Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ojos verdes por Lonny

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

CAPITULO 23

- ¿Entonces aceptas? – preguntó Tony, frotándose las manos impaciente. Llevaba horas intentando convencer a ese cabeza hueca de que aceptara la ayuda de Loki en su nuevo proyecto, más ahora que empezaba a ser una realidad. Bruce restaba apoyado en una de las cajas con los brazos cruzados, observando el suelo con el rostro impasible.

Tony, en serio, eres imposible – dijo negando con la cabeza, incrédulo de los cambios anímicos que experimentaba ese hombre según las circunstancias. Miró a Loki, quién restaba a su lado en silencio, también cabizbajo – Ya tenía en mente acudir a Loki para este proyecto, pues fue de las pocas personas que mostró interés cuando se lo conté, aparte de Steve, claro – Tony asintió, dando un paso hacia adelante.

Entonces, todo aclarado – se giró hacia el joven, olvidándose de respetar su espacio personal – Ya no tienes excusas – y le sonrió, aunque estaba seguro que estaba haciendo un sobresfuerzo para que no notara la alegría que lo embargaba en esos instantes - ¿Vendrás? Aunque sólo sea de pasada – Loki tragó saliva, dando un leve paso hacia atrás para recuperar la distancia que él mismo se había auto impuesto. La cercanía de aquél hombre lo alteraba demasiado, aunque hiciera un gran esfuerzo para que no se le notara. Debía mantenerse en su decisión, al menos hasta que supiera del cierto que el cambio del que Tony hablaba era real o sólo una mera excusa para que bajara la guardia y se volviera a aprovechar de él.

Me gustaría hablar con Bruce antes – y miró al susodicho, dibujando una leve sonrisa – A solas, claro – Tony sintió un leve pinchazo en su pecho, pero hizo como si no hubiera pasado nada. Asintió levemente, mirándolos a ambos. Sobraba. Quizás había sobrado desde hacía rato, o incluso desde hacía mucho tiempo. No podía dejar de recordar aquella conversación durante la cena benéfica o aquella intimidad durante sus conversaciones en el taller. Y volvió a sentirlo, esa sensación de derrota, de verse desplazado por el ser que más quería porque, sí, lo quería aunque se negara a sentirlo por miedo a que Loki no sintiera lo mismo. Así que lo miró una última vez y se dio la vuelta, camino de vuelta a su laboratorio.

Aunque no te lo diga, te quiere. Más de lo que jamás podrá admitir – dijo Bruce, encontrándose con la mirada verdosa del joven, quién se quedó en silencio sin ser capaz de apartar sus ojos, aun sabiendo que no lo miraban a él.

Había pensado que… - carraspeó, desviando su mirada- … si de verdad ves conveniente que te eche una mano, pues podría venir después de clases, quizás un par de horas, no sé – y se encogió de hombros, hablando como si se hubiera aprendido un discurso que necesitaba vomitar seguido sin pensar mucho más - ¿Qué te parece? – Bruce jugó con sus gafas, ocultando la sonrisa que luchaba por salir.

Me parece bien. Y, visto que estás aún metido en tu tesis, tampoco quiero quitarte mucho tiempo – Pero Loki no parecía estar de acuerdo.

No me quitaría tiempo. Todo lo contrario – y, sin que el joven se diera cuenta, él mismo sonrió – He estado pensando en ello durante un tiempo y no sería muy descabellado unir ambas investigaciones, pues no son del todo opuestas. Incluso podría decir que son complementarias, aunque aún me quedan un par de cálculos que hacer – Bruce asintió, conforme con lo que estaba diciendo.

En ese caso, tienes las puertas de mi laboratorio abiertas y a tu disposición para cuando quieras o puedas venir – la sonrisa de Loki se amplió, formándose un leve sonrojo en sus mejillas – Y, tranquilo, te aseguro que Tony no estará pululando por ahí, como siempre – el joven bajó su rostro – A menos que tú lo quieras – y Bruce pudo disfrutar del sonrojo creciente en su rostro, dándose la vuelta para caminar por el pasillo – Y sé muy bien que lo quieres – le gritó antes de desaparecer por una de las puertas, dejando a Loki con el corazón acelerado, pues sabía que ese hombre tenía razón.

