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Ayudándote a superar tu claustrofobia por 1827kratSN

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Apenas Tsuna desapareció en su habitación, los demás se dejaron llevar por los impulsos. Timoteo se comunicó con sus hijos y con Hibari, pidiéndoles regresar a casa por cierto asunto importante a tratar. Ordenó que consiguieran ropa para el pequeño niño, quien, junto a su nieto, había llegado. Coordinó un banquete para complacer a su nieto, trató de calmar la emoción en los amigos del castaño y hasta él mismo tuvo que respirar profundamente varias veces para serenarse porque ahora todo estaba bien. Recibió a Reborn, Iemitsu, Nana, Hibari en la entrada, ordenándoles que lo acompañaran al comedor. Timoteo quería verlos sorprenderse, disfrutaría de cada reacción con calma. Les dijo que esperaran un momento, les hizo plática para que se relajaran y esperó la señal de Gokudera diciendo que Tsuna y Fuuta estaban listos. Fue entonces que se dirigió a los presentes

 

 

—¿papá que es lo que deseas? – gruñó molesto Reborn, quien fue sacado de su rutinaria investigación. A él le siguieron las quejas de Iemitsu que había abandonado una reunión. Nana se veía sonriente, un poco más desanimada que antes, pero trataba de mantenerse firme. Hibari solo permanecía callado evitando comentar cierto escalofrío que lo recorría desde que ingresó a la mansión

—solo un momento más, Reborn—san – habló Yamamoto mostrando la sonrisa más feliz y espléndida que había tenido desde hace mucho tiempo. Gokudera también se mantenía contento esperando y admirando la entrada a aquella habitación. Se los notaba ansiosos

—tengo algo importante que decirles o mejor dicho mostrarles – habló el anciano con emoción – puedes entrar – mencionó mientras se giraba a la puerta. Todos los presentes lo siguieron con interés, cualquier cosa que hiciera sonreír a Timoteo después de tantos días, valía la pena de ver. De pronto todos se quedaron en silencio presenciando como un niño entraba con cautela mientras tiraba de la mano de alguien más

—espera o te caerás – reclamaba esa voz madura al pequeño que se quedaba estático al ver tanta gente y retrocedía un par de pasos. Todos reconocieron esa voz adulta, pensaron que era una broma – ven aquí – el castaño no se fijó en los presentes, cargó a su pequeño en brazos dudando de la expresión algo asustada del más joven – ¿qué pasa? – susurró desviando su mirada a donde su pequeño la mantenía y se quedó inmóvil. Eran ellos… su familia

—TSUNA… — la primera en salir de esa ensoñación fue Nana, que, sin dudarlo, corrió hacia dónde se hallaba su hijo cargando a un pequeño – Tsuna… — susurró mientras estiraba sus dedos verificando que no estaba soñando – Tsu… na… Tsuna – lo abrazó con fuerza mientras empezaba a llorar

—Mamá – susurró en el odio de su madre que lo abrazaba con fuerza – estoy en casa – el abrazo de la mujer alcanzaba para rodear a los dos seres que estaban presentes. Fuuta se mantuvo cerca de su padre aferrándose al pecho del mayor, estaba empezando a acostumbrarse a esas muestras de cariño y las lágrimas de aquella familia – tranquila, estoy bien

—Tsuna, Tsuna, Tsuna, Tsuna… regresaste – susurraba entre sus sollozos sin creer que entre sus brazos estaba su único hijo – gracias al cielo – tomó el rostro de su retoño entre sus manos y luego admiró al pequeño que estaba en silencio. Una sonrisa espléndida antes de volver a abrazarlos sin importarle la situación

—es mi hijo – le susurró Tsuna a su madre, quien sorprendida les brindó una sonrisa leve. La mujer abrazó al pequeño con ternura

—bienvenido – susurró al menor, quien sonreía – ven conmigo – estaba emocionada, siempre quiso volver a ver su hijo de nuevo y ahora éste le traía un nieto también – es un placer conocerte – cargó al menor y admiró a Tsuna. El castaño los abrazó dejando que sus lágrimas también fluyeran, sabía que su madre actuaría de esa forma, dulce, comprensiva, gentil e ingenua… como él

 

 

 

Los demás no sabían ni cómo respirar. Aquellos hombres sólo veían la escena en silencio, sin escuchar lo que murmuraban. Se quedaron ahí parados admirando como Timoteo sonreía y Nana lloraba en brazos de su hijo. ¿Era verdad? ¿Tsuna estaba vivo? Las dudas recorrían por sus cabezas, pero….

 

 

—¿y ustedes que esperan? — les susurró el anciano. Iemitsu salió de su estado de shock con eso

—MI HIJO —  gritó con entusiasmo para alcanzarlo y apretarlo en su pecho.

