba. Después caminó, hasta llegar a lado de Minho, indicándole que ya era hora de irse.

 

Ambos salieron, con el silencio sobre sus hombros. El auto había quedado aparcado unas cuadras más adelante, así que tenían que caminar por un rato. El celular de Minho volvió a sonar, pero no contestó, por educación hacia Taesung. Estaba acompañándole, no debía ser grosero.

 

-Hoy...Ha estado muy solicitado.- Comentó algo cortante. Minho tuvo que detenerse un segundo y procesar eso, el chico seguía caminando pero ¿acaso estaba molesto?

 

-Sí...un poco, más de lo normal.- Respondió, alcanzándole el paso, para caminar a su lado.

 

-Tres veces de camino hacia aquí, una en la librería y ahora otra.- Contó. -O ¿es que acaso ya puso la línea de ayuda que le sugerí?- Fue sarcástico. Definitivamente, estaba enojado. Minho quiso reír, era simplemente adorable, quería jalarle de las mejillas, o de los rizos, con tal de que se tranquilizara, o se enojara aún más.

 

-Me temo que sigues siendo mi único cliente.- Le molestó, logrando hacer que el chico se detuviera y se girara a verle. Taesung se encontraba rojo, probablemente por contener algo que quería decir, y que obviamente entraba dentro de su categoría de indebido. ¿Acaso estaba enojado por no ser el único que le llamaba a cualquier hora del día? -Lo que sucede, Tae, es que es mi cumpleaños.- Explicó.

 

La expresión en rostro del chico cambio, para después volverse a poner rojo.

 

-¿Está de cumpleaños?- La rabia había vuelto. -¿Por qué no me lo dijo?- Exigió una respuesta.

 

-No pensé que fuera necesario...

 

-¡No necesario!- Se quejó, alzando las manos al aire. -¡No es necesario! No me diga que cumple años, para así hacerle acompañarme mientras estoy trabajando.- Fue sarcástico. -Ni siquiera porque usted alegó ser mi amigo, y darme un regalo en mi cumpleaños...

 

Oh, era eso...Minho sonrió suavemente, el chico era muy considerado, y obviamente esta situación le hacía enojar. Tenía que disculparse.

 

-Lo siento, pensé que sería impertinente mencionarte mi cumpleaños.- Le tomó de los hombros, para que dejara de moverse molesto.

 

-¿Por qué impertinente? Tal vez yo querría saber. Tal vez yo también querría darle algo en su cumpleaños.- Se quejó, suavizando su voz, ya se había exaltado demasiado.

 

Minho no pudo evitar hace lo siguiente. Le había hecho enojar, y con todo el derecho, si estuviese en su posición también estuviera enojado por esa falta de información. Le abrazó, calmándole. Podía sentirle temblar de la ira contenida. Pocas veces le había visto tan expresivo, pero el enfado y el enojo no eran fáciles de contener.

 

-Perdóname.- Rogó. -Creía que mi cumpleaños no era importante, así que lo hice de menos. Nunca fue mi intención que no lo supieras, o molestarte.

 

El chico se separó, empujándole con las manos.

 

-Su cumpleaños es tan importante como el mío, ¿entendido?- Fue esa manera de hablar la que maravilló a Minho. Nunca imaginó que alguien menor le fuera a regañar.

 

-Entendido.

 

-Y, tiene que celebrar su cumpleaños.- Fue una orden. -¿Tiene algo que hacer esta noche?- Le señaló, obteniendo como respuesta una negación con la cabeza. -Bien. Irá a cenar conmigo, y dejará que yo pague la cena.- Demandó.

 

Minho asintió, realmente no esperaba eso. El chico le había gritado, y le había regañado, por algo tan absurdo, pero que él mismo consideraba importante. Al parecer, eran más parecidos de lo que demostraban a primera instancia.

 

 

 

 

 

 

 

Y entonces, ahí estaba, a las nueve, esperando a que aquel chico llegara. ¿Cómo podía estar retrasado sí el lugar al que habían acordado ir estaba a tres cuadras del hotel donde estaba? Debía de tener alguna excusa demasiado buena, o demasiado absurda. Miró a su alrededor, un restaurante familiar, era bastante agradable, ya que hasta el momento sólo habían estado yendo a restaurantes muy caros, o en su defecto cafeterías. Jamás hubiera dejado que el chico pagara él solo la cuenta de uno de esos lugares elegantes.

