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Ayudándote a superar tu claustrofobia por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Desde este punto empieza la editación extrema XD

Se alargará un poco, pero me parece conveniente, después de todo, cuando me puse a revisar el fic, vi muchas faltas gramaticales y sinceramente pienso que deben ser corregidas ^^

 

 

 

Tsuna no podía creer lo que su tío había hecho, al parecer su instinto le había fallado esta vez. Pensó que al fin Reborn encontró a alguien con el cual podía compartir su vida, que por fin se había desecho de todas esas murallas que le impedían confiar en los demás, pero al parecer estaba completamente equivocado. El castaño meditó un largo rato en la ducha de su casa, pensando en cómo pudo suceder algo así. Lambo había ingresado en la vida de su tío desde que apenas tenía 16 años, tan solo era un niño que se enamoró de un hombre adulto complicado, pero que siempre fue muy dedicado. Lambo despedía cariño en cada acción que realizaba y siempre trataba de cuidar del mayor, muchas veces Tsuna había visto a Lambo en su departamento cocinando o incluso preparando las ansiadas tazas de café para Reborn. Cuando el muchachito de ojos verdes dormía en casa, siempre ayudaba en las labores de limpieza, era devoto y nunca se avergonzó de su sexualidad, pero… Reborn era todo lo contrario, reservado, duro, nunca demostró cariño, trataba mal al que era su amante

Tsuna siempre pensó que en el fondo de ese exterior frío podría haber un sin número de emociones dedicadas hacia el más joven de aquella extraña relación, pero al parecer no existía posibilidad. El castaño estaba decepcionado… estaba desolado, ¿cómo volvería ver de frente a su tío sabiendo que fue capaz de destruir las inocentes emociones del joven Bovino?… aunque si se ponía a pensar bien, su tío jamás se mereció estar junto a Lambo, y por otro lado Lambo jamás debió dejar de lado su propia vida por un amor que tal vez no tenía futuro. Tsuna sabía perfectamente bien que el jovencito jamás continuó con sus estudios y vivía una vida liberal con el apoyo de sus padres. Todo el mundo de Lambo giraba alrededor del mayor y eso no era nada bueno… tal vez con su separación todo habría de mejorar para ambos… y si comparaba su actual situación con la de su tío… ¿podría acaso esa relación a distancia estar impidiendo el progreso de sus vidas?  ¿Acaso estaba haciendo algo malo? ¿Acaso estaba impidiendo que Hibari tuviese una vida normal? ¿Estaba siendo demasiado egoísta? … Tsuna de nuevo estaba temeroso del futuro, de nuevo estaba pensando demasiado

 

 

Tsuna estaba en medio de la calle sin saber a dónde ir. Había sido un arrebato, faltaba mucho para que la hora de regreso de Hibari-san llegara, y él estaba rondando por ahí sin ninguna intención de llegar a un lugar en concreto. Sólo pensaba. Para Tsuna había sido un duro inicio en Italia, enfrentándose a las miradas reprobatorias de muchas personas que estaban en contra de que un recién llegado tomara posesión como décimo sucesor, agregándole los incidentes con la recepcionista de la empresa, también estuvo investigando sobre las universidades en Italia y se dio cuenta de que si quería administrar las empresas debía retomar todo desde el principio. Tenía que empezar todo de nuevo, por su indecisión había malgastado su tiempo en Japón. El castaño pensaba en su sueño de ser maestro, pero siempre podría ejercer algo así, en el pueblo había muchas escuelas que a veces realizaban campamentos en donde podría participar. Su abuelo le había hablado de eso, así que lejos de su sueño no estaba, además estaban todas las personas que vivían en aquellas tierras, gentiles, amables. Tenía que esforzarse por ellas, ¡tenía que hacerlo!

 

 

—esto es muy difícil – susurró al viento mientras caminaba sin rumbo, volando entre sus pensamientos hasta que sintió algo. Su instinto saltó de pronto, pero no tuvo tiempo a reaccionar porque pronto alguien cubrió su boca para que no gritase y lo adentró a un callejón. Tsuna iba a luchar, pero…

— ¿por qué estás aquí? – aquella voz era de… ¡su azabache! – Tsunayoshi

—Hibari—san – lo soltaron de inmediato, se giró para ver aquella cabellera negra y esos iris metálicos – estoy en casa – susurró para abrazar al hombre que estaba parado en frente de él, embriagándose de aquel aroma que tanto extrañaba

—debiste avisarme – rodeó al menor con sus brazos hundiendo su nariz en aquellas hebras castañas. Había sido una larga espera, en la cual cada día pensaba en aquel conejito, el único que logró ablandarlo de la manera más sutil, con el único que mostraría una faceta delicada y hasta cariñosa

—ni siquiera yo estaba consciente de lo que hacía – el castaño se rió bajito, ocultando su rostro en el pecho del mayor – fue un arrebato

— ¿y por qué estabas caminando solo? – le regañó mientras besaba la frente del más joven – debiste haberme buscado primero

—lo siento, no quería molestarlo – sonrió con cariño y se abrazó al cuello del más alto

—nunca harías algo así – inició un beso delicado, cariñoso y paciente.

