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Vampiros de día por Almuchi

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Notas del capitulo:

¡Bueno, muchas gracias a los que leyeron el Prólogo ypor darle una oportunidad a ésta historia! 

 

No voy a irme con rodeos, la idea es actualizar seguido para que se enganchen con la historia. 

Muchos preguntaron acerca de las parejas, acá voy a aclarar cuales son -por el momento- las principales. Esto puede cambiar, no es la idea principal, pero a veces las cosas cambian según lo que sucede en la historia. 

 

Parejas:

*KagaKuro/AoKuro

*MuraAka/AkaAka

*AoKi

*MidoTaka

Como dije, depende de la historia si se quedarán así o no. 

Disclaimer: Kuroko no Basket no es mío, lamentablemente.

 

¡A leer bajo su propia responsabilidad!

El gran banquete de las familias principales abría sus puertas a las noblezas en el gran castillo del consejo. El lugar no pertenecía particularmente a nadie, era utilizado para grandes eventos de los raza pura y estaba ubicado en el centro del barrio popular privado. Un barrio donde sólo habían mansiones habitadas por las familias principales, los nobles y su servidumbre. Por supuesto, no era un lugar para cualquiera.


Éstos banquetes se habían hecho populares puesto que sólo se hacían cuando las familias principales cambiaban de líder, o para alguna celebración menor. Las reuniones como estas también servían para que los jóvenes y posibles nuevos líderes socializaran con las personas más importantes de la sociedad; básicamente, eran presentados en sociedad. Y a pesar de eso, se encontraba sentado en su mesa, sin aportar mucho al ambiente. No porque no quisiera, realmente no conocía a nadie por el momento y sus padres lo dejaron a su suerte con la excusa y el deber de aprender a ser sociable por su cuenta. Ya era hora de que empezara a valerse por sí mismo, seiscientos siglos de edad y sin un amigo era de reprochar.

Su plato de comida se estaba enfriando, pero no le dio importancia. No le gustaba la comida humana, no moriría por no comerla. Observó de reojo todo el lugar, había gente charlando y muchos interesados oían a la banda de Jazz que tocaba en el escenario, su vista cruzó por su padre, que charlaba con un señor de mucha presencia. No podía saber lo que decía, y su mirada fue dirigida hasta su persona. Hizo una seña para que vaya hasta donde se encontraba y, obediente, se levantó de su lugar caminando hasta su padre. Saludó al hombre con el que hablaba por pura cortesía, y fue entonces que notó al otro chico, adolescente, que tendría también su edad al lado de aquel hombre.

— ¿Cuál es tu nombre? — Preguntó aquel hombre, que lo miraba amablemente.
— Kuroko Tetsuya, señor. — Contestó inmediatamente, de manera cortés tras una reverencia. Le habían enseñado a ser educado y lo demostraba muy bien. Su padre lo observó orgulloso y el hombre se impresionó con la actitud de aquel muchacho que, aunque joven, poseía un carácter muy educado. La sonrisa que mostró fue suficiente para notar que le había agradado, entonces llamó la atención de su hijo para que este se presentara. A primera vista, el otro chico poseía un aspecto aburrido, como si no le interesara estar ahí en primer lugar.
— Soy Aomine Daiki. — Se presentó a la vez que llevaba una mano detrás de su nuca, un poco nervioso, no acostumbrado a la etiqueta de esos lugares. No todos los nobles eran iguales. El padre lo miró con reproche ante el poco tacto al presentarse frente a un miembro de la familia principal. Se suponía que debían tratarlos elegantes y educados, no eran cualquier persona que se podría encontrar por la calle, no. La rama principal y pura era de los líderes en el consejo mundial de Vampiros. Sin embargo, no dijo nada. Aún era un adolescente y entendía su actitud.