 

-¡Lo siento! Lo siento, lo siento.- Llegó agitado. ¿Había corrido? Taesung se quitó la gabardina y la dejó de lado mientras tomaba asiento. –Me quedé dormido.- Pasó sus manos por su rostro. Sí, definitivamente se veía adormilado. –Estaba en la página 58, y debí haber colapsado, porque no recuerdo nada más...

 

Minho rio, ahí estaba la excusa extraordinariamente absurda que esperaba.

 

-Wow, recuerdas la página en que te quedaste. Tu memoria es excepcional.- Le halagó.

 

-Mi memoria...No es un buen tema de conversación.- Hizo una mueca.

 

-Está bien, cambiemos el tema: ¿Sigues molesto conmigo?- Preguntó, justo en el momento en que llegaba el mesero y les ofrecía los menús.

 

-No puedo estar enojado con el cumpleañero.- Murmuró, mientras revisaba la carta. -Mañana, quizá, vuelva a estar molesto con usted.- Le advirtió.

 

-Oh, vamos, no lo hice a propósito.- Se quejó. -Perdóname.

 

-Aigo, usted realmente...- Echó el rostro de lado.

 

-¿Puedo hacerte una pregunta?- Volvió a cambiar el tema, esperando a que Taesung asintiera. -¿Tienes...Acaso eres hiperactivo?

 

-¿Eh? Oh, ya...No...- Rio. -Mi padre es muy estricto en el trabajo, pero a mí siempre me dejó hacer lo que quisiera. Saltaba, corría, gritaba...- Susurró. -No aprendí a quedarme quieto, ni a conformarme con lo que veía.- Terminó de explicar su peculiar manera de ser.

 

-Desde tu punto de vista, los demás debemos de ser lentos, ¿no es así?- Podía imaginarle, un niño pequeño corriendo en una oficina. El chico había sido tan mimado, y aun así era tan buena persona.

 

-Mmm...Algo así, soy consciente que todos somos diferentes. Algunos más que otros...Como yo...- Hizo una mueca.

 

-¿Por qué eres así? Defiendes todas las causas...- Jadeó, obteniendo como respuesta un encogimiento de hombros de parte del muchacho.

 

El mesero llegó, tomando las órdenes. Había sido un momento fuera de la conversación, que permitió procesar lo siguiente que se diría.

 

-Minho...- Taesung le llamó. -Usted dijo que era maestro.

 

-Así es.- Le miró, ¿a qué venía eso?

 

-¿Da alguna materia en especial? Debe de haber leído muchos libros...

 

Así que era eso. El chico vivía y moría por los libros. Recordó la nota mental que había hecho del muchacho. Ahora, además de las hadas, debía anotar los libros y su familia. Esas tres cosas eran lo que componía a Jung Taesung.

 

-Soy maestro de historia, así que en efecto, he leído varios libros de historia.- Respondió.

 

-¿Jinjja? Adoro la historia.- Sonrió. -Durante la universidad, tomé varios cursos de historia.

 

-Pero que sorpresa.- Tamborileó sus dedos contra la mesa.

 

-Es obvio, ¿no? ¿Cuántos libros no se han escrito gracias a la historia?- Mordió el interior de su mejilla. -Le parecerá absurda mi vida...

 

-No me pareces absurdo...Eres...- ¿Fascinante? ¿Enigmático? Minho no supo cómo describirle, había muchos adjetivos que podrían ser usados. -Adorable.- Y escogió el único que sabía le haría enojar.

 

-¡Yah! ¿Por qué insiste con eso?- Frunció los labios.

 

-Mientras sigas haciendo rabietas, lo seguiré diciendo.- Se burló. -Admiro tu manera de pensar, haces lo que te gusta, y defiendes tus ideales. Cualquier persona desearía ser así, pero hoy en día le dan importancia a otro tipo de cualidades.

 

-¿Me está llamando anticuado?- Jadeó.

 

-Tal vez por eso nos llevamos bien.- Le volvió a hacer rabiar. -Me agrada tu manera de ser. 

