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Save me! por Kunay_dlz

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Notas del capitulo:

 Aquí el segundo capítulo.

 

 

-Editado-

 


 


Save me!


 


II


 


Procedimientos para llegar a un común acuerdo


 


 


 


La vida no es justa: llena de sufrimiento a quienes no lo merecen y recompensan a la escoria andante. La muerte tampoco lo es, se lleva a los hombres buenos y justos mientras que deja a gente sin escrúpulos incapaces de ver más allá de sus ambiciones. No me haré a víctima, ese papel no me queda, si me aferrara a algo… sería al mocoso que están a punto de arrebatarme. No recuerdo haberme sentido tan posesivo con algo o con alguien como con este mocoso, impertinente, impulsivo, temperamental, honorable, mocoso… dependo tanto de él. ¿Qué será de mi vida cuando la de él se extinga… cuando se la arrebaten? Estúpido mocoso, si supieras el poder que tienes sobre mí.


 


Un hombre de cabello negro con un corte particular, ojos grises, analíticos y fríos, complexión pequeña, usaba su uniforme del Cuerpo de Reconocimiento sin sus armas, con su rostro lleno de indiferencia matizado de incertidumbre, se ocultaba en una esquina obscura en el pasillo que daba hacia el calabozo, ahí donde permanecía encerrada ‘la esperanza de la humanidad’... en espera de su ejecución.


 


Se infiltró casi después que aseguraron al prisionero, permaneció oculto de todos durante estos días y noches en los que ´la esperanza de la humanidad' había sido encerrada. Escuchó el sufrimiento del ‘prisionero’, escuchó los reclamos hacia la nada, escuchó el llanto sin restricciones y loss gritos de agonía del joven prisionero, no interrumpió. No se acercó a ofrecerle consuelo. Después de todo el prisionero tenía el derecho a desahogarse. Tenía todo el derecho después de haber callado tanto tiempo. Durante el día, presenció desde su escondite entre las sombras cómo el prisionero se forzaba a estar calmado, aún en sus últimas horas el de las sombras veía cómo el prisionero seguía con su necedad de mostrar fortaleza, de aceptar su destino, aun cuando éste sea el de zanjar su propia vida.


 


"Estoy decidido, lo sacaré de ese lugar… lo llevaré lejos de estos malagradecidos con aire en su cabeza, tan cobardes y desconfiados hacia un chico que les ha salvado de la extinción… lo sacaré de estas murallas que tanto odia… le mostraré el mundo que él, sólo él, salvó. No importa que se niegue, no importa cuánto proteste, no importa que lo lleve contra su voluntad… él vivirá, yo me aseguraré de eso.


 


Tan solo hay que esperar el momento correcto, llegado ese momento, casi puedo asegurar que sus amigos nos cubrirán, distraerán a los guardias lo suficiente para que nosotros tomemos distancia. El mocoso no quiere que se arriesguen por él, pero ellos lo harían de todos modos, podría apostar que esa chiquilla de mirada asesina hará algo durante la ejecución, sin importar la orden que establece que quien quiera que impida la ejecución del último titán será enjuiciado por traición. Estúpida orden. Esos otros mocosos harán algo, no importa que el mocoso se los prohíba, ellos lo harán, después de todo no sobrevivieron una guerra para ver morir a uno de los suyos, ese que hizo posible terminar con la pesadilla. Por ello, al notar que me he llevado al mocoso crearán una coartada, un falso rastro de nuestras huellas, simplemente serán cómplices sin necesidad de pedírselos."


 


Se escucha movimiento dentro de la celda-calabozo. "Al fin el mocoso hará otra cosa que entregarse a su desdicha." pensaba el de las sombras.


 


 


 


--‘¿Q-quienes son-n usted-es?’ –se escuchó la voz del prisionero, su voz se notaba exhausta, sin duda consecuencia de su desahogo de la noche anterior


 


>>‘¿Q-qué clase de tr-trato?’ –parecía sorprendido “me pregunto si, el mocoso habrá perdido el poco juicio que tenía, ¿Con quién hablará? ¿Con quién pensará que habla? ¿Su mente cansada le juega trucos? No te rindas mocoso” imploraba el que escuchaba fuera de la celda-calabozo.


 


>>‘¿Por qué... por qué no este mundo?... ¿No volveré a ver... a mis amigos… ni el lugar en el que crecí?’ –continuaba el prisionero “Basta, mocoso, no te tortures así, yo te sacaré de ese lugar, tan solo resiste un poco más.” Se aseguraba a sí mismo el oyente de las sombras.


 


>>’¿Qué es lo que tengo que hacer?’ –parecía que el prisionero había tomado una decisión “No cedas mocoso, no tienes permiso para sucumbir a la locura.” pensaba el de las sombras.


 


>>‘¿Qué? ¿Amante?... Yo n-no tengo ningún amante.’ –había nerviosismo y algo de arrepentimiento en la voz del prisionero, seguía negándose a sí mismo sus sentimientos “Valla mocoso, así que no te has dado de cuenta” pensaba con pesar el de las sombras.