Así, los adultos se despidieron dejando a los jóvenes socializar. Kuroko agradeció encontrar a alguien de su edad para poder hablar, aunque sea un rato, y darle el gusto a su padre. Por lo menos, así no lo molestaría tanto con el intento de ser sociable. Aomine dio un largo bostezo y se fue a una de las mesas, haciendo una seña para que el otro lo siguiera ambos se sentaron allí. Sin ocultar su apetito voraz, casi que acabó con toda la comida de ahí.
— Hey, Tetsu ¿Quieres? — Le ofreció un poco de su pan en un intento de 'cortesía' o eso intentó parecer. Kuroko se sorprendió un poco ante la confianza con que lo había llamado ni bien se conocieron, pero su expresión no cambió mucho de la usual; aún así, su ceja levantada, sus ojos un poco más abiertos que de costumbre y su leve inclinación hacia atrás en su asiento lo hicieron parecer una escena divertida. Aomine sonrió un poco ante ese acto y se llevo el pan a la boca.
— ...No me gusta la comida humana. — Fue su corta respuesta. Ahora el sorprendido era el otro, es que ¿Cómo que no le gustaba la comida?! ¡¿De qué mundo provenía este ser tan extraño?!
— ¿Cómo? Pero, ¿Por qué?! — El espanto en su rostro logró sacar una pequeña risita, visible, en el pálido rostro de Kuroko. — Si es así, voy a hacer que te guste. — Se dijo más para si mismo que para él. Se había decidido en lograr un nuevo objetivo. Y es que no podía superar que alguien no disfrutara de la gloria y, lo único bueno a su parecer, que los humanos inventaron.
— Muchos lo han intentado. — Intentó convencerlo, con un deje de diversión en su mirada. Por primera vez en un evento de estos, pudo al menos divertirse con ésta persona.
Aomine iba a responder a ello, a decir que lo lograría a como diera lugar y esas cosas por el estilo que normalmente dice, pero fue interrumpido. Una voz muy enojada lo llamaba con un usual -y molesto, según él- apodo-
— ¡Aominecchi, me dejaste solo! — Kuroko volteó al oír una particular voz, encontrándose con un muchacho alto y rubio. Muy atractivo a su parecer y vestido de forma muy elegante.
— Te tardaste mucho en el baño Kise, ¿Qué eres, una chica? — El nombrado 'Kise' se ofendió con el comentario de Aomine, ¿Cómo se atrevía a llamarlo así? Sin embargo, no respondió al notar la presencia de otro chico en el lugar. No lo había visto al principio, pero soltó una leve risa cuando Aomine dijo aquello.
— Oh, pero que chico tan lindo, Aominecchi, ¿Por qué no me lo presentaste? ¡Soy Kise Ryouta! — Saludó entusiasta, levantando una mano y con una sonrisa radiante.
— Kuroko Tetsuya. — Se levantó para dar una pequeña reverencia ante la impresión del rubio.
— ¡¿Eh?! ¿Kuroko? ¿Qué hace un Kuroko con éste vago? — Se sorprendió en sobremanera señalando a Daiki que lo miró de mala manera, ¿Cómo que vago?
— ¡Cállate, Kise! — Ambos empezaron a pelear de la nada, Kuroko sonrió mientras los veía discutir, tampoco se sentía tan solitario como antes. Debería agradecerle luego a su padre por esto. Tal vez socializar no sea del todo malo como creyó antes.

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Los hijos pertenecientes a las familias principales puras se conocían muy bien, eran sociables entre sí y amigos de ellos. No se juntaban con la nobleza, sino entre las tres ramas. Bueno, al menos así era con las dos familias principales, la tercera -Los Kuroko- jamás habían mandado a su hijo a las grandes juntas, así que no lo conocían demasiado. Sin embargo, les resultaba extraño. Las veces que asistía a los eventos, no se acercaba a ellos, pero ahora hablaba tranquilamente con los nobles. ¿Por qué sería?
Dos personas observaban la amena charla desde lejos, con un toque de curiosidad y tal vez algo de envidia. Les parecía divertido lo que sucedía. Pero tampoco se acercaban, ellos eran de la rama principal, no iban a hablar con plebeyos porque sí; al menos así fueron educados.

— ¿Qué tanto miran Midorima, Seijuuro? — Una tercera voz se unió, sacando al dúo de su observación. Seijuuro fue el primero en voltear, encontrando a su gemelo detrás suya. Midorima lo imitó y fingió ver hacía cualquier parte mientras arreglaba sus lentes. No le gustó que le vieran inspeccionado a ese grupo.
— Seiji. — Saludó su hermano quién en sus manos tenía unos aperitivos, los repartió para luego observar en la dirección dónde, anteriormente, encontró a los otros dos.
— ¿Ese es Kuroko? — Su hermano asintió y levantó una ceja en señal de confusión. Por lo que recordaba, el chico no era muy sociable. Era inusual verlo hablando tan tranquilo con dos plebeyos que parecían algo extrovertidos. — Vayamos a saludar. — Los demás lo siguieron, con curiosidad. Se acercaron hasta el pequeño grupo y saludaron cortésmente, presentándose como es debido.

Kise hiperventiló, ¿Toda la rama principal ahí?! ¿Qué era, el apocalipsis? Aomine saludó sin mucha importancia, como si no los conociera de vista ya. Sólo esperaba que no le reprocharan por acabarse la comida, sus padres dijeron que habría mucha así que no había problema. Kuroko saludó con una reverencia y se encogió un poco en su asiento. Conocía a las demás familias puras, pero nunca se animó a hablarles, se veían muy superiores y le daba temor encajar con ellos -Aunque es lo que todos esperaban de él-, por lo menos pudo sostenerles la mirada.
El clima cambió de repente y nadie sabía que decir. No sabe si fueron los nervios, o qué fue lo que lo impulsó a tomar un aperitivo de la mesa y llevarlo a su boca. El sabor en su paladar lo hizo darse cuenta y tragó grueso, pasando el mal gusto.

