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Ayudándote a superar tu claustrofobia por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holis~

A quienes llegaron hasta aquí, les agradezco mucho.

Aquí está el final de esta historia, una de las primeras en mi vida como ficker. 

 

 

 

 

Hibari llegó a casa encontrándose con Fuuta llevando una bandeja con bocadillos. De inmediato se pudo imaginar lo que ocurría

 

 

—Basil me está ayudando a estudiar. No te preocupes oto—san, obtendré buenas calificaciones — inocente, ingenuo, se parecía a Tsuna y fue por eso que Kyoya se encariñó tanto con aquel niño,

—…— era una de las cosas que le gustaban del pequeño. Le dio un leve —hum — mientras se retiraba con su castaño en brazos para llevarlo a su habitación

 

 

Había visto a Tsuna trasnocharse demasiado últimamente. El castaño estaba tan cansado que apenas sintió como lo cargaban llevándolo a casa, ni siquiera sintió cuando lo sacaron del auto o cuando lo desvistieron para ponerlo más cómodo mientras Kyoya terminaba de asearlo. El azabache dejó que su pequeño esposo descansara mientras acariciaba aquel rostro pacífico. Desde la primera vez que lo vio… sintió esa calidez

Hibari vigiló un poco al invitado en la mansión, nunca dejaría que el tal Basil estuviera cerca de su pequeño hijo, pero por ahora no podía hacer anda. Se aseguró que el herbívoro se fuera e incluso ordenó a su chofer que lo llevara, era demasiado cuidadoso con esas situaciones, demasiado tarde como para dejar a un chiquillo o adolescente solo. Ya libre de todo, se relajó. Los demás habitantes de la casa estaban ya acomodándose para ir a la cama, excusó a Tsuna durante la cena ya que no tenía intenciones de despertarlo y cuando llegó la hora, se recostó con el castaño. Lo rodeó con sus brazos y dejó que el agradable aroma lo llevara a relajarse por completo, suspiró al imaginarse al par de chiquillos que estaban por nacer y dejó que sus sueños le presentaran millones de posibilidades

 

 

Tsuna sentía los brazos de su esposo rodearlo, se acurrucó feliz de tener a Kyoya a su lado. No sabía qué hora era, pero imaginó que la madrugada estaba por la mitad de recorrido. De pronto sintió el ruido de su celular, quiso ignorarlo, pero algo le decía que debía contestar con prisa. Se alejó del azabache despertándolo en el proceso

 

 

—lo siento, pero puede ser importante — y sí que lo era. Alguien un poco alterada le informaba que estaban en camino al hospital

—señor, las contracciones empezaron así que llevo a la señorita al hospital — Tsuna agradeció la brillante idea de poner a una enfermera a servicio de cada madre sustituta.

—… — No supo reaccionar por un par de segundos, pero después solo miró a Hibari — ya es hora — todo fue un lio

 

 

Se cambió con rapidez mientras Hibari preparaba el auto. Tsuna avisaba a los empleados que se habían despertado por el alboroto lo que ocurría en ese momento. Lo bueno de conducir en la madrugada era que podían pasarse los semáforos en rojo, así que fue un viaje corto el que los tuvo en el hospital en quince minutos. Tsuna encontró a la mujer que pronto traería al mundo a su hijo, le sonrió dándole confianza, pues el parto se había adelantado así que la sorpresa era general.

La castaña se veía adolorida y desesperada. Hibari observaba todo desde lejos y aunque la ansiedad también lo invadía, no lo demostró, por el contrario. Su esposo tenía el pánico encima mientras escuchaban a la mujer quejarse por el dolor del proceso y el mayor de los hombres no ingresó a la sala de partos, no se sentía capaz de aguantar todo. Tsuna, por el contrario, decidido a ver a su hijo por primera vez e ingresó acompañando a la mujer que tenía una semejanza en sus facciones, algo que solo fue coincidencia

Fueron horas largas para ambos. El castaño sostuvo la mano de aquella mujer durante todo el proceso, diciéndole palabras de aliento cada cierto tiempo, limpiándole el sudor que por su frente recorría, desesperado por ver al pequeño cuyo padre biológico era Kyoya. Los gritos, la desesperación, todo valió la pena cuando el llanto de un infante adornó la sala. Tsuna se quedó mirando a la mujer que ahora le sonreía débilmente

 

 

—felicidades… es una niña

 

 

