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Adagio enamorado por Tsundere Chisamu-chan

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Notas del capitulo:

Hola hola de nuevo! emmm espero que les haya gustado el primer capitulo, sé que está un poco lento, pero ya pronto se volverá volviendo más interesante, les pido paciencia. por ahora como los capitulos son bastante cortos estaré subiendo, en la medida de lo posible, dos capitulos semanalmente, aunque no lo haré dos días seguidos intentaré hacerlo lunes y jueves o miercoles. saludos de nuevo!

 Capítulo II

“¿Quién eres?”

— ¿estás bien, Shima?

El mencionado lo miró con los ojos abiertos y casi llorosos sin realmente reaccionar, miraba hacia todas las direcciones, su mirada se encontraba perdida y él hundido en sus pensamientos.  

— ¿Shima? —. Akira continuaba llamándolo, extrañado y preocupado, controlándose para no entrar en pánico por la insensatez de Kouyou que desconectado, parpadeaba mirando hacia todas las direcciones. — ¡Hey!— chasqueó los dedos en frente de los ojos de su compañero y este por fin le dirigió la mirada, la mantuvo fija unos segundos, luego cerró los ojos con el entrecejo fruncido como si le doliera algo.

—Perdona... —habló por fin, —creí recordar algo —. Seguía insensato intentando incorporarse e ignorar su inusual episodio. 

— ¿Te encuentras bien?, estás pálido… —preguntó Akira mientras lo sostenía por los hombros, temiendo que en cualquier momento se pudiese desplomar. 

—Si —sonrió por fin y tragó grueso, —no te preocupes vamos a ensayo... —. 

Empezaron a caminar con lentitud y en absoluto silencio. El ambiente se había tornado un tanto incómodo y tenso, Kouyou clavó sus ojos en el suelo y Akira lo miraba analizándolo. Poco a poco fueron acelerando el paso cuando se dieron cuenta que el ensayo estaba a punto de comenzar y caminando rápidamente, subieron las escaleras, para después entrar al auditorio, donde la orquesta se encontraba sentada y acomodada, afinando. Corrieron al ver al chico que era el concertino sobre el podio.

—Perdona Taka —le dijo Akira suavemente al pasar a su lado, este solo lo miró y sonrió. Takanori Matsumoto era el estudiante más avanzado de violín en la universidad, su cabello era abundante negro con un mechón color rojo, dándole un aire algo más “punk”, sus ojos eran ojos azules rebosantes de energía, su ropa usualmente era ceñida y despampanante, sofisticada y lujosa. Y a pesar de que su estatura era bastante pequeña -en promedio con sus compañeros- su presencia e imponencia arrasaba con cualquier perjuicio hacia él.

Cuando vio entrar a sus compañeros detuvo un momento el proceso, mientras el cellista principal sacaba su instrumento del estuche y se preparaba, igualmente Akira  que se encontraba en la segunda fila de la sección de segundos violines, y sonrojado untaba resina a su arco. 

—¿listos? —. Los miró y ambos asintieron, —por favor "La" para cuerdas —. Y en seguida se escuchó el oboe con la nota requerida. Cuando todos acabaron de afinar sus instrumentos, Takanori bajó y se sentó en su sitio; justo en frente suyo, atravesando el podio se encontraba Kouyou, que recostado en su, cello miraba hacia afuera con la una mirada triste y desorientada.  Takanori lo miraba curioso, intentando descifrar la melancolía en los ojos dorados de Kouyou y escrutando la extrañeza de su comportamiento; era chocante que no le dirigiera mínimo, una sonrisa tímida, como era habitual en él.

Takanori, al igual que Akira, había sido su compañero desde el primer año de universidad, y aunque no se podía decir que fuesen grandes amigos, se llevaban bastante bien en las pocas veces que conversaban, aunque en realidad era siempre el pequeño concertino quien más participaba en sus conversaciones, no porque a Kouyou le molestara, sin embargo él no tenía la confianza ni la iniciativa para entablar una amistad con una persona.

