Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Boku no sei. por Misakiraptor

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola!

Hace mucho que no publicaba nada y bueno, extrañaba esto.

El año pasado fue medio durillo así que no publique mucho y a pesar de que este año esta siendo perfecto, pues tengo poco tiempo. <//3

En fin, les traigo un fic nuevo, en realidad lo hice hace ufff, pero me faltaba terminarlo así que aproveche mi resfrío y nada, aquí estoy. (?)

Espero que les guste, y nada eso. (?)

Por cierto, el fic esta inspirado en la canción Boku no Sei de ADAMS. Aparecen partes de la canción en negrita. (?)


Les recomiendo ver el videoclip luego de leerlo y ahí entenderan todo, juejué. (?)

Sin más, espero que sea de su agrado, estoy medio oxidada. (?)

-Misakiraptor-

“Tal vez, si hubiera sabido el cómo terminaría esta historia habría ignorado desde el primer momento a Reita pero las cosas pasaron de otra manera y lamentablemente no se puede cambiar el pasado…”

 

Tenía 15 años cuando conocí a Reita. Mentiría si digo que él me “volvió” homo, no, yo ya sabía de niño que algo “malo” había en mí, pero si podría decir que él fue el que hizo que me dé cuenta de mis gustos, él me enamoro completamente…Completamente maricón me volví, también.

Bien para no mezclarnos contaré bien como lo conocí, yo era una criatura de dios… A quien engaño era un chico rebelde que decía lo que opinaba, no me detenía ni por mis profesores, pero creía fielmente en la libertad de expresión. Después de todo si no creía algo de lo que me enseñaban tendría que informarles que lo que me estaban hablando a mí opinión eran puras mierdas.

En fin, era un día cualquiera monótono como solían serlo, discutir con los profesores, salir regañado y temer del llegar a casa, sabría que mi padre me regañaría demasiado, después de todo él era muy estricto, nunca pensaba en mis problemas, para él mi única obligación era estudiar las demás cosas eran pendejadas de niño. Y aunque le temiera no podía evitar el defender mi opinión.

Una persona tiene que defender lo que cree, tal vez me equivoque pero creo que todas las personas tienen derecho a pensar diferente, no porque sean más grandes significa que ellos siempre tengan la razón. Sí, estaba en una sociedad demasiado conservadora y detestaba eso, cuando de repente después de veinte minutos de haber empezado la clase entro él, con el pelo alborotado, mal teñido y su ropa hecha un desastre, tal vez para muchos era un chico raro pero para mí él era el chico más cool y grandioso que había podido ver.

—Bonita hora de llegar Suzuki.—Mascullo la profesora, era la típica señora amargada de unos cuarenta y picos de años, con su pelo siempre recogido en un rodete perfectamente echo y sus labios pintados de un rojo oscuro que junto a sus cejas depiladas ovaladamente como si fueran  triángulos sin base hacía que se viera como si siempre estuviera enojada, pero creo que concordaba bien, después de todo  parecía siempre despertar de malas, o como yo siempre le decía en mis pensamientos “La mal cogida.”  

—Disculpe profesora, se me fue el trasporte y tuve que esperar hasta que venga uno más, al final me rendí y vine caminando.—Explico con la respiración agitada, no pude evitar soltar una carcajada, mi opinión con solo verlo era un chico malo que le valía madres las reglas pero como dicen las apariencias engañan, aun así ese carácter tan… Dócil, me agradaba.

—¿Qué es tan gracioso Matsumoto?—Pregunto en voz alta la profesora mirándome enojada, bah ella podría estar riendo y aún tendría esa expresión molesta. Pero bueno, solo me encogí de hombros.

—Nada, nada, solo que con esa pinta de bandido que carga me hubiera imaginado una respuesta más… Feroz.—Espete mirando directamente a ese chico de cabellos mal teñidos, él solo arrugo la nariz ignorándome. Tuve que usar todo mi autocontrol para no reírme nuevamente.