 

-Usted es tan contradictorio.- Se quejó. -Inconsistente. Me hace irritar tanto...- Gruño. -Después dice esos cumplidos y ¡agh!- Estaba molesto de nuevo.

 

-¿No se supone que no te enojarás conmigo, hoy?- No lo graba, no quería, detenerse. Le hacía gracia verle molesto.

 

-Yah...¿Se está aprovechando? Y ni siquiera lo niega...Descarado.- Gimió. -Sólo porque es su cumpleaños.

 

-Gracias.- Se burló.

 

La comida llegó, pero eso no fue impedimento para que siguieran discutiendo. Muy en el fondo, esas discusiones eran más que peculiares, se sentían bien. Además, les ayudaban a conocer un poco más el uno sobre el otro.

 

-¿Alguna vez ha corrido un maratón?- Taesung pregunto.

 

-¿Por qué?- Le miró extrañado.

 

-No lo sé. No puedo dejar de preguntármelo. Lo veo y...pienso que tiene complexión de atleta.- Hizo una mueca, escondiendo una sonrisa.

 

-¿Eso es un halago?- Le instó a responder, obligándole a asentir. Rio ante eso, el chico también era demasiado honesto. -Cuando era joven, Tae. Ya no lo hago.

 

-¡Que usted no es viejo!- Reclamó. -¿Cómo se lo hago entender?- Soltó un bufido. -Casi podría jurar que tiene mejor salud que yo.

 

-Bueno, por lo que me has contado, sé que te desvelas mucho, comes a deshoras y también duermes toda la tarde. Cualquiera podría tener mejor salud que tú.- Recalcó.

 

-Exacto.- Y el chico no lo negó. -Así que si le vuelvo a oír decir que es viejo...-Alzo su mano, mostrando su puño cerrado.

 

-Que agresivo, creí que eras más pacifista.- Ignoró al chico, prestando atención a su comida.

 

-Le sorprendería saber muchas cosas de mí.- Bajó su mano, mientras volvía a mirar su propio plato.

 

-Dímelas...- Susurró Minho, estar muy seguro si el chico le había escuchado o no. Ahora mismo le miraba, como si esperara algo más. Pero no pasó.

 

-Discúlpeme, debo ir al baño.- Taesung se levantó de la mesa con premura.

 

Minho le miró partir. El chico había salido corriendo pero...Esa no era la dirección de los baños. ¿Qué escondía? No quiso imaginarse nada, podría ser cualquier cosa, y tratándose de él, cualquier cosa era de temer. Terminó de comer, dejando de lado el plato. Ahora tenía que esperar; rápidamente el tiempo corría, haciéndole preguntarse en dónde se encontraba metido aquel hombre estrafalario.

 

-¡Volví!- Entonces decidió salir de la nada. Regresando a la mesa. -¿Sabe qué es agradable? Las galletas de naranja.- Comentó casualmente.

 

-¿Galletas? Prefiero otro tipo de dulces...- Declaró. -Aunque, concuerdo con lo de la naranja.

 

-¿Le gusta el chocolate?- Hizo otra pregunta.

 

-Neh...Me gusta...- Quería preguntarle qué tramaba, pero incluso se escuchaba a sí mismo rogando por disfrutar el momento, en vez de arruinar lo que debía ser una sorpresa.

 

-¿Ha ido a tiendas especializadas en chocolate?- Le miró, tenía un toque travieso en su mirada. Ya ni siquiera tocaba su plato.

 

-No salgo mucho de la ciudad, Tae. Y no hay tiendas así aquí.- Se negó.

 

-Son espectaculares. Muchos tipos de chocolate, con aromas y sabores diferentes. Es el sueño de cualquiera.- Sonrió.

 

Entonces la conversación volvió a dar giros, cada vez Minho le hacía más preguntas, a cambio de respuestas que Taesung también exigía. Conocían un poco más del ente que tanto les llamaba la atención, y que les obligaba a seguir cuestionando. Taesung adoraba el color amarillo, aunque fácilmente podía ser reemplazado con cualquier otro color, ya que cualquiera podía ser tan llamativo si era bien coordinado. Minho confesó que su pasatiempo predilecto era el tomar fotografías (algo que, no mencionó, había  obtenido de Taemin). Un hecho a cambio de otro, desenredando un poco la complicada personalidad de cada uno, aun sin dejar ver lo más profundo de sus miedos.

