Incluso a pesar de encontrarse enterrado debajo de varias mantas para evitar el frío de la noche, Woohyun pudo escuchar perfectamente el llanto de un niño.
Se incorporó de su pila de mantas, frotándose los ojos con la mano para intentar acostumbrarse a la luz que las estrellas ofrecían.
A pesar de ser de noche, el bosque estaba plenamente iluminado gracias a ellas.
Woohyun salió de aquella pequeña tienda de campaña, estirando los brazos, y comenzó a buscar la fuente del llanto.
No tardó mucho en encontrar a una niña pequeña, de unos diez años, apoyada contra un árbol, con la cara enterrada entre sus manos y sollozando, su diminuto cuerpo subiendo y bajando debido a los espasmos.
“Hey.” Woohyun intentó acercarse a ella, colocando una mano sobre su hombro. “¿Qué haces aquí, pequeña? ¿Te has perdido?”
La chica sacudió la cabeza, y miró directamente a Woohyun, entrecerrando los ojos.
“N-no.” un pequeño hipido interrumpió su frase. “He estado aquí desde esta mañana p-porque ellos me dejaron aquí...”
“¿Ellos? ¿Quiénes son ellos?”
Pero Woohyun se podía hacer a la idea.
“Los señores de arriba y de abajo.” respondió. “Dijeron que era una abominación, que no seguía las leyes de la naturaleza y que debía de ser exterminada. Pero simplemente me trajeron aquí....”
Woohyun se acercó hasta ella, colocándose de rodillas para estar a su misma altura, y le dio un pañuelo que llevaba en su chaqueta para que se sonara los mocos y se secara las lágrimas.
“¿Te han traído aquí esta noche?”
La chica volvió a negar con la cabeza.
“Esta mañana. Me dejaron con el otro chico...el del pelo castaño, y él me cuidó durante todo el día. Me...me dijo que por la noche habría alguien que se haría cargo de mí. ¿Se refería a ti?”
Woohyun se tensó, y sintió como su corazón comenzaba a latir desbocado.
“¿Él? ¿Cómo se llama ese chico?”
“Me dijo que su nombre era Sunggyu, ex Guardián del Reino de la Luz.”
Woohyun se dejó caer por completo de rodillas en el suelo, respirando con dificultad.
“¿Lo has visto? ¿Has visto a...Sunggyu?”
La chica asintió y frunció el ceño al ver la reacción tan extraña en el chico.
“¿C-cómo está?” preguntó. “¿Has visto si come bien? ¿Si duerme bien? No se estará exponiendo demasiado al sol, ¿verdad? Su piel siempre ha sido bastante sensible y....”
“Está bien.” dijo la chica, apoyando su pequeña mano en su hombro. “¿Pero por qué no se lo preguntas tú mismo?”
Woohyun dejó escapar una pequeña y amarga risa.
“Si pudiera...”
“Si quieres, se lo puedo decir mañana por la mañana. Supongo que volveré a verlo.”
Woohyun negó con la cabeza.
“No, no, no hace falta. Pero si él te pregunta por mí....dile que estoy bien, y que ...lo echo mucho de menos.”
Woohyun sujetó a la chica de la mano, llevándola hacia su tienda de campaña.
Ambos se sentaron enfrente de esta, y Woohyun la envolvió con una de las mantas tras encender un fuego para que pudiera calentarse.
Cuando la chica se durmió, la dejó en el interior de la tienda, y se recostó a su lado, cayendo en un profundo sueño.
****
Sunggyu bostezó, entreabriendo los ojos y volviendo a cerrarlos debido al sol. Se retorció, incómodo, entre sus mantas, y estiró los brazos.
Salió de su pequeña tienda de campaña, sintiendo el sol calentar su espalda y la parte trasera de su cabeza, y se dirigió al río. Tras quitarse la ropa y dejarla sobre una roca, se metió en el agua.
Estaba fría, e hizo que se le pusiera el vello de punta y siseara por lo bajini, pero aún así se tapó la nariz y se inclinó para meterse entero en el agua.
Al salir de esta para buscar aire, sacudió la cabeza, moviendo el pelo, el cual se quedó despeinado, las hebras de color castaño cada unas por un lado.
Cuando salió del agua, se envolvió con una pequeña toalla para secarse, y volvió a enfundarse en su ropa, la cual consistía en unos pantalones negros de chándal y una camiseta blanca con el cuello en forma de V.
Tras subir un pequeño montículo hasta donde estaba su tienda, sacó una bolsa de galletas de esta, y comenzó a desayunar.
Al poco tiempo, escuchó unos pasos acercándose, y frunció el ceño. Se giró hacia la fuente del sonido y vio como una niña pequeña, la misma del día anterior, caminaba hacia donde él estaba, sorteando las raíces de los árboles para no caerse y agarrándose con sus pequeñas manitas a los troncos de estos.
“Hola, pequeña.” saludó Sunggyu, acercándose hasta ella para sujetarla de la mano y llevarla hasta dónde él había estado sentado. “¿Tienes hambre?”
