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Leones y Serpientes por Kamy Black M

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Notas del capitulo:

Primer capítulo de este fic raro que se me ocurrió. 

Dejen review mujeres, al menos diciéndome "te he leído, tía" 

¬¬

 

Harry estaba extraño, se dijo, mirando a su amigo de reojo mientras éste comía con parsimonia sentado en el Gran Comedor. Observó cómo sus ojos, escondidos detrás de sus anteojos, revoloteaban por el lugar buscando algo. O a alguien.


Sus ojos observadores se ajustaron para divisar cómo Harry quedaba quieto, y luego una leve sonrisa surgía en sus labios, casi imperceptible. Siguió la mirada del muchacho para ver el cabello perfectamente peinado de Draco Malfoy, que observaba a Harry con una sonrisa de prepotencia.


Frunció levemente el ceño, y se concentró en su plato de comida, haciendo una que otra mueca mientras Ron parloteaba de lo que parecía ser su pesadilla sobre arañas y el último partido de quidditch. Puso los ojos en blanco, terminando su almuerzo mientras le daba un rotundo "no" a la petición de Ron por copiarle el ensayo de Encantamientos.


—El partido de quidditch es el martes, nos enfrentamos a Slytherin. Compañero, más te vale que agarres la snitch—una vez dada sus llamadas "palabras de aliento", Angelina giró sobre sí misma para caminar con sus amigas, en un seguro andar. Hermione se preguntaba cómo les podía apasionar tanto un simple deporte. A lo lejos pudo escuchar un "Fred, eres tan guapo con esos bigotes falsos", con la voz burlista de Johnson, lo cual la hizo fruncir el ceño con desaprobación.


De repente, Hermione escuchó el suspiro suave que salía de los labios de su amigo y luego frunció el ceño, otra vez. Ron los observó a ambos, algo perdido y luego le pegó en el hombro a Harry.


—Si, Angelina tiene razón, debes patearle el trasero a ese Malfoy—niño—mimado—dijo Ron, colocando sus brazos sobre su pecho y cruzándolos, satisfecho con su nuevo apodo para Malfoy. Hermione bufó, causando el desconcierto de su muy pelirrojo amigo.


Luego rodó los ojos. —No deben presionar tanto a Harry, él debe dar su mayor esfuerzo en sus exámenes, ya que los EXTASIS están muy cerca y...


—¡Por Dios, Hermione! Relájate. ¡Debemos ganarle a Slytherin, y eso es mucho más importante! —Ron la miró como si no pudiera entender el por qué ella no saltaba, gritando de repente que había estado equivocada y que sí, en efecto, ganarle a Slytherin en Quidditch era mucho más importante que estudiar.


Hermione lo miró como si hubiese chupado un limón.


—Pues el ganarle o no a Malfoy tomando la snitch no hará para nada que Harry pueda ser alguien en el futuro, Ronald—replicó con frialdad, observándolo algo irritada y luego yéndose lejos, dejando a un Ron muy confundido, y a un Harry ausente, perdido en sus pensamientos.


El partido entre las casas rivales causó un revuelo en Hogwarts, por lo que las gradas estaban llenas aquél día, algunos apoyando a Slytherin, con colores verde y plateado, y otros, apoyando a Gryffindor con el rojo escarlata y el dorado.


Leones y Serpientes.

Malfoy y Harry.


Hermione se sobresaltó ante su pensamiento, y entonces, observando el estadio, pudo ver que Harry y Malfoy tenían una carrera por quien de los dos iba más rápido. Al parecer habían visto la snitch dorada.


El partido terminó cuando Harry capturó la snitch y entonces todos los alumnos vestidos de rojo y dorado comenzaron a celebrar, mientras Hermione solo observaba que Harry se perdía entre la multitud, tras una cabellera rubia platinada.
Entrecerró los ojos, mientras los seguía por entre las personas, hasta que chocó contra un cuerpo, el cual cayó al suelo por la fuerza del impacto. Hermione comenzó a disculparse de inmediato.


—Cállate, asquerosa sangre sucia. Me has arruinado mis zapatos. —Pansy Parkinson se observó sus zapatos, seguramente de marca, y luego miró a Hermione con desprecio. Sus ojos verdes irradiaban enojo y desdén. —Entiendo que creas que eres la mejor de todas, pero eso no te da derecho a caminar como si el mundo fuese tuyo, sangre sucia.


—¿Y tú de qué forma caminabas, para que fueras quien chocara conmigo? Apártate, que tengo cosas más importantes que hacer a ver tu rostro, niñita con aires de grandeza y complejo de inferioridad—Hermione, sin importarle en absoluto lo que la Slytherin quería contestarle, la apartó con una mano y siguió caminando, aunque ya había perdido de vista a su amigo.


