Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Save me! por Kunay_dlz

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

---Editado--

 

Aquí el siguiente capítulo.

 

Fullmetal Alchemist pertenece a Himura Arakawa.

 

 

 

 

Save me!

 IX

Misión II “Yo cuidaré de ti”:

Primer candidat

 

 

 

 

 

 

 

En una ciudad de blancas edificaciones, donde la luminosidad es demasiado duradera, vivían los habitantes de Xerxes: esplendorosa ciudad rodeada del desierto, abundante en agua y rebosante de vida. Cada ciudadano compartía un rasgo con sus vecinos, todos ellos eran rubios y tenían los ojos dorados, variaban ligeramente sus formas y tonos pero jamás el color dorado; eran además, personas con gran inteligencia y astucia.

 

Xerxes estaba ubicada entre Xing y Amestris, al ser una ciudad próspera se mantenía neutral en cuanto a los problemas aristocráticos, los habitantes no solían salir de sus ciudad, viajaban pero siempre regresaban, los otros países y ciudades les catalogaban de narcisistas y arrogantes como para convivir con personas diferentes a ellos.

 

Dejando de lado las diferencias políticas, nos centraremos en niño en particular: un rubio pelilargo de grandes ojos dorados, piel ligeramente tostada y una sonrisa resplandeciente. Dicho rubio corría entre las calles de la ciudad, miraba tras de sí para asegurarse que no le siguieran, saltaba los obstáculos en su camino, evadía las personas que se le atravesaban y los animales que intentaban seguirlo a manera de juego.

 

 

 

--Esos tontos, no volverán a llamarme enano. –decía satisfecho el niño mientras seguía corriendo.

 

 

 

Desapareció en un callejón, tenía una ruta de acceso que sólo él conocía, una ruta que le levaría directamente al jardín de su casa. Ya a salvo, se dejó caer entre el césped y dejó salir unas carcajadas debido a su broma. Se sujetaba el estómago y unas traviesas lágrimas se escapaban de sus vivaces ojos.

 

 

 

--¡Edward! –le llamó un hombre corpulento, pelo rubio atado en una coleta que le llegaba un poco más debajo de los anchos hombros, sus ojos dorados y un poco afilados le miraban con severidad.

 

--Padre. –decía el niño ya sin humor en sus palabras al ponerse de pie para ir al encuentro de su progenitor.

 

--Me han avisado de lo que has hecho, compórtate Edward, un hijo mío no tiene porqué comportarse así. –regañaba el mayor.

 

-- Se lo merecían… –iniciaba el pequeño con su explicación.

 

--No me importa. Recuerda quién eres y el daño que puedes causarme.

 

--Vamos padre, un par de bromas no te quitarán tu tan importante puesto en ciencias. No hay nadie más indicado para ello. –decía el pequeño algo molesto por la antigua interrupción.

 

--Tus actos me afectan Edward, sólo te pido que comportes como corresponde.

 

--Tengo ocho años, ¿Cómo se supone que me comporte? ¿Estar encerrado todo el día en una biblioteca preocupado por mi futuro? Por si no lo has notado… –la mirada del pequeño mostraba molestia, él no era el tipo de niño que vivía preocupado por el futuro, él quería algo más que una prestigiosa carrera y sobresalir en esa ciudad.

 

--No mires así. No me levantes la voz. Sé un buen hijo. –sentenció el mayor al interrumpir nuevamente.

 

--Pero…

 

--Sin peros. Estarás castigado hasta nuevo aviso, ve a tu cuarto. –fue lo último que dijo el mayor para darse la vuelta e ingresar a la modesta casa.

 

 

 

El pequeño rubio apretaba sus puños con fuerza. ¿A caso nuca tendría la aprobación de su padre? ¿Cuándo llegaría el día en que en su mirada haya algo más que indiferencia o reproche? Sólo fue una broma, ¿Y los logros que ha tenido? No recuerda haber recibido por lo menos un gesto de aprobación por ser siempre el mejor de la clase, ni por haber avanzado dos grados en el colegio, ni por tener propuestas de universidades a tan corta edad ¡Incluso era bueno en deportes! Era estúpido niño perfecto, pero no para él, no para su padre.

 

Se encaminó a su cuarto y no salió en el resto del día. Pensaba si habría algo mal en él para que su padre le mirara como suele hacerlo, buscaba en sus recuerdos algún indicio que le dijera qué es lo que esperaba de él, con qué podría recibir algo… ¿Por qué no tenía mamá? ¿Murió? ¿Murió al traerlo a la vida y por eso Hohenheim le aborrecía? Esa era la única explicación.