—Mire Matsumoto no porque usted sea un mal educado significa que todos tengan que serlo. Creo que deberían ser más estrictos con un chico tan descarriado y arrogante como usted.—Hablo despectivamente, como sobrándome pero yo solo podía fijar mi vista en su nariz. Su nariz era grande, y ancha, tanto que parecía abarcar todo su rostro y cuando se enojaba era como si abriera más sus orificios nasales, tal vez si la ponía más enfadada los abriría tanto que podría succionarme. De solo pensar eso e imaginarme la visión de un pequeño dentro de esas cosas que osaban llamar orificios nasales hizo que mi sonrisa se anchara más.

—Y a usted porque no la satisfacen sexualmente no significa que tenga que descargar su tensión en nosotros, sabe que existen los juguetitos ¿verdad?—Le respondí altaneramente, se bien que no debí faltarle el respeto pero cuando me di cuenta mi boca ya había soltado esas palabras que hizo que toda la clase riera y la profe echara fuego por la boca.

—¡Matsumoto se va a dirección ya!—Espetó con un grito tan agudo y fuerte que seguro llego hasta Mie. Sin más me levante del banco bufando para ir a la dichosa dirección, al entrar el director me vio con la cara de “¿Otra vez aquí?” Era tan expresivo pensé mientras él escribía un reporte, lo tome… genial, bueno otra nota que firmaré a escondidas, aprender a falsificar la firma de mi padre es lo mejor que pude hacer, SIEMPRE sirve. Solo espero que no los llamen a mis padres sino ahí sí que estaría en un problema.

Lleve una de mis manos hacía mi cabello corto y negro como el de todos los de aquí tirándolo hacía atrás, la frustración que tenía era grande por lo que solo suspire tomando fuerzas de todos lados para entrar nuevamente en el salón. Cada día estaba más harto de esto, quería otra cosa, algo, algo que me llene de vida.

Y ese algo, o mejor dicho alguien estaba detrás de la puerta sentado al lado de mi asiento, por un momento me emocione, ¿Motivo? Ni yo lo sé pero no pude evitar que se me formara una sonrisa bobalicona en el rostro, caminando hacía mi asiento sintiendo la feroz mirada de la profesora encima de mí.

—Bien Matsumoto siéntese de una vez.—Hablo en tono agrío la profesora, no tenía ganas de discutir esta vez así que fui callado hasta mi asiento tratando de hacerme el despectivo con la presencia de ese rubio oxigenado pero no era fácil, tenía unas enormes ganas de hablarle y acosarlo con cincuenta mil preguntas pero no quería asustarlo así que solo gire mi vista por el gran ventanal –Sí, yo me siento del lado de la ventana, me ayuda a distraerme un poco al menos- Hasta que un susurro llego a mis oídos, haciendo que me de vuelta.

—Eres un chico interesante Matsumoto.—Fue lo que susurro y algo en mí vibro ante esa voz en un susurro a mi parecer ¿Coqueto? No lo sé, pero su voz en si era seductora, recién ahora me había dado cuenta lo gruesa que tenía su voz, un chico de quince con voz de uno de treinta.

—¿Cómo sabes mi apellido?—Fue lo único que pude decir, hasta ganas de golpearme por responder con una estupidez como esa. Él solo soltó una risila, por lo que bufe mirándolo mal.

—La profesora lo grito tan fuerte que fue imposible no recordarlo.—¡Por supuesto! Que idiota soy, había olvidado el pequeño gran detalle de la discusión con la profesora… Genial, quede como idiota.

—Cierto… Cierto.

—Me gusta tu personalidad Matsumoto.—Era la primera persona que me había dicho eso y sin duda viniendo de él fue más especial, por lo que no pude evitar el cómo se surcaba una sonrisa en mis labios. 

—Gracias, tú pareces interesante.

