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Lluvia por lordsatansoo

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Notas del fanfic:

Este es un one shot original y está inspirado en el pathcode de Suho. El KrisHo no es una pareja que suela shippear, pero me encajaban perfectamente para esta historia.

Espero que os guste y no dudéis en dejar rw <3

 

Junmyeon se sentó en el pequeño banco que había junto a la ventana, mirando por ella y con una humeante taza de chocolate caliente entre sus manos.

 

El día estaba nublado y amenazaba con llover en cualquier momento. Se sentía como su estado de ánimo. Dio un largo sorbo al chocolate, ignorando la quemazón que sintió en sus finos labios y el dolor de su garganta cuando el líquido caliente, demasiado quizá, bajó hasta su estómago.

 

Le gustaba la calidez que le proporcionaba. Le recordaba en cierto modo a Él, a como le hacía sentir y al calor que se instalaba en su estómago cuando solía sonreírle.

 

Largos suspiros escaparon de su garganta mientras vaciaba el contenido de la taza lentamente, sin apartar sus ojos del exterior. Las nubes cada vez eran más oscuras y podía apreciarse el sonido de truenos en la distancia, pero el agua no caía.

 

Cerró los ojos y, tras dejar la taza en una mesa cercana, se abrazó a sus rodillas. Deseó estar afuera, con la hierba fresca haciéndole cosquillas en las plantas de los pies, en aquel inmenso jardín que abarcaba todo cuanto llegaba a ver. Y también deseó sentir las gotas cayendo sobre su cara.

 

El fuerte viento golpeó la casa, haciendo crujir su vieja estructura de madera, sacándole al instante de sus pensamientos. Tras varios segundos de duda, abrió la ventana y una brisa de aire fresco le golpeó en pleno rostro. No recordaba como era aquella sensación. Olía a lluvia.

 

Se apartó rápidamente de la ventana y fue casi corriendo al piso de abajo, saltando los escalones de dos en dos y haciéndolos crujir bajo su peso. Se acercó a la puerta y la abrió, saliendo al exterior.

 

El viento no estaba. Todo se había calmado de golpe y lo único que se oía era el silencio, únicamente interrumpido por el batir de las alas de algún pájaro que se alejó rápidamente.

 

Avanzó sobre el césped. Todo lo que le rodeaba era verde, pero extrañamente no se sentía vivo, parecía artificial y vacío, y la quietud que le rodeaba no hacía más que ponerle nervioso.

 

¿Cuánto tiempo había permanecido encerrado en aquella vieja casa? ¿Cuánto tiempo esperando a que algo se moviese, cambiase, allí fuera? ¿Cuánto tiempo esperado la lluvia?

 

Cuando estaba a punto de darse la vuelta y regresar a su refugio, convencido de que su mente desesperada debía haber imagino aquella ráfaga de aire, algo le hizo detenerse. Fue una simple brisa, algo difícil de sentir, pero estaba ahí, podía ver como las hojas de un árbol se mecían.

 

Una pequeña sonrisa apareció en su cara y avanzó rápidamente hacia la zona de la que venía el aire, metiéndose entre numerosos y altos árboles. Estos parecían sanos, pero cuando los rozaba con las yemas de los dedos se sentían secos, cansados, al igual que él mismo.

 

Los truenos se volvieron a escuchar y alzó la cara hacia el cielo, deseando, rogando mentalmente, por que una simple gota cayese sobre su rostro. Pero una vez más, como desde hacía tanto que ya ni recordaba, no obtuvo respuesta ninguna.

 

Caminó durante tanto tiempo que ya no sabía si habían pasado minutos u horas, siempre en línea recta y siguiendo la dirección del viento, llegando a un lugar donde lo único que podía escucharse eran los truenos cada pocos minutos.

 

Antes de darse cuanta había salido del bosque, encontrándose de frente con un enorme claro de césped. El cielo estaba tan oscuro que parecía negro y los truenos sonaban tan fuertes que tuvo que cubrir sus orejas con las palmas de las manos.