—tu papá estará bien, deja que los demás lo saluden — Nana se alejó un poco, con el pequeño en brazos y susurrándole aquello para que no se asustara

—¡mi hijo! Mi amado hijo — Tsuna se aferró a su padre que no paraba de gritar que lo amaba, que estaba feliz de tenerlo de regreso. Sonriéndole mientras dejaba que las lágrimas se desbordaban

—…— Reborn sonrió cuando su respiración volvió, se acomodaba su fedora y despeinaba al jovencito al que liberaron — ya era hora dame—Tsuna — el castaño no esperaba más que eso. Su tío era un hombre poco expresivo, pero de repente fue abrazado con fuerza. Tsuna se quedó estático, escuchando leves sollozos que el azabache trataba de ocultar — la próxima vez que te atrevas a desaparecer… te irá mal — Tsuna se rió bajito por la amenaza, pero terminaba correspondiendo al abrazo gentil y fingiendo no saber que ese hombre imponente, con singulares patillas, lloraba. Un contacto rápido y el mayor retomó compostura de inmediato, ocultando su mirada cristalina detrás de las sombras de su fedora — saca del shock al carnívoro ese — le susurró al final, para dejarle el camino libre

 

 

Tsuna vio a Kyoya ahí, alejado, sereno, tal vez un poco impactado. Sus familiares lo abrazaron, pero por alguna razón, el gran Hibari Kyoya no podía moverse. El azabache mantuvo su rostro serio, admirando la escena. Odiaba admitir que tenía miedo de estar soñando de nuevo, despertar y darse cuenta de que la realidad era otra. Pasó tanto tiempo enfrascado en búsqueda, con cada día sin información o simplemente escuchando rumores de la gente, ahora le era difícil aceptar que su pequeño estaba en frente de él. Podía verlo, la misma sonrisa, la misma mirada llena de cariño, estaba un poco más delgado, pero igual de bello que la última vez que lo había visto. Tsuna estaba un poco apagado, pero mantenía casi la totalidad de esa aura llena de paz que embriagaba a cualquiera

 

 

—Hibari—san… — se acercó al hombre de mirada metálica que no se había movido ni un poco – es un gusto verlo de nuevo – sintió sus lágrimas querer salir. Sonrió al verlo sin hacer ningún movimiento. Tsuna había dejado a aquel hombre sin palabras, nunca se lo hubiese imaginado – lo extrañé

—Tsunayoshi… — estiró sus dedos para acariciar la mejilla y verificar que no estaba preso de su imaginación una vez más – te tardaste – susurró mientras deslizaba uno de sus dedos por aquel perfil fino –

—lo siento – tomó la mano del mayor entre las suyas, demostrándole que estaba completo, vivo, feliz – lo siento mucho – dejó que sus lágrimas se desbordaran debido a la felicidad por estar ahí en frente del hombre que amaba. Fue abrazado con cariño y se aferró al pecho del más alto mientras sollozaba. El beso en sus cabellos desordenados, la caricia en su espalda. Tsuna solo pudo apretar el cuerpo de Kyoya para saber que ya estaba en casa, que todo el dolor había acabado

—te estaba esperando, pequeño – susurró en el oído del más joven mientras se separaba un poco para admirar aquellos ojos chocolates. Limpió cada gotita que resbalaba y besó la frente de su castaño brindándole una cálida sonrisa – bienvenido – se abrazó una vez más al cuerpo frágil, ahora podía asegurar que no era un sueño

—COMPARTAMOS UNA BANQUETE – estalló en felicidad Timoteo, señalando a los presentes que tomaran asiento – es mejor festejar este acontecimiento que seguir llorando así – él mismo se limpiaba las cristalinas gotitas mientras pedía que sirvieran los alimentos preparados con apuro – después habrá tiempo para explicaciones. Tsuna, tú y tu pequeño hijo deben sentarse a mi lado – sonrió el anciano ante la sorpresa de todos – quiero tenerlos cerca, mis futuros herederos – sonrió satisfecho por la pequeña travesura y el desconcierto de su familia

—abuelo… quería explicarles todo después – se quejó Tsuna mientras tomaba al pequeño de brazos de su madre

—quería ahorrarte un poco de palabras – bromeó el anciano tomando asiento

—tienes razón – se reía el castaño mientras tomaba asiento con el pequeño en su regazo – él es Fuuta, es mi hijo – les brindó la mejor de las sonrisas a todos. Se giró hacia su hijo evitando ver aquellas miradas, después soportaría los interrogatorios de todos, pero por ahora se evitaría ese cansado proceso – preséntate – susurró y el pequeño miró nervioso a los presentes

—soy Fuuta… es un gusto conocer a la familia de mi padre – un rubor se instauró en las mejillas del pequeño que mantenía su manita sosteniendo la del castaño – estoy bajo su cuidado

—es tan lindo como Tsuna – halagó Nana matando el ambiente sorpresivo – yo soy tu abuela, puedes pedirme lo que sea – sonrió la mujer apretando las mejillas del chiquillo con suavidad

— Después preguntarán lo que deseen – regañó Timoteo al ver como Iemitsu iba a hablar – ahora solo debemos… celebrar

 

 

 