La noticia del doctor sacó al castaño de sus meditaciones, pues en sus brazos entregaron a un pequeño bulto de cobijitas que se removía. Con miedo, lo agarró, siendo guiado por una enfermera. Sus lágrimas salieron a flote en cuanto aquel llanto se detuvo un momento y su hija estiraba su manita. La tomó entre sus dedos mientras sollozaba bajito y la vio con detalle mientras se lo permitieran. Piel muy clara, pequeños mechones azabaches denotaban el parecido con su progenitor. Tsuna lloró insistentemente debido a la emoción y al final la enfermera se llevó a la pequeña para terminar el proceso básico en un nacimiento

El castaño se acercó a la mujer que le ofreció el vientre para que su niña creciera. Le besó las manos, agradeciéndole antes de que la viera dormirse debido al cansancio… aun llorando por la emoción, salió de la sala para encontrar a Kyoya sentado en la sala de espera, degustado de un café. Lo miró sonriendo, se acercó a él abrazándose y en silencio permaneció disfrutando de la felicidad compartida

 

 

—llamaré a la siguiente herbívora… será más fácil si nuestros hijos nacen el mismo día — susurró el mayor y Tsuna solo asintió ligeramente

 

 

Kyoya se mantuvo acariciando los cabellos castaños que reposaban en su pecho. Realizó la llamada y esperaba que Tsuna aguantara doble proceso, después de todo, el segundo niño debía nacer el mismo día. La familia no tardó en llegar enterándose de la hermosa noticia y de pronto aquella sala de espera estaba invadida por emocionados familiares de los recién nacidos, incluso tuvieron problemas con una enfermera que los regañó por ocasionar demasiado escándalo, molestando a los demás pacientes. Poco les importó, con una simple mirada amenazante de cierto grupo de hombres terminó con aquella reprimenda.

Como supuso, Tsuna estuvo listo cuando debía acompañar a la azabache que pronto iniciaría la labor de parto. Hibari de nuevo se quedó afuera, pues sabía que, si empezaba escuchar los gritos, la desesperación y todo, terminaría estresándose, tal vez peleando con los médicos y debía evitar ese tipo de conflictos. Las horas se le hicieron eternas mientras esperaba noticias, pero al menos no estaba solo, sería peor si lo estuviese, al menos así podía liberar un poco de ansiedad peleando con cierto peliplata que, con su carácter altanero jamás daba tregua

Al finalizar el día un niño nacía, cabellos castaños, piel clara, al menos eso fue lo que logró describirle Tsuna quien de nuevo sonreía, derramando un par de lágrimas de emoción. Un día ajetreado, pero lleno de bendiciones y por sobre todo… dos miembros más de Vongola habían nacido con una salud estupenda y en una familia llena de amor para compartir

 

 

Herederos…

 

 

Del hospital a casa. En cuanto tuvieron el permiso necesario trasladaron a los herederos de la mansión a su nuevo hogar. Las habitaciones estaban adornadas por celestes y violetas claros, habían escogido colores neutrales para la habitación. Nadie imaginó que una niña muy inquieta, junto a un niño bastante calmado llegaran a acomodarse bastante bien en su nuevo hogar. Tsuna estaba más que fascinado al tener a sus pequeños cerca de él. Hibari veía a las pequeñas criaturas demasiado indefensas, e incluso tenía un poco de temor de dañarlas, pero sentía debilidad por las criaturas diminutas e inevitablemente se acercaba a ellas con curiosidad… aún no se adaptaba a la idea de cuidar de aquellos bultitos que dormían en los cuneros

 

 

—deberías intentar tenerlos en tus brazos. Si lo haces con cuidado no pasará nada

 

 

Tsuna se había fijado con detalle sobre el extraño comportamiento de su amante y dedujo de inmediato lo que sucedía cuando lo vio acariciar las manitas de los infantes. Un toque de duda, el azabache evitaba sostenerlos y el castaño entendía esas reacciones e incluso le pareció una reacción muy tierna, aunque jampas lo diría en voz alta. Tsuna tuvo que tener paciencia para que Hibari lograra tener a la pequeña Aki de mirada chocolate o al sereno Koji de iris azules oscuros, en sus brazos. Fue divertido saber que aquel hombre de porte duro se asustaba con cosas tan sencillas como esa

