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Ojos verdes por Lonny

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CAPÍTULO 3

La luz que entraba por la ventana empezaba a martillearle en la cabeza. O quizás no era la luz. Quizás era algo más. Suspiró profundamente, desperezándose moviendo los brazos y dándose cuenta del terrible dolor que atacaba su cabeza. Odiaba esas mañanas. Intentó abrir los pesados párpados, notando entonces una presencia extraña en su habitación. Por cierto, ¿cómo había llegado ahí?

¿Qué haces aquí, Thor?- preguntó cansado con el brazo sobre sus ojos. El rubio sonreía. Parecía de muy buen humor esa mañana.

Deberías ver la cara que pones, hermano- Loki alzó una ceja y abrió un poco el ojo- ¿Buena juerga?- preguntó.

Ni te lo imaginas- y, la verdad, es que por su mente pasaban un sinfín de imágenes inconexas. O quizás no tan inconexas. Definitivamente debería haber comido algo más en la cena y evitar ese estado tan lamentable.

Deberías levantarte ya. Han estado toda la mañana llamando para preguntar por ti- Loki se incorporó levemente con el ceño fruncido- También te han intentado localizar por el móvil, pero parece que inútilmente- el moreno rodó los ojos. ¡Era sábado, por Dios!

¿Y quién tenía tanta urgencia por hablar conmigo?- se frotó los ojos- Es demasiado temprano como para molestar- bostezó. Aun sentía su cuerpo cansado y la garganta rasposa.

Es mediodía, hermano- Thor admiró con humor el cambio en la expresión del moreno- Ha llamado Clint para saber dónde te habías metido. Se ve que te estuvieron buscando un buen rato- el rubio lo miró fijamente- ¿Algo interesante que contar?- Loki negó con la cabeza.

No te hagas ilusiones- retiró las sábanas de su cuerpo y se dio cuenta que aun estaba vestido. Buen punto.

También han llamado desde Industrias Stark- aquello sí que lo alarmó- Quieren que respondas a sus mensajes y te persones esta misma tarde- tenía un mal presentimiento. De repente mil y una imágenes se agolparon en su cerebro. ¿Habría hecho algo malo? Alargó la mano y cogió el móvil. Era verdad que había diversas llamadas de un número desconocido para él y un par de mensajes.

Ven esta misma tarde al taller. La puerta de detrás estará abierta. TS

P.D. Trae un par de cafés. Los necesitaremos

Loki miró de reojo a Thor, que lo seguía mirando inquieto. Cerró el móvil y salió de la cama directo al armario para coger un poco de ropa e irse a duchar. Notaba cómo la mirada de su hermano lo seguía de arriba abajo buscando el momento para preguntarle algo que parecía atravesársele en la garganta.

¿Quieres algo más?- preguntó él. Thor bajó levemente su rostro.

Es sólo que…- desvió su mirada- ¿Cómo estás?- Loki alzó una ceja- Me refiero a… ya sabes…- el moreno se volteó para evitar que su hermano pudiera ver una sonrisa aflorar en su rostro. Nunca dejaría que Thor viera esa parte de él.

Estoy bien- dijo secamente- No te preocupes- Thor lo miró con cierta pena. Envidiaba la manera como Jane había podido hacerse con una parte de la confianza de Loki, algo que él jamás había podido conseguir del todo.

Sabes… sabes que puedes contar conmigo, ¿verdad?- su voz se entrecortaba, incómodo por la situación. Pero no más que Loki, que se limitó a asentir y a salir de su habitación.

Se avecinaba tormenta, lo notaba por el aire frío que empezaba a hacer y por el cielo grisáceo que se cernía sobre su cabeza. Era sábado, tenía resaca y estaba enfrente de aquél edificio inmenso con cierto temor. Siguió las indicaciones del mensaje, bueno, las pocas indicaciones y en seguida encontró una puerta medio abierta y con el código ya activado. Tiró de ella, metiéndose en una especie de pasillo blanco hasta llegar a unas escaleras metálicas. Miró hacia arriba y suspiró. 'Es broma, ¿no?', se dijo. ¿Cree que voy a subir los 31 pisos andando? ¿Acaso era una especie de castigo?