 

 

Kyoya había extrañado esa suavidad, esa ternura única, y ese calor natural que el castaño desprendía. Nunca se esperó que, en su rutinaria guardia por la ciudad, observara de lejos a su pequeño. En un inicio pensó que estaba imaginándose cosas, pero al verlo suspirar y hablar lo reconoció. Le molestó que el castaño no lo contactara apenas había llegado al país, pero ahora solo debía disfrutar del cálido contacto, de los dedos que con cuidado se deslizaban por sus cabellos, del lindo sonrojo que tenía el menor y la respiración entrecortada cuando se separaban para recuperar el aliento. La sonrisa llena de amor que le era dirigida solo para él calmaba cualquier emoción, nunca podría enojarse con el pequeño

Un amor a la distancia no podía durar, eso es lo que la mayoría pensaba, pero superar ese difícil obstáculo solo podía demostrar que dicho sentimiento que compartían era verdadero. Tsuna podía ver la emoción en aquel azabache, a pesar del exterior duro y atemorizante que tenía. Sólo él podía saber la otra faceta del azabache, solo él tenía el derecho de ver tan cálida sonrisa, pequeña pero llena de cariño y quería ser el único capaz de ver aquella mirada. Tsuna quería conocerlo a profundidad, quería ser el único en… amarlo y ser amado por Kyoya

 

 

 

Kusakabe recibió entonces cierta llamada, una en la que su jefe le informaba que todo quedaba en sus manos y el hombre ya sabía cuál era la razón, incluso sin que su superior le dijese algún detalle. Kusakabe era el único capaz de percibir el pequeño cambio de tonalidad en la voz de ese hombre inexpresivo, “él regresó” susurró para sí, aunque cierta personita más lo escuchó y sacó conjeturas “¿el pequeño ya llegó?  Kufufufu parece que nuestro jefe ya no estará de tan mal humor” aquel heterocromático parecía divertirse demasiado, pero de cierta forma tenía razón. Desde que el castaño había partido, Hibari volvió a ser ese hombre duro, inflexible y agresivo que despedía miedo entre los criminales. Todos sabían que el único capaz de cambiar esa situación era aquel jovencito castaño y de sonrisa agradable, aquel que tiempo atrás fue “devorado” por su jefe en medio de la estación central. Nadie había dicho nada sobre ese tema, porque no había nada que decir, estaba más que claro que era la pareja de Hibari y el único ser capaz de cambiar la rutina del azabache e incluso lograr que el jefe se tomara al menos un día de descanso

Dos días, un tiempo corto, pero bien aprovechado. Días llenos de dicha y noches llenas de pasión, simplemente así se podría describir aquel tiempo. Hibari no dejaría escapar al más joven ni un solo segundo. La añoranza era mucha en cuanto se separaban, la emoción al encontrarse era desbordante. Bastaba simplemente con la compañía del otro para sentirse completos y al momento de volverse un solo ser, en aquella acción tan íntima, sólo reforzaban ese lazo que formaron, único e irrompible. Se amaban y sus acciones lo demostraban.

Hibari podía soportar ir a lugares concurridos solo por ver la sonrisa del más joven. Un capricho del conejito como es un parque de diversiones fue bien recibido, compartir la vitalidad del castaño, ver los sonrojos, la sonrisa cautivadora, las pequeñas acciones inocentes e incluso al comer un postre, hasta celarlo era divertido. Besarlo en público era su placer más grande, después de todo, el sonrojo intenso era hermoso y al mismo tiempo todo aquellos que tenían malas intenciones se alejaba de inmediato. Simplemente era maravilloso tenerlo como compañía, Kyoya se llenaba de vida con solo ver a Tsuna, era su complemento perfecto