La vida de padres era dura para todos en la mansión, pues llegaron las noches en vela cuidando de los pequeños. Cada uno de los padres recortó sus horarios laborales solo para poder compartir el mayor tiempo posible con las criaturas. Los tíos ayudaban bastante, el hermano mayor se dedicaba a cuidarlos casi todo el tiempo, los abuelos consentían a los infantes con la mayor de la felicidad, Haru ayudaba a los nuevos padres con consejos que ella tuvo que aprender a la fuerza cuando cuidó de su hija, incluso Reborn y Aida permanecían cuidando al par de pequeños de vez en cuando. ¿Cómo no adorar a ese par de pequeños niños que llenaban la mansión con llantos o leves risas? incluso Lambo llegó junto a I—pin para conocer a los nuevos integrantes de la familia. El muchacho de rizos quedó enamorado de la pequeña azabache, pues era una copia de su amigo con solo mirarla, ¡cómo no hacerlo! el niño era más calmado, pero igual de bello, herencia de su padre

 

 

Ver a las criaturas crecer, ofrecía una dicha indescriptible. La primera fiebre, verlos balbucear cosas inentendibles, reconocer las personalidades de cada uno, la primera caída cuando empezaban a moverse demasiado. Las noches en vela calmando los llantos debido al malestar de los nuevos dientes, soportar los mini infartos cuando uno de los pequeños gateaba por lugares inapropiados, acondicionar la casa para que las caídas no fueran graves cuando el par empezó a caminar. Escuchar las primeras palabras, verlos jugar con la comida que pronto consumían solos, compartir la tarea de bañarlos, vestirlos de mil formas diferentes solo por diversión y para rellenar el álbum que el castaño empezó a realizar. Los cumpleaños, las travesuras, los caprichos, la curiosidad inexplicable, con eso los años pasaban con rapidez y sin darse cuenta, sus pequeños ya no lo eran tanto

 

 

 

Sus hijos. La nueva generación…

 

 

 

—Aki, ¡vamos, rápido! – cierto castañito caminaba presuroso por su casa mientras cierta niña lo seguía de cerca – apúrate… vamos

—eres muy rápido – se quejó la azabache mientras sonreía por la mueca de enfado de su hermano

—nos encontrará rápidamente – se quejó mientras tomaba la mano de su hermana y tiraba de ella, buscando un lugar que les sirviera de escondite efectivo

—si sigues hablando, de seguro y nos encuentran – hizo un puchero mientras su hermano la ocultaba detrás de unos arbustos que adornaban el jardín

—hum – tener la misma manía de su padre fue inevitable después de algunos años – solo quédate callada – aun así, era un poco más comunicativo

—¡los encontraré! – cierto niño castaño con mirada oscura venía en su dirección, pues al parecer no sobrepasaba los 7 años de edad – ¡ya los vi, Aki, Koji!

 

 

La carrera hacia el sitio pactado para refugio fue intensa. Los niños corrían con todas sus fuerzas para llegar primero y así reclamar el triunfo de aquel juego. Al final Koji fue quien reclamó su superioridad con una media sonrisa y los otros dos solo reclamaban bajito. Cuando estaban por iniciar la revancha una voz los llamó

 

 

—no quiero que se ensucien, pues pronto llegará nuestro invitado junto a su familia. Los quiero presentables — Tsuna se quejaba al verlos con las ropas desordenadas

—un ratito más

—Taka, tu padre se enfadará. Sabes que no le gusta que lo desobedezcas — regañó al ojinegro que se asustaba un poco en mención de su padre. Tsuna rio bajito al verlo, pues se parecía mucho a Haru, su madre

—el tío da miedo a veces — se quejaba Aki mientras palmeaba la espalda de su primo, lo compadecía

—eso va para todos. Reborn no soporta el desorden y lo saben — Tsuna no olvidaría la sorpresa que se llevó cuando se enteró que Reborn sería padre de nuevo. Taka tenía 7 años, era apenas dos años menor que sus propios hijos, los cuales a la edad de nueve años era un torbellino de energía

—pero nosotros no somos sus hijos

—ustedes tampoco se librarán del regaño de su oto—san — amenazó a sus niños, quienes solo se disculparon con un puchero, después de todo ellos estaban aburridos de esperar y solo habían empezado el juego para entretenerse

—pero ya era mucho tiempo. No queríamos estar adentro

—volvamos, pronto llegarán — sonrió Tsuna

—ellos solo vienen a ver a los más grandes — se quejaba Taka. Los invitados estaban bastante retrasados, y a los pequeños no les interesaba saber cómo Lambo Bovino llegaría ni que asuntos trataría con su oto—chan, aunque les causaba cierta curiosidad el conocer al hijo de aquella familia. No estaba demás tener a un nuevo compañero de travesuras