La chica asintió, y se comió prácticamente de un bocado las galletas que Sunggyu le ofreció.
“¿Qué tal has pasado la noche?” preguntó.
“El chico que me dijiste cuidó de mí.” respondió ella, algo entrecortado por las galletas en su boca.
Sunggyu se tensó visiblemente, y comenzó a retorcer sus manos, en un gesto nervioso.
“¿Cómo está?”
La chica sonrió, sus dientes pequeños manchados de de chocolate, y Sunggyu no pudo evitar sonreír también, aunque eso no hizo que su corazón se calmara en lo más mínimo.
“Él me preguntó lo mismo. Me dijo que te dijera que está bien y que...te echa de menos.”
Sunggyu se llevó la mano a la boca, intentando aguantar las lágrimas.
Hacía ya casi cinco años que no había vuelto a ver al chico....
“Pero oppa,” la chica dejó el paquete de galletas en el suelo y se giró para mirarlo. “¿Por qué no habláis? Vivís en el mismo bosque, prácticamente el uno al lado del otro.”
Sunggyu sacudió la cabeza, y dejó escapar una pequeña risa de resignación.
“¿Quieres que te cuente una historia?”
La chica sonrió, asintiendo con vehemencia, y se recostó en el sitio, dispuesta a escuchar.
“Pero primero debes decirme tu nombre.” dijo Sunggyu.
“Yein.” respondió la chica. “Mi nombre es Yein.”
“Está bien, Yein.” Sunggyu también se recostó en su sitio, apoyando la espalda contra la tienda para así encontrar estabilidad, e inspiró con fuerza.
“Sunggyu caminaba pesadamente, arrastrando sus pies con fuerza por la nieve. Estaba cansado, y sus piernas le dolían a rabiar. El frío, por otro lado, no contribuía a mejorar la situación. Al poco tiempo, avistó a lo lejos una ciudad. Era un pueblo pequeño, cuyas luces destacaban como un punto azul en una pared blanca, y Sunggyu espiró, aliviado.
Aceleró el paso hasta llegar a la ciudad, la cual estaba extrañamente silenciosa. Sunggyu, inmediatamente, se tensó.
Había sido especialmente enviado allí para revisar la zona, pues había una alerta de peligro por parte de fuentes cercanas, y el deber de Sunggyu, como Guardián de la Luz, era protegerlos.
Caminó por las calles, con los puños cerrados y los labios fruncidos, buscando señales de vida, pero no encontró nada.
Al llegar a la plaza del pueblo, vio a una mujer tumbada en el suelo, respirando con dificultad y, alrededor de ella, había un charco de sangre, el cual se extendía hasta un poco más allá de su cuerpo.
Sunggyu abrió los ojos, aterrorizado, y tragó con fuerza antes de acercarse hasta ella con rapidez.
“Señora.” dijo, moviéndola un poco para obtener alguna reacción. “Buscaré ayuda para salvarla y...”
“¡H-huye!” gritó la mujer, antes de caer desplomada por completo al suelo. Muerta.
Sunggyu se incorporó y retrocedió un par de pasos, asustado.
Justo iba a echar a andar cuando sintió una presencia.
Miró hacia arriba, dispuesto a arremeter contra quien o lo que fuera.
Había un chico, con el pelo azul como el cielo de la noche, con una camisa blanca y unos pantalones vaqueros apretados, mirándolo fijamente desde el otro extremo de la plaza.
Parecía completamente sorprendido de ver a Sunggyu, pero su aturdidez no duró mucho, porque caminó con tanta rapidez hacia él que no le dio tiempo a decir ni mu antes de que lo hubiera metido junto con él en una de las casas, cerrando la puerta y presionando su cuerpo contra el suyo mientras le tapaba la boca con la mano.
Sunggyu se retorció bajo su agarre, intentando soltarse, pero el chico solo lo apretó con más fuerza.
“¡Quieres callarte!” siseó. “¡Nos estoy salvando la vida a ambos!”
Sunggyu, entonces, comenzó a relajarse, dejando de pelear y simplemente miró fijamente al chico, apreciando todos y cada uno de sus rasgos.
La verdad es que era demasiado atractivo para su gusto. Su nariz recta y afilada y su labio inferior grueso hacían una combinación explosiva.
Sunggyu sintió una fuerza equitativa a la suya proveniente de él, y entonces supo quien era.
“Eres el Guardián de la Oscuridad.” susurró Sunggyu, abriendo los ojos al saber a quién tenía delante.
“Te ha costado pillarlo, ¿eh?” dijo el chico, con sorna.
Sunggyu lo fulminó con la mirada, y le mordió la mano para que lo dejara suelto por fin.
El chico siseó ante el mordisco, y apartó la mano, frunciendo el ceño.
“¿Qué haces aquí?” preguntó Sunggyu.
“Yo podría hacer esa misma pregunta.”
“Mis jefes me han mandado a revisar la zona. Se ha reportado una presencia maligna. Espero que no se referían a ti porque entonces...”