Empezó a subir pesadamente, maldiciendo a ese maldito millonario egocéntrico al que insensatamente había aceptado ayudar. En cada piso que subía inspeccionaba las puertas de acceso a la planta, pero todas, oh sorpresa, estaban cerradas. ¿Habría sido capaz de bloquearlas todas? Cabrón…

Bufó, una y mil veces, mientras un montón de insultos se le atragantaban en la garganta. Imaginó una y mil maneras de hacerle daño, de decirle que era un capullo, que no sabía qué había hecho para merecer eso y que lo detestaba a cada piso que subía y cada puerta que no se abría. Con las piernas un poco temblorosas y rozando ya el décimo piso, la puerta de la planta de abrió y el rostro de Loki se iluminó. Parecía que el castigo había acabado. Se metió en el pasillo iluminado y buscó una silla para sentarse un poco antes de localizar el ascensor. De ninguna manera iba a permitir que Stark lo viera de esa guisa, dándole el disfrute que él esperaba. Ni de coña. Respiró profundamente, asentando su hasta ahora alterada respiración que le había hecho comprender cuán bajo de forma estaba. Al cabo de unos cinco minutos, mucho más restablecido, caminó por los pasillos hasta encontrar un ascensor al otro lado de la planta. Ese hombre era un lunático.

Espero que no vengas muy cansado, Loki- dijo de espaldas a él en cuanto notó la presencia del más joven y los pasos que daba hasta acercarse a él.

Tranquilo. Estoy bien- Tony se giró al fin y lo miró de arriba abajo.

¿Dónde están los cafés?- preguntó el moreno visiblemente molesto. Loki no sabía qué decir- Da igual. JARVIS pide un par de cafés a la cafetería que está aquí al lado- el joven miró al techo por inercia.

En seguida, señor- sus ojos se abrieron de par en par. ¡Entonces no lo había soñado!

Sí, Loki- dijo Tony atrayendo su atención- No fue ninguna fantasía. Ya conoces a Loki, ¿verdad?

Tuve el gusto ayer por la noche, señor. ¿Cómo está, señor Odinson?- el joven asintió, sonriendo. Estaba fascinado.

Perfectamente- dijo aun mirando a su alrededor. Tony se lo quedó mirando con los brazos cruzados, observando la fascinación que despertaba todo aquello en una mente tan inocente como la de aquél chaval.

De acuerdo- dijo sacándolo de su ensimismamiento- Aun siendo sábado, hay trabajo. La verdad es que mucho y necesito tus manos- Loki se acercó más a él para ver lo que había encima de la mesa de trabajo- Tenemos que hacer un sinfín de pruebas de todas y cada una de estas aleaciones que hay aquí- el joven miró la mesa y vio un sinfín de objetos de diferentes formas con una etiqueta al lado. Cogió uno de los objetos metálicos y lo miró con cuidado- Quiero saber cuál es el más fuerte, el más resistente- Loki lo miró.

¿Para qué?- preguntó con curiosidad.

No te lo puedo decir- respondió.

¿Por qué?- replicó.

Porqué no confío en ti- aquello hirió un poco al joven, que dejó el objeto sobre la mesa- ¿Quién me niega que no eres un espía de Hammer, en su enésima intentona por superarme?- aquello sonaba absurdo.

No soy ningún espía- Tony lo miró con cierto recochineo- Y no creo que Hammer, quién está en la cárcel en estos momentos, esté preocupado precisamente por superarle- aquello hizo sonreír a Stark.

Te sorprenderías de lo que es capaz la gente para fastidiar a los demás- ahora era Loki quién sonreía.

¿Cómo cerrar las puertas de diez plantas para obligar a alguien subir las escaleras?- Tony lo miró fijamente.

¿Y lo bien que lo has hecho?- dijo burlonamente- Además, no tuve elección. Fastidiaste mi noche- aquello sí que desencajó a Loki.

¿Qué yo le fastidié?- no recordaba nada de eso- Yo no le dije nada ni me interpuse en…- pero Stark bufó aburrido.

Tuve que arrastrarte hasta tu casa, borracho. Y, ¿sabes? Fue muy penoso- aquél comentario hizo enrojecer a Loki- Me recordó a mí mismo y no me gustó. Había salido para divertirme, para emborracharme y vas tú y te emborrachas por mí- se acercó más a él- Debiste ser tú quién me arrastrara, no al revés- el joven vio cierto malestar en sus ojos, como si de un niño caprichoso se tratara. Todo su enfado desapareció.

Entonces se lo debo- dijo de repente mirando al otro- Otro día cambiamos los papeles, usted se emborracha y yo lo arrastro, pero…- Tony se apoyó en la mesa, expectante- Quizás no le guste dónde le llevo- ¡Un reto!, se dijo Tony totalmente extasiado. Su sonrisa seductora afloró a sus labios sin querer, dejando a Loki algo incómodo. Alargó la mano.