 

Al cabo de un rato, Taesung hizo una seña, casi imperceptible, que provocó que Minho se girara y viera al mesero. Un pastel, pequeño. Se notaba que estaba recién hecho. Tenía velas al rededor, que le iluminaban. Se preguntó cómo lo fueron a hacer tan rápido, pero eso era un restaurante familiar, debían de tener los ingredientes.

 

-¿En serio hiciste esto?- Le cuestionó irónico, cuando le dejaron el pastel.

 

-No es cumpleaños si no hay pastel.- Le mostró la lengua, burlesco. -De gracias que no les dije su edad, o las velas no hubiesen cabido.

 

-Aigo...Malcriado.- Minho puso los ojos en blanco. -¿Cómo pudiste...pedir esto?- Lo sabía, fue durante ese momento en que el chico se fue de la mesa.

 

-¿Cree que me avergüenza pedir algo así?- Rio. -Por favor, ¿qué es lo primero que piensa de mí?- Le cuestionó, mirándole atentamente.

 

Minho suspiró. Pensaba muchas cosas, ¿cómo responder? Tuvo que dejar de pensar y obligarse a contestar aquella pregunta sin escuchar lo que estaba diciendo.

 

-Que...eres escandaloso.- Gracias al cielo dijo algo que no lo puso en vergüenza absoluta.

 

-Exacto.- Y esa era la respuesta que el chico buscaba. -Minho...- Se echó para adelante, hablando serio. -...si hubiese querido, hubiera logrado que todos en el restaurante le cantaran el feliz cumpleaños.

 

¿Eso era una amenaza? El chico era peligroso, muy peligroso. Minho rio, no debía verse temeroso ante eso. Simplemente hizo una reverencia con la cabeza, agradeciendo por el detalle. Taesung había pensado en su cumpleaños como un motivo de celebración, y le había dado un pastel, a pesar de encontrarse molesto. Eso era un acto que no esperaría de cualquiera.

 

-¡Saeng-il chukha hamnida!- Taesung aplaudió, deseándole feliz cumpleaños. -Sople las velas.

 

Minho rio, hacía tanto que no celebraba de esta manera su cumpleaños. Se sentía pequeño, mientras los recuerdos de su infancia volvían. Este chico había logrado, con un simple gesto amable, recordarle algo lindo de su infancia. Sopló, las velas, tal vez deseando algo, como dictaba la costumbre. Había sido un instante perfecto, sin dolor alguno, en el que disfrutó ser la persona que era.

 

-...Gracias, Tae...Me has dado un buen cumpleaños.- Fue tan sincero, como pudo. Nunca había sido bueno con las palabras, así que sólo podía decir esto.

 

-En mi familia nos tomamos muy en serio los cumpleaños.- Murmuró, riendo. -¿Me regala un trozo de pastel?

 

Minho asintió, aun pensando en las palabras del chico. En su familia se tomaban en serio los cumpleaños...¿Acaso ya le había incluido en su círculo cercano?

 

Después del pastel, llegó la hora de partir. Taesung, en efecto, pagó la cuenta, después de insistirle a Minho que él era el cumpleañero, y que por eso no debía pagar.

 

Salieron, el ambiente era tan frío que Taesung se tuvo que volver a poner la gabardina. Así fue como lo notaron. Había nevado. Una ligera capa de no más de 20 centímetros había caído mientras ellos estuvieron en el restaurante. Y, por supuesto, seguía cayendo nieve.

 

-¡Nieve!- Taesung se emocionó.

 

Minho rodó los ojos, sólo era nieve. No había gran cosa con ello. Agua que se congela y cae del cielo debido a física simple. Pero para Taesung era diferente. Él sí se veía alegre por los copos que caían cuidadosamente de las nubes grises.

 

-Te acompaño.- Minho fue amble y se ofreció, distrayendo al chico de la nieve.

 

-Oh, gracias.- Se cubrió el rostro con sus manos. Por salir corriendo, había olvidado ponerse bufanda, y ahora resentía su error.

 

-Así que...¿Cómo te gusta más, el verano caluroso que hace aquí? O ¿este clima?- Preguntó, mientras se acercaban paso a paso al hotel.

