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Save me! por Kunay_dlz

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Notas del capitulo:

----Editado----

 

Bien, ya regresé  n.n

 

 

 

 

Save me!

 X

Misión II “Yo cuidaré de ti”:

Decisiones

 

 

 

 

 

 

 

Habían avanzado un par de años, leves deterioraciones en las paredes y techo lo demostraban, los rasgos de los jóvenes rubios era diferente… por el momento las observaciones se centraron en la escena, la mujer castaña que había llegado relativamente hace poco, yacía en una cama individual, su rostro pálido y la resignación en sus ojos demostraban que sabía su destino.

 

A un lado de la cama, los rubios la miraban con tristeza, sus rostros indicaban que también sabían lo que se aproximaba.

 

Los soldados no se atrevían a respirar, estaban demasiado cerca, ¡Estaban en la misma habitación!

 

Esperaban ser descubiertos, pese a la situación, el que los descubrieran significaba problemas.

 

Sin embargo, una voz a sus espaldas los hizo reaccionar como lo harían en cualquier batalla, se olvidaron de los Elric y rápidamente se volvieron a quien les había hablado con una pose de lucha más que automática de parte de sus cuerpos… la guerra es algo difícil de olvidar.

 

 

 

--Tranquilos, no queremos que ‘ellos’ nos descubran ¿Cierto? –dijo con su típica sonrisa vacía Seishiro.

 

--S-s-sakurazuka-san… –tartamudeaba Eren –¿Qué está haciendo aquí? ¿Cómo es que ‘ellos’ no pueden escucharnos… y vernos?

 

--Bueno, chico, digamos que yo soy quien ha bloqueado tu presencia y la de tu acompañante. –contestó Seishiro sin reconocer la presencia de Levi.

 

--No entiendo. Sakurazuka-san, ¿Por qué quiere que veamos estas escenas?... Creo que este es un momento privado. –susurró Eren lo último al volver su vista a los Elric.

 

--No fue mi idea, es Subaru-kun quien está manipulando el tiempo en el que están, tiene la creencia que si miras esto, al encontrarte con Edward Elric cara a acara te será de utilidad. –explicaba Seishiro a Eren sin dirigir una sola mirada a Levi –En cuanto a la privacidad, no hay tal cosa como privacidad si se está relacionado con nosotros, la misión o algunos aspectos que Subaru-kun crea necesario.

 

--Sakurazuka, ¿No crees que has olvidado algo? –por fin se hizo notar Levi, ante la mirada inmutable de Seishiro prosiguió –No hemos recordado lo referente a esta dimensión.

 

--No, no lo he olvidado. Aun no es el momento. –contestó Seishiro –En todo caso, deberían poner a tención a lo que está sucediendo, ya es suficiente que Subaru-kun les ayude con esto.

 

 

 

Ambos soldados dirigieron su atención a lo que sucedía con los Elric, el desenlace había iniciado.

 

 

 

***Con Edward, dos años después***

 

 En una de las habitaciones que les fueron asignadas a Trisha y Alphonse Elric, estaban tres figuras despiertas a pesar de la hora tan tarde de la noche. Debido a la hora, las paredes blancas se veían opacas y agrietadas, la tenue luz de las velas en lugares estratégicos de la habitación daban un ambiente seco, decadente, como si reflejara el sentimiento que había en las personas dentro de esa habitación.

 

Edward cambiaba las toallas frías que contrarrestaban la fiebre de la castaña, esas que cubrían su perlada frente, esa amable mujer que, casi enseguida de conocerla y de tratar a su hermano… hermano… esa palabra aun sonaba extraña en su boca, con su voz… esa mujer que, aún sin proponérselo, por más que quiso controlarse y cuidar sus palabras en su presencia, llegó a llamarle ‘mamá’.

 

Así es, Edward obtuvo un hermano menor y una madre, esas dos personas que le mostraron lo que era el cariño y el amor fraternal. Hacía lo posible por complacerlos, trataba de ser buen hijo, buen hermano mayor… se esforzaba cada día. Ya no luchaba por la atención de su padre, ese quien rara vez estaba en casa, ese que desde la llegada de los Elric dejó prácticamente de dormir en casa, dejó de llevar el trabajo a casa… evitaba cualquier contacto con ellos. Pero eso ya no le afectaba, y evitó que le afectara a su madre y a su hermano.