Tsuna aceptaba las descabelladas acciones del mayor con mucho gusto. Ser llevado a una cascada fue una de ellas, sin nada más que la ropa que llevaban, internándose en un pacífico bosque, en donde casi nadie entraba. Una tranquila estadía, silenciosas muestras de cariño, relajantes minutos en el agua, empaparse completamente al caerse. Su cuerpo siendo atacado en medio del río que circulaba bajo la cascada, ser devorado ante la presencia de la naturaleza, una experiencia única que solo haría con su amante. El miedo a ser descubierto por alguien más sólo hizo que su cuerpo se pusiese más sensible y gimiera con mayor placer, tal vez ese era el plan principal del azabache que al final lo cargó en su espalda llevándolo al hotel más cercano en donde repitieron el acto de amor disfrutando esta vez del agua caliente y la ropa seca que se les ofreció. La calma y decisión del mayor, la fuerza amenazadora que emitía aquel hombre complementaba su pasividad, no cabía duda que Kyoya era su otra mitad

Tsuna disfrutó mucho de esos días, pero al final, el boleto en sus manos indicaba que el paseo terminaba y de nuevo la horrible despedida en el aeropuerto se repetía. Ambos sabían que eso pasaría, pero aun así no les gustaba cuando aquel evento se llevaba a cabo. Querían quedarse juntos, pero cada uno tenía un camino diferente que seguir. La promesa de un nuevo encuentro apenas un tiempo después estaba pactada, ambos esperarían con ansias aquel día en el futuro, pero en ese momento solo pudieron despedirse y retomar sus vidas. Cada inseguridad del castaño fue desecha con cada promesa de amor de parte del azabache, él deshacía todas sus dudas, lograba hacerlo confiar en sí mismo y en el futuro que tendrían a pesar de la distancia. A su vez, el castaño era el mayor regalo de la vida para el azabache, y una sola sonrisa era capaz de derrumbar cualquier dolor, cualquier rastro de soledad

Hibari volvió al trabajo inmediatamente después de dejar a su pareja en el aeropuerto, volvía a su rutina diaria, a dejarse llevar por su labor para olvidar que nadie estaría junto a él esa noche, ni la siguiente y así su humor seguramente decaería con el pasar del tiempo. Aunque no lo dijera en voz alta, extrañaría a su castaño, pero tampoco le iba a exigir que se quedara con él…

 

 

— ¿En qué piensas? – solo la voz de Fong lo hizo despejarse un poco, alejarlo de aquellos pensamientos – Kyoya

— ¿qué haces aquí? – gruñó levemente al sentirse espiado

—solo venía a visitarte – sonrió con ternura al saber la razón por la cual su hermanito estaba pensativo, los había visto de lejos

—estoy trabajando

—soy tu hermano y me preocupo por ti

—no deberías

— ¿cómo la pasaste junto a Tsuna? – sonrió Fong mientras empezaba a analizar cómo ayudar a su hermano

— ¿celos? A estas alturas ya deberías saber que él me pertenece – miró a su hermano. Nunca entendió cómo podía ser tan despreocupado y aún más importante, jamás le perdonó que se volviera un amante de las artes marciales sumido en un mundo de paz. Ser maestro era un desperdicio, con ese talento debió unirse a la policía y ayudarlo

—lo sé, pero también sé bien que Tsuna es muy feliz y a la vez muy triste – tal vez era hora de darle un empujoncito al cabeza dura

—mm… — no podía evitar mostrar el fastidio ante las palabras de su hermano mayor, sabía perfectamente a lo que se refería

—parece que la distancia también te afecta

—no te interesa

— ¿has pensado en decirle cómo te sientes? … pedirle que se quede, tal vez – mencionó observando el pequeño atisbo de duda en Kyoya

—él tiene su vida allá – susurró evitando ver directamente a los ojos de Fong

—y tú tienes la tuya aquí… pero eso podría cambiar si quieres que cambie

—déjame trabajar en paz

—no te aferres a la promesa que le hiciste a nuestro padre – mencionó recordando aquel suceso. Hace muchos años que su padre había dejado el mundo terrenal. Recordarlo le traía orgullo a cada Hibari, pues el progenitor fue un hombre honesto, dedicado, un héroe que protegió Namimori al igual que Kyoya lo hacía en la actualidad

—sabes que no estoy dispuesto a dejarlo

—una promesa hecha a una tumba no tiene sentido. Nuestro padre jamás hubiese deseado que te ates a esta ciudad dejando de lado tus sentimientos y a la persona que amas

—es algo que yo decido, Fong

—Nuestro padre jamás te pidió nada, él vivió como quiso, fue un policía dedicado, pero también un padre de familia excelente. Amaba a mamá y a nosotros, él defendió esta ciudad solo para mantenernos a salvo de los peligros… nosotros éramos su motivación – sabía que sus palabras habían llegado a Kyoya, pero la decisión la tomaría él, ya no podía hacer nada más – ¿qué crees que te hubiese dicho papá?