—Lo soy.—Dijo sonriéndome de lado, hubiera pensado “Que creído” si no fuera por esa sonrisa que algo producía en mí por lo que deje pasar eso devolviéndole la sonrisa.

----

Estuvimos desde ese día juntos, nos hicimos grandes amigos, sí, amigos que querían ser más. Había una tensión sexual entre nosotros pero ninguno hacía nada… ¿Por qué no hacía algo yo? Es por su culpa. Él siempre me coquetea pero cuando yo se lo devuelvo se hace el desentendido y me hace sentir como un idiota. No sabía si realmente jugaba conmigo o qué, pero su manera de verme cuando jugábamos futbol y tenía que usar esos shorts más horrendos, pues, dios,  no era ni medio normal, como para no creérselo, era como “si no te estampo contra el muro es porque la gente nos mira”. No sé, era raro, podía ver deseo en sus ojos, pero también confusión así que esperaría hasta que el muchacho se decidiera. Aunque si seguíamos así terminaría estampándolo yo contra la pared.

—¿En qué piensas? —Interrumpió el dueño de mis jodidos pensamientos.

—Nada, que eres bien idiota y que tienes pinta de rebelde pero no lo eres, algo así como “rebelde de pacotilla” ¡Hey! Esa es buena, no sé cómo no se me ocurrió, así te diré ahora, rebelde de pacotilla. —Dije para molestarlo mientras caminábamos, estábamos yendo hacia el colegio. Era un día demasiado hermoso como para estar encerrado cinco horas seguidas.

—Yo puedo ser rebelde de verdad. Cuando quiera puedo desobedecer reglas, pero soy tan rebelde que no lo hago.

—Eso no tiene sentido. —Dije negando con la cabeza mientras reía a lo que segundos después el acompaño con su peculiar risa de “macho”.

—Claro que sí, shh.

—Shh nada, rebelde de pacotilla.

—Qué te calles. —Dijo entre risas caminando tranquilamente a mi lado.

—¿Es una orden? Pues no me callo nada, yo sí soy rebelde. Mejor cállate tú.

—Enano pesado, te dije que shh.

—A ver, rebelde de pacotilla, cállame, porque yo no me voy a ca…—Fui interrumpido por su mano. Bah, hubiera preferido que me callara de otra manera, pero que se puede esperar de este chico. Es que es tonto, es tonto. Suspiré y le lamí la mano para que la quitara, cosa que hizo rápidamente, haciendo un sonido tipo “iugh” ¡Iugh tú, que tienes la mano salada!

—Al final te calle.

—Que aburrida manera de callarme, la verdad. Pero bueno, que se puede esperar de un rebelde de pacotilla. —Dije y al instante sentí como mi espalda tocaba la pared, estaba acorralado y lo tenía a él frente mío mirándome seriamente pero sus ojos brillaban con un deje de diversión.

—No me provoques, enano.

—¿Y qué si lo hago? —Susurré sobre sus labios y él al instante sonrío acortando toda distancia entre nuestros labios, besándome con toda la pasión que había contenido hasta ahora. Sinceramente no me lo esperaba, pues siempre que hacíamos este tipo de cosas él se terminaba echando hacía atrás, pero esta vez tomo el mando.

Cuando salí de mi ensoñación rodee su cuello con mis brazos y correspondí el beso con las mismas ganas que él.

De repente sonó la campana del colegio. Era hora de entrar. Él se separó rápidamente de mí, dejándome con ganas de seguir probando sus labios.

—Venga, llegaremos tarde y no quiero volver a estar castigado. —Hablo mientras casi corría al colegio, que estaba a media cuadra de donde nosotros estábamos.

“Rebelde de pacotilla” repetí en mi cabeza mientras caminaba con una sonrisa que ni la profesora mal cogida podría sacarme ahora.