Estuvo mirándolo un rato, esperando que el castaño le dirigiera la mirada y así susurrarle alguna tontería para hacerlo reír. Porque eso sí que era un pasatiempo para el violinista principal, el andar bromeando para hacer reír a las personas. Cuando escucharon el sonido de la gran puerta principal, todos miraron, sin embargo en sus rostros la expresión era absolutamente diferente a la de todos los días. Un hombre alto con cabellera medianamente larga, lisa y oscura sonreía con simpatía, caminando hacia el podio y en éste se subió. La ola de emociones múltiples se propagó por el lugar; ya fuera confusión, emoción, expectación o indiferencia. Se trataba nada más y nada menos que del famoso y reconocido director Shiroyama Yuu, director artístico de la orquesta filarmónica de San Petersburgo; se encontraba ahí, justo frente a sus ojos, sonrió a todos y esperó a que hicieran silencio.

—Buenos Días chicos, mi nombre es  Shiroyama Yuu, trabajaré con ustedes un par de semanas, esforcémonos —. Y amigablemente guiñó su ojo con picardía, siendo correspondido con la ola de aplausos y gritos que denotaban la euforia de los músicos.

Se notaba la madurez en sus facciones, era un hombre adulto pero con una apariencia bastante rockera y juvenil. Tenía una perforación en el labio y se podía presenciar su elegancia innata con solo mirarlo. Su ropa era elegante pero original, su parte superior se componía de una camisa de botones y encima de esta, un saco aterciopelado, color purpura y su pantalón negro, adherido a su cuerpo, dejaba ver su atractiva figura.

Sin más que decir, el ensayo empezó, y con esto una reacción absurda y sin fundamentos inundó la sección de violonchelos. Kouyou, que era la persona que estaba al frente y se encargaba de guiar a sus compañeros cometía todos los errores posibles; imprecisión en la afinación, en el ritmo, su voz se desfasaba con el resto de la orquesta al estar manteniendo un tempo inexacto y ocasionando que todas las personas que lo seguían también se extraviaran. Frecuentemente Shiroyama-san, el encargado de la orquesta en ese momento, se detenía fastidiado por las faltas de los instrumentistas, y en varios intentos lo intentaba solucionar sin lograr un gran resultado. Sus compañeros sorprendidos esperaban pacientemente, mientras el director trabajaba aquel inusual cambio en la sonoridad de esa sección.

— ¡No, No!, una vez más, no están escuchando —. Detuvo el director, — ¡ese ritmo, lo están haciendo mal, son corcheas!, ¿Cuál es la parte difícil? —agregó ya bastante molesto, y volvieron a empezar con la indicación del hombre, pero casi inmediatamente se volvió a detener.

—Kouyou, ¡sigue mi gesto!, estás tocando como te da la gana…—. El mencionado lo miró con los ojos vidriosos y su rostro pálido. Todos los demás, asombrados de que lo llamara por su nombre empezaron a susurrar entre ellos, pero Shiroyama volvió a dar indicaciones y empezar como si no hubiese pasado nada. Y así continuaron intentando hasta que el cansancio y el hambre les obligaron a detenerse.

—Tomaremos un descanso de 15 minutos y volvemos, afinando a la 1:15 —habló el moreno con el ceño fruncido después de aquel exhaustivo ensayo. Se bajó del podio y se perdió de vista. La mayoría de los estudiantes se levantaron, y después de dejar su instrumento en su silla se dispersaron, algunos se podían ver estirando sus músculos entumecidos o algunos se dirigían afuera a comer algo, otros se quedaron en sus lugares estudiando. 

— ¡¡¡¡KOUYOU!!!! —le gritó al oído el pequeño concertino a su compañero castaño con la mala intención de asustarlo, este que estaba insensato en su asiento pegó un brinco y lo miró.  

—Jajaja, debiste ver tu rostro —agregó en tono bromista disfrutando de la expresión aterrada de Kouyou, para después sentarse en la silla que se encontraba a su costado, ya que el estudiante que hace unos momentos se encontraba allí había salido.

—Basta Takanori, no es gracioso... —respondió con una pequeña sonrisa. 

—Claro que si...—. Sonrió, —dime algo —.

— ¿umm? —balbuceó distraído mirando su atril, y acomodando sus partituras.

— ¿conoces a Shiroyama-san?—. Kouyou, se quedó inmóvil, temblando de pies a cabeza, las hojas en sus manos lo delataban. 