Trato hecho, amigo- y le cogió con fuerza la mano. Se alejó poco a poco del lugar hacia otra mesa- Y, ahora, empieza con esos análisis- Loki parpadeó, mirando la espalda de ese hombre y sonriendo de lado. Esas prácticas iban a ser muy interesantes.

¡Eres un maldito capullo, sabes!- le gritó Clint nada más responder su llamada. Por muchas pastillas que se hubiera tomado, ese maldito dolor no menguaba. Y haber trabajado toda la tarde con Stark no lo había mitigado en absoluto. Que Clint le estuviera gritando empeoraba las cosas.

¿Te importaría no gritar tanto? Me duele la cabeza- susurró, mientras se acomodaba en su cama en la oscuridad de su habitación.

¡Sí, me importa!- de nuevo, otro grito- ¿Sabes el tiempo que estuve buscándote? Pensé que te había pasado algo- Loki bufó, tocándose la frente, aguantando el chaparrón- Luego pensé que, quizás, te habías ligado a algún tipo por ahí, pero no contestabas a mis mensajes esta mañana y me volví a preocupar- estaba a punto de decirle un 'gracias', cuando unos toques en su puerta lo distrajeron. Se despidió de su amigo y colgó.

Bajó las escaleras trotando mirando a todos lados. Fue hasta el comedor y se le presentó una estampa familiar tan perfecta que temía estropearla con su presencia. Su padre presidía la mesa con toda la magnanimidad de la que era capaz, mientras su madre, a un lado, posaba su mano elegantemente en su brazo con una sonrisa. Al otro lado, Thor bebía un largo trago de agua, sonriente mirando a Jane, algo sonrojada. En cuanto él apareció, todos dejaron de sonreír, todos clavaron su mirada en él y eso lo incomodó. En ese instante, su madre se levantó de la mesa y lo apremió para que se acercara. Tenían que darle una gran noticia. Miró a todos sin reflejar ningún sentimiento, parándose en su padre, quién lo miraba fijamente.

¡Thor y Jane van a casarse!- gritó exultante Frigga. Loki abrió los ojos, visiblemente sorprendido- ¿No es emocionante?- el joven miró a su madre. Él habría utilizado otra expresión, pero suponía que así era. Miró a Jane y dibujó media sonrisa.

Felicidades- susurró. Luego vio a Thor, exultante. Parecía que no le faltaba ya nada para alcanzar la perfección a ojos de su padre. Él seguía en desventaja.

¿Y habéis pensado cuando será la boda?- dijo Frigga sonriente.

Pues… no- dijo Jane algo tímida- Pero supongo que pronto- la joven miró a Odín, que se mantenía callado- ¿Alguna sugerencia?- el hombre miró hacia sus manos.

La verdad es que eso deberíais escogerlo vosotros- miró a Thor- Me alegro mucho que hayas decidido dar este paso- el rubio le devolvió la mirada y sonrió. Loki sintió que estaba fuera de lugar, que no pertenecía a aquella escena, que hacía mucho tiempo que no lo hacía. Tuvo deseos de levantarse e irse, pero aquello habría significado una persecución por la casa, gritos, reproches y no quería estropear la velada. Ya no. Estaba harto de ser la oveja negra, así que no les iba a dar más motivos para que siguieran mirándolo de reojo, a veces con pena. Odiaba ser mirado con compasión.

Aguantó la charla familiar, la cena y el rato que pasaron en el salón hablando de la inminente boda. Se habló de todo, de los vestidos, del restaurante, de la iglesia, los invitados de ambos lados y la luna de miel. Todo acicalado con mucha mermelada y serpentinas suficientes para que a un diabético le subiera el azúcar. Por suerte, no lo era.

Subió hasta su habitación y se metió en su cama tapándose con las sábanas por encima de la cabeza. Odiaba esa vida. Se sentía tan extraño, tan confuso. Era como si no perteneciera a esa familia, como si fuera diferente a todos ellos. Cuando era pequeño una extraña idea se le había pasado por la cabeza: ¿y si era adoptado? Aquello explicaría más de una situación, de una mirada, de un reproche. Pero su madre siempre se había asegurado en negárselo, ya no con palabras, sino con simples abrazos que le reconfortaban más allá del simple gesto.

