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Vampiros de día por Almuchi

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Notas del capitulo:

Después de muchos meses, hay actualización. Si, soy una colgada, muy colgada.(?) Pero ahora voy a ponerme más con esto y subir mucho más seguido (En lo posible cada tres días o una semana)

 

Ahora, no les quito más de su tiempo.

 

¡A leer! 

 

Más anotaciones abajo. 

 

-A.

— No veo la necesidad de que ese estorbo deba asistir.

— Es un empleado, y como tal debe participar en el banquete.

— Seguro y termina comiéndose todo.

Seijuuro soltó un largo suspiro. Sabía que no podía llevarle la contra a su gemelo, sobre todo si estaba de malhumor. Y aunque él pueda ser muy convincente cuando quería, no tenía ganas de discutir por el momento.
Llevaba una hora, tal vez, calmando a su hermano desde que éste se enteró que Murasakibara sería uno de los mozos elegidos para la cena que se llevaría a cabo en su mansión. Entendía perfectamente el odio que le tenía al hibrido -quizá por ser de raza humana-, pero tampoco era para tanto. Que él supiera, su hermano no perdía los estribos tan fácilmente. Y es que la característica más visible en los gemelos era el ser dueños de una paciencia y tolerancia de envidiar, que no se estaba demostrando en ninguno de los dos; Seiji no podía el tolerar que aquel sirviente arruinara su noche de anfitrión y Seijuuro estaba perdiendo la paciencia ante las numerosas quejas de su hermano.

— Tenía planeado que lo enviaran a casa por el resto de la semana, pero claro, la mucama Yuu tenía que morirse justo ahora. Que egoísta. — Continuó quejándose y Seijuuro pensó que si fuera humano, ahora estaría sufriendo un tremendo dolor de cabeza. En silencio, terminó de arreglar el moño de su corbata y salió de la habitación que compartían hasta el balcón que daba al patio de afuera, vislumbrando el cielo estrellado de aquella noche de verano, librándose un rato del quejumbroso de su hermano.
Soltó un pequeño suspiro recordando las palabras que su padre les había dicho a ambos esa mañana. Por primera vez serían anfitriones de un importante banquete, sería su noche especial y debería sentirse orgulloso. Empero, la fecha de aquel día lo hacia sentirse algo nostálgico. Después de todo, un día como ese lo había conocido a él.

— ¿Seijuuro? — La voz de su hermano lo sacó de su ensoñación. El gemelo heterocromático se acercó al balcón en el cual reposaba el pelirrojo y no dudó cuando lo abrazó por la cintura, sorprendiendo al otro que giró su cuerpo para encontrarse de frente con Seiji. — ¿En qué piensas, Sei-chan?

— Nada importante. — No obstante Seiji sabía muy bien que pasaba por su mente en ese momento y era su deber borrarle el mal recuerdo de la noche en la que su hermano sufrió por primera vez. 

Esbozó una pequeña sonrisa antes de devorar como tantas veces los labios de Seijuuro, marcando un ritmo lento sobre los labios contrarios y aunque su gemelo se bloqueó un poco al principio -tal vez por la sorpresa- terminó por cerrar sus ojos con lentitud y corresponder al beso demandante que su hermano le profesaba. Seiji abrazó a su hermano con más insistencia, uniendo así sus cuerpos un poco más, quería sentirlo cerca, estar ambos juntos, unidos, completarse con él, llenarlo con su amor. El besó continuó y ahora sus lenguas eran las protagonistas que se tocaban y acariciaban con delicadeza. Y aunque Seiji hubiera preferido continuar mucho más, se vio forzado a separarse, debía decirle algo muy importante, dejarle en claro un punto fundamental. Porque Seijuuro sólo debía verlo a él y quererlo a él.

— De ahora en más, piensa sólo en mí.


~.~


No había pasado mucho tiempo desde que Kagami se había hospedado en su casa y sin embargo se notaba un cambio en el ambiente. No tenía conocimientos de lo que su padre quería con aquel muchacho ni porque estaba allí en primer lugar, tampoco es que haya averiguado al respecto. En un principio, al enterarse de que un extraño viviría por un tiempo indefinido en su casa no le había hecho mucha gracia, pero finalmente al conocer un poco más a ésta persona se dio cuenta de que no era tan mala como pensó; en realidad quedó sorprendido consigo mismo al verse tan desenvuelto a la hora de interactuar y socializar con él. Después de todo, no era muy sociable y le costaba demasiado comenzar cualquier tipo de conversación con extraños, sin respaldo de su padre en todo momento.

