“¿Por qué?” pensé desesperado. No podía hacer nada por él y eso me estaba matando.
Me acerqué a Menma con pasos lentos, aunque ahora mismo no creía que me pudiera escuchar. Le alcancé, cogí entre mis brazos y me lo llevé lejos, a mi campamento.
Una vez llegamos le acosté en mi saco de dormir. Estuve toda la noche montando guardia por Menma, hubo un momento en que dejó de sollozar y se durmió.
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Cuando salió el sol el rubio se levantó. Sin embargo no salió del saco, oí que murmuraba algo y me acerqué más para oírle:
- …basta… no…más… ya no puedo…
Le miré a los ojos, no había nada. A diferencia de la mañana anterior cuando tenía unos ojos azules llenos de vida, ahora no había nada estaban completamente negros.
- ¿Necesitas algo?- pregunté preocupado por Menma quién levantó su cabeza, mirándome fijamente a los ojos. Un escalofrío me recorrió la espalda. Algo iba muy mal.
De repente de sus ojos empezaron a caer lágrimas y sus ojos volvieron a tener un ligero color azul marino. Se lanzó a mis brazos y rompió a llorar. Le abracé muy fuerte, quería que sintiera que ahora ya había pasado todo, mis deseos de protegerlo pero eso tan sólo obtuvo una reacción totalmente opuesta a lo que deseaba. Empezó a sollozar más fuerte y a gritar:
- ¡No puedo más! ¡Basta! – Habían llevado a esa niño hacia un límite que ni tan siquiera le desearía a mi peor enemigo. – ¡¡Me rindo!!¡No puedo más!!- prosiguió- ¡Aunque todos los días espero que mi abuela vuelva a casa no lo hará! ¡Está muerta por mi culpa!
Le abracé más fuerte, no sabía qué hacer. Jamás había estado en ese tipo de situación… Tan sólo le dije lo primero que se me pasó por la cabeza:
- Está bien, tienes derecho a rendirte. Ya has pasado por mucho.
Él siguió llorando toda la mañana desahogándose en mi hombro.
Se hizo mediodía y Menma ya se había calmado. No había vuelto a hablar desde aquello. Yo estaba confuso, me sentía un inútil por no comprender sus sentimientos. Así que empecé a hablar:
- Verás hoy por la noche sale un barco hacia la Isla Principal de Konoha, quiero que vengas conmigo - él me miró confuso, ya era un avance considerando su situación. – Menma, quiero que te vaya lejos de esta isla. Ven conmigo.
Le tendí la mano. El rubio primero se me quedó mirando, con vacilación tomó mi mano débilmente. Se la cogí más firmemente y le atraje hacia mí:
- ¡Tengamos un nuevo comienzo! ¿Sí?
Él me observó cómo si estuviera viendo por primera vez.
- Me llamo Naruto…- susurró en voz muy baja.
- Pero me dijiste que te llamabas Menma… un momento – comprendí de golpe - ¿usas un nombre falso?
Él se sentó de nuevo y me hizo un gesto para que me sentara a su lado.
- Cuando era pequeño vivía cerca de la capital de Leopold con mi familia, éramos especiales pero las personas normales nos aceptaban hasta que un día las ramas secundarias empezaron a ser atacadas justo después de mí llegada, por cazadores y humanos.- Él cerró las manos en puños, se las cogí para que no se hiciera daño con las uñas y siguió:
- Todos creyeron que mi llegada fue una maldición y la rama principal fue traicionada y atacada. Ahora tan sólo quedo yo. Después mi abuela me adoptó y huimos aquí. Ya sabes el resto.
Me quedé mirándolo mientras apretaba mis manos en un esfuerzo por no llorar. Me acerqué a él y le abracé con cuidado.
- Puedes llorar, si quieres.
- No, las personas que lloran son débiles…
Negué con la cabeza y dije:
- Las personas que lloran no son débiles, tan sólo llevan mucho tiempo siendo fuertes.
Men… digo Naruto se derrumbó ante esas palabras, empezó a sollozar. Pasaron la tarde: él tratando de consolarla y Naruto jurándose a sí mismo que no volvería a llorar ante nadie después de eso.
La noche cayó y ambos embarcaron en “El Cangrejo”, el barco que les llevaría hasta la Isla Principal de Konoha.
****** NOTA DE LA AUTORA************
Han de ver este video:
https://www.youtube.com/watch?v=rOPSyF_UiJ4
ES UNA JODIDA HORMIGA CANTANDO!