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En el tiempo por Whitekaat

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#13

RECONCILIACIÓN


—Supongo que has venido a disculparte— Saga reía por la escurrida nariz que se paseaba libremente por su cuello, al castaño no le importó ser descubierto, no por ahora, no necesitaba contenerse más tiempo, sentía que aquella pelea en la que se habían envuelto finalizaba por sus insinuación y la forma juguetona en la que Saga aceptaba sus caricias.

Pero Saga no pensaba lo mismo, sí, le gustaban aquellos mimos, le gustaba ese juego, aquel prólogo que comenzaban antes de cualquier acercamiento que tanto había extrañado del castaño, pero por su parte no daba como concluida aquella discusión, tenía la intención de arreglarlo y que ambos pensaran lo mismo, y si no era así deseaba al menos estar en una sintonía parecida. Quería saber si es que el otro entendía su error  o dilucidaba el motivo de aquella disputa

— Vamos Saga, yo sé que tu también lo deseas. —sí, Aioria estaba en lo correcto, lo deseaba y probablemente más que nada en el mundo pero él sabía muy bien separar los deseos de su corazón de sus deseos carnales, quería al menos oír alguna pizca de arrepentimiento, un brillo de entendimiento del porqué habían sido llevados hasta aquella situación, pero al ver los ojos excitados de Aioria entendía que el otro necesitaba otro tipo de empuje.

Las sutilidades no se le daban al castaño, las palabras entre líneas no las entendía porque Aioria no era como él, no era un ser analítico era más bien una persona guiada por instintos, palabras claras, no matices, sólo un blanco, un gris o un negro. No lo culpaba, porque así el mayor lo amaba, pero Saga quería algo más, quería que el otro se sintiera en su posición, que aquella empatía que poco lograba obtener se presentara en esta ocasión.

—Si, tienes razón pero hay otra cosa que más deseo—realizó una pausa larga, debía escoger bien sus palabras, Aioria no le tomaba un contexto a las palabras si no que las entendía tal cual como eran expresadas y debía ser sumamente cuidadoso en cada frase que debía utilizar— Deseo que entiendas el porqué me molesté o al menos entiendas como me sentí con esa pregunta que me hiciste. —

Las manos de Saga rodearon su rostro, con un tacto tibio y suave. Su mirada era expectante Aioria no apartó la mirada e incluso se profundizaba más con cada pestañeo, quería desnudarlo, conectarse con lo que Saga sentía a través de sus ojos y descifrar sus pensamientos.

— Me dolió el hecho de que desconfiaras de mí, porqué yo sólo te amo a ti, Aioria. —Saga no esperó la respuesta del otro. En eso se aparecían bastante, ninguno de los dos tenían demasiada paciencia, su boca fue devorada por el fuego avasallador de los labios de Aioria, ahora el otro lo entendía, ahora lo comprendía demasiado bien.

 

 

 

 

 

#22
QUIZÁS
 

Saga yacía sobre su cama envuelto por sabanas, sudor, con su cuello y labios cubiertos por una capa de saliva, abrumado por la esencia de Aioria que permanecía en su nariz cada vez que intentaba respirar, las manos del castaños no habían querido abandonar su cuerpo y ahora repartía roces por su brazo y pecho. Saga sentía su corazón palpitar de una manera estruendosa casi sintiendo el retumbar en sus propios oídos.

No supo muy bien como fue que llegaron a parar en aquella situación, un par de misiones que habían realizado como pareja los había unido o más bien dicho les había enseñado a soportarse el uno al otro. Aioria encontró un Saga un sin fin de colores con sus diferentes matices, entendió que el gemelo era metódico, calculador y serio pero que al mismo tiempo se distraía con facilidad, muchas veces era inconsciente de lo que decía y que al menos para él era fácil hacerlo sonreír.

Esa había sido una de las primeras cosas que se había encontrado fascinado viendo —La sonrisa de Saga— era sutil, una ligera curvatura que apenas dejaba entrever los dientes del gemelo, sus ojos se achicaban, se formaba una ligera margarita en su mejilla y casi siempre llevaba su mano a la altura de su boca como si quisiese esconderla.

Tras aquello todo se volvió inusual, se seguían viendo, compartían en sus templos, reían, charlaban, veían películas o se juntaban con la simple excusa de beber algo, y dentro de esas excusas sucedió algo que rompió todo sus esquemas  y los acercó de una manera en la que ambos no se imaginaban que pasaría. 

Fue una caricia en el rostro, un beso, seguido de un abrazo el que se intensificaba ansioso de tener más contacto con la piel del otro.

Todo fue demasiado real, demasiado bueno y fueron incapaces de detenerse una vez que comenzó, el mayor pensaba que quizás no era lo correcto, que quizás lo que hacían no estaba bien, muchas dudas se incrustaban en su mente pero desaparecían al ver la confiada mirada de Aioria.

Quizás no era lo adecuado, que quizás quebrantaban leyes naturales, pero algo tan bueno no podía ser otra cosa que no fuese perfecto.

 

 


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