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Adagio enamorado por Tsundere Chisamu-chan

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Notas del capitulo:

Bueeeenas preciosidades. De nuevo un lunes casi acabando. jejeje lo sientoooo pero es que mi querida y hermosisima Beta CrimCrim está haciendome el favorsote de mirar mis fanfics antes de publicarlos, y corregirlos y así. Por eso nos lleva un poquito más de tiempo.

Jeje creo que falta solamente un capitulo más, si es solo uno será largo, talvez si sale demasiado largo lo haga en dos. Pero estamos por acabar gente U.U esto es tán nostalgico! jejeje muchas gracias preciosidades. Espero que disfruten el capitulo, besos!

Capitulo XXIX

 

“La puerta hacia la libertad”          

 

-Averígualo en el infierno, maldito- Y sin ningún reparo extrajo su arma de su chaleco y disparó. La bala viajó rauda hasta el pecho de Yutaka, pero, antes de que ésta pudiera herir al castaño oscuro, uno de sus subordinados lo jaló del brazo, dejando que el proyectil continuara libremente hasta impactarse en la pared del final del corredor, salvando así la pútrida existencia de Kai.                  

 

El sonido del primer impacto fue suficiente para que Akira, aún con su poco razonamiento nublado,  reaccionara y se aventara sobre Kouyou protegiéndolo; lo envolvió entre sus brazos mientras el resto de las personas allí procesaban lo ocurrido. Todos se miraron confundidos ante el inesperado suceso, turbados por la violenta situación, tardaron unos cuantos segundos en interpretar y responder a  la mirada furiosa de Yutaka. Sacaron sus armas a gran velocidad, pero, antes de que alguno de ellos lograra accionar el gatillo, Byou había dado tres disparos más, no sin antes indicarle a Takanori correr a protegerse tras uno de los pocos pilares sobresalientes en las opacas paredes.

 

Aquellos tres rápidos disparos tomaron desprevenidos a sus adversarios, impactando dos de ellos en la pierna derecha de uno de los siervos de Yutaka, el cuál cayó adolorido al frío suelos de concreto ante la atenta e inexpresiva mirada de su superior; la tercera bala dio en el hombro de otro de los tres subordinados; que, sin pensarlo, ni lamentarse más, abrieron fuego hacia Byou, quién enseguida inició una zigzagueante carrera hacia ellos mientras, con su revolver en mano, respondía de forma experta los disparos que amenazaban contra su vida. Antes de mirarlo venir llegó hasta los sujetos que lo intentaba asesinar y se lanzó encima de Yutaka derribándolo.

 

Con todas las fuerzas y la ira que contenía Byou dejó caer su puño en el rostro falsamente encantador de Yutaka repetidas veces.

 

-¡Maldito!- Gritó desgarradoramente cual bestia salvaje, mientras los hombres que lo rodeaban detenían sus disparos e intentaban sujetarlo.

 

Tomaron a Byou de los brazos, forcejeando con su gran descarga de adrenalina que desembocaba en violentos puñetazos contra el rostro de su enemigo. Yutaka, que no portaba ningún arma, solamente atinó a defenderse bajo el cuerpo de aquel hombre, evidentemente más fuerte que él, mientras los demás intentaban quitárselo de encima.

 

-¡Idiotas!- Les gritó en medio de su forcejeo, -Dispárenle- Agregó.

 

Uno de ellos sacó su arma y la apuntó sin temor alguno hacia el cuerpo de Byou, mientras los otros dos lo sostenían por los brazos. Casi de forma burlona, colocó la mira del revolver en dirección a la cabeza de su atacante, pero al accionar el aparato, las manos esposadas de Shiroyama tomaron las suyas, desviando aquel tiro de gracia.

 

La bala dio un recorrido inesperado y fue a dar en el cuello de Yutaka, salpicando sangre por todo el suelo; sus ojos se abrieron confundidos aún sin entender lo que había sucedido. Byou se le quedó mirando un momento mientras la sangre salía precipitadamente de aquel agujero entre su carne, esparciéndose por el suelo.

 

-¡jefe!- Gritó el hombre que había disparado. Arrojando su arma, el sujeto corrió hasta Yutaka queriendo ayudarle. Lo mismo hicieron los otros dos hombres que anteriormente sostenían los brazos de Byou. Mientras Kazuki, aún sin hacer nada, observaba atónito a varios pasos de aquel tumulto.

 

 

Todos admiraban como la inconsciencia invadía lentamente el cuerpo de Yutaka que intentaba mantener sus ojos abiertos, sus manos, empapadas de sangre sostenían la parte de su cuello donde había impactado la bala y su respiración se hacía cada vez más dificultosa, llegando a escucharse casi burbujeante entre la espesura de la sangre, cerró los ojos y tosió una vez aquella viscosidad rojiza y desesperándose abrió los ojos para tomar fuertemente por el brazo a los hombres que lo rodeaban, sofocado intentó inhalar oxígeno viéndose más desesperado al ahogarse en cada inhalación. Continuó intentándolo tosiendo una vez más, mayor cantidad de líquido y soportando los espasmos que sufría su cuerpo.