 


>>‘No, no, claro que no… ¿Mikasa? No, ella es mi hermana… ¿Armin? No, él es mi mejor amigo… ¿Jean? ¡No! Jamás.’ –había disgusto, molestia y pánico en las respuestas del prisionero hacia  ‘la nada’ “Por lo menos ahora sé que no ves a esos otros mocosos con otros ojos y esperanzas.” pensaba con alivio el oyente de las sombras.


 


>>’Exacto, deje de jugar. Yo no, no tengo ningún amante. Además, si lo tuviera, no me atrevería a pedirle que deje este mundo conmigo... no para pedirle que se enfrente a otros peligros, en otros lugares y que esté sólo conmigo.’ –"No tendrías que pedirlo, mocoso, sin que lo pidieras te seguiría hasta el fin del mundo si es necesario… hasta la locura si lo prefieres." aseguraba el de las sombras.


 


>>’¿Un compañero? Entonces, ¿Me asignarán a un compañero para estas misiones aún si no llevo a nadie de aquí?’ – el prisionero se escuchaba sorprendido y, algo arrepentido “Eso sí que no, vallas a donde vallas, en la locura o con tus facultades mentales intactas, nadie más puede estar contigo.” más que pensar decretó el de las sombras.


 


 


 


Ante el ruido de la puerta abriéndose y de los pasos que se acercaban, de amigos seguramente, el que se escondía entre las sombras se sorprendió por lo que había sucedido “Por un momento me sientí ridículo. Si has perdido tu juicio y lucidez… ¿Qué me queda? Claro, me quedas tú. Sólo tú. Ojalá que aún en la locura no opongas resistencia cuando te saque de esa celda-calabozo.” pensaba el que seguía oculto en las sombras.


 


Escuchó con atención las despedidas del prisionero y cómo a sus amigos les hizo prometer que no harían nada tal como lo había previsto, también la reticencia de la chica pelinegra y la fría resignación en los que estaba fuera de la celda-calabozo “Que no durará mucho” se atrevió a pensar el observante. Luego que se marcharan, observó el turno de los oficiales de alto rango de decir lo que tuvieran que decir, los escuchó disculparse por su incompetencia y el agradecerle el hecho de haberles salvado la vida “Al menos tienen el valor de reconocerlo, qué despreciable.” opinaba una vez más el de las sombras.


 


Pensándolo bien, él debía estar en esta última comitiva… él debió haber entrado, debió haberle insultado como siempre lo hacía, le debió haber dicho que hizo un buen trabajo y, si juntaba el valor necesario, le hubiera dicho lo mucho que significaba para él… le habría confesado que hace tiempo que quería proponerle huir más allá de las murallas, para darle la libertad que tanto soñaba… le hubiera propuesto fugarse con él en ese mismo instante.


 


 


 


--‘...sí, estoy listo. ¿Qué debo hacer?’ –decía con un matiz  de incertidumbre el prisionero.


 


 


 


La curiosidad del que estaba entre las sombras le obligó a salir de su escondite, si el prisionero ya había aceptado lo que la ilusión de la locura le ofrecía, entonces debía ser testigo para así sacarlo de su dulce fantasía… o seguirle.


 


 


 


--‘Yo, Eren Jaeger, renuncio a este mundo, renuncio a los lazos que me atan a este tiempo y espacio.’ –el de las sombras observaba por una rendija entre los barrotes y su escondite al prisionero, dicho prisionero miraba un punto fijo en la pared opuesta de donde surgían las cadenas.


 


>>‘Yo, Eren Jaeger, entrego mi existencia a disposición del clan Sumeragi hasta que su objetivo se haya cumplido.’ –hablaba Eren con convicción, ya no había duda, ya no había vuelta atrás… ya no le pertenecía al que observaba desde fuera de la celda-calabozo.


 


>>’Serviré al clan Sumeragi hasta que mi misión haya concluido.’ –al terminar de recitar, Eren hizo una reverencia, de la que ya no se irguió.


 


 


 


El cuerpo sin vida del prisionero yacía cerca del camastro, no había rastros de pulso ni respiración a distancia por más que el que observaba quisiera encontrar… Eren había muerto, ahí en su celda-calabozo, y él no pudo hacer nada para evitarlo. Cerró los ojos antes de sucumbir a la histeria, la presencia del mocoso que lo sacaba de sus casillas seguía ahí dentro, estaba seguro, seguía tan presente como cada día que lo había visto y escuchado.


 


Tan vez, sólo tal vez… no era la locura a la sucumbió el mocoso. Su presencia seguía ahí, su perfume a madera y hierva mojada seguía emanado de algún punto dentro de la celda-calabozo. “Fuera de este tiempo y espacio…” dijo, “Fuera de este mundo…” dijo. Eso fue lo que dijo. “Ni creas que te desharás de mí tan fácilmente, mocoso.” sonrió de lado luego de este último pensamiento.