----

Cabe aclarar que luego de ese momento candente contra la pared, la misma situación se repitió contra todas las paredes posibles hasta que al fin, luego de dos semanas de besuquearnos como si se nos fuera la vida él hizo la pregunta que yo quería escuchar hace rato, aunque su pregunta fue más una afirmación, tipo “Bueno, ahora estamos saliendo, así que…” cosa que no tenía nada que ver con “este actor actúa de puta madre” que yo había dicho segundos antes, pero me pareció tierno de todas maneras.

----

Habían pasado cinco meses desde que salíamos, pero nadie lo sabía, sólo nosotros y la madre de Reita, pero me daba pena que él frente a mis padres tenga que actuar como un simple amigo, no quiero que piense que me avergüenzo de él cuando no es cierto, la cosa es que mis padres no podrían enterarse nunca de esto, sino estaba seguro que me matarían, bueno, no tanto, pero sé que no les agradaría la idea, al menos no a mi padre, mi madre quién sabe, ella siempre parece tan neutral y amable con todos.

Hoy íbamos a estar en mi casa, pensé que sería una buena oportunidad de estar solos de una vez por todas, ya que en su casa su madre siempre está y pues… Nada… ¿Entienden?

—Vamos a mi cuarto. —Le dije cuando entramos a mi casa, dándole un pequeño beso en los labios para luego agarrarle la mano y subir las escaleras hasta mi cuarto.

Cuando entramos él no perdió el tiempo y me besó como lo venía deseando desde hace días.

—Te amo, rebelde de pacotilla. —Susurré y él simplemente me sonrió de esa manera tan única que hacía que todo en mí se alterara de una forma que él no podía ni sospechar.

—Yo también te amo, pequeñajo.

Nuevamente nuestras bocas se unieron, como piezas de puzzle. El sabor de su saliva mezclada con la mía era lo más delicioso que probé en mi vida, por lo que no dejaba de mover mis labios contra los de él, escuchando el sonido morboso de ambas bocas al chocar. Quería unirme en cuerpo y alma con este rubio oxigenado que tan loco me traía.

Hoy era el día, mis padres habían salido a cenar por su aniversario y no regresarían hasta muy tarde, o eso creía.

Mordisque el labio inferior de mi pareja, escuchando un gruñido de parte suya mientras me agarraba posesivamente de la cintura mientras caminábamos torpemente en la cama, dónde aproveche y lo empuje haciendo que éste quede acostado mirándome desde abajo con esa sonrisa de lado que tan loco me volvía… Joder, era tan sexy.

Me senté en su regazo y él no tardo ni dos segundos en atacar mi cuello con sus labios, besándolo y mordisqueándolo, yo simplemente enrede mi mano en los suaves cabellos de este mientras soltaba suaves gemidos por la grata sensación que me proporcionaba mi rebelde de pacotilla e inclinaba mi rostro hacia un lado, dejándole todo el espacio que quiera para seguir el recorrido de su lengua por mi piel. Se sentía tan jodidamente bien, mis mejillas estaban rojas por el calor que sentía y un agradable hormigueo se hacía presente en mi miembro.

A pesar de que disfrutaba como besaba mi cuello en este momento necesitaba sentir sus labios, por lo que tironee suavemente de sus cabellos haciendo que él deje su tarea de marcarme el cuello. Rápido, como si el tiempo fuera arena en mis manos lleve mis labios torpemente a los suyos, uniéndonos nuevamente en un beso en el que Reita tomo el control, haciéndolo lenta y apasionadamente, expresando tantas cosas con ese beso que me robaba el aire y el corazón.

Si alguien me hubiera dicho que se sentía tan, tan, tan bien el amor no lo hubiera creído. Era increíble el cómo me sentía, tan pleno, tan feliz, era todo tan lindo, ese cosquilleo en mi estómago, las famosas mariposas… Mariposas mis cojones, era un nido de abejas africanas definitivamente, y también que mi corazón latiera tan alocadamente, que parecía que cualquiera podría escucharlo. Me pregunto… ¿Reita podrá escuchar mis latidos acelerados? ¿Sabrá que le pertenecen? El niño es tan despistado que lo dudo.