Se destapó nervioso y miró hacia el techo. Con aquella noticia todo rastro de resaca había desaparecido y tenía el impulso de salir a beber sin Cint. Quizás se encontrara con Stark... Entonces una sonrisa se dibujó en su rostro. Ese hombre… ese tipo era fascinante, extrañamente atrayente, pero se negaba tan siquiera a decírselo, ya que temía que ya lo sabía. Aquella tarde, trabajando codo a codo, había sido simplemente extenuante, pero a la vez maravillosa. Ya no recordaba las veces que había repetido las pruebas con aquellas aleaciones tan extraordinarias que le había pedido, pero no le había importado. Había disfrutado tanto… Hacía tiempo que no se lo había pasado tan bien con alguien que no fuera… Y de pronto, una nube negra apareció en su mente, recordándole a aquél a quién debía de haber olvidado a esas alturas. Alargó la mano hacia su móvil y lo miró. Ni un triste mensaje, llamada o señal de vida. No sabía por qué aún lo miraba a sabiendas que ese imbécil ya se había olvidado de él. Cogió el teléfono y lo agarró con ambas manos, acurrucándose en la cama hasta quedar dormido.

Tony Stark, aun habiendo dormido apenas cinco horas, se mantenía despejado jugando con su móvil, creación especial suya, tirado en su sillón, mientras Pepper intentaba llamar su atención sobre asuntos que necesitaban su supervisión.

De acuerdo, entonces esto lo archivamos hasta mayo- dijo la joven abriendo la carpeta y dejando la carpeta a un lado. Cogió otra y la abrió- la Universidad de Manchester ha solicitado tu presencia en…- pero el hombre ni la dejó acabar.

No pienso atravesar el Atlántico para ir a ninguna conferencia- dijo sin apartar la mirada de su móvil. Pepper lo miró cansada.

¿Por qué? Sería una buena oportunidad- Tony se giró para mirarla.

¿Oportunidad para quién? ¡Mira lo que me pasó en Afganistán! ¡Casi me matan!- Pepper volteó los ojos.

No es comparable- dijo ella moviendo sus manos- En Afganistán fuiste a presentar un nuevo misil, mientras que en Inglaterra irías a dar un discurso- él cerró el móvil y la miró.

Será aburrido. Un montón de niños mirándome como vacas a un tren, asintiendo sin entender la mitad de lo que estoy diciendo- el plan le parecía poco alentador.

Eres demasiado duro con ellos- dijo Pepper algo divertida- No todos son genios como tú- aquello le hizo sonreír.

Lo sé- la joven rodó los ojos aburrida y dejó la carpeta a un lado- Continuemos entonces…-

Por poco se durmió ante tantos pendientes y tantas cosas que ni le interesaban. Debía haber buscado una excusa y escabullirse lejos de Pepper antes de aguantar una retahíla de peticiones a cada cual más aburrida. Bajó hasta su taller bebiendo una bebida isotónica que lo mantuviera más despejado si cabía. Era lunes por la mañana, más bien mediodía, y aquello parecía un cementerio. ¿Acaso todo el mundo se había ido ya a comer?

Entró en su taller y fue directamente a la mesa donde reposaban los objetos metálicos que habían pasado todas y cada una de las pruebas que Loki había hecho. Ese chico, aunque no tan inteligente como él, era listo. Y muy útil. Quizás le resultara aún más útil en el futuro inmediato. Caminó hasta una pequeña caja de madera al fondo de la sala. Allí, sin que nadie lo sospechara, guardaba uno de sus secretos más celosos: un reactor ARK en miniatura. La energía que producía era increíble y se enorgullecía de haber hecho realidad el deseo de su padre. En su época sólo era un sueño; ahora era una realidad que funcionaba en la palma de su mano. Sonrió satisfecho de sí mismo admirando la luz que desprendía. No podía imaginar cuántos usos podría darle a aquello, eso sí, descartando los usos militares de los que se había alejado hacía ya un tiempo. Aun así, aún era pronto. Necesitaba hacer más pruebas, JARVIS necesitaba hacer más pruebas para garantizar su seguridad. No quería causar más destrozos de los que había hecho durante años.

La puerta a su espalda se abrió, provocando que guardara el reactor todo lo rápido que podía en la caja de madera. Para disimular empezó a trastear con algunas herramientas y cables de desecho que tenía desperdigados. Empezaba a fastidiarle que conocieran su contraseña para pasar libremente por su taller como si fuera la plaza del pueblo. Se giró malhumorado y ante él estaba quién menos esperaba.

¿Qué quieres, Steve?- preguntó con los brazos cruzados. El rubio se acercó a él.

Hace días que no te veía y quería saber cómo estabas- la inocencia de ese hombre lo mataba. A veces lo miraba y se culpaba de todo lo que le había hecho.

