Llevábamos una media hora saltando de rama en rama árboles a gran velocidad, la verdad es que ya estaba agotado pero ese niño tan siquiera sudaba.
“¿Quién será realmente?”, pensé confuso. Puede ser que llevara toda la vida viviendo allí pero aún así no era normal que teniendo diez años ese niño viviera solo en medio del bosque.
Además esa velocidad y fuerza no eran normales, también está el que me haya podido curar de cicutas, una planta mortal para el hombre- que bueno, tampoco es que me la comiese a propósito, tan solo la confundí con perejil -.
Perdido en mis pensamientos me choqué contra algo y grité:
-¡Ay!
-Shhhhhh- me dijo él para que me callara.
-¿Qué ocurre?- susurré.
- Ya casi hemos llegado, pero a partir de ahora no menciones mi nombre ya que hemos de pasar por la ciudad - dijo él mientras se cubría con la capucha de su chaqueta.
- Que pasa, ¿eres un criminal buscado? - dije divertido ante sus gestos.
Menma me lanzó una mirada que desvaneció toda mi diversión e hizo aparecer mi curiosidad, con esa misma mirada me dijo:
- Tú puedes ir por las calles, tan sólo sigue mi sombra.
Antes de que pudiera preguntar más, él saltó del árbol hacía la esquina de una casa: un punto ciego.
Le seguí rápidamente, si me despistaba un momento le perdería de mi vista.
Llegamos hasta una casa al otro lado del pueblo, ésta era más grande que las demás pero tenía la misma forma cuadrada y las mismas paredes blancas junto con un tejado marrón.
- ¿Es aquí? - pregunté.
El chico asintió.
- Adiós.
Con esa última palabra y antes de que pudiera detenerle se fue.
Tan sólo quedaba entrar a preguntar a ese tal Kiba si sabía la existencia de algún ser no humano, había oído rumores sobre una “monstruo” que hablaba con las plantas en este pueblo y necesitaba que esa persona me ayudara a conseguir mi título de la Escuela de Leopold.
Llamé a la puerta y me abrió una mujer que parecía un gorila. No muy convencida por mi aspecto me dijo:
-¿A qué has venido? - su voz era grave y su tono indicaba desdén.
Molesto pero tratando de ser educado, le dije:
- Busco a Kiba.
Ella entró y gritó con su voz atronadora:
- Kiba!!!! Viiisiiiitaaaaa!!!!!
Al momento un muchacho de pelo castaño y ojos oscuros bajo atropelladamente unas escaleras. Cuando vio quién era se sorprendió ya que no me conocía.
Lo que parecía ser su madre nos dijo que nos fuéramos fuera a hablar.
Él me miró extrañado y antes que pudiera decir nada le dije:
- Necesito tu ayuda, estoy buscando al “monstruo” de este pueblo que habla con las plantas.
- No sé donde está- dijo él mirándome.- Por cierto, ¿quién eres?
- Verás me llamo Sasuke, - hinché el pecho con orgullo y proseguí- vengo de la Escuela de Leopold, he estudiado para contratista pero aún no tengo el título, para eso me hace falta un compañero y quiero que él ocupe ese puesto.
- No creo que le quieras como compañero, es un crío de diez años estúpido que vive solo en la montaña - dijo con tono burlón.
Me quedé helado, no podía ser.
- ¿Cómo se llama?- dije nervioso.
- Si no recuerdo mal creo que era Men…algo pero ahora todos la llamamos monstruo o demonio, cómo gustes - dijo despreocupado mientras que yo me ponía cada vez más nervioso - ,deberías pasarte por la noche de los muertos, el año pasado algunos aldeanos fuimos a asustarlo a su casa pero él huyó así que tuvimos que perseguirlo. Uno de los aldeanos hasta le hizo cortes en las piernas para que no huyera.
Me había quedado sin palabras mientras él me contaba eso y empezaba a reírse cruelmente.
- ¿Quieres escuchar más?- prosiguió.
”No, no quiero escuchar más” pensé atormentado y confuso. Pero si iba a pedirle que fuera mi compañero, debía entender por lo que había pasado.
Le dejé continuar:
- Lo mejor de todo es que a veces él aún viene por la aldea porque se siente solo en la montaña, deberías ver su cara cada vez que le echamos.
En esos momentos realmente quería girarme y pegarle a ese chico por su crueldad, pero me controlé, necesitaba saber una cosa más:
-¿Por qué?
-¿Eh?- dijo él.
- ¿Por qué le tratáis así?- repetí apretando los puños.
- A si, verás después de un año que llegaran él y su abuela, los cultivos empezaron a no dar frutos y Menma fue un día para ayudar a los agricultores, entonces ellos vieron como él se quitaba el pañuelo que siempre llevaba puesto. – Hizo una pausa para darle emoción a la historia pero tan sólo consiguió ponerme aún más furioso - vieron sus orejas, no eran humanas, eran puntiagudas y pequeñas, después él puso las manos sobre la planta. Empezó a brillar con una luz roja muy extraña, luego les dijo el problema. El gobernador fue informado por algún aldeano que había un demonio en el pueblo, todos quisieron lincharlo pero su abuela ocupó su lugar. El muy estúpido aún cree que ella está viva.
Antes de que él pudiera ponerse a reír otra vez me giré y rápidamente le pegué tal derechazo que le rompí el tabique de la nariz.
Fui en busca de Menma sin mirar al chico quién pedía ayuda y nadie corría a socorrerle.