*^*^*^*^^*^*^*

El teléfono móvil sonó y su rostro se ensombreció. Parecía que las cosas se volvían a repetir, cosa que no dejaba de cansarlo. ¿Acaso ese chico no aprendería nunca? Bufó aburrido, dejando el aparato encima del reposabrazos, mientras con la otra mano se frotaba su sien. Ese chico sólo sabía darle dolores de cabeza, y cada vez más a menudo.

Conozco esa cara, Odin –dijo Frigga, sentándose en el sofá que estaba a su lado, apoyando sus brazos encima de sus rodillas – Estoy segura que alguno de tus espías te dio una mala noticia – el hombre la miró con el ceño fruncido, más molesto por la burla implícita en la voz de su esposa que del tema en sí.

Y parece ser que tú estás contenta por ello – Frigga puso cara de inocente, cruzando sus piernas mientras cogía una revista de la mesa.

No sé de qué me hablas, querido – y se puso a ojear la revista, cuando Odín se la quitó de las manos para que le prestara más atención.

Loki ha vuelto a esa empresa y no pongas cara de sorpresa, porque me imagino que ya lo sabías – Frigga cogió de nuevo la revista, manteniéndole la mirada.

No pienso negarlo, es más, fui yo quién le animó a que fuera – Odín abrió mucho su ojo, incapaz de creer en las palabras de su esposa – Y, antes que entres en cólera, me gustaría pedirte que dejaras todo este asunto de una vez. ¿Acaso no ves que lo único que has conseguido hasta ahora es hacer daño a tu hijo y alejarlo más de ti? – el hombre relajó sus músculos, pero siguió mirándola – Sé que, en un principio, pensaba como tú. ¡Y cómo no hacerlo! – se dijo más para sí misma al recordar todo lo que le había contado su marido respecto a Stark – Pero, una vez que vi el bien que le hacía a Loki, la sonrisa que afloraba en él casi sin darse cuenta y, bueno, conocer en persona al propio Tony Stark pues… - Y Odín se levantó de golpe.

¿Cómo que lo has conocido? ¿Cuándo? ¿Por qué? – Frigga se levantó y animó a su marido a volver a tomar asiento.

Sí, lo conocí no hace mucho porque vino a casa buscando a Loki. Lo cierto es que me pareció un hombre encantador, más guapo al natural, ¿sabes? – Odín alzó una ceja interrogativo – Y, debo confesarte, que disfruté mucho colocándolo contra las cuerdas en mi pose de madre implacable, defensora de su nido –y la mujer sonrió, guiñándole un ojo coqueta a ese hombre que no podía apartar sus ojos de ella. Era en momentos así cuando recordaba por qué se había casado con ella y las veces que debería dar gracias porque ella aun siguiera a su lado. Frigga se quedó en silencio, admirando la expresión indescifrable de su marido - ¿Ocurre algo? – Odín bajó su mirada.

¿Y qué pasó? – susurró casi imperceptiblemente, haciendo que su esposa sonriera y cogiera su mano.

Pasó que le dejé las cosas claras, pero con más cariño y compresión que el que utilizaste tú en su día – el hombre murmuró algo por lo bajo que ella no acabó de entender – Y Loki vino a pedirme consejo al cabo de un par de horas – Odín alzó su mirada, con curiosidad – Sí, como lo oyes. Así que le dije que fuera sin ninguna pretensión – el hombre asintió, apretando la mano de ella.

Entonces, no ay mucho que yo pueda hacer, ¿no? – pero Frigga no parecía pensar lo mismo.

Todo lo contrario. Hay algo que sí debes hacer; quizás lo más importante de todo – Odín se extrañó ante esa petición – No hacer nada – y el hombre rodó los ojos, levantándose del sofá - ¿Por qué no les puedes dejar en paz? ¿Por qué debes seguir interfiriendo en los deseos de tu hijo?