 


 


 


--¿A dónde crees que vas, mocoso? –dijo el oyente de las sombras saliendo por completo de su escondite.


 


--…Taichou… –escuchó como un susurro lejano, perdiéndose en la distancia, esa voz que reconocería a miles de kilómetros.


 


--No importa lo que este mocoso haya dicho, Sumeragi, yo iré con él. –dijo ‘taichou’ mirando hacia el lugar que Eren miraba anteriormente, rogando en su interior que 'alguien' respondiera y que no le quitara la esperanza de seguir a su mocoso.


 


 


 


Sumeragi, fue al clan Sumeragi que Eren había jurado lealtad… tenía que haber alguien que representara ese clan, dirigiéndose a ese alguien y ‘ofreciéndose’ a acompañar al mocoso le aceptarían, después de todo, ya le habían ofrecido llevar a un compañero, trataba de razonar.


 


Sería tonto ofrecerse a un puesto posiblemente peligroso y ‘a ciegas’… pero él lo hizo. El hombre más fuerte de la humanidad estaba ofreciéndose a lo desconocido con tal de seguir al lado de un mocoso. Aunque sin el mocoso, no habría nada por lo que valiera la pena vivir.


 


 


 


--¿Estás seguro que quieres venir? No habrá marcha a atrás, no habrá lugar al cual regresar, no hasta que la misión se haya cumplido. –decía una suave voz a la que poco a poco se le fue materializando un cuerpo.


 


 


 


Era un joven con edad y altura similares a las de Eren, con su pelo un poco largo, un par de mechones y un flequillo enmarcaban a unos grandes y hermosos ojos verdes jade... aunque parecían albergar una infinita tristeza; su vestimenta era muy extraña: largas telas cubrían sus manos y pies por completo, de un color blanco casi destellante. “Hermoso…” pensó casi sin darse cuenta.


 


 


 


--Tendría cuidado con esos pensamientos si fuera tú. –una voz fría y demandante lo sacó de su embelesamiento.


 


 


 


Era un hombre muy alto quien se materializó al lado del joven de ojos verde jade, el hombre tenía su pelo negro corto y unos ojos miel, más fríos que su propia voz, casi vacíos; traía unos atuendos extraños de colores obscuros que remarcaban su aura que gritaba peligro en todos los sentidos, a la vez que contrastaba por completo con su compañero.


 


Aunque claro, a él, nadie lo intimidaba. No iba a cambiar eso en este instante, y menos con ese tipo. Por lo que le devolvió la mirada amenazante, sin titubeo, sin remordimiento.


 


 


 


--Seishiro-san, suficiente. –dijo Sumeragi. El que él contestara significaba que él era representante del mencionado clan, según su lógica.


 


--Lo siento Subaru-kun, pero tiene que entender, que tú no estás a su alcance. –aseguraba Seishiro sin apartar su mirada del de ojos grises.


 


--Tu no decides eso Seishiro-san, –dijo Subaru sorprendiendo a los presentes –así que detente. Él se vendrá con nosotros. –estableció Subaru para luego volverse hacia el que estaba del otro lado de la celda –Repite lo mismo que dijo Eren, al finalizar has una leve reverencia y podrás venir con notros.


 


 


 


Cierto, Eren. Iría con ellos para estar cerca del mocoso. Hablando del mocoso, lo buscó con la mirada y lo que halló, le sorprendió. Y eso era decir mucho. El mocoso estaba como nuevo, sin heridas, sin ojeras, sin el eterno cansancio… le sentaba bien el cambio de ‘realidades’. Ahora podrá protegerlo.


 


 


 


--Yo, Levi Ackerman, renuncio a este mundo, renuncio a los lazos que me atan a este tiempo y espacio.


 


>>Yo, Levi Ackerman, entrego mi existencia a disposición del clan Sumeragi hasta que su objetivo se haya cumplido.


 


>>Serviré al clan Sumeragi hasta que mi misión haya concluido. –tal como le fue dicho, hizo una reverencia de la que su antiguo cuerpo no se irguió.


 


 


 


Se dio un vistazo a sí mismo, nada de cicatrices en sus manos, su uniforme parecía nuevo y seguramente su rostro también cambió. Miró su cuerpo ya sin vida y se adentró a la celda-calabozo sin importar los barrotes, los atravesó, se puso al lado de Eren y no pasó desapercibido la ligera molestia en el rostro del castaño. “Ya habrá tiempo para hablar” pensó Levi.


 


Sin esperar más, Subaru hizo un ademán para que Eren y Levi lo siguiera, ignoró el rostro indescifrable de Seishiro y caminado a través de un portal luminoso desaparecieron. Se fueron, los extraños pelinegros, un oficial y un cadete, dejando atrás dos cuerpos sin vida en un mundo que no los volverá a ver.


 


 


 


 


 


 


 


>>Continuará...


 


 


 

Notas finales:

Gracias por leer.


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