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HAAKON por Karenlauren

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Me desperté y miré el techo de mi habitación-celda de la mansión de Sir Loran. Era medianoche y hora de escaparse. Ya había cumplido mi tarea allí.

Abrí el cojín dónde había escondido los planos y los revisé, tal como esperaba las murallas que rodeaban los jardines de la mansión estaban recubiertas de pasadizos secretos. Esa parte sería fácil, lo complicado sería salir de la casa lo más rápido posible sin ser visto.

Cogí una bolsa del armario, una capa marrón y rellené la bolsa con comida que había robado durante la cena junto con una bolsa de monedas de oro que había encontrado debajo de la cama.

Era hora de irse.

Entreabrí la puerta y miré que no pasara nadie. El pasillo estaba desolado, seguramente todos estaban en el banquete que “el Amo” había preparado en honor de su futura esposa.

Miré los planos y vi que tendría que salir por la puerta principal. Llegué al fondo del pasillo y una mano que salió de la nada se posó en mi hombro. Una voz femenina que tan sólo había oído una vez anteriormente susurró en mi oído:

- ¿Dónde crees que vas? - me giré lentamente y vi a la Olvidada vestida con un vestido sencillo y una capa. Me miraba tal como una serpiente mira a un ratón arrinconado.

Suspiré, la tomé de la mano y seguí mi camino. Ella se sorprendió y soltó de mi mano:

- ¡¿Qué crees que haces?!- gritó antes de que le pudiera tapar la boca.

- Shhhhhh! ¡No grites tonta que nos van a pillar!- susurré - ¿No quieres escaparte?

Ella me miró confusa:

-Si…

-Pues vamos.- dije de mal humor, si alguien nos había oído tendríamos problemas. Y de los gordos.

Le indiqué que me siguiera. Juntos conseguimos salir de la casa y atravesar los jardines, seguramente todos lo estaban pasando “genial” en ese estúpido banquete, tan sólo esperaba que no fuesen a buscarnos a ninguno de los dos o lo llevábamos claro.

La guié por los túneles de la muralla y salimos al exterior.

Ambos suspiramos aliviados. Empezamos a andar hacia el pueblo.

- ¿Cómo te llamas? – me preguntó ella tomándome por sorpresa.

- Zero, ¿tú?

- Yuuki, encantada de conocerte.

- Igualmente.

De repente, su tatuaje empezó a emitir luz y en un abrir y cerrar de ojos ella estaba encima de mí inmovilizándome.

- ¿Qué…?

- Ahora cuéntame cómo has conseguido neutralizarme - me cortó ella con voz amenazadora.

- Es una larga historia y ahora no es el momento así que… ¿sería tan amable Su Majestad de bajarse de mí para que pueda alejarme de este lugar cómo alma que lleva el diablo para que no me corten la cabeza?

Ella me miró desconfiada pero se bajó de mí y su Marca dejó de emitir luz. Seguimos andando en un incómodo silencio hasta el pueblo dónde visité al antiguo herrero para quién trabajaba y le compré un caballo por tres monedas de oro.

Me subí y ayudé a Yuuki a subirse detrás de mí.

- ¿Hay algún lugar al que quieras ir? ¿O te llevo a Palacio?

Ella me miró sorprendida y dijo:

- No quiero volver a ese horrible lugar, me siento cómo el ganado. Siempre he querido visitar  la Capital de Leopold, he oído que tienen el mejor instituto de Contratistas.

- Así pues rumbo a Leopold.

Cabalgamos hasta llegar a la frontera, allí decidimos parar a descansar, hice un fuego y calenté la comida. Ella no paraba de mirarme significativamente.

- ¿Conoces a lady Shizuka? – ya era hora de dar respuestas.

- Si, por supuesto! Fue mi mentora cuando llegué.

- Es mi madre. – Esa afirmación la sorprendió y dijo:

- ¡No puede ser! Pero…- se acercó a mi rostro, observando – tenéis los mismos ojos y color de pelo… Vale, te creo.

- Gracias, - dije con ironía - pues verás estuve viviendo con ella hasta los diez y ocho años, entonces me echaron.

- ¿Y eso qué tiene que ver con que me hayas podido “neutralizar”? – la miré con una ceja levantada.

-¿Qué? – replicó ante mi mirada.

- Espera a que terminé – gruñí, suspiré y seguí con mi relato - Cuando era pequeño solía jugar con mi hermana, pero sus juegos empezaron a volverse peligrosos una vez descubrió cuál era su poder, hasta que un día lo llevó demasiado lejos: quería sostenerme en un acantilado – ella abrió los ojos desmesuradamente, cómo si no pudiera creer lo que escuchaba – por supuesto me negué por completo, pero ella intentó obligarme y así apareció mi Tatuaje.

Me aparté el pelo del cuello y se lo enseñé.

- Ya lo había visto pero pensaba que eran ilusiones mías.

- No, por desgracia, es real. Cada vez que lo uso se expande y luego regresa a su forma original.

- Eso es muy interesante… Un chico con una Marca! Dime, ¿cuántas veces lo has usado?

- Dos, la vez que estaba con mi hermana y contigo.

Ella me miró confusa.

- Cada vez que lo uso acorta mi vida, ¿entiendes? - ella asintió, había comprendido por qué no lo usaba.

- El Rey no lo sabe, ¿verdad? – negué con la cabeza.

- No quiero convertirme en el próximo juguete de su hijo… - pensé asqueado.

- ¿Cómo?- dijo ella atónita. La miré como si fuera tonta, ¿de verdad esta chica había vivido dentro de Palacio?

- Parece que vives en una nube, él… no está orientado en el sexo opuesto.

- ¿Cómo puedes decir eso del Príncipe? - gritó ella enfadada… Otra admiradora, pensé irónico.

- Porque cuando yo tenía diez años y él quince, digamos que trató de hacer cosas indecentes. No quiero que se repita la experiencia.

Ella me miró asombrada, parece que no sabía que decir pero aun así abrió la boca para responderme. La corté:

- Si no tienes nada que decir mejor no digas nada.

Ella cerró la boca y dijo en voz baja:

- Buenas noches.

Se envolvió en su capa alrededor del fuego y se durmió rápidamente.

Me quedé despierto toda la noche montando guardia.


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