Porque ese tipo no le conviene, Frig – espetó Odín, dándose la vuelta para encararla – Loki merece alguien mejor, mejor que Stark, mejor que Peter –

Pero eso no está en tus manos decidirlo – Frigga posó sus manos encima de los hombros de él, dibujando una sonrisa cómplice – Deja que Loki acierte o se equivoque solo. Imagina qué habría pasado si tu padre se hubiera opuesto a nuestro matrimonio… ¿Qué habrías hecho?– Odín suspiró, cerrando levemente los ojos.

De acuerdo – se separó de ella, cogiendo su teléfono móvil y mandó un simple mensaje. Su esposa tenía razón. Ya era hora de dejar de comportarse como un lobo, acechando a sus víctimas, y pensar más en el bienestar de su hijo. Aunque, por mucho que insistiera su esposa, Stark jamás le caería bien – Oye, Frig… ¿ese tipo es más guapo que yo? – y la mujer no pudo, sino, abrazarle con todo el amor que aún seguía sintiendo por ese cabezota.

"Misión de vigilancia abortada. OB"

*^*^*^*^^*^*^*

En situaciones como esa echaba de menos poder embriagarse, sentir los efectos devastadores del alcohol circular por su riego sanguíneo, creando esa sensación falsa de estar en una nube, creyendo que nada ni nadie podía hacerte daño. Simplemente quería vivir en esa maldita nube.

Alzó su mano por cuarta vez esa noche y llamó la atención de ese camarero, quién empezaba a mirarle extrañamente. Suponía que se estaba preguntando cómo era posible que ese hombre se hubiera bebido tres whiskys y siguiera actuando como si de agua se tratara. Steve tuvo ganas de gritarle, de reclamarle que le sirviera lo más fuerte que tenía en el local, pero sabía que, por mucho que pidiera, el resultado sería el mismo: un leve cosquilleo en la punta de sus dedos. Aun así, el camarero le sirvió su cuarto whisky con hielo y volvió a su tarea de limpiar vasos sin dejar de mirarlo de reojo. Fue en ese momento cuando la puerta del local se volvió a abrir, dejándose escuchar unos leves pasos acercarse hasta la barra. Hacía tiempo que no se veían; ni una llamada o un mensaje. Nada. Y, aunque sabía muy bien que el rubio no era muy dado a formalismos, ni tan siquiera pedir ayuda cuando la necesitaba, había decidido dar ese paso él mismo.

Nunca pensé que te encontraría aquí, la verdad – Coulson se sentó a su lado y llamó la atención del camarero – Sírvame lo mismo que a él – Steve alzó una de sus cejas y se llevó el vaso a los labios, bebiendo un trago generoso sin mirarle.

No deberías beber eso. Eres demasiado joven – apuntilló, dejando el vaso de nuevo encima de la barra. El camarero llegó y dejó el pedido delante de su nuevo cliente. Coulson simplemente se lo quedó mirando.

Puede ser – cogió el vaso y le dio un sorbo, soltando un poco de aire después – Uf, está fuerte – Steve sonrió de lado, colocando el frio cristal de su copa en su mejilla.

¿Qué estás haciendo aquí? – Coulson posó sus manos sobre la barra, jugando con una de las servilletas.

Vine a verte. Hace mucho que no hablamos, ni que nos vemos…- se giró hacia él, observándole de cerca – Y mucho menos salir – el rubio giró su rostro y le devolvió la mirada. Quizás no le afectara el alcohol como al resto de ser humanos, pero sí que afectaba en su ánimo y en el brillo antinatural de sus ojos.

¿Quieres salir conmigo, Phil? – dijo con cierto tono burlón, cosa que sorprendió al moreno, quién jamás había visto esa faceta cínica de él. Eso era más propio de Stark. "Todo se pega", pensó.