— ¡Ja! ¡Lo probaste! — Casi que gritó Aomine, para luego darse cuenta que su grito atrajo a medio mundo y calló de repente. Kise lo miró con reproche e intentó darle un zape en la cabeza. Los tres restantes miraron la escena tan espontánea con un toque de diversión, Akashi Seijuuro levantó una ceja y suprimió una risa. El comportamiento de éstos plebeyos era algo especial. Así, sin darse cuenta, terminaron hablando todos en una misma mesa. La impresión de la gente alrededor era ilegible. La primera vez que las familias principales socializaban con nobles. El padre de Tetsuya sonrió complacido, su hijo había logrado encajar en su mundo. Como siempre, cumplía sus deberes y obligaciones.

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Nunca había llegado a casa de esa manera, tan divertido. La primera vez que un banquete no lo entretuvo aburrido en su mesa o tras su padre toda la noche. Pudo hacer amigos y eso lo contentaba a él y a sus padres. Estaba feliz de cumplir con lo que le pedían. Sin embargo, creyó que había sido sólo por esa vez. Después de eso, volvería a su vida sin amigos, después de todo, no cree animarse a volver a hablarse con ellos, por más que quiera. O eso pensaba; luego de esa noche, se juntó varias más con ellos, ya sea en su barrio o la casa de alguno. Nunca pensó tener su propio grupo.
Esa misma noche, fue invitado por Aomine a su casa, como muchas veces ya. Como acostumbraba, unos guardaespaldas lo acompañaron hasta la entrada y fue recibido por el amable hombre del banquete. Al llegar al cuarto de Daiki, se sorprendió cuando lo tuvo en frente: Estaba completamente moreno. Los vampiros no pueden estarlo, es imposible. Su piel se asemeja a la de un cadáver, tan pálida. Y sin la exposición al sol no pueden broncearse.

— ¿Cómo...?
— ¿Sorprendente, no? — Mostraba gran entusiasmo ante su cambio. — Son sólo resultado de experimentos. — Se explicó a medias.
— ¿Experimentos? ¿A que te refieres, Aomine-kun? — Se sentó en una de las sillas del lugar, pasando un poco el nuevo aspecto de su, ahora, moreno amigo.
— Para estar bajo el sol. Deben hacer experimentos y todo eso. No entiendo mucho del tema, pero necesitaban un conejillo de indias. Y, vamos, que es genial ¡Podría ser el primer vampiro en estar bajo el sol! — Kuroko frunció un poco las cejas, es verdad que era increíble, pero podía hacerse daño. Además, sólo los vampiros puros eran elegidos para esto. ¿Aomine era puro?
— De todas formas, es peligroso, Aomine-kun.
— Fue mi elección Tetsu, tuve suerte de que en mi árbol genealógico no haya habido hibridos* o procreados**. — Kuroko suspiró, no había nada que hacerle. Si le advirtió que tuviera un mínimo de cuidado. Aomine sonrió revolviéndo sus cabellos ante la queja del otro.

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Otro día había pasado, otro regalo de 'cortesía' de su padre. Esta vez era una anciana. Como siempre, la liberó. No podía entender a su padre, prácticamente lo obligaba a chupar la sangre humana con estos regalos. Al parecer no entendía que tenía un claro desagrado a ella. Extraño suena, pero era cierto. A Midorima Shintaro no le gustaba la sangre humana y que su familia fuera la encargada de los experimentos con ésta sólo era peor.
Sus padres salían todo el tiempo para experimentar en laboratorios de todo el mundo con los diferentes humanos -ya que la sangre variaba según el clima donde viviera cada uno-, así que no estaban mucho en casa y él tenía la libertad de decidir si tomar esa sangre o no, luego mintiendo a su padre afirmando haberla bebido. Entonces, le mandaba otros vampiros con humanos, para que pudiera beber a gusto. No iba a hacerlo, tenía que liberarlos siendo una tarea difícil al ser su vivienda una zona repleta de vampiros.