—si ya terminaste puedes retirarte

—Kyoya, si yo tuviera la dicha de estar en tú lugar, me iría con él. Lo hubiese hecho desde el primer momento en que me hubiese enterado que se iba – se ganó la atención del más joven – él tiene un trabajo importante allá… y por eso lo acompañaría

— ¿eso es todo?

—Tsuna sacrificó una vida a tu lado por el bien de los Vongola, por el bien de muchas personas. Tú también sacrifica el amor por esta ciudad y vete junto a él, después de todo, un país es más grande que una simple ciudad – sonrió cálidamente antes de girarse para salir – además Namimori quedará en manos de tus subordinados. Ellos están completamente capacitados, tú mismo los has entrenado… pero Tsuna está solo, cargando con un enorme peso. Sus responsabilidades caerán en sus hombros apenas y acabe con su preparación. Piénsalo Kyoya

 

 

 

Estaba en casa, pues al fin terminó ese día horrible. Las palabras de su hermano rondaban por su cabeza, lo pensó muchas veces, pero no se arriesgó a dejar toda su vida en aquella ciudad. Hibari recordaba a su padre, verlo sonreír cada mañana al ver a su madre despedirlo, ¿qué le hubiese dicho él? Su padre era guiado por su sentido de la justicia, pero por encima de eso, era guiado por el amor que sentía hacia su familia. Kyoya siempre quiso seguir los pasos de su padre y por eso prometió dedicarse a Namimori. Se puso a analizarlo un poco, su padre seguramente le diría “vete con él” … irse dejándolo todo… ¿acaso Tsuna no hizo eso? ¿Y por qué no hacerlo también? Era verdad, la lejanía lo estaba torturando. Aunque era duro aceptarlo, tenía miedo de perder a su castaño, y por primera vez experimentaba esa sensación, por primera vez se dio cuenta que si no veía esa cálida sonrisa se sentía frustrado, si no lo tenía cerca estaba vacío. Comprendió que esa soledad que jamás le molestó, ahora empezaba a envolverlo y asfixiarlo. Había cambiado desde que Tsuna ingresó a su vida y… no iba a permitir que estuviera lejos. Ya había tomado una decisión

 

 

—tsk… – el sonido del celular que le dio el azabache de patillas lo desconcentró. Pausó sus meditaciones y fastidiado al ver el remitente, contestó con desgano – ¿qué quieres?

—niño te estás ganando mi odio y eso no es bueno – la voz de Reborn se escuchaba del otro lado, dura y molesta

—no me amenaces herbívoro

— ¿hiciste que Tsuna se quedara allá y perdiera el vuelo? qué infantil —

— ¿de qué me hablas?

—el vuelo de Tsuna llegó, pero él no está aquí. Kyoya has que tome el siguiente vuelo de inmediato – ordenó molesto

—lo dejé en el aeropuerto esta mañana – contestó furioso – tal vez no quiere verte

— ¿por qué no querría hacerlo? – refutó perdiendo la paciencia

—por tu asuntito con el muchachito ese… el de ojos verdes – sonrió ante el gruñido que escuchó a través de la línea

—Tsuna no es tan inmaduro

— ¿ya revisaste bien?

—esto me da mala espina – susurró y en seguida el azabache se incorporó, también estaba teniendo un escalofrió extraño desde la tarde, pero lo dejó pasar

—no te atrevas a colgar sin darme la noticia de que lo encontraste

—llamaré a la familia Bovino para preguntar si esta allá. Si quieres noticias llámame en diez minutos

—tsk… — algo andaba muy mal, el tono de voz del hombre de patillas lo confirmó. Kyoya esperó exactamente el tiempo mencionado y de nuevo marcó al número – ¿lo encontraste?

—Kyoya… Tsuna no aparece – de pronto Hibari sintió su cuerpo tambalearse, ¿cómo era posible si él mismo lo dejó en el aeropuerto y verificó que subía al avión? – reportaron que tomó el vuelo, pero aquí no llegó

—… — se quedó sin palabras por unos segundos antes de estallar en pánico, pero manteniendo la calma en su voz – ¿averiguaste la ruta del vuelo?

—parece que tuvo una falla y tomaron una escala en otro aeropuerto… no tengo tiempo que desperdiciar. Niño, si sabes algo llámame

—herbívoro… partiré a Italia ahora mismo – gruñó en signo de no querer reclamos – quieras o no estaré allá enseguida

—avísame qué vuelo tomarás y te mandaré a alguien para que te recoja – un suspiro salió de labios del hombre de patillas – espero que no sea nada, pero es mejor tenerte aquí por si necesito tu ayuda. Sólo no me estorbes niño

 

 

Continuará....

 

Notas finales:

Muchos besos~

Gracias por leer... (porque supongo que tal vez alguien nuevo lea esta historia)


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