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En el tiempo por Whitekaat

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Notas del capitulo:

Con estos dos más son 28 D: muero moribundamente, sólo me quedan dos palabras para concluir el reto y ser libre al fin ajajjaja 

 

Saluditos 

 

          #3
LLUVIA


Los lugares ya los conocía, la piedra volcánica, el magma ardiente, ese olor azufre y el grito de las almas condenadas a la desesperación eterna; había bajado tantas veces al inframundo que ya nada era diferente, hasta se sentía con la libertad de bostezar, de reír, de caminar de la mano de Saga en aquel escenario, saludar al barquero como a un amigo que hace tiempo que no veía y tocar las puertas del tártaro antes de entrar, estaba en su zona, sentía el inframundo casi su territorio sabía lo que había de nuevo y que cosas faltaban en él.

Las puertas del tártaro se abrieron de par en par y la sonrisa maligna del titán le puso los pelos de punta, sólo tardó un parpadeo en darse cuenta que la historia se repetía, Saga moría atravesado por la misma guadaña que utilizó el dios del tiempo para acabar con su padre Urano, una mano lo tomó y sin poder moverse escuchaba todos y cada uno de sus huesos tronar, era el final, el final de todos, de aquella fatídica historia, la risa del titán le rompía los tímpanos y el alma se le resquebraja por todo el  inframundo.

Las gotas chocaban contra su ventana, el cielo rugía, era noche de tormenta, su sueño había sido tan real que aun le dolía, sus manos temblaban y su pecho seguía agitado, necesitaba ver a Saga, asegurarse de que estuviera con vida, no le importaba que hora era, como estaba vestido y la fuerte lluvia que se extendía por todo el santuario.

— ¿Aioria, qué haces aquí? me has asusta…— el castaño se lanzó contra su cuerpo abrazándolo, apretándolo como si tuviese miedo a que se escapara y de paso también mojando al gemelo, Aioria temblaba y Saga no sabía si era por el frío o por algo más, seguía medio adormilado, pero no le importaba lo que le sucedía, necesitaba aquello extraña los brazos del moreno, sus aroma y su calor, lo necesitaba con cada célula de su cuerpo, por lo que respondió e abrazo con la misma intensidad que se lo demandaban.

— No vuelvas abandonarme, no soportaría perderte una vez más— el león imploraba mientras sus lagrimas se mezclaban con las gotas que caían de sus cabellos mojado, Saga no sabía como tomar las palabras del menor, el geminiano no quería saber que ocurría, sólo necesitaba de Aioria, sólo quería demostrarle a Aioria que pasara lo que pasara él nunca sería capaz de abandonarlo.

 

 

 

 

 

 

 

#5
CINCO


— ¿Qué piensas? —realmente deseaba saberlo, necesitaba saber que rondaba por la cabeza de Aioria en esos días, el incidente que ocurrió aquel día lluvioso no podía sacarlo de su cabeza, sentía que había algo más que tenía que saber pero el castaño no era capaz de afirmar o negar nada, cada pregunta la evadía y Saga  sólo jugaba a que también caía en el juego. Descansaban sobre su cama, Saga tenía el pecho de leo tras su espalda, las manos de este cubriéndolo, le gustaban estar así con Aioria y sobre todo en aquellos momentos por lo cuales estaban pasando, lo sentía cerca, como si todo fuese normal y no que sólo quedaran cinco días antes de “ese día”.

— En hacerte mío. —dictaminó Aioria mientas empujaba sus caderas contra los glúteos del gemelo y una mano escurridiza se mentía bajo su pantalón, no era cierto, no pensaba exactamente en eso, pero la idea no le molestaba, es más era mucho mejor que las cosas que estaba pensando, sentir la espalda de Saga curvarse por la sorpresa y aumentar la fricción entre ellos era mejor que cualquier otra cosa.

Saga se dejó guiar, se dejó querer, se dejó amar y besar por Aioria, lo sentía diferente, pero no de una manera que le desagradara, cada beso era lento y pausado, como redescubriéndose el un al otro, las manos se paseaban por su piel como si fuese la primera vez explorando, tanteando terreno y sintiendo escalofríos frente a la agradable sensación.

— Te amo— susurró el castaño al oído de Saga ¿Cuento tiempo había pasado desde la última vez que se lo dijo?  el gemelo no lo recordaba, pero tampoco recordaba haberla dicho en mucho tiempo, por eso era que lo sentía tan especial, como un afirmación que despejaba todos sus medios, le encantaba escucharlo desde sus labios porque siempre eran en los momentos más oportunos, cuando su corazón creía que no podía sentirse más feliz aquellas palabras lo rebalsaban y sentía su cuerpo llenarse de miel y cosas hermosas que no se atrevería a describir.

— Yo también te amo, Aioria— le respondió, sintiendo su cuerpo pegarse aun más al otro, fundiéndose con el castaño como si ambos se pusieran de acuerdo en formar uno solo, pero ellos no podían ser uno, ellos eran dos seres individuales que elegían amar más allá de lo que podían.

Sólo cinco días quedaban, cinco días que definirían si seguía un reinició, seguía un final o por fin conseguiría lo que Aioria tanto anhelaba.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:  

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