 

Byou se levantó indiferente, sabiendo que ya no había mucho que se pudiera hacer por él, aprovechó el momento para intentar huir. Caminó unos cuantos pasos hacia atrás y recogió del suelo el arma que el irónico asesino de Yutaka había lanzado, la abrió para verificar la cantidad de municiones que aún tenía; encontrándose con solo una bala, para luego volver a cerrarla. Empezó a caminar a paso veloz siendo ignorado por las personas que atendían a un casi moribundo Yutaka. 

 

Shiroyama lo siguió y ambos admiraron por unos cuantos segundos la mirada incrédula de Kazuki, que se encontraba en medio del pasillo. Continuaron avanzando hasta llegar a Akira y Kouyou que se hallaban temblando; acurrucados en un abrazo protector.

 

-Voltéate- le indicó Byou a Yuu, éste obedeció. Tomó sus manos y con cuidado, colocó el cañón del arma en el cierre de sus esposas, liberándolo al instante. Seguidamente, se dirigió a Akira e intentó removerlo de su posición encontrándose con una gran resistencia.

 

-¿Qué haces niño?- Le dijo volviéndolo a jalar de su torso y fue entonces que Akira lo miró con ojos vidriosos dejándose llevar por un rostro conocido. Byou lo ayudó a ponerse de pie y pasó su brazo sobre su cuello para ayudarle a caminar. Caminó unos cuantos pasos hasta que pudo ver a Takanori oculto tras una pared y le hizo una señal para que lo siguiera.

 

Shiroyama se acercó a Kouyou, lo miró por unos segundos recibiendo una mirada extraviada y confundida. Sin decirle una sola palabra lo tomó de la cintura y lo cargó con ambas manos. Instintivamente el castaño apoyó su cabeza en el pecho desnudo y herido de Shiroyama, y cerró los ojos mientras el pelinegro corría detrás de Byou.

 

 

De esa forma, rápidamente desaparecieron de la vista de los sujetos que se encontraban ahí, corrieron lo más rápido que sus cuerpos lastimados les permitieron siguiendo a Byou, que establecía el rumbo sin ningún problema. Sus débiles y heridos cuerpos emitían jadeos fuertes, sin embargo, continuaron con toda aquella energía que aparecía en el temor de pasar un momento más en ese lugar, fue entonces cuando pudieron ver la gran puerta principal. No pudieron evitar sentirse aliviados.

 

Al llegar a ésta se detuvieron, buscando la forma de abrirla para lograr finalmente salir de allí. Byou soltó a Akira, dejándolo momentáneamente al cuidado de Takanori y presionó todos los botones de la entrada. Shiroyama aunque tenía a Kouyou en sus brazos también miraba desesperado la forma de salir.  Estaban en medio de aquella desesperación cuando escucharon una bandada de pisadas acercándose hacia ellos. Byou y Shiroyama se miraron entre sí y después miraron hacia atrás pudiendo ver a la agrupación de personas que acababan de dejar atrás, corriendo por el pasillo en dirección a ellos.

 

Inmediatamente la impaciencia los atrapó, dejando que la búsqueda para la apertura de la puerta se volviese acelerada y torpe, ya no había otra escapatoria, no tenían más armas, ni energías para luchar. Se alarmaron cuando se percataron de que un disparo había impactado en la puerta metálica lo que ocasionó que todos se agacharan como una reacción involuntaria. Otro disparo impactó causando una nueva hendidura en el metal; ellos agradecieron a Dios la pésima puntería de aquel tirador. Se quedaron quietos y agachados, encogidos, envueltos entre sus propios brazos y escuchando cómo los pasos empezaban a acercarse cada vez más y más.

 

Entonces Byou en aquella misma posición miró a Shiroyama y después de un asentimiento en conjunto, dejaron a los más jóvenes juntos, y se levantaron dispuestos a luchar aunque les fuese a costar la vida. Se giraron para quedar de frente a las personas que corrían, pero entonces un milagro sucedió.

 

La enorme puerta metálica que había quedado a sus espaldas se abrió con un gran golpe producido en el exterior y con esto una gran cantidad de luz solar entró al recinto, para después dar paso a una multitud de hombres uniformados, que corrieron hacia adentro, colándose por ambos lados de Byou y Shiroyama que se encontraban desconcertados por la rapidez con la que estaba sucediendo todo.

 

Lo habían logrado.

 

 

Notas finales:

Bye~


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