Estoy bien, de verdad- dijo en un tono tranquilo. No le gustaba ser un prepotente ni un sabiondo cuando estaba con él. Nunca le había gustado- No tiene por qué preocuparte- Steve se acercó más a él.

Pero lo hago- lo cogió de los brazos y se los acarició- No puedo evitarlo- Tony lo miró a los ojos sintiéndose culpable.

Steve, en serio… Quedó muy claro…- el rubio atrajo a Stark hacia él y lo abrazó.

No tan claro- lo miró fijamente- Te quiero, Tony, y lo sabes- el moreno desvió su mirada.

Odiaba eso, esos momentos de debilidad que lo habían acompañado durante tanto tiempo en su vida y que traían consigo consecuencias tan desastrosas. Cuando le ocurría con una desconocida era fácil, se escabullía de su cama antes que despertara y si te he visto, no me acuerdo. Pero con Steve… con Steve era distinto. Demasiado. Lo había querido, o pensó en un momento de su vida que lo quería, y lo estropeó. Empezaba a pensar que era incapaz de querer a nadie más de unos meses.

Se dejó hacer, como casi siempre. Hacía tiempo que había optado por esa manera de actuar con Steve, aunque sabía que le hacía más daño. Le daba esperanzas, cuando en verdad lo que él pretendía era que todo aquello acabara. Más que un amante, Tony lo consideraba un amigo, un muy buen amigo y la había cagado metiéndolo en su cama deliberadamente.

Los labios de Steve acariciaron su cuello haciéndole soltar suspiros pesados, mientras sentía cómo su hombría se clavaba en su pierna. ¡Y encima está cachondo!, pensó. ¡Maldito él y su atractivo! El rubio lo apoyó en la mesa con la caja de madera con la intención de subirlo, pero Tony lo paró, atrayéndolo a la pared. Ni por el mejor de los polvos iba a dejar que le pasara algo al reactor. Abrazó la ancha espalda de su amante y enredó sus dedos en su fino y perfecto cabello, mientras sentía las manos de Steve colarse por debajo de su camiseta. Su tacto, siempre delicado, lo hacía estremecer y excitarlo a partes iguales. Ese tipo sí sabía dónde debía tocarle para ponerlo a tono. De golpe, un ruido tras la puerta lo obligó a mirar y casi se cae de bruces con lo que vio.

Clint no se había quedado a gusto con los gritos que le había proferido vía telefónica, por lo que se pasó todo el almuerzo recordándole lo mal que lo había pasado esa noche buscándole e insistiéndole en que le contara qué había hecho. Obviamente se había negado a contarle la verdad, por penosa, y había inventado algo sencillo, pero creíble: que había conocido a un chico y se la había pasado hablando con él toda la noche. Una burda y patética mentira, pero que Clint se había tragado, o al menos eso parecía.

Después de acabar de comer algo sencillo, se fue de la universidad rumbo a sus prácticas. Si miraba con perspectiva su vida en esos momentos, lo único que verdaderamente le llenaba eran esas prácticas. Trabajar codo con codo con Tony Stark era un privilegio que estaba dispuesto a aprovechar hasta el máximo. Muchos habían sido los compañeros que se habían acercado a él para hacerle todo tipo de preguntas, incluso gente que ni conocía. Iban desde su parte más técnica centrada en su trabajo y futuros proyectos de la empresa, como a la personal. Todos querían saber si lo que las noticias decían era verdad. Él sólo ponía cara de póquer. No habían llegado tan lejos como para saber esas cosas. Incluso tenía varios números de teléfonos de chicas que estaban muy interesadas en 'trabajar' con él. La sutileza no estaba a la orden del día, por lo que parecía.

Subió rápidamente al taller con la tarjeta de seguridad colgando de su chaqueta, algo que hizo notar a Happy nada más pasa por su lado. Le hacía gracia ese tipo. Picó el botón del piso 31 dando gracias por poder usarlo. Su cuerpo aun recordaba los diez pisos que tuvo que subir a pie por no sabía qué deuda con Tony. Caminó por el pasillo, que empezaba a hacérsele familiar y llegó hasta la puerta acristalada, quedándose de piedra ante lo que estaba viendo. Su mochila cayó a sus pies sin querer, mientras no podía dejar de mirar. Fue entonces cuando Tony Stark lo miró. Pero esa mirada estaba lejos de ser como la que siempre le echaba; pero ya no le importaba. No iba a interrumpir nada. Se dio la vuelta, cogió su mochila y se fue por donde había venido. Ese día no habría prácticas.


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