Como antes, sí – y bebió otro sorbo de su whisky, esta vez más generoso y poniendo en juego su poco aguante con el alcohol. Empezaba a dudar que hubiera sido una buena idea ir a aquél sitio. Steve, a su lado, se acabó el vaso y lo dejó encima de la barra casi como si le quemara, pensando en la eventualidad de pedirse un quinto y tentar el coma etílico sin sentirlo.

¿Por qué no me dices lo que quieres en verdad? – y se giró para encararle, frunciendo el ceño sin apartar esos ojos azules de los ajenos. Coulson cogió su whisky y también se lo bebió, apurando todo su contenido.

Lo que quiero es salir de aquí y dar un paseo. Hace buena noche – el rubio sonrió, asintiendo distraído. La verdad es que no tenía un plan mejor que ese y, bueno, la compañía de Phil siempre era de agradecer.

Así que, sin muchas ceremonias, dejaron un par de billetes verdes encima de la barra y salieron del local; quizás Coulson un poco más afectado pues se había tomado el whisky tan rápido que su cuerpo no le había dado el tiempo suficiente a aceptarlo. Y ahora sufría de esos incómodos mareos, esa horrible sensación de caminar encima de algo que se mueve y que te dificulta mantenerte erguido mucho tiempo. Steve admiró durante un tiempo la dificultad que tenía a la hora de caminar, algo que le subió el ánimo.

¿Estás bien? – le preguntó, sabiendo que no lo estaba, ni lo estaría en un buen rato. Coulson se giró y se lo quedó mirando.

Perfectamente – soltó, enderezándose de golpe mientras se colocaba mejor la chaqueta. A él no le pasaba nada en absoluto. Steve desvió su mirada, intentando ocultar su diversión, mientras lo seguía a paso lento.

Y ahora que ya estamos paseando, ¿dónde quieres ir? – el moreno se paró, mirándolo por encima del hombro en silencio, por lo que Steve suponía que estaba pensando en la respuesta que iba a darle. Pero no abrió la boca. Simplemente se quedó en silencio – De acuerdo, creo que es hora de volver a casa – y lo empujó levemente, sintiendo cómo gruñía por lo bajo.

No sabes dónde vivo – susurró por lo bajo Phil.

Puedes decírmelo… - apeló Steve sin dejar de empujarle levemente.

No sería conveniente – y se paró en seco, girándose completamente hacia él – Llévame a tu piso. Siempre he tenido curiosidad por ver cómo era – el rubio alzó sus cejas sin acabar de creerse lo que le había dicho. Coulson se acercó, más de lo que jamás había estado, más de lo que jamás le había permitido y lo besó. Al principio Steve pensó que sólo habían sido imaginaciones suyas, pues apenas y había notado la caricia de sus labios, pero Phil lo volvió a hacer, esta vez mordiendo su labio inferior con sensualidad sin dejar de clavar sus ojos oscuros en él. Definitivamente el alcohol le había subido mucho a la cabeza. Respiró hondo, sin separar sus ojos de él, y lo agarró de la mano, tirando de él calle abajo.

Hacía mucho tiempo, demasiado. Suponía que desde aquella vez en el taller con Tony, algo que, ahora mismo, le parecía muy lejano, casi ajeno. ¿Aún podía afectarle su ausencia o simplemente era el dolor de sentirse completamente solo? No lo sabía, pero ese tampoco era el momento de averiguarlo. Coulson se retorció debajo de él, jadeando con los ojos cerrados, mientras recorría su cuerpo con ambas manos hasta posarse en su culo. Sabía lo mucho que le gustaba, pues ya se lo había dicho en reiteradas ocasiones desde que habían caído en aquella cama en medio de la penumbra de su apartamento.

Steve… - gimió Phil, arqueando su espalda mientras clavaba sus ojos en el techo de la habitación, disfrutando del vaivén de las embestidas, cada vez más salvajes, que le estaba dando el rubio.

Una noche. Sólo era una noche, pues no se le iba a permitir disfrutar de algo más; aun así, lo estaba gozando como nunca, como siempre había imaginado mientras se hacía el distraído en sus largas charlas con él. Le encantaba. No lo podía evitar, pero sabía que eso no dejaba de ser una anécdota y que no significaría nada para ambos una vez el día hubiera llegado.