“¿Entonces...?” el chico esbozó una sonrisa picarona, y le dio un golpecito en la nariz a Sunggyu con su dedo índice. “Pero no, para tu información, no soy yo. Estoy aquí por la misma razón que tú. Y esa razón ha sido la que ha matado a la mujer que has encontrado en la plaza.”
“¿Qué es?” preguntó Sunggyu, algo aterrorizado por la respuesta.
“Es un kitsune.”
“¿Un zorro? Pero....son animales del Reino Abandonado....¿cómo ha llegado hasta aquí?”
“Esa es la pregunta que yo también me estoy haciendo, querido compañero.”
Sunggyu paró para beber agua, y observó como Yein lo miraba con ojos de borrego, entusiasmada ante la historia que le estaba contando.
“Ese chico es con el cual estuve anoche, ¿no?” preguntó, y Sunggyu asintió. “¿Y qué pasó después?”
“Woohyun y yo nos encontramos en...muchas misiones más. Aunque, a partir de la quinta, digamos que ambos lo hacíamos a propósito.”
“¿Por qué?” Yein dobló las piernas, y apoyó la cabeza en su mano para prestar más atención a Sunggyu.
“Nos enamoramos perdidamente el uno del otro.”
Sunggyu suspiró, dejándose caer hacia atrás, y cerró los ojos ante el recuerdo, que seguía tan fresco en su memoria como si hubiera sido ayer.
“Era de noche, y Sunggyu caminaba a través de un bosque, evitando a las ninfas y a las nereidas que pudiera encontrar. Tenía una misión, y era llegar hasta la frontera del Reino Abandonado, para observar si había algún indicio de actividad cerca.
No tardó mucho en sentir una presencia a su lado, y esta vez ni siquiera se inmutó.
“Podrías haberme esperado.” se quejó Woohyun, pasándose una mano por el pelo.
“Sabía que me alcanzarías.” respondió Sunggyu, sonriendo.
Pasaron el resto de la noche juntos, caminando de aquí para allá, pero no encontraron nada de lo que esperaban encontrar. Todo se encontraba en absoluto silencio, sin ningún rastro de vida.
“Creo que aquí hay gato encerrado...” susurró, y sintió su corazón comenzar a latir con fuerza cuando Woohyun lo sujetó de la mano, utilizando su habilidad de teletransporte para llevarlo hacia otra parte.
Esperaba aparecer frente al edificio donde su piso se encontraba, como siempre lo hacía, pero cual fue su sorpresa al encontrarse a la orilla de un río, dónde había una pequeña manta dispuesta para ellos dos.
“Hay algo que quiero decirte.” comenzó Woohyun, una vez estuvieron sentados, y retorció sus manos, nervioso.
“Dime.”
Sunggyu estaba seguro de que el chico podía escuchar su corazón a pesar de estar considerablemente separados el uno del otro.
“Sé que...nuestros rangos no nos lo permite. Que nadie sabe que nos vemos y estamos juntos cuando vamos de misión. Pero ha pasado un año y medio y....estoy bastante seguro de que estoy enamorado de ti.”
Sunggyu sintió cómo sus mejillas se sonrojaban, y su corazón latía con más fuerza aún, si es que eso era posible.
Abrió la boca para decir algo, pero sus palabras fueron acalladas por los labios de Woohyun, los cuales se depositaron con delicadeza sobre los suyos. Se besaron por un largo rato, sus labios entrelazados y sus lenguas jugando y acariciándose entre ellas. Las manos de Woohyun se colaron por el interior de su camiseta, acariciando su torso. Y luego...”
“¿Y luego...?” preguntó Yein, cuando Sunggyu cortó de repente su narración.
“Continuaré con esta parte cuando tengas 18 años.” respondió el chico, con las mejillas ligeramente sonrojadas ante el recuerdo de aquella noche (y todas las que siguieron).
“Tengo diez años, sé lo que es el sexo.”
Sunggyu se quedó anonadado, y enarcó una ceja, pero aún así se negó rotundamente a contarle aquella parte.
“¿Quieres saber que pasó después o no?”
Yein asintió, volviendo a prestarle atención y olvidándose de la parte anterior.
“¿Qué sucedió?” preguntó.
“Cuatro años después....nuestros jefes nos descubrieron. Nos separaron, y nos enviaron a ambos a este bosque, uno a cada lado. Nos quitaron de nuestros puestos de Guardianes y nos arrancaron las alas. Woohyun vive durante la noche y yo durante el día. Aunque estemos en el mismo lugar, no podemos vernos, no podemos hablarnos. Ni siquiera podemos dejarnos un mensaje porque el bosque lo borra.”
Sunggyu observó cómo la niña comenzaba a llorar y la preocupación invadió su cuerpo.
“¿Estás bien?” preguntó, acercándose hacia ella y colocándose de rodillas para estar al nivel de sus ojos. “No llores.”
“L-lo siento, es solo que es tan....triste.”
Sunggyu asintió.
Hacía 5 años que no había vuelto a ver a Woohyun.
Pero, aún así, seguía tan enamorado de él como desde el primer día.