 

Fue feliz, pero uno de esos días descubrió la razón por la que después de los años que la castaña había sido engañada vino a buscar a su padre, ella venía a pedirle que cuidara de Alphonse, ella venía a asegurar el futuro de hijo… ella venía a asegurarse que Alphonse quedara en buenas manos, que quedara al cuidado de alguien que le quisiera y le enseñara la honestidad, lo bueno y, cómo defenderse del mundo… ella sabía que estaba enferma… sabía que sus días estaban contados.

 

El saberlo, lo desconcertó. Hacía… nunca… que lidiaba con ese tipo de emociones. Luego de sacar su frustración y ser consolado por su madre, se dedicó a buscar una cura, no la hubo. Se dedicó a ‘hacer’ una, ese tipo de descubrimientos lleva tiempo, sin embargo lo logró. Sus conocimientos y los contactos que tenía lograron acelerar el proceso de investigación, su descubrimiento le dieron aún más prestigio, pero eso no le importaba, lo que deseaba era curar a su madre.

 

Debido a lo avanzado de la enfermedad en la castaña, la cura sólo alargó su vida unos meses.

 

Otro reconocimiento de parte del Departamento de Ciencias, uno más del Departamento de Investigación Química Farmacéutica, otros más de Departamentos de Salud, más invitaciones de universidades reconocidas, premios, nombramientos y diplomas llegaban como hormigas a la casa de Hohenheim… todos dirigidos a Edward. Ninguno importaba, lo que el rubio se lamentaba era lo avanzado de la enfermedad en Trisha… lo que le importaba era el comportamiento que Alphonse estaba adquiriendo al observar la situación, al ser el blanco de rumores y brabucones de los otros niños cuando él no estaba viendo.

 

La mente tan cerrada de los habitante de Xerxes seguía sin reconocer a los inquilinos de Edward, los adultos los ignoraban y los niños expresaban su desprecio, más nadie decía o hacía nada cuando Edward estaba con ellos, ya sea por el respeto o por el miedo a sus amenazas. Tenía prestigio y fama… pero seguía siendo niño.

 

Sin embargo, al concentrarse en su investigación no veía cuando Alphonse salía, cuando era acorralado y algunas veces golpeado, lo que lo hizo hacerse tímido y asustadizo, claro que los culpables siempre eran encontrados y obtenían si merecido. Aun así, la actitud de su hermanito, estaba cambiando.

 

Ahora, sentado en ese cuarto, haciendo un esfuerzo por que su madre no sufriera con la fiebre, mirando cómo el miedo en el rostro de Al empezaba a crecer, seguía maldiciéndose por no poder hacer más.

 

 

 

--Mis niños… mi queridos niños, no estés triste Alphonse, no te molestes Edward… las cosas son como deben ser. –decía con débil voz la castaña mientras miraba a sus hijos.

 

>>Alphonse, se buen niño y has lo que tu hermano dice… también cuida que no se meta en problemas y asegúrate que tome leche. –Edward intentó hacer cara de asco pero su preocupación pudo más.

 

--Sí madre, lo haré. –dijo Alphonse derramando silenciosas lágrimas.

 

--Edward, por favor, no te lamentes, hiciste lo que pudiste, hiciste lo que nadie pudo haber hecho… me diste más tiempo con ustedes, también me diste el privilegio de ser tu madre. –continuaba la castaña.

 

>>Cuida de tu hermano menor, sé que lo protegerás y que nunca le faltará cariño, hazle caso Ed, Al siempre se preocupa por ti.

 

 

 

Parecía que la voz se había apagado, la castaña no podía emitir sonido alguno, se limitó a buscar las manos de sus hijos y besarlas, trataba de decirles con la mirada lo mucho que los amaba. Les dedicó una sonrisa, una llena de ternura como con las que les aseguraba que todo estaría bien, como las sonrisas con las que le aseguraba a Al que no había monstruos debajo de la cama, como las sonrisas con las que le aseguraba a Ed que la leche que vertía en el guiso no le cambiaría el sabor… esas sonrisas con las que les demostraba su amor.

 

Los pequeños rubios, uno arrodillado a un costado de su madre y el otro de pie al otro costado, derramaban lagrimas que se secaban con rapidez, no querían que su madre se fuera con una imagen de ellos todos llorosos… sostenían las manos de su madre, la observaron cerrar su ojos, la escucharon suspirar… por última vez.

 

Trisha Elric no volvió a abrir esos ojos marrones, no volvió a inhalar aire… su corazón dejó de latir.

