Día 1: El amor de tu vida
—Búscalo —Yo negué con la cabeza.
—No, ya vendrá —respondí. Gun Hee me miraba desde arriba, yo seguía estirado sobre sus piernas, mirando —aparentemente— el techo; pero en realidad no era así, no. Le estaba mirando a él.
—¿No decías que era el hombre de tu vida? —Gun Hee se removió un poco, pasando la página de la revista de moda, con gesto aparentemente despreocupado —aparentemente—.
—Y lo es.
—Mientes.
—No miento.
—Sí, lo haces. Siempre me mientes. Si fuera el hombre de tu vida habrías ido a por él, pero no lo haces.
—Es que estoy vago.
—No, es que estás solo. —Si hubiera habido algo por decir, lo habría dicho, claro. Pero ya estaba todo dicho. Y sin embargo, la de GunHee también era otra mentira; yo no estaba solo, simplemente estaba en una compañía silenciosa.
Tan solo estaba casi solo.
Día 2: Conexión
Se acercaba Halloween. Oh, sí, Halloween. El día de los muertos, dicho más basto, pero era un día fantástico. En una sola palabra: disfraces. ¡Los adoraba! En mis tiempos mozos me había disfrazado de todo tipo de cosas, hecho cosplays e inventado trajes y… ¿y qué si he crecido? La ilusión sigue ahí.
—Ya sé qué nos podremos poner, Chul. —Gun Hee sonreía de esa forma que no auguraba nada bueno. Sonreí de lado, cínico.
—Ahora para que me digas “de teletubbies” —rezongué, en tono sarcástico. Gun Hee se quedó con la boca muy abierta y me señaló con el dedo índice. Mi sonrisa se crispó—. No. Me. Digas.
—¿Cómo lo has…?
—Estamos conectados, ya lo sabes. —Mentía.
—¡Eso es genial! ¿Tú a quién prefieres? ¿A Lala o a Po? —Reí un poco, al verle emocionado: adoraba hacer el imbécil y sus hobbies se reducían todos a eso: a hacer el imbécil. Estaba claro que se moría de ganas de que los demás le vieran el día de Halloween y se echaran a reír a carcajada limpia. No era más que eso.
—Pues no sé… ¿Po?
—¡Perfecto, yo quería a Lala!
Mentía, aunque no tanto. Sí que estábamos conectados, pero no como el fondo de mi corazón deseaba. Pero sí: estábamos conectados.
Día 3: Conversaciones [1]
—Hey, Chul, si el mundo fuera un cubo, ¿cómo crees que se vería todo?
—Pues no sé, supongo que habría puntos del mundo en el que notarías las aristas.
—… Mmm…
—…
—Ya pero, el terreno estaría mucho más inclinado, ¿verdad?
—Gun Hee, déjalo, el mundo no es un cubo, es una esfera.
—Pero… imagínatelo.
—¿Por qué?
—Porque eso significaría que todo sería distinto. A lo mejor la gente…
—La gente sería igual de estúpida. No importa cómo fuera el mundo porque los humanos hemos y siempre seremos gilipollas. Bueno, salvo tú y yo, claro.
Gun Hee sonríe secretamente, o eso cree hacer. Yo le he visto, y está condenadamente adorable cuando sonríe de esa forma. La cama se hunde ligeramente más. Se está moviendo, pero no quito mi vista del portátil en mi regazo. Me están ganando la estúpida batalla del LOL.
—¿Porque yo soy especial? —Sí. Y siento su aliento chocando en mi cara.
—No. —Miento—. Porque eres mi amigo y punto.
Sí, Gun Hee, porque eres especial.