— No lo sé... — respondió en un susurro y con la mirada baja, seguido por un silencio incómodo y pesado. 

— Disculpa... voy al baño — Agregó el cellista para salir caminado o huyendo, sin darle oportunidad a Takanori de agregar alguna palabra.

Kouyou se dirigió rápidamente al baño, entró a ese pequeño espacio con luces tenues, y se aventó encima del lavabo dando una arcada. Las ganas de vomitar se habían apoderado de su estómago de un momento a otro, pero no tenía nada en el estómago, así que no devolvió nada. Respiró un poco agitado por algunos segundos mientras se aseguraba de que no vomitaría en pleno ensayo, enseguida solamente se enjuagó la boca, llenó sus manos de agua y lavó su cara sin siquiera le darle importancia lo mucho que había mojado su camisa. 

Se sentía extraño, su cuerpo estaba reaccionando violentamente, tenía ganas de vomitar, estaba mareado y a punto de descompensarse; intentando tranquilizarse cerró los ojos e inhaló profundo, ¿Qué está pasando?, se dijo a sí mismo. Su mente estaba colapsando, no era la primera vez en ese día que en su cabeza aparecían imágenes borrosas y entrecortadas, como si fuese una película dañada. Sin darse cuenta sus ojos se habían llenado de lágrimas y con sus manos se cubrió la cara cuando sintió aquellas gotitas resbalar.

— ¿Qué pasa Kouyou? —. Escuchó proveniente a su espalda y se quedó congelado al sentir un fuerte escalofrío que recorría su columna vertebral de arriba abajo inmovilizándolo. Miró por el espejo, el hombre que había estado hace unos cuantos minutos enfrente de él, se encontraba ahora detrás. Se encontraba saliendo de uno de los pequeños cubículos. 

—No está saliendo muy bien, ¿no crees? —dijo sonriendo de manera amigable mientras se dirigía al lavabo, donde se encontraba el castaño. Caminó con paso firme mientras el organismo de Kouyou se quedaba congelado, mirándolo por el espejo, sus ojos parecían derretirse a través de la pared de lágrimas.  Así permaneció hasta que se encontraron a pocos centímetros de distancia. 

—Disculpa... —dijo el hombre, señalándole con el dedo el dispensador de jabón que se encontraba justo al costado de Kouyou, éste sin decir una palabra se apartó y desvió la mirada. 

—No me recuerdas... ¿verdad? —preguntó Shiroyama, portando una elegancia desconcertadora, con aparente tristeza en la voz. Kouyou solo lo miró con unas cuantas lágrimas en sus mejillas, el hombre sonrió y mientras se secaba las manos con una servilleta caminó hacia él. 

—Has crecido mucho —agregó utilizando un tono dulce y su rostro de pronto se volvió melancólico, —estás más hermoso —. Lo miró a los ojos mientras le tomaba aquella mano delgada, dejándole un beso allí. Kouyou no se resistió ni reaccionó, solamente clavó sus ojos en aquellos profundos y abismales ojos negros. —Estoy muy feliz de verte —.Y con una sonrisa salió del lugar dejando a su estudiante solo.

El castaño se quedó ahí mirando hacia el suelo y en segundos se desplomó estallando en llanto, su mente se encontraba hecha un caos. ¿Quién era ese hombre?, ¿qué había pasado con él?, ¿por qué razón no podía recordarlo? La mente de Kouyou se introdujo en un laberinto tratando de resolver aquellas preguntas, miró al techo, mientras las luces fluorescentes se volvían cada vez más y más borrosas, no podía recordarlo y algo en él, decía que no debía hacerlo…

Notas finales:

Glosario:

Afinación orquestal: proceso en el cual los instrumentos ensamblan y afinan su sonido basándose en la frecuencia del oboe. 

 Concertino: violín principal, se encuentra justo al lado del director encargado de afinar la orquesta e imponer arcos y estilo. 

 Podio: tarima donde se sube el director para dirigir.

 Segundos violines: sección de violines encargados de la segunda voz.

 Resina: la resina se le debe frotar al arco para que éste produzca vibración. 

 Oboe: instrumento de viento, punto de referencia en la afinación orquestal debido a su cantidad de armónicos.

 Corcheas: figura ritmica equivale a 1/8 del valor de la figura redonda. 


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