 

Le dolió, llegar a esa conclusión le dolió en el alma. Si así estaban las cosas no tenía caso luchar por obtener algo del que llamaba padre. “Cómo soportar al ser que te quitó a la persona que amas” pensaba el pequeño, “Yo no lo haría, ni siquiera lo toleraría...”. Edward era muy inteligente para su edad, aunque tanta madurez intelectual no podía contrarrestar la inocencia de ser niño por lo que no pudo llegar a otra conclusión.

 

 

 

***Con los soldados***

 

--Maldición… Sakurazuka lo hace a propósito. –decía molesto Levi mientras miraba desde el techo la ventana del cuarto del joven Elric.

 

--Levi-san. Fue un abrupto viaje, aunque, creo que era su intención que fuéramos testigos de… lo que acaba de ocurrir con Elric-kun. –decía Eren recordando el anterior encuentro del niño y el adulto rubio.

 

>>Levi-san, me pregunto… ¿Por qué en el informe dice “Edward Elric”? En este mundo, bueno en esta ciudad, los ciudadanos se distinguen por su puesto o por el cargo que tienen… ¿De dónde habrá adoptado un apellido Edward-kun?

 

--Deja de estar balbuceando. –dijo Levi con una pizca de impaciencia.

 

--Está bien. –contestó Eren algo desanimado.

 

--Lo más probable es que Sakurazuka nos haya enviado en este tiempo para averiguarlo. –seguía Levi –Si no lo has notado, en el informe dice que ‘interceptaremos’ a Elric a sus catorce años, ahora parece tener alrededor de ocho. “Lo que quisiera saber si tendremos que adaptarnos a tiempo o si nos llevará a los lugares adecuados, el tiempo adecuado y la situación adecuada”

 

 

 

Ambos quedaron absortos en sus pensamientos, Eren con la sensación de haber retrocedido con el moreno por el que su corazón latía, la misión anterior creyó avanzar un poco más y ahora parecía lo contrario; y Levi tratando de descifrar los movimientos de Sakurazuka.

 

Seguían tan absortos que no notaron el cambio de escenario a su alrededor.

 

 

 

***Con Edward, una semana después***

 

Edward miraba por la ventana de su cuarto, se perdía en las pocas nubes que podían verse, se imaginaba ir con ellas, lejos, muy lejos de las paredes en las que él mismo se confinó. Era su deseo no salir del cuarto, no deseaba toparse con su padre, no después de lo que había descubierto.

 

¿Qué hacer ahora?

 

Lo que buscaba era la aprobación de su padre cosa que jamás obtendrá.

 

¿Qué meta le quedaba?

 

¿Qué hacer?

 

¿Por qué vivir?

 

Antes de sumergirse en la obscuridad de sus pensamientos, escuchó la voz de su padre y, la voz de una mujer. Nadie visitaba a su padre, el trabajo sólo en la oficina de donde nunca salía a menos que lo corrieran para que tomara aire fresco… las voces se elevaban a veces, decidió salir de su cuarto y bajar a ver lo que sucedía.

 

Poco a poco se acercó a las escaleras, se asomó hacia el recibidor y vio a una mujer castaña, muy hermosa, ella se veía triste, le reclamaba algo a Hohenheim; bajó la mirada y vio, al lado de la mujer a un pequeño niño, rubio obscuro y grandes ojos almendrados… era muy parecido a la mujer, “Ella es su mamá” pensaba el pequeño rubio. Absorto en su observación, no notó que su padre se adentraba a su despacho sino hasta que la señora le moró directamente. Sorprendido, bajó las escaleras hasta ponerse frente a las personas que eran diferentes a todas las otras personas que conocía.

 

 

 

--Hola pequeño, –decía la mujer con una dulce voz según el rubio –¿Cómo te llamas?

 

--Edward, ¿Quién es usted?

 

--Yo soy Trisha Elric. –contestó ella, al notar que el rubio bajaba la mirada hacia el niño a su lado continuó –Él es mi hijo, Alphonse Elric.

 

 

 

El rubio miró a Alphonse, acertó en el parentesco de ellos, de cerca eran más parecidos. Por desgracia para él, su parecido era casi idéntico a su padre… ¿Cómo habría sido su madre? ¿Tendrá algún parecido con ella?

 

 

 

--¿Estás bien? –preguntaba Trisha, se sentó en cuclillas para quedar a la altura del rubio. En su semblante había preocupación por lo que Edward no supo cómo responder, jamás le habían dedicado una mirada así, se sentía extraño.

 

--Nii-san… –susurró el niño Elric. Se veía preocupado también, todo por él, Edward sintió que sus ojos se humedecían. ¿Cómo se debe reaccionar ante algo como ‘eso’?

 

--Yo…

 

--¡Edward! –intervino Hohenheim –Sube a tu cuarto.