Sin embargo había algo de lo que pudo darse cuenta en este último tiempo, Kagami era muy bien tratado por nobles y familias importantes. Teniendo en cuenta la jerarquía en la que viviían aquello le resultaba extraño. Se había formulado varias preguntas día tras día y aunque intentó consultarlas incontables de veces a sus padres, ellos preferían evadir el tema. ¿Qué era aquello que hacía especial a Kagami-kun?

— Hey, Kuroko. — Aquella voz, ya tan conocida para él, se escuchó desde la puerta logrando sacarlo de sus reflexiones mentales. Bajó el libro que parecía leer, aunque en realidad no prestaba mucha atención y observó a Taiga, vestido con un traje que veía le resultaba incómodo y peinado de forma elegante; aunque él creía que una vaca había pasado su lengua por su cabeza.

— Buenas noches, Kagami-kun. Es inusual que te veas tan elegante. — Fijó, nuevamente su vista al libro mientras sentía los pasos del pelirrojo por la habitación. Taiga soltó un gran bostezo y luego se sentó en el borde de la cama del más bajo, justo a su lado.

— Hoy quería verme bien.

— ¿En serio? — Preguntó observándolo con escepticismo, levantando una de sus cejas.

— Bueno, ya. Han venido a vestirme para una cena con no sé quién, en la casa de yo que sé, para hablar quién sabe qué.

— Es la Gran Cena, Kagami-kun. Me sorprende que no sepas sobre ello. — Aunque lo estaba reprochando por no saber acerca de la cultura general de su especie, le había causado algo de gracia su forma de expresarse.

— ¿Eso quiere decir que habrá mucha comida? — Kuroko soltó una pequeña risa. ¿Es qué sólo pensaba en comer?

— La Gran Cena es un banquete que anfitrionan las tres familias principales y se realizan cada seis meses. Originalmente se hacían para que cada rama enseñe sus descubrimientos sobre la especie y una forma de poder estar bajo el sol, pero actualmente funciona más como una fiesta para los ricos.

— ¡Eso quiere decir que habrá mucha comida!

— ...Si, eso quiere decir que habrá mucha comida. 

— ¡Muy bien, eso me gusta!
Kuroko negó con la cabeza. La pregunta mental antes hecha había sido respondida en ese preciso momento. La cabeza de Kagami sólo estaba llena de comida.

— Por cierto, Kagami-kun... — Lo llamó con algo de curiosidad. Iba a hacerle las preguntas que estaban dando vueltas en su cabeza desde hace días. Hasta el momento no había podido encontrar un momento oportuno para ello, pero ahora que todos estaban preparándose para la cena tan importante y nadie molestaba tenía la oportunidad perfecta. — ...Tú, ¿Por qué estás aquí? Quiero decir, ¿Por qué te han llamado las ramas principales?

— ¿No lo sabes? — A Taiga le extrañó un poco la pregunta. Creyó que todos sabían de su situación, pero al parecer se equivocaba.

— Evidentemente. ¿Crees que preguntaría si lo supiera?
Touché.

— Es un poco complicado. — ¿Estaría bien contarle? Es verdad que sentía una inusual confianza con aquel chico, pero no estaba seguro de revelarle algo como eso. ¿Y si no le creía?

— ... — Kuroko lo observó fijamente por unos segundos. ¿Sería algo malo? Aquella respuesta sólo había ocasionado una incertidumbre aún mayor en él y por un momento pensó en seguir preguntando. Sin embargo, recapacitando un poco, decidió no forzarlo. — Entiendo. Si no te sientes cómodo...

— No. Está bien. Mientras entiendas que es un secreto. — Por alguna razón no sentía molestia de contarle su secreto al chico. Y aunque Taiga era desconfiado con quiénes no fueran amigos cercanos, sentía que decirle a él sería diferente. Se acercó al contrario observándolo fijamente, con seriedad. Kuroko prestó atención a las palabras que saldrían a continuación. — Estoy aquí porque...