Maldita Parkinson.


Sus rápidos reflejos la hicieron apartarse inmediatamente, y se dio la vuelta, viendo a Parkinson con varita en mano y apuntándola. Hermione sacó la suya inmediatamente, a la defensiva.


—Es de cobardes atacar por la espalda, Parkinson.


—Es de imbéciles darle la espalda a la Diosa en persona, Granger. Muestra más respeto por las personas que son superiores a ti—Pansy se arregló su falda, y luego la observó con superioridad.


—Si superioridad le llamas a lo diminuto de tu cerebro, y tu incapacidad de crear mejores insultos, pues estás en primer lugar, tranquila. Además, ¿qué te pasa? ¿Cuál es tu problema? Déjame en paz—Hermione rodó los ojos, manteniendo un protego a su alrededor, por si a Parkinson se le ocurría enviarle otro hechizo.


—Tú eres mi problema, Granger, tú y tu horrible cara—Pansy sonrió de lado, poniendo una mano en su cintura con tranquilidad y fingiendo aburrimiento. —Pobre rata de biblioteca, es tan fea que Potter no le hace caso y por eso lo sigue como si fuese su sombra—sonrió, burlándose de ella.


Hermione cerró los ojos y luego contó hasta tres. La Slytherin estaba colmando su paciencia.


—Como digas, señorita Perfecta. Ahora, déjame en paz, que necesito hacer cosas más importantes que escuchar tus habladurías de niña insegura y caprichosa—Hermione la miró con paciencia, y luego siguió su camino, ignorando lo que sea que Pansy le haya dicho después de aquello.


A estas alturas, ya ni siquiera podía saber dónde estaban esos dos. Pansy Parkinson solamente la había retrasado.
Suspiró con cansancio, dirigiéndose a la biblioteca para terminar su ensayo de Pociones. Ya otro día podría seguir investigando la extraña relación entre Malfoy y Harry.


—¡Potter, fíjate por donde caminas!—Draco Malfoy empujó con fuerzas el cuerpo de Harry, haciendo que sus lentes fueran directo al suelo, por lo que el muchacho de ojos verdes tuvo que agacharse para recogerlos. Hermione lo vio apretar con fuerzas la mandíbula, y a la vez, pudo notar que Malfoy no empujaba con todas sus ganas.


Alzó una ceja y, algo enojada por el trato hacia su amigo, escupió—¡Ten cuidado, Malfoy! Harry, ven...—puso una mano sobre el hombro de su amigo, ayudándolo a levantar. El niño que vivió suspiró, colocándose los lentes y mirando a Malfoy levemente cabreado.


—Déjalo, Hermione. Malfoy tiene la nariz tan puntiaguda que ni siquiera puede ver por donde camina, y como no quiere reconocerlo, echa la culpa a los demás. Y se desquita de sus problemas con personas que no tienen la culpa—soltó con resentimiento, dándose la vuelta y comenzando a caminar a paso apresurado hacia la próxima clase, Defensa Contra las Artes Oscuras.


A Hermione le pareció muy extraño el rostro de arrepentimiento que Malfoy mostró cuando Harry se volteó. Aunque rápidamente cambió de opinión cuando el muchacho la miró venenosamente. —¿Y tú qué ves, asquerosa sangre sucia?—siseó, enojado.


Acto seguido se fue en dirección contraria a la que su amigo se dirigió.


La bruja más inteligente de su generación, estaba definitivamente muy confundida.


—Me lo van a cortar—dijo con voz sombría el pelirrojo, mirando su dedo rasguñado por Crookshanks, que sangraba levemente. La muchacha de cabellos enmarañados suspiró, y luego puso los ojos en blanco, irritada por el comportamiento excesivamente exagerado de su amigo.


—Pues si no hubieses pisado la comida de Crookshanks, él no te hubiese hecho nada—suspiró, colocándose los dedos sobre los párpados y masajeándolos, algo estresada.
Los estudios cada vez se ponían peores, y ella no había podido descansar muy bien la noche anterior, preocupada por terminar el ensayo de Pociones.


Cuando llegó al salón de Pociones, eligió uno de los pupitres más alejados, pues su dolor de cabeza era bastante fuerte.


—¿Estás bien, Hermione?—la voz de Harry la sacó de sus pensamientos, y ella parpadeó un poco sorprendida. Sin darse cuenta, casi se había dormido sentada.


—Si, Harry, estoy perfectamente bien—mintió, mirando como Ron le mostraba su dedo a Dean y Seamus, diciendo que se iba a morir.