 

 

 

Edward entre su silenciosos llanto alcanzó a ver algo en el rostro de ambos algo que le impulsó a abogar por ellos. Con un ligero movimiento se secó sus lágrimas, miró a sus interlocutores y se volvió hacia Hohenheim.

 

 

 

--¿Quiénes son ellos? –inició.

 

--No es algo que sea de tu incumbencia Edward. Ve a tu cuarto. –insistía el mayor.

 

--Si están aquí es por algo Hohenheim ¿Por qué no quieres que lo sepa? –el mayor se sorprendió al notar que su hijo le había llamado por su nombre –¿A caso ocultas algo?

 

--No es…

 

--Lo que sucede en este lugar es de mi incumbencia. Dime o se lo preguntaré a ellos y por lo que pude observar, no son capaces de mentir. –La determinación en la mirada y en la voz del pequeño rubio sorprendieron a los ‘invitados’ y al rubio mayor. 

 

--No lo entenderías. –dijo indeciso Hohenheim.

 

--Dime, ya veremos si lo entiendo o no.

 

 

 

Se hizo el silencio. ¿En verdad el niño rubio era un niño? ¿Quién desafiaba a sus padres? Hohenheim jamás había visto actuar así a su hijo, lo había visto molesto más nunca se le había enfrentado. Esa mirada, le recordaba a alguien, ¿Cómo negarse?

 

 

 

--En uno de mis viajes, conocí a Trisha y ese niño que viene con ella, es hijo de ambos. –fue lo único que dijo.

 

 

 

El pequeño rubio unió las piezas, tenía un hermano, Hohenheim hizo varios viajes y en uno de esos tuvo un hijo con… No preguntaría más, era evidente que por esa razón él no tenía mamá.

 

 

 

--Y ¿Por qué no viven con nosotros? ¿Por qué los conozco hasta ahora? –las preguntas que hizo no era lo que los adultos esperaban.

 

--No era relevante, hijo.

 

--No me llames hijo. Tenía un hermano y nunca me lo dijiste. De ahora en adelante vivirán con nosotros, aquí donde pueda vigilar que tengan lo que les pertenecía desde que engañaste a esta mujer y desde que abandonaste a este niño. –algo le decía a Edward que eso era lo que buscaban: protección y seguridad.

 

 

 

--Esta es mi casa…

 

--También es mía. –contraatacó el pequeño.

 

--Se harán preguntas y suposiciones…

 

--Miente, es fácil para ti hacerlo.

 

--No serán aceptados…

 

--No necesitan su aprobación.

 

--Hay cosas que no entenderán…

 

--Yo me encargaré.

 

--Eres demasiado joven para entender lo que estamos hablando. –dijo Hohenheim con incredulidad.

 

--No me conoces Hohenheim. –desafiaba Edward sin titubear –No intentes nada contra ellos que aunque no lo creas, también tengo contactos y a pesar de ‘ser demasiado joven’ mi palabra tiene tanta validez como la tuya.

 

 

 

Se hizo el silencio nuevamente. Esta situación era irreal. ¿De qué hablaba ese niño? ¿Contactos? ¿Qué su palabra tiene el mismo valor que el jefe del departamento de ciencias, de investigación, de física y de física cuántica de todo Xerxes? Debe estar jugando.

 

 

 

--No estoy jugando Hohenheim, si abrieras tu correspondencia lo sabrías. Como dije, no me conoces. –advirtió Edward, se volvió a los Elric –Vengan conmigo, les mostraré la casa y sus habitaciones. –se acercó a ellos y les tomó las manos para adentrarlos más, lejos de un sorprendido Hohenheim.

 

 

 

***Con los soldados***

 

--Bueno, eso explica tus dudas Eren. –decía Levi cuando ya no había nadie que les pudiera escuchar.

 

 

 

Al no recibir respuesta, se volvió hacia Eren, parecía estar pensando, analizando lo que acababan de presenciar… era extraño, a su parecer, Eren hablaba hasta por los codos. Iba a preguntarle lo que le sucedía, cuando Eren habló.

 

 

 

--Ciertamente, eso explica varias cosas. El tiempo no nos afectó, tal como dijo, Levi-san, acertó en lo que Sakurazuka-san planea mostrarnos ciertos eventos. –decía Eren con la voz que solía usar cuando era un recluta –Esperemos que el siguiente salto sea pronto.

 

--¿Qué sucede? –preguntó Levi al no gustarle la manera de hablar del de ojos verde azulados.

 

--Solo até los cabos, Levi-san. –contestaba Eren, mientras en su mente peleaba consigo mismo, una parte de él le decía que su actitud era demasiado infantil.

 

--Mocoso…  –antes de pudiera continuar, el escenario volvió a mostrar cambios, uno del que no estaba seguro que debían estar.

 

 

 

 

 

>>Continuará...

 

 

Notas finales:

Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).