 

Los rubios se aferraron a las manos de su madre, reprimían las ganas de gritar y llorar a todo pulmón, cada uno esperaba que el hueco en su pecho desapareciera más no sucedía. Edward reaccionó primero, con un profundo respiro se armó de valor para soltar la mano de la mujer que además de llamarla madre, la llegó a querer como tal, dio la vuelta a la cama y con cuidado y extrema lentitud abrazó a su hermano menor.

 

No intentó consolarlo, no le pidió que dejara de llorar, lo que ahora su hermano necesitaba era expresar su dolor. En medio de los sollozos de Al, escuchó como este le pedía que no se hiciera el fuerte, que estaba bien si él también lloraba, que él estaba ahí para él. Así los dos lloraron su perdida, hasta que la mañana llegó. 

 

 

 

***Con los soldados***

 

Después de mirar tal escena, esperaron un momento, por respeto, a que el escenario cambiara. Ahora se veían en un lugar abierto, a las afueras de Xerxes. Desde ese lugar podían apreciar lo bello de la ciudad, “no por nada eran tan orgullosos sus habitantes.” Pensó Levi.

 

 

 

--Lo ves, ya han recordado y no se habían dado cuenta. –decía Seishiro haciéndose notar a los no tan alertas soldados.

 

>>No te sientas mal chico, ese momento aunque lamentable es de suma importancia para Edward Elric. –se dirigía a Eren quien continuaba con la mirada perdida.

 

--Sigo pensando, que ese momento era algo privado. –murmuró Eren.

 

--Chico… –iniciaba Seishiro.

 

--No se preocupe Sakurazuka-san, lo entiendo. Aunque el que lo entienda no quiere decir que lo acepte. –decía Eren causando una sonrisa en Seishiro.

 

--No esperaba menos, chico. –dijo de manera solemne Seishiro causando molestia a Levi.

 

--¿Qué se supone que hacemos en este lugar? –preguntaba Levi tratando de ocultar su molestia.

 

--Mmm, no mucho. Tan solo presenciaremos otro momento de los hermanos Elric. –contestaba Seishiro con voz monótona.

 

--¿Otra vez? –susurraba el castaño.

 

--Vamos chico, te aseguro que si no fueran importantes Subaru-kun no se molestaría en mostrarlas. Además, creo que tú serás quien mejor aproveche esta información. –contestaba Seishiro.

 

--Claro, Sakurazuka-san. –decía Eren.

 

--Oye chico, tendremos que vernos varias veces, será mejor que nos llevemos bien. De ahora en adelante llámame por mi nombre, no por mi apellido y a cambio yo te llamaré por tu nombre, ¿Qué dices? –proponía Seishiro.

 

--¿He?... etto, está bien. Seishiro-san. –decía Eren algo apenado.

 

--Mira Eren, ahí están los Elric. Acércate para que escuches mejor. –sugería Seishiro ante la mirada asesina de Levi.

 

--Cla-claro Seishiro-san. –dijo Eren para luego acercarse a los rubios.

 

--Tranquilo, no querrás jugar con fuego, no si podrías salir más que quemado. –dijo Seishiro a Levi con una de sus gélidas miradas.

 

--No te tengo miedo. Será mejor que no te acerques a Eren. –advertía Levi.

 

--No es necesario que ‘tengas miedo’, eso no te sirve al momento de morir. –dijo Seishiro para caminar hacia Eren, se volvió para dar una falsa sonrisa, una que hacía burla a la amenaza del pelinegro más bajo.

 

 

 

Levi siguió los pasos de Seishiro, lo mantendría vigilado cuando estuviera cerca del chico de ojos verde azulados, algo no le gustaba de este sujeto… y pensar que estaba bajo sus órdenes. Miró a Eren quien estaba sumergido en lo que sucedía a las puertas de la esplendorosa ciudad, él también debería observar.

 

 

 

***Con Edward, tres semanas después***

 

Justo a las enormes puertas doradas de la ciudad de alabastro, Edward miraba a su hermanito, no miraba hacia atrás, no había nada por lo que se tuviera que lamentar, lo único que importaba era su pequeño hermano. Era lo único que tenía… lo único que importaba.

 

Pensaba en el viaje que estaba a punto de iniciar, calculaba el tiempo que se llevarían en el desierto, si se daban prisa en solo cuatro horas, otras dos para llegar al pueblo que estaba en el borde, ahí descansarían y luego seguirían, seguirían hasta donde pudieran encontrar un lugar en el que Al se sienta seguro y quiera vivir.