—¡En serio! Me tendrán que amputar un brazo, y luego seguramente me desangraré. Voy a morir—decía dramáticamente, mientras una muy melosa Lavender se acercaba al pelirrojo y parecía querer consolarlo.


—Qué dramático—siseó, mirando con fastidio a Lavender.


—A él no le interesa ella—dijo Harry, intentando hacer que Hermione sintiera un poco más de aprecio por Ron, erróneamente pensando que a ella le gustaba Ron.


Y a mi no me interesa él.


Lo miró con aprecio.


—¿Y a ti, quién te interesa, Harry?—preguntó, viendo el rubor de su amigo en sus mejillas, lo cual hizo que su sospecha creciera.


Casi lo confirmó cuando vio la rápida ojeada que le dio al rubio de Slytherin.

No sabía si reír o escandalizarse. Optó por quedarse callada.


—Nadie. Mi vida es lo suficientemente agitada sin nadie que me guste—dijo práctico. Parecía que continuaría, cuando Severus Snape apareció frente a ellos, ondeando su túnica de forma majestuosa.


Hermione inmediatamente se sentó más derecha y observó cómo el hombre comenzaba a retirar los deberes que debían traer ya terminados.


—Potter—escupió el hombre cuando se puso frente a su pupitre, y Hermione sintió como, a su lado, su amigo palidecía levemente.


La comisura de los labios de Snape se levantó casi imperceptiblemente, y sus ojos oscuros brillaban con diversión maligna y desagrado.


—No tengo el pergamino—dijo tranquilamente el muchacho de anteojos, mirando a Snape a los ojos.


Hermione estaba muda. Por miedo o respeto, no lo sabía.

Quizás ambos.


—Entonces imagino que estará encantado por una detención esta tarde, a las seis. Lo espero en mi despacho. ¿Señorita Granger, su pergamino...?—Hermione extendió su brazo para darle su trabajo, temblando levemente.

Snape ni la miró cuando siguió recogiendo los deberes.


Después de un par de minutos, Harry habló. —En serio, ¿cuánto desagrado puede alguien mostrar con solo decir mi nombre?—susurró, mirando a Snape algo enojado.

Hermione soltó una leve risa.


—¿Qué es lo que causa tanta gracia, Señorita Granger?—la voz de Snape sonaba fría y seria.


Ella se ruborizó. —Yo...


—Estará feliz de acompañar a Potter en detención. Y veinte puntos menos para Gryffindor—la muchacha cerró los ojos algo frustrada, recibiendo miradas de enojo por parte de sus compañeros de Casa.


Que Merlín se apiadara de ella.


Obviamente, Merlín no quería apiadarse de ella, porque al salir de la sala de Pociones, estaba allí el grupo insufrible de Slytherin.


Pansy y Draco estaban al lado del otro, con Goyle y Crabbe detrás de ambos.


La leona suspiró con cansancio. ¿Nadie la iba a dejar descansar hoy, acaso...?


—Pero miren a quien tenemos aquí... A Comadreja descerebrada, a la insufrible sabelotodo de sangre sucia, y a nuestro querido Potter cara rajada, el niño que sobrevivió—la voz de Malfoy no podía sonar más irritante a sus oídos.


—Al menos mi padre no es un mortífago—escupió Ron, herido en su orgullo.


—Ciertamente, pero es un pobre muerto de hambre, que es aún peor—Crabbe y Goyle rieron ante esto, seguidos de Pansy Parkinson.


—Pues al menos se tiene orgullo, cosa que Lucius Malfoy no puede decir, dado que se arrastra a los pies de un sucio mestizo con aires de grandeza—la voz de Harry sonaba muy enojada, notó Hermione.


—¿Y tú qué, Potty? Al menos voy a visitar a algún lugar a mis padres, no a un triste cementerio—el veneno en la voz de Malfoy era letal.


Hermione sintió que esta era una pelea más que nada personal.


—Déjalo en paz, Malfoy, insensible, ególatra...—sintió mucho enojo, pues lo que el rubio había dicho era por demasía, muy insensible.


—Ohhh... la novia de Potter se enojó, Draco, será mejor que huyamos, antes de que nos aburra con sus discursos moralistas—Pansy alzó un espejo, mientras se aplicaba brillo labial en sus perfectos labios. Hermione siguió su movimiento, algo ensimismada. Pansy lo notó, sonriendo inmediatamente con lo que según ella, era sensualidad. —Cuidado, Potter, tu novia está enamorada de mí, no puede dejar de mirarme—comentó, aunque cuando nadie rió a su alrededor frunció sus perfectamente depiladas cejas.


Draco y Potter se habían alejado un poco, discutiendo con intensidad, mientras el pelirrojo Weasley intentaba detener a Crabbe y Goyle de golpear a Harry.