 

-Soy del norte, por mucho, este clima.- Tiritó. -Y ¿a usted?

 

-El verano, puedo hacer más cosas que en el invierno.

 

Taesung hizo una mueca, Minho sí que era un hombre difícil. Rio un poco, hasta que se dio cuenta que ya habían llegado. Era hora de despedirse...A menos...En frente del hotel había una gran calzada, en la cual un parque se asentaba.

 

-Vamos al parque.- Le tomó con ambas manos del brazo, para poder jalarle contra su voluntad.

 

-Tae, ¡espera!- Le regañó. -No cruces la calle así. ¡Camina hacia el frente! Mira a dónde vas.- Para Minho, esos fueron los treinta segundos más estresante de su vida.

 

-Ya llegamos, no morimos.- Rio. -Ahh~ ¿No se ve bello el parque así?- Suspiró. El chico hablaba de la nieve. Las lámparas en vez de dar luz amarilla, era blanca, por el hielo que las cubría. El suelo, las bancas, blancas en su totalidad. Y los árboles y arbustos tenían escarcha, que les hacía brillar, aun en la noche.

 

-Pues...- Pero Minho no estaba muy de acuerdo. Siguieron caminando, hasta llegar al centro.

 

-Déjeme adivinar...- Taesung se detuvo. -No le gusta la nieve, porque seguido cae en su cumpleaños.- Murmuró. -Le impedía hacer sus actividades preferidas, y con el tiempo empezó a aborrecerla.

 

Minho le miró, se había quedado algunos pasos atrás, escuchando lo que el chico decía. Tenía razón, tal vez le faltaban algunos detalles, pero principalmente era eso. Le agradaba el invierno, era la época en que nació, pero detestaba las nevadas. 

 

-¿Di en el blanco?- Se giró, quedando de frente a Minho. -A mí me fascina la nieve. Nací en el verano, así que entiendo nuestros sentimientos encontrados hacia la misma cosa, pero...- Jadeó. Segundo a segundo se encontraban más cerca, y le tomaba un poco más de valor lo que pensaba hacer.

 

Minho abrió los ojos al sentir aquellos labios sobre los suyos. Había sido tan sorpresivo. Sintió como Taesung se movía, hasta acomodar los labios en la posición perfecta. Minho cerró los ojos, disfrutando de ese simple roce. No podía separarse, no quería hacerlo. Había algo en ese beso, tan sencillo, que se sentía correcto. Temió haber anhelado ese beso, pero ahora que pasaba, no podía retractarse.

 

-...- Taesung terminó lo que empezó, un simple choque de labios. -...Espero que...con eso, pueda gustarle un poco la nieve...

 

Sonrió, retomando el camino para regresar al hotel. Él se veía tan sereno, como si no le hubiera costado iniciarlo y terminarlo, mientras que Minho no sabía si seguía respirando. Le tomó un poco darse cuenta que el chico iba varios pasos adelante, y que tenía que seguirle.

 

-Por cierto...- Le escuchó jadear. -...Ese fue su regalo...- Y entonces quizás dejó escapar una suave risita.

 

Minho tocó sus labios, era extraño, seguía ahí, el contacto. Repetía la escena una y otra vez. No lo esperaba, pero tampoco lo rechazaba.

 

Llegaron a la entrada del hotel. Taesung se giró para verle. Había algo de sonrojo en sus mejillas, pero probablemente había sido el viento frío, ya que la situación no le había cohibido en lo absoluto.

 

-Buenas noches, Minho.- Sonrió, educado.

 

-Buenas noches...Tae...- Jadeó, para después verle irse. El chico había entrado en el elevador y desaparecido.

 

Mientras tanto, Minho sólo pudo morder su labio inferior, sintiendo aquel cosquilleo que había quedado. Podía imaginarse de nuevo ese momento, segundos atrás, sentir esos labios. Esto, definitivamente, le iba a volver loco.

Notas finales:

Este capítulo define algunas cosas, pero ¿qué curso tomará esta extraña amistad/relación ahora? ê.é  ¿Qué curso tomará la historia? 

Espero regresar en semana y media, más o menos (ya tengo un quinto del capítulo escrito), así que esperen pacientes ^-^ ¡Besos!

 


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