— ¡KUROKOCCHI! — Un gritó se escuchó desde la puerta y ambos, instantáneamente, observaron el punto por donde oyeron los gritos que, casi, los dejan sordos. Kise Ryouta había sido el protagonista de tal alarido de emoción al ver a su amigo. Sin embargo su rostro de felicidad y las flores imaginarias volando a su alrededor se vieron bruscamente desplazadas por una expresión de completo horror al estilo de "El Grito" de Munch. — ¡Tú! ¡¿Qué le estás haciendo a mi Kurokocchi?! — Señaló con el índice a Kagami, alias "Demonio Rojo" -Según Kise-, al verlo tan próximo a su autoproclamado mejor amigo. Instintivamente, los protagonistas del acto se separaron.

— Kise-kun ¿Qué haces aquí? — Preguntó calmadamente el menor llamando la atención del rubio que, inmediatamente, cambió su semblante a uno de felicidad nuevamente mientras corría a abrazar a su amigo.

— ¡Moo, Kurokocchi, yo quetenía ganas de verte y tú ni siquiera un hola! — Fingió dramatismo por un momento, hasta que por fin lo soltó para suerte de Kuroko que, de haber tenido pulmones funcionales, se hubiera muerto ahí mismo por falta de aire. — Un americano se ha estado quedando en casa por un tiempo y me han hecho traerlo para que se prepare. ¡Parece que asistirá como nosotros a la Gran cena!

— ¿Tatsuya se ha quedado en tu casa? — Hasta ese momento Kagami había actuado indiferente con la aparición del rubio puesto que le tenía algo de desconfianza. Sin embargo al darse cuenta que era quién le daba hospedaje a su hermano, no pudo evitar preguntar.

— ¡Yes! Himurocchi se queda en casa.

— ¿Él está aquí? — Hacía un tiempo que no lo veía y si iba a ir a la cena pues eso le vendría genial. Ya no se sentiría solo allí. Y para suerte de Kagami, Kise afirmó a su pegunta y un alivio le recorrió el cuerpo.


~.~

Al caer la noche, la casa en la que por el momento estaba viviendo se encontraba en un inusual silencio. Desde que estaba allí, las mucamas y sirvientes trabajan sin descanso todo el día, muchas veces lo atendían y podía apreciar que la mayoría eran humanos, como él. Pero esa noche no había nadie en el lugar, parecía que se hubieran tomado un día libre todos los empleados en conjunto. Extraño. Si no fuera por el monstruo que lo tenía cautivo, quizás para matarlo lentamente, creería estar solo en la casa tan grande.

Muchos pensarán que estar atrapado en una mansión controlada por vampiros, en el centro de la ciudad más grande y plagada de aquellas criaturas volverían loco a cualquiera. Una persona normal estaría con miedo, miedo todo el día. De ser asesinado, estudiado, mordido. Por el contrario, Takao Kazunari sólo estaba aburrido. Aburrido y débil. Desde que despertó en ese lugar creyó que moriría y estaba bien con eso. De hecho, cuando el vampiro apareció frente a él sintió la muerte próxima a él y la espero con gusto. Lamentablemente ésta no lo recibió. El monstruo, quién decía llamarse Midorima Shintaro, no sólo había curado sus heridas, sino que también se encargaba de suministrarle distintos líquidos que, al parecer, lo iban curando día a día.

Caminaba, como muchas veces, por los pasillos de la mansión afirmando sus pensamientos al sentir el cuerpo con más fuerza que antes. Sabía muy bien que se estaba recuperando. Tal y como había dicho el vampiro: lo ayudaría a recuperarse y, una vez sano, lo llevaría a un lugar seguro lejos de cualquier vampiro que pueda atacarlo. Otros humanos en su situación estarían agradecidos. Poco le importaba a él lo que le pasara, y jamás agradecería nada a aquel monstruo que ya conocía y sabía de lo que era capaz; ya lo había visto en acción, primera fila y cuando era un niño.

Se acercó a la barandilla de las escaleras y observó hacia abajo, el gran salón de la casa. Subiéndose a la barandilla tomó impulso y se tiró hacia abajo, sintiendo la suave brisa al caer cerró los ojos esperando el impacto. Todo sucedió demasiado rápido ante sus ojos. Una mancha negra frente a él y en un parpadeo estaba siendo sostenido por el vampiro que salvó su vida al último segundo. La impresión en su rostro no se hizo esperar, pero en un segundo ésta cambió por una de molestia y chasqueó la lengua. Con éste serían tres intentos fallidos.