A pesar de que no me quería separa de sus labios, lamentablemente el aire empezó a escasear tanto para él como para mí, por lo que a regañadientes nos separamos, viéndonos a los ojos, sus ojos brillaban y estaba seguro que esa significaba sólo una cosa… amor. Lentamente él me dio vuelta, quedando arriba mío, mirándome fijamente con esa sonrisa de lado que hizo que mis mejillas casi exploten de lo fuerte que ardían. Es que sólo él podría causar eso en mí.

Una risa nerviosa salió de mis labios cuando vi que sólo se dedicaba a verme desde arriba, sonriéndome y conquistándome aún más cuando sus manos pasaron lentamente por mis mejillas, acariciándolas tan suavemente que sentí que en cualquier momento podría romperme. Sus labios se ancharon en una sonrisa más grande al ver que sólo esa pequeña caricia hizo estragos en mí, poniéndome visiblemente nervioso y rojo… Joder. No resistí más y acorte la distancia entre sus labios y los míos, mientras sentía su pecho chocar con el mío. Nuestros latidos igual de desaforados, latiendo al unísono. “¿Te das cuenta que nuestros corazones están conectados? Es el amor” me susurro sobre nuestros labios, para volver a unir nuestros labios en un dulce beso que expresaba nuestro amor.

De un momento al otro sentí que mi corazón dejo de latir. La puerta fue abierta y el rostro de mi padre se deformaba en una mueca entre asco, aberración y enfado… Ningún hijo debería ver ese asco en la cara de su padre mucho menos cuando ese asco es dirigido a ellos.

—¡PAR DE JOTOS!—Grito y en menos de un segundo como si todo fuera en cámara lenta vi a Reita en el piso y mi padre encima suyo golpeándolo sin piedad, como si la vida se le fuera en ello mientras que le gritaba cosas como “Deja a mi hijo, marica de mierda, no lo arrastres a ese asqueroso mundo”, reaccione rápido gritándole que lo deje “Déjalo padre, me enamoré, lo amo, déjalo, por favor” Fue lo que repetí una y otra vez tratando de quitarlo encima de Reita que ya tenía su boca hinchada y sangrando, cuando de repente sentí un dolor punzante en mi mejilla, mi papá me había pegado una piña, antes de darme cuenta ya estaba contra la cama quejándome de los golpes que mi padre me proporcionaba. Tenía los ojos llorosos por sus golpes, tanto que veía borroso el cómo Reita forcejeaba para quitármelo de encima.

—¡Vete!—Le grite con todas mis fuerzas a Reita, mi padre era muy difícil de controlar y no quería que le haga daño.

—Suéltelo, maldición lo va a matar si sigue así—Gritó Reita con la voz quebrada, solo éramos unos adolescentes enamorados ¿Qué tenía de malo eso? ¿Era tan malo sentir esto? Esas y más preguntas venían a mi mente mientras mi padre desquitaba su irá en mí, golpeándome la cara. Podía sentir claramente el sabor metálico de la sangre en mi boca.

—¡Maldición! Que salga este joto de aquí o juro que lo mataré.—Fue lo que me dijo mi padre si es que se podía decirle así a un hombre que me estaba dando una paliza como si fuera su peor enemigo.

—¡Vete ya Reita! Solo estas empeorando las cosas… ¡Vete de una puta vez!—Grité con las pocas fuerzas que me quedaban viendo como por fin Reita salió del cuarto, ahora me sentía más tranquilo tenía miedo de que le haga más daño.

A los segundos mi padre me soltó como si nada parándose y arreglándose la ropa caminando en dirección a la puerta para darse vuelta y verme con despreció, tanto que por un momento sentí asco de mí mismo.