Se dispuso a cerrar la puerta cuando otro sirviente hibrido llegó desde los cielos, con otro cuerpo humano. Suspiró al notar que ya iban dos semanas desde que sus obsequios venían dos veces al día. El hibrido dejó el cuerpo humano y salió velozmente del lugar. Midorima iba a liberarlo, o simplemente dejarlo en su puerta para que otro vampiro que pasase se lo llevara y lo sacara de problemas. Pero no lo hizo. Frunció el seño al notar aquella persona tan familiar. Juró haberla visto antes, tal vez cuando era más pequeño, pero su rostro no había cambiado demasiado. ¿Podía ser posible? ¿Era ésta persona aquel niño?
Lo llevó adentro con mucho cuidado, estaba herido al haber sido atacado por su padre quiso suponer, así que se dispuso a tratar las zonas afectadas. No sabía porque lo hacía. Que no bebiera su sangre no quería decir que le agradaran los humanos, por supuesto que no. Era todo lo contrario. Tal vez sólo tuvo curiosidad con este muchacho, no era nada de otro mundo ¿Verdad?
Por el momento no lo pensaría mucho. Terminó su trabajo y salió de la habitación donde lo había dejado, iría a beber un poco de sangre de vaca.


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Ser un sirviente no era muy lindo. Los pura sangre te trataban como querían y bebían tu sangre si se les antojaba, como castigo, después de todo no te podían matar. Así era la vida de un hibrido. Sólo por ser inferior. Nadie decidía nacer así, pero tampoco se podía razonar con ellos.
Terminó sus labores en la mansión y decidió ir a la cocina por algo que comer, tenía hambre hace un buen rato. A diferencia de los puros, los hibridos si poseían hambre, puesto que no eran del todo vampiros.
Ya estaba llegando, debía cruzar el gran salón y listo, llegaría a la cocina. Una enorme bolsa de dulces lo esperaba y ya se le hacía agua a la boca.


— Atsushi. — Estuvo tan cerca, cuando esa voz lo llamó. No sabía cuál de los dos era, así que se dio la vuelta, con mala cara. El señor Akashi estaba detrás suya, supo que era Seijuuro al ver sus rojos ojos. Esa era su forma de difereniarlos, Seiji poseía sus ojos heterocromáticos, mientras que Seijuuro los tenía ambos del mismo color: rojo como la sangre.
— ¿Hm? — Dijo aquel monosílabo a modo de pregunta. Si hubiera sido otro miembro de la familia, hubiera respondido como se debe, pero con él tenían una forma especial de tratarle. Además, a Seijuuro Akashi no le gustaba ese aspecto en él, ya se lo había dicho una vez: mejor sincero que fingir educación.
— Ayuda a bajar el cargamento de armas, por favor. — Eso era lo que lo diferenciaba de su hermano. Podía dar una orden, pero hacerla ver cortés. Seiji era pura maldad -como decía Atsushi-, era malo con él y sólo daba ordenes estrictamente.
— Está bien, Aka-chin. — Lo llamó con su apodo usual. Sólo podía hacerlo si se encontraban solos o Seiji estaba presente -Murasakibara se excusaba diciendo que así los diferenciaría mejor, puesto que un hibrido no podría llamar por su nombre a un sangre pura.
— Seijuuro, ¿Ya le diste su orden? — Apareció por las grandes puertas su peor enemigo, aquel tan parecido pero tan diferente a Aka-chin. Si fuera por él, dejaría ese trabajo con tal de no ver más al maldito de Seiji. Pero, si se va, tampoco podría ver a Aka-chin, y él quiere verlo. Porque es su amo y también una persona muy importante para él.
— En seguida voy, amo. — Hizo la reverencia correspondiente ante los hermanos. Entonces pudo ver que Seiji tomaba la mano de Seijuuro, siempre protegiéndolo y no dejando que hablé con él. Frunció un poco el ceño antes de irse de la sala.

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Tomó la carta entre sus manos y la leyó nuevamente. Siendo sincero consigo mismo, no tenía ganas de ir a otro continente para que lo llenen de preguntas, y tal vez, agujas. Aún así, sus padres insistían en que debía ir. Había sido llamado por los líderes de las ramas principales, después de todo. Sin embargo, sabía el teatro que se formaría allí; una calurosa bienvenida, las mejores condiciones de vida, amables con su persona y luego, preguntas hacia su don especial. Tal vez ganas de experimentar con él. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al pensar en eso, no quería ser su juguete para que consiguieran lo que tanto deseaban. Pero tampoco tenía ganas de decepcionar a sus padres.

— Si no estás seguro de ir solo, puedo acompañarte.
— Si... Será lo mejor.
— ¿Cuándo partimos?
— En dos días.

Notas finales:

*Hibrido: Vampiro impuro, nacido a través de un padre vampiro y un humano.

**Procreado: Humano al cual se le ha transformado en Vampiro.

 

Espero que les haya gustado el primer capítulo, que tampoco nos dice mucho, pero aparecieron los personajes que tanto esperaban. A medida que avance la historia se irás descubriendo más y más cosas! 

Gracias por leer! Hasta la próxima!

-A.


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