 

Casi de forma inconsciente, siguió avanzando hacia el mismo centro del círculo de árboles donde se encontraba, ignorando el dolor punzante de sus maltratados pies que se hizo presente de golpe, como si su cuerpo intentase hacerle cambiar de opinión y detenerse. El sonido de los truenos cesó.

 

Se destapó los oídos y tomó una larga bocanada de aire, observando, sin ninguna expresión en su rostro, que se encontraba justo al borde de una vieja piscina de aspecto abandonada, vacía, con hojas secas en su interior y la pintura agrietada y desconchada.

 

Sin dudarlo, y como si supiese que aquel era el lugar al que debía ir, bajó hasta el interior, yendo hacia la zona más honda y apoyando su espalda en la pared, deslizándose hasta quedar sentado en el frío suelo.

 

Se sentía cansado, exhausto. Tenía la garganta seca y los ojos irritados, como su hubiese estado llorando largo rato, aunque no recordaba haberlo hecho. Tampoco recordaba muchas otras cosas, no después de que Él se fuese, solo aquella casa, su nombre y las interminables horas mirando el cielo gris por la ventana. Un cielo gris que nunca, jamás, dejó caer una sola gota.

 

El suelo comenzó a temblar levemente, lo sintió bajo él, y pudo ver como una de las grietas de la pared de la piscina crecía notablemente. El viento volvió a soplar con fuerza, apartándole el pelo de la cara y pegando la ropa a su cuerpo, llevándole aquel olor a lluvia que tanto añoraba.

 

Un trueno, mucho más fuerte y desgarrador que todos los anteriores, llenó sus oídos y fue seguido por un par de segundos del más absoluto silencio en los que contuvo la respiración, como si el mismísimo tiempo se hubiese detenido.

 

Alzó la cara y sonrió cuando el inconfundible olor a agua llenó sus fosas nasales, viendo la enorme ola azul que se le iba a echar encima en cualquier momento. Cerró los ojos, notando como, por fin, una gota de agua golpeaba contra su rostro. Estaba lloviendo.

 

Esperó a que la fuerza del agua lo golpease, a que lo hundiese en el fondo de aquella piscina y no le dejase salir hasta que su cuerpo ya no sirviese. Si aquel iba a ser su final, lo recibiría gustoso, del mismo modo que estaba recibiendo la lluvia sobre su cuerpo.

 

Antes de que pudiese sentir el frío líquido sobre su piel, alguien le salvó.

 

No necesitó preguntarse quién. Los fuertes brazos que le rodeaban por la cintura, y le alzaban varios metros del suelo, suspendiéndole en  el aire por encima de la piscina, hablaron por sí solos. Era Él. Abrió los ojos muy lentamente, ignorando el esfuerzo que le supuso aquel gesto y sonrió al encontrarse con sus ojos marrones clavados en los suyos. Aquellos ojos que tantísimo había echado de menos.

 

Su salvador le acarició la cara con delicadeza, como si fuese de porcelana, mirándole como si fuese el ser más frágil sobre la Tierra. Y puede que en ese momento lo fuese en cuando le devolvió una brillante sonrisa.

 

El corazón de Junmyeon latió desatado mientras que su mente era reacia a creer que lo que tenía ante sus ojos y el cuerpo que se presionaba contra el suyo era real. Pero cuando tuvo los labios ajenos presionándose sobre los suyos, besándole suavemente, su mente se calló.

 

El aire golpeaba sus cuerpos, despeinándoles, y el agua que caía les empapaba. Se sentía vivo. Vivo como en mucho tiempo no recordaba haber estado.

 

Mientras se besaban una y otra vez, sin necesidad de separarse para decir nada, volvió a recordar aquel sabor que le era más familiar que nunca.

 

El sabor de quién más había anhelado. El sabor del hombre al que amaba. El sabor de la lluvia.

 

El sabor de Yifan.  

 

Notas finales:

En mi perfil tenéis mis redes por si queréis contactare para cualquier cosa ^^

Espero que os haya gustado. Nos leemos <3


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