—yo solo quiero ver a ni—chan — se quejaba la azabache mientras se arreglaba el vestido de tono azulado que llevaba. Caminaron junto al mayor que los guiaba a la sala de la mansión. Nada fuera de lo normal en esa familia

 

 

Fuuta se había ido a estudiar al extranjero en cuanto alcanzó la mayoría de edad. Vivía con Basil, quien era su actual pareja, aunque tuvieron que obtener primero el permiso de Kyoya, quien se negó desde el principio a aceptar esa relación. Fueron meses difíciles, pero al final Basil terminó enfrentando al azabache sin un toque de duda, superando cada amenaza, enfrentamiento tanto físico como mental, y logrando al fin ser aceptado por la familia. Meses de tensión, pero Tsuna agradecía que todo terminara muy bien.

Ahora su pequeño Fuuta estaba estudiando medicina, era muy hábil en lo que hacía y se convirtió en el orgullo de sus padres, así como el ejemplo a seguir de sus pequeños hermanos quienes añoraban ver al rubio de nuevo. Ese preciso día venía de visita, al igual que la familia Bovino… y de nuevo el mal humor de los chiquillos. Al entrar a la mansión no había rastro de aquella mencionada familia y los más jóvenes solo suspiraron mientras pensaban en la siguiente forma para divertirse, aunque bajo la vigilancia de Aida eso sería difícil. Aida era la mayor de todos y cuando decidía ponerse en modo estricta, podía ser un dolor de cabeza para las travesuras de los más jóvenes de la mansión, quienes nunca lograron escapar de ella, ¡simplemente era imposible!

Todos certificaban que Aida era la viva imagen de Reborn, su padre

Habían pasado treinta minutos en los que Aida se encargó que los menores no se ensuciaran o se escaparan. Los más pequeños ya estaba fastidiados del encierro, pero al fin, un ruido en la sala les daba a saber que los invitados habían llegado. Escuchaban a Tsuna saludar con entusiasmo a los recién llegados, las palabras animadas de los adultos empezaron, las risas de los desconocidos llenaban la sala, y al fin les tocó salir para ver qué era lo que sucedía. Lo que los más jóvenes no se esperaron es que la mayor de ellos, Aida, se lanzara a los brazos del azabache recién llegado, quien emocionado la estrechaba en brazos mientras halagaba a la hermosa jovencita que tenía en frente. Era extraño que Aida se mostrara cariñosa con un desconocido, por lo que, al parecer, ese tal Lambo era un amigo de la familia desde hace muchos años

 

 

—Aida—chan estás hermosa. Has crecido de manera sorprendente. Creo que I—pin escogió bien la talla de los regalos — Lambo se reía con enorme felicidad

 

Los más jóvenes no conocían bien a esa persona que se mantenía viviendo fuera del país aunque, según sabían, volvería a  establecerse en Italia junto a su familia. Los adultos se presentaron con una sonrisa ante los más pequeños a los que recién conocían, pero había un integrante más que se mantenía oculto detrás de la falda de su madre y se negaba a mostrarse completamente. Apenas se diferenciaban los cabellos azabaches, herencia de sus padres

 

 

—vamos Yuki, deja de ser tímido y dale un abrazo a tu tío Tsuna — incitaba Lambo e I—pin acariciaba los cabellos de quien no quería soltarla

—Yuki — el castaño líder de Vongola se acercó un poco al pequeño que al reconocerlo sonrió feliz y terminó saliendo de su escondite — me alegra verte de nuevo — el niño rió antes de abalanzarse a los brazos del adulto, pues ellos se habían conocido en los constantes viajes de Tsuna a la vivienda de la pareja líder de los Bovinos, así que se llevaban demasiado bien

—me alegra verte de nuevo, tío Tsuna — aquel pequeño azabache tenía un par de hermosos ojos verdosos y parecía una pequeña copia de su padre, con la simple diferencia que su cabello era liso

—estás tan lindo como recuerdo — el castaño adoraba al pequeño, por eso lo abrazaba efusivamente al tenerlo cerca

—me haces cosquillas — aquel parecido entre los recién llegados impresionó a un par de personitas presentes en ese instante. Para cierto adulto era como un recordatorio del joven con quien compartió algo especial varios años atrás y para un pequeño castaño de ojos negros era como un enorme descubrimiento, dado que no sabía si era una niña o un niño el cual era tratado con dulzura por parte de Tsuna y ese pequeño azabache tenía seis años

—Ey, no olvides tus modales — reía Lambo mientras veía a su hijo

—preséntate — I—pin reía mientras empujaba al menor a que cumpliera con la formalidad del momento

—mi nombre es Yuki… es un placer conocerlos — sonrió con ternura al tomar confianza en los desconocidos.