 

 

 

--Nii-san… ¿De verdad quieres dejar esta ciudad? –ante la mirada de su hermano, Al continuó –Este es tu hogar, aquí naciste, aquí está tu padre…

 

--Nada de eso Al. Tú eres mi única familia, sólo tú me importas y es más que evidente que no eres feliz en este lugar. Si tú no eres feliz yo tampoco. Así que iremos en busca de un lugar al que puedas llamar hogar, al que podamos llamar hogar. –decía el de ojos dorados –Créeme que no me duele dejar esta ciudad.

 

--Pero…

 

--Nada de peros. Al, no sirve de nada estar en un lugar donde no se quiere estar, para tenemos pies, para seguir hasta donde queramos, hasta donde nos sintamos bien, hasta donde estemos felices por el simple hecho de estar ahí. –aseguraba Ed.

 

--Y tu pa…

 

--Él puede ser mi padre de nombre solamente, jamás me demostró lo contrario, simplemente es como cuando está trabajando siempre encerrado en su estudio o cuando no llegaba de sus tan importantes trabajos. Así estoy bien, gracias. Te tengo a ti ¿no?

 

--Nii-san… ¡Hm! Yo estoy aquí, siempre estaré aquí. –decía Al –Y, ¿A dónde vamos?

 

--Por el momento… debemos atravesar el desierto. Luego, luego ya veremos. –decía Ed con una sonrisa.

 

 

 

Al miró al frente, el desierto era… tan árido, extenso y sofocante, y eso que sólo lo estaba mirando. Había varias dunas, también había una serie de rocas que ‘marcaban’ un camino, el cielo estaba tan despejado que parecía irreal, el sol parecía intensificarse… un ligero viento removió un poco de arena, también se sentían tibio. Antes de adentrarse se dio cuenta de un pequeño detalle.

 

 

 

--¡Nii-san! No sabes a dónde a ir ¿Cierto?... ¿A caso solo pensabas en ir caminando y llegar a algún lugar? –reñía Al.

 

--Pues… algo así. Al no me mires de esa manera. Vallamos a donde vallamos no dejaré que algo malo te pase,  podemos atravesar este desierto y llegar a cualquier lado, jamás te faltará nada, lo prometo. –decía Ed ya un poco más serio.

 

--Lo único que quiero, nii-san, es que bebas leche, así crecerías más rápido. –comentaba Al con diversión.

 

--¡Al! ¡No! ¡Jamás me harás beber ese estúpido líquido de dudosa estructura molecular! –gritaba Ed tras su hermano que huía de él por el camino del desierto.

 

--Vamos nii-san, ni siquiera lo que dices tiene sentido. –decía mientras corría Al.

 

 

 

***Con los soldados***

 

--No era la gran cosa. –murmuró Levi.

 

--No lo creo, ¿Verdad Eren? –decía Seishiro.

 

--Claro, creo que, esto era importante. –concordaba Eren con Seishiro irritando más a Levi –Seishiro-san, ¿Habrá más cosas que debamos presenciar?

 

--No lo creo, Subaru-kun me llama, así que la próxima vez que el escenario cambie, su misión iniciará. Estas son los datos sobre los que trabajarán, adjúntenlos al informe inicial. –decía mientras les extendía las hojas –Este el papiro para que entiendan los idiomas, es probable que Elric conozca más de unos cuantos, y sus mochilas con las herramientas que podrán necesitar aparecerán también al cambio de escenario. Buena suerte, Eren. –dijo esto último desapareciendo en el acto.

 

--Eren. –llamaba el pelinegro.

 

--Hai Levi-san. –contestaba el castaño aun mirando el pergamino con los extraños símbolos para los leguajes.

 

--¿Qué ocurre? –se atrevió a preguntar Levi.

 

--No ocurre nada, tan solo estoy mirando…

 

--No me refiero a eso. Algo sucedió, pareces diferente. –seguía presionando Levi.

 

--En verdad no ocurre nada. –insistía Eren.

 

--Algo te molestó, desde que llegamos… Eren, no estaba enfadado contigo. Sakurazuka me irrita eso es todo. Mi molestia es con sólo con él. –se ‘disculpaba’ Levi.

 

--Levi-san… de verdad… yo…

 

 

 

El escenario cambió abruptamente, más Levi pudo notar que Eren se relajaba con sus palabras, debía ser más cuidadoso, no soportaría perderlo, incluso a hora es más dependiente de su presencia que antes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

>>Continuará...

Notas finales:

Gracias por leer.


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