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Adagio enamorado por Tsundere Chisamu-chan

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Notas del capitulo:

Hola hermosuras!!! de nuevo aquí. este es un capitulo detonador. aquí es donde se empieza a explicar ya la cuestión.... 

y solo para mencionar. Las leídas del capitulo anterior fueron bastante masivas no? yeeeei espero que les esté gustando! saludos a todos!

Capitulo VIII

“No me lo arrebates”

1/junio/2012

Despertó, y resopló, mientras se revolvía incómodo en su cama, frunció en entrecejo intentando abrir los ojos e incorporarse, ¿Qué día era?, ¿a qué hora empezaba su clase?, siempre le tomaba unos segundos darse cuenta de ello. Abrió un ojo encandilándose de inmediato con la luz del sol y lo volvió a cerrar, pero en ese momento captó que no estaba en su cama así que abrió los dos ojos con mucho esfuerzo. Toda la imagen que había en ellos estaba parcialmente nublada pero pudo divisar una figura a su lado y una cabellera alborotada.

—Shima— habló ronco y poco entendible, su voz siempre salía así en las mañanas, no hubo respuesta. —Hey, Shima, ¿Dónde pusiste mi celular?— volvió a llamar ya incorporándose un poco más y mirando hacia todas partes se sentó sobre la cama.

—mmm…— se escuchó proveniente del cuerpo inmóvil que yacía a su lado. Akira soltó una risilla al escuchar al castaño respondiendo todavía dormido. Sin molestarlo más —porque sabía que su amigo era de sueño pesado y mal despertar—, se levantó. Traía puesta una camiseta de tirantes y un pantalón holgado que Kouyou le había dado la noche anterior para que se quedara, después de todo, había caído dormido a mitad de la cama con toda su ropa mientras deleitaba sus oídos con el cello de Kouyou.

Pasó su mano por su cara y se rascó la cabeza, confundido sobre el paradero de sus cosas. Necesitaba saber la hora, pero ni siquiera sabía dónde estaba su celular, estaba seguro que se encontraba en el bolsillo de su pantalón pero, ¿Dónde estaba su pantalón?, estaba tan dormido cuando se lo quitó que no lo recordaba. Se levantó y empezó a buscar en el suelo, entre la ropa que ya estaba ahí, caminó alejándose cada vez más de la cama, en un momento escuchó al castaño moverse, y eso llamó su atención así que elevó el rostro para mirarlo, fue un movimiento mínimo en el que giró su cabeza, pero entonces enfocó su vista un poco más y ahí estaban sus pantalones colgados de la silla que estaba al otro lado de la cama.

Caminó en silencio hasta que los tomó y sacó su teléfono celular del bolsillo; 8:30 a.m, viernes, ¡tenía que trabajar! Entraba a las 10 de la mañana en una pequeña tiendita cerca de su casa, pero ahí no estaba cerca de su casa, así que corrió al baño y se volvió a colocar la ropa que traía el día anterior, debía correr a su casa para bañarse, cambiarse, comer algo y correr a su trabajo, así que salió del baño y se subió de nuevo a la cama.

—Shima, debo ir a trabajar, ¿estarás bien? —preguntó suavemente mientras veía cautivado el rostro angelical de Kouyou dormir, sus largas y tupidas pestañas, sus labios delgados pero perfectos, su nariz delicada, su cutis blanco.

—Mmmjmmm—

Akira lo miró como si hubiese captado su respuesta, así que se volteó rápidamente pero su muñeca fue aprisionada por un dócil agarre, se giró de vuelta para ver a Kouyou que ahora se encontraba con sus ojos un poco abiertos y una sonrisa extremadamente ligera.

—mi beso —dijo en un hilo de voz pero completamente audible, Akira sonrió ruborizado. Con paciencia y dulzura se inclinó sobre el torso desnudo de su compañero y depositó un dulce beso en sus labios entre abiertos, se separaron y contempló como lentamente cerraba de nuevo esos ojos color miel para seguir durmiendo. Acelerándose un poco más terminó de recoger sus cosas, y salió de la habitación, mientras sonreía y veía por última vez a Kouyou antes de irse.