Steve volvió a besar esos labios, ya hinchados, y se movió con más rapidez hasta apoyarse en el cabezal de la cama. Cerró los ojos, arqueando su espalda y sintiendo el placer inconfundible del orgasmo recorrer cada poro de su piel. Lo había echado de menos; ahora lo sabía. Respiró hondo y bajó su mirada, observando el saco de nervios y excitación que era Phil en esos momentos, tapándose los ojos con ambas manos como si deseara que no lo viera nadie.

¿Ahora sientes vergüenza? – preguntó, temiendo de alguna manera su respuesta. No sabía cómo, pero su propio cerebro le enviaba señales de mal augurio con demasiada frecuencia. Phil apartó sus manos de su cara y las dejó caer a ambos lados de su cuerpo, totalmente exhausto. Podía decir, sin peligro alguno, que estaba felizmente dolorido.

En absoluto. Sería más bien extasiado – dijo el moreno, respirando profundamente – Deseaba que pasara esto alguna vez – Steve sonrió de lado, saliendo de él y acostándose a su lado mirando hacia arriba. Lo de abrazarse o darse cariño estaba fuera de lugar.

Lo imagino. ¿Viniste al bar para conseguirlo? – Phil se estiró de lado, mirándolo fijamente.

¿Qué dirías si dijera que si? – Steve se giró para encararlo.

Te felicitaría por ello – pero en sus ojos no había felicidad, ni burla, ni ánimo de agradar. Todo lo contrario. Estaba serio, apático, como si aquello careciera de importancia y, eso, afectó al ánimo de Coulson.

Ya veo – se removió un poco en la cama hasta que decidió salir de ella, rumbo al baño. Cuando la puerta se cerró, Steve se giró y abrazó su almohada, suspirando. No sabía cómo sentirse, ni cómo actuar con Phil pues, desde ese momento, las cosas habían cambiado completamente entre ellos. Empezaba a dudar de haber dado el paso correcto, pues sabía que ya no podría quejarse más del modo de hacer de Tony. "Puesto que tú has hecho lo mismo con Phil Coulson", le dijo esa misma voz. Sí, eso parecía y no se sentía para nada bien, la verdad. Al cabo de unos diez minutos, la puerta del baño se volvió a abrir y el moreno salió, quedándose apoyado en el marco de la puerta – Creo que deberíamos aclarar un par de cosas – empezó a decir, llamando la atención de Steve, quién se giró para mirarlo – Esto ha sido muy bueno, de verdad que lo he disfrutado, y te mentiría si no dijera que ha sido como cumplir una fantasía – aquella revelación sonrojó al rubio, quién desvió su mirada algo avergonzado – Pero no significa que tengamos que convertirnos en pareja o amantes… - Phil se acercó a la cama y se sentó enfrente de Steve, haciendo que este alzara su rostro para besarle de nuevo – Por mucho que me gustara, no puedo… no ahora – aquello extrañó mucho a Steve. Hasta donde él sabía, Phil era un mero estudiante de universidad, al igual que Loki; es más, se conocían, algo que había comprobado por sí mismo durante la infame fiesta de Año Nuevo. ¿Tanto anteponía sus estudios? Aunque, a decir verdad, jamás lo había visto estudiar en todos esos meses que se conocían.

Bien… está bien – y lo miró fijamente, encogiéndose un poco de hombros. Lo cierto es que aquello le quitaba un gran peso de encima. No es que no tuviera aprecio a Phil, pero de ahí a tener una relación… No, definitivamente que no - ¿Ni tan siquiera amantes? – Steve sonrió con burla haciendo que el ambiente tenso se disipara completamente. Phil se acercó a él, casi rozando sus labios.

Eso dependerá del desayuno que hagas – y el rubio amplió su sonrisa, abrazando a su amigo mientras lo despeinaba. Quizás las cosas podían ser más sencillas de lo que creía.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).