Hermione suspiró.


—Mira, Parkinson, si estuviese enamorada, pues preferiría que fuese Goyle o Crabbe a que seas tú, niña insufrible y pesada—Hermione le dio un empujón cuando cruzó a su lado, y sintió que la Slytherin pasaba sus dedos por su mano.


Su corazón palpitó más rápido.


Hermione parpadeó, dándose vuelta y viendo el cabello largo y negro de Parkinson desaparecer en una esquina.


Tal vez se lo había imaginado.


Había imaginado que Pansy Parkinson le acariciaba la mano mientras la insultaba.


Definitivamente, Hermione necesitaba dormir, antes de que terminara en San Mungo.


—En serio, Hermione... yo no puedo olvidarme de él...—Ginny la miró con un poco de desesperación, haciéndole un leve puchero. Hermione sonrió.


—Deja de hacer esos pucheros, Ginny. Aunque... uhm... yo creo que deberías olvidarte de... Harry—la castaña suspiró, mirándola con un poco de pena al pronunciar esas palabras. La pelirroja la miró confundida.


—¿Pero no habías dicho que puede que Harry pudiera hacerme caso algún día...?


—Puede, algún día, sí. Pero no creo que sea pronto, ni mucho menos ahora—la Gryffindor puso una mano en su hombro, frunciendo los labios, pensando en la mejor manera de decirlo. —Digamos que creo que... Harry ya tiene pareja, solo que no nos quiere decir—dijo finalmente con pesadez, colocando sus dos manos sobre su regazo y cerrando los ojos con cansancio.


—¿Qué? ¿Harry... está con alguien más...?—pudo ver levemente cómo los ojos de Ginny se humedecían, y sintió pena por ella.


—Sí.


—¿Con quién?


—No puedo decírtelo... no creo que Harry lo aprecie, y si no nos dijo nada, es por algo—Hermione la miró con una mueca, frunciendo el ceño un poco.


—Comprendo...


Ahora más que nunca, Hermione quería arrancarle las pelotas a Malfoy.


—¡¡Maldito seas, Malfoy!!


Oh Merlín, no de nuevo...


Harry estampó contra la pared a Malfoy, y luego lo miró a los ojos. Hermione sentía que entre ambos mantenían una secreta conversación, no con palabras dichas sino con gestos. Con sus ojos parecían decírselo todo.


La castaña se escondió en un rincón, observándolos con la boca semiabierta por la impresión de verlos tan juntos y sin lanzarse hechizos o golpes.


—Cierra la boca que te entrarán moscas—susurró una voz de repente, haciéndola saltar del susto. Giró el rostro para toparse de lleno con los ojos verdes de Pansy Parkinson, cuya cara estaba cargada de burla. No obstante, la Gryffindor pudo observar un atisbo de preocupación en esos orbes.


—Eres aún más fea de cerca—susurró después, mirándola detenidamente.


No. Si Hermione en un momento pensó que ella estaba teniendo un momento de humanidad, obviamente se equivocada.


—Mejor eso que no tener cerebro, Parkinson—le dijo tajante. —De todas formas, ¿qué haces aquí?—Hermione observó por un rincón a su amigo, que seguía diciéndole cosas a Malfoy.

¿Cuál es tu jodido problema, Draco...?


—Eso no te interesa, sangre sucia—siseó, colocando su rostro levemente más cerca que el de Hermione, para observar también la disputa entre los rivales.


Hermione pudo sentir la suavidad de su mejilla contra la propia.


De repente, el aire comenzaba a hacerse aún más difícil de obtener.


¡Déjame en paz, Cara Rajada!—Malfoy empujó a Harry lejos de él. El Gryffindor lo apretó más fuerte aún y luego colocó su rostro aún más cerca de Malfoy.


Hermione se quedó sin aire. Pudo sentir como, a su lado, Parkinson aguantaba la respiración y apretaba fuerte los puños.


—¿Te gusta Malfoy...?—preguntó sin querer Hermione, mirándola de reojo.


Pansy Parkinson la miró, alzando una de sus perfectas cejas.


—Por supuesto que no. Sería como incesto. ¿Por qué? ¿Celosa?—sonaba tan irritante. Hermione apretó los labios en una línea firme.


—Eres tan inmadura, Parkinson.


—Y tú tan fea—sacó del bolsillo de su túnica un brillo labial y se lo pasó por los labios. La Gryffindor se preguntaba cómo podía maquillarse con la escena que se desarrollaba frente a ellas.


Primero Malfoy y Harry actuando de lo más extraño y ahora estaban besán...


¡Un momento!


¡¿BESÁNDOSE?!


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