—te veré más tarde…—. Y así salió de la casa dejando las llaves en la pequeña mesa en la que las había encontrado. corrió todo lo que pudo, tomó el autobús hacia su casa y alistándose totalmente acelerado logró llegar a su trabajo justo a las 9:50, muy puntual como era costumbre en él. Aquel trabajo se llevaba a cabo en una pequeña tienda en la que vendían artículos de obsequio, algo así como los que compra un chico para su novia en el día de san Valentín, habían flores, globos, peluches, tarjetas, entre otros artículos, y ya que la dueña era una señora de avanzada edad con problemas de espalda y articulaciones lo había contratado a él para que le ayudara, era muy conocida en el vecindario con el sobrenombre “Nana”, algo gruñona pero en el fondo era una mujer muy amable.

—Buenos días Akira— habló con voz quebrada.

—Buenos días Nana, ¿Cómo amaneció hoy?

—Muy bien gracias —estaba sentada en una silla al lado de la entrada, Akira se dirigió directamente al mostrador y se colocó su delantal “distintivo” de la tienda. El rubio era un gran trabajador, muy amable, responsable, entregado en todo lo que hacía, increíblemente servicial, y por ello los clientes nunca faltaban en el establecimiento. Debía trabajar ahí hasta aproximadamente las 4 de la tarde y de ahí debía ir a clases en la universidad, ese día tenía clases de “música de cámara” y su compañero era Kouyou, además de un pianista mandón y no muy simpático, pero esperaba con ansias el momento de ver de nuevo al ojimiel.


Estaba feliz y a la vez nervioso. Por primera vez se sentía realmente con la esperanza de que algo más allá de una amistad sucediera entre ellos dos. Había confesado sus sentimientos y a pesar de que no fueron correspondidos del todo, tampoco fueron rechazados. Sin darse cuenta, la imagen de Kouyou abarcó su cabeza durante todo el día, se sentía como un idiota cada vez que se encontraba sonriendo bobamente pensando en él, en la sensación de sus labios, la suavidad de su piel, la torpeza de sus movimientos, todo era una razón para volverse loco. Con frecuencia se abofeteaba mentalmente cuando entraba un cliente y él por estar fantaseando ni siquiera lo notaba, a este paso sería indudablemente despedido. Kouyou era único, él lo sabía, lo supo desde el momento en que en una de sus clases conversaron por primera vez y esa sonrisa tímida pero arrebatadora le robó el corazón. Siempre, siempre fue Kouyou por encima de todo, era su persona predilecta, siempre lo más importante, así fue como poco a poco se había enamorado. Sentía esa fuerte atracción hacia su compañero, pero nunca jamás se imaginó que viviría lo que había pasado la noche anterior, besos, aquellas caricias y aquellas increíbles demostraciones de afecto, estuvieron a punto de hacer el amor y dio gracias a Dios mil veces el haberle rechazado, y no porque no quisiera hacerlo, sino porque él deseaba al verdadero Kouyou. Deseaba sus verdaderos sentimientos, él quería entregarse de verdad, por completo, no por consuelo, no por necesidad ni por inconciencia inducida, él quería que Kouyou le devolviera esa mirada que él le había regalado por años.

De esa forma transcurrió el día, las horas fueron eternas para él, que miraba su celular cada cinco minutos pendiente del reloj, faltaban cerca de dos horas para salir, pensó en mil excusas para salir temprano, ¡pero no!, no se dejaría dominar por su desesperación. Ya casi no venían personas, y el clima parecía no estar muy alegre, estaba nublado, parecía como que en cualquier momento estallaría una terrible tormenta y los truenos lejanos empezaban a escucharse cada vez más cerca, estaba aburrido recostado al mostrador con la cabeza apoyada en su mano cuando sonó su teléfono.

—¿Hola?— contestó.

—¡¡¡Akira!!!, ¡Akira!, ¿puedes oírme? —gritó Takanori al otro lado de la línea, su voz se oía entrecortada, pues al parecer había una interferencia terrible.

—Sí, si te oigo, ¿Qué pasa?

—Es Takashima, Akira, ¡¡¡se lo llevaron!!! —. El rostro de Akira se descompuso y el color generalmente rosado de sus mejillas desapareció, palideciéndolo por completo, la voz desgarradora y aterrada del violinista en el teléfono lo escalofrió de pies a cabeza.

Notas finales:

Glosario:

Musica de cámara: se refiere a música que se ensambla en conjuntos de pocas personas. Anteriormente se ejecutaba en salones pequeños y por ende el nombre.

Nos leemos el lunes! besos besos!


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