 

 

El pequeño aún mantenía la vergüenza del principio, pero al menos se veían menos intimidado. Sorpresas, miradas, palabras, risas y cuando ya todo estaba dicho, los adultos dieron permiso para que los menores dejaran de estar presentes y procedieran a retirarse. Conmoción, Yuki iba a volver con su madre, pero antes de lograrlo, los chiquillos de Vongola se lo llevaron a los jardines, en donde fue el centro de atención

 

 

—eres muy lindo – sonrió Aida mientras apretaba las mejillas del más joven, quien se quejaba levemente por aquel maltrato – pareces de porcelana

—Aida le haces daño – se quejaba Aki alejándola de Yuki – lo lamento ella es así – se disculpó con una sonrisa haciendo que el más pequeño se sonroje levemente mientras frotaba sus mejillas adoloridas

—pero parece que te romperás – añadía Koji mientras se acercaba al más joven analizándolo por completo – mi oto—san diría que eres un herbívoro – lo miró con detenimiento

—¿her… herbívoro? – repitió Yuki sin entender la comparación – yo no soy esa cosa que dices – se quejó haciendo un puchero – eso suena raro

—déjalo Koji – de pronto el más callado de todos habló. Taka, quien se había mantenido pensativo acerca de cómo poder verificar que ese niño era diferente… algo interesante se podría decir – pero tengo una duda… ¿eres un niño o una niña?

—¿cómo preguntas eso? hermanito tonto – Aida lo golpeó ligeramente en la cabeza por escuchar esa pregunta sin fundamentos

—¡soy un niño! – se quejó Yuki mientras le tiraba una pequeña ramita que encontró – ¿eres tonto o qué?

—¿quieres pelear? – Taka se veía enfadado, pero Yuki en vez de asustarse mostraba la suficiente determinación como para enfrentarlo

—creo que deberíamos llevarnos bien – sonrió Aki mientras calmaba el ambiente – después de todo nuestros padres son amigos

—eso es lo que quería hacer, pero él – Yuki apuntó a Taka, quien se veía molesto – me confundió con una niña

—parece que esto va a ser interesante – sonreía Aida con malicia. Esa situación se pondría mejor en algunos años, claro si ella intervenía un poquito, no mucho, solo lo suficiente

—esa mirada me dice que harás algo raro – una voz madura los sorprendió a todos. Cuando se giraron vieron a cierto joven a quien extrañaban y sin pensarlo se lanzaron encima de él

—¡FUUTA! – fue el grito general e incluso Yuki, contagiado por el ambiente y pensando que era un juego, se lanzó encima del recién llegado, quien solo reía divertido por la situación

—yo también los extrañé – sonrió mientras se daba cuenta del nuevo miembro del grupo a quien miró divertido – incluso a ti pequeño desconocido – se rió al ver el sonrojo del más joven que entendió al fin la situación… ¡eso no era un juego sino un reencuentro!

—lo… lo siento – se disculpó avergonzado por entrometerse en aquella situación familiar

—niño tonto – se quejó Taka

—lo serás tú – contraatacó Yuki

—¿quieres pelear? – y ahí empezaba un nuevo lazo duradero… tal vez y solo tal vez, la nueva generación lograra hacer lo que la otra no logró… un happy end

 

 

 

 

Para unos la vida significó cambios brutales, para otros solo el encuentro con un camino diferente al cual debían aprender a sobrellevar. El final feliz está al terminar aquella ruta. Nunca es simple, pero con esfuerzo se puede alcanzar.

Diferentes maneras de vivir la vida, diferentes decisiones que cambian la ruta, simplemente se debe aceptarla, superarla y lo mismo ocurre con el amor. A veces es demasiado bello e indiscutible, otras hay que luchar por él con todas las fuerzas que se tienen. En ocasiones no terminan como se desearía, pero siempre hay miles de puertas abiertas, es cuestión de escoger la correcta, aceptar los hechos y simplemente disfrutar lo que el destino que forjaste, te ofrece

Todo se resume a una sola cosa… aprender a superar… tus miedos

 

 

 

FIN

 

Notas finales:

Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo y que, a pesar de que no una de las parejas no terminó junta, acepten que  cada quien es feliz como quiere XD

Muchos besos~

Nos veremos en mis otras obras~

 


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