— Alístate. Saldremos ésta noche. — Fue lo único que dijo mientras lo dejaba en el suelo. Takao sabía que esa noche Midorima saldría a una cena importante. Lo había oído hablar por teléfono con su padre unos días atrás. Pensó que sería la oportunidad perfecta para lograr su cometido, si Midorima no estaba no podría salvarle. Por supuesto no esperó que dijera aquello.

— ¿Ah? No iré a ningún lado. — Se quejó el azabache ante la orden dada. No arruinaría su plan esta vez. Estaba decidido a no seguir las órdenes del monstruo.

— Van a ir muchos vampiros. — El semblante molesto de Takao cambió completamente ante ello. Si se las arreglaba alguno lo reconocería como humano y así lograría su cometido. Sin pensarlo casi que corrió a alistarse para la famosa cena, o mejor dicho, el banquete de vampiros.


~.~

Esa noche era muy parecida a la que él recordaba como el peor día de su vida. La noche en que perdió a su familia. Que ironía el estar ahora con el vampiro que causó todas sus desgracias esa misma noche. Soltó una pequeña risa irónica por sus pensamientos y cansado de mirar por la ventana, cerró los ojos esperando llegar a su destino. Midorima iba a su lado mirando al humano con insistencia.

— Takao. — Lo llamó, captando la atención del aludido que, al girarse, se encontró con el vampiro demasiado cerca de él. Abrió los ojos con sorpresa y algo de nerviosismo, sobre todo, cuando sintió una fría mano contra la piel de su mejilla, ¿Qué es lo que estaba...? Un dolor punzante en su cuello lo obligó a cerrar los ojos con fuerza y un espeso líquido se sintió en todo su cuerpo. No creyó que Midorima le inyectaría otro de sus remedios en ese momento. Ahora dolería toda la noche. Sin embargo, él estaba acostumbrado a ellos hacía mucho tiempo ¿Por qué este era más fuerte? ¿Acaso sería otro tipo de remedio?

— Auch. Avisa antes, ¿No? — Se quejó con un puchero involuntario mientras tocaba apenas con su mano la zona afectada. Midorima corrió la mano del chico tomándolo por la muñeca y se acercó a su cuello sacando los colmillos.

— ¿Qué...?! — Los colmillos se clavaron en él y no pudo evitar soltar un gemido de dolor, esperando que terminara de succionar su sangre. Pero, no la estaba succionando, eso pudo notar cuando un líquido rojizo bajó por un lado de su cuello y sus ojos instintivamente observaron al vampiro hasta posarse en su muñeca, donde la sangre del vampiro escurría de su muñeca mordida. ¿Cuándo se mordió? La lengua del vampiro en su cuello lo sacó de su inspección y una vez se separó de él, se encogió en el asiento de la limo, lo más lejos posible del vampiro.

Midorima había inyectado en Takao una sustancia que lo haría oler como vampiro por unas cuántas horas. Aquella era la única forma de que funcionara: La sustancia y un poco de sangre de vampiro en su cuerpo. Una vez terminó con su cometido, decidió no acercarse por el momento al chico. Se sentía extraño cuando lo tenía cerca y su sangre no le disgustaba para nada. No era algo normal y pudo terminar de comprobarlo con su última acción. El olor del humano lo embriagaba y no podía evitar querer lamer y marcar su cuello, tener su sangre... Se dio un golpe mental borrando todo tipo de pensamiento extraño en él. Ahora debía pensar en la cena que se aproximaba y de la que, estaba seguro, sería la más importante en años.

Notas finales:

Antes que nada, ¡Gracias por leer! 

 

Bueno, esto recién comienza. En el próximo capítulo será la Gran Cena, todos juntos otra vez en un importante banquete. El secreto de Kagami y muchas cosas más que se irán descubriendo poco a poco. 

Muchísimas gracias a los que siguen esta cosa rara a pesar de tardar en actualizar.(?) Son un amor ;w; <3 

Responderé a sus comentarios mucho más rápido y lo siento por tardar en responder, ¡Pero mejor tardar que nunca hacerlo!

¡Gracias por comentar y espero sus Reviews para saber que les pareció!

Como siempre, ¡Si les gusto recomiéndenlo! Y si no, ¡Recomiéndenlo para que se jodan los demás también! 

¡Hasta la próxima!

¡Ciao!


-A.


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