Todos degustaron esa comida con placer, sin dejar de ver al castaño y a Fuuta, quienes parecían estar probando los alimentos más deliciosos del mundo. Las expresiones inocentes de ese par eran la imagen perfecta de ingenuidad, ni siquiera podían imaginarse las cosas que tuvieron que pasar para llegar hasta ahí. Podían ver a esos dos sin siquiera tener intenciones de separarse, tal vez algo los había unido en un lazo demasiado fuerte. También notaron el maltrato en aquellos dos seres, para algunos solo bastaba recordar las vestimentas que traían en un inicio para darse una idea de lo mal que lo habían pasado. Verlos comer con prisa les daba la idea de que el hambre fue su compañera, verlos sonreír con tranquilidad les daba a entender que sufrieron mucho en ese tiempo. Pero la familia se encargaría de borrar cualquier rastro de mala experiencia, de eso podían estar seguros

 

 

Tsuna estaba consciente de las miradas posadas sobre él, pero quiso evitarlas, no quería enfrentarlos todavía. Había regresado guiado por un impulso al enterarse del sufrimiento de los suyos al creerlo muerto, pero aún no estaba listo. Admiró a su pequeño, supo de inmediato que estaba lleno al igual que él, sus platos estaban vacíos y el sueño empezaba a invadirlos. Estaban cansados después de tan largo viaje. Escuchó como su padre lo llamaba, supo que querían iniciar con la investigación acerca de lo ocurrido, pero no estaba dispuesto

 

—¿es posible que podamos retirarnos a descansar?... ha sido un viaje muy largo y apenas hemos dormido — se disculpó y bajo la autorización de su abuelo, pudo retirarse. Tsuna cargó a Fuuta que empezaba a bostezar y desapareció de la vista de todos. No entraría en detalles hasta cumplir con su camino, sólo faltaba una cosa que hacer.

—… — Al llegar a la habitación se acomodaron en la cama amplia — es muy suave — susurró el menor mientras se dejaba llevar por el cansancio

—descansa bien Fuuta — se dedicaría a dormir sin miedos, y después… haría “eso”

 

 

Pero…

 

 

Todos se quedaron en la mesa, sin saber que decir o cómo actuar, emocionados por tan inesperado regreso. Querían tener a Tsuna entre sus brazos, pero al parecer ahora no era el momento “debemos dejarlos descansar un poco. Al parecer les ha ido mal, puedo notarlo con solo interpretar la pequeña tristeza en sus miradas” Timoteo expresó lo que los presentes pensaban. En realidad, estaban felices, pero sentían que algo les faltaba, algo no estaba completamente bien. Se retiraron en calma, distribuyéndose en toda la mansión esperando a que el castaño deseara hablar. Todos… excepto un par

 

Hibari estaba feliz, aunque sus expresiones no lo demostraran. Quería estar al lado de su pequeño, al cual había estado buscando con esmero desde hace mucho. Nunca se había resignado a que su conejito muriera, algo le decía que no era la realidad y cuando lo tuvo de nuevo en sus brazos al fin su alma descansó, sus miedos desaparecieron casi por completo, y ese “casi” le estaba inquietando. Cuando abrazó a Tsuna sintió algo diferente, como una muralla y tenía que verificar qué sucedía. Con cautela se dirigió al cuarto de su castaño e ingresó en silencio. Lo vio recostado junto al pequeño, abrazándolo en protección, reposando, hundido en un profundo sueño. Se acercó lo suficiente como para grabarse esa imagen, sintiendo como no estaba solo en ese cuarto

 

 

—te diste cuenta — susurró una voz a su lado. El hombre de patillas y él habían luchado mucho por encontrar a Tsuna en ese periodo de tiempo, volviéndose bastante cercanos o algo así

—falta algo— susurró en respuesta mientras se acercaba para acariciar las hebras castañas, notando como el menor se incomodaba un poco

—primero está ese niño— Reborn había reconocido la voz del pequeño, la misma que les dio la información antes de ese fatídico día — después la falta de pistas — añadió Hibari recordando como nadie podía darles información clara, o como el rastro dejado por Tsuna se perdía de repente y los dejaba en la nada

—déjalos descansar, después resolveremos eso — ambos salieron de la habitación, no tenían nada que hacer por el momento

 

 

Tsuna fingió dormir. Apenas había sentido que alguien ingresaba, su sueño se disipó. Sabía quiénes eran y eso lo dejó tranquilo por el momento, dejaría que Fuuta descansara un poco mientras pensaba lo que tenía que hacer. Dos horas después ya no podía seguir esperando

 

 

—papá… ¿estás bien? — el pequeño se levantaba un poco confundido por la oscuridad del lugar debido a las cortinas totalmente cerradas

—solo necesito un poco de aire— con cautela tomaba a su hijo y sin ser vistos por nadie, ambos salieron de la mansión. Después de aprender a escapar, escabullirse e infiltrarse todo era más sencillo. El frío disminuía con el pasar de las horas y era así que lograron estar en los grandes jardines de la mansión con la mayor de la calma, sentados en el césped, respirando el aire puro del lugar — nos falta un lugar al cual debemos ir — susurró Tsuna mientras arrancaba los pétalos de la flor en sus manos

—creo que es… a Venecia — se exaltó el pequeño mientras se recostaba en el verde césped

—es hora de partir — Tsuna hablaba con seriedad, pero emitía también una sonrisa que le fue correspondida. Ese sería su nuevo viaje

 

Continuará... 


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