—Mañana no te quiero ver más aquí, desde hoy has dejado de ser mi hijo… Me das asco.—Esas palabras dolieron tanto, tanto que sentí el como algo se rompía en mi interior.

Sabía que no lo decía para herirme, él en verdad lo pensaba y eso fue lo que más me dolió. Toda mi vida quise escuchar un “Estoy orgulloso de ti hijo” de su parte pero ahora ni siquiera soy su hijo.

Pestañe sintiendo las lágrimas acumularse en mis ojos viendo como su silueta borrosa –gracias a las lágrimas- desaparecía detrás de la puerta.  Simplemente me quede allí en la cama con el pantalón abierto, la sangre en mi boca, las lágrimas fluyendo y la respiración agitada sintiendo como mi mundo se estaba destruyendo. Estuve en silencio abrazándome con las rodillas contra mi pecho tratando de calmar mi llanto.

—Hijo…— Susurro mi mamá con voz apacible entrando lentamente a mi cuarto hasta sentarse en la orilla de mi cama acariciando suavemente mis cabellos, levante mi rostro chocándome con su mirada suave y triste, ella tenía en una de sus manos un botiquín.—Déjame que limpie tus heridas.—Hablo mirándome tras sus anteojos, ella era enfermera así que tenía todo lo necesario para curar algunas cuantas heridas profundas que me tenía. Como me hubiera gustado que pudiera curarme la más dolorosa de todas… La del corazón.

—Mamá…

—Shh, no es necesario decirme nada, ya lo sabía desde hace mucho tiempo. Una madre siempre se da cuenta de estas cosas.—Hablo aún con ese tono suave y comprensible tan característico de ella, en ese momento después de todo lo que pase su voz era como una dulce caricia.

—Auch.—Me queje al sentir el algodón con agua oxigenada pasar por mi nariz.—Mamá…

—¿Mmh?—Preguntó muy concentrada en limpiar mis heridas.

—¿Me sigues amando, a pesar de... mis elecciones?—Pregunte haciendo mi voz un susurro en las últimas palabras mientras miraba hacia abajo, no tenía el valor de mirarla a los ojos. Tenía miedo de su respuesta pero necesitaba saberlo.

—Taka… te amé desde el primer momento en que te tuve en mí y ese sentimiento no cambiará, para mí siempre serás mi Taka, mi niño que se mete en problemas cada dos por tres, nunca te olvides de eso.—Su voz dulce y esas tiernas palabras resonaron por toda la habitación y por mi mente, me hacían sentir tranquilo. La tranquilidad me duró muy poco al escuchar un suspiro provenir de mi madre, ella no era de suspirar y cuando lo hacía era por algo malo.—Lastima que tu padre no piense así hijo.

—Mamá… Él ya no me quiere aquí.

—Lo sé.—Fue lo único que me dijo pasando un algodón por mi boca, ardió y solté un quejido pero sin dejar de mirarla, esta vez ella me huyo la mirada… Oh no…

—Madre… No le dirás nada ¿no es cierto?—Hable sintiendo un nudo en la voz viendo como ella negaba lentamente con su cabeza.—Mamá…

—No puedo, entiende Taka, no puedo. Sabes cómo es tu padre no le gusta que le den la contra o cuestionen sus decisiones.

—Mamá no estamos hablando de una cosa sin importancia, estamos hablando de mí ¿Dónde iré si mi padre no me quiere aquí?

—Lo sé hijo, esto es demasiado complicado, pero sabes que no puedo decirle nada, la última vez que lo cuestione tuve que curarme a mí misma las heridas, no puedo a esta altura de la vida aguantar todo.—Hablo con su voz quebrada y las lágrimas rodando por sus mejillas.—Desearía que fueras normal…—Eso lo dijo en un susurro esquivando nuevamente mi mirada. Sentí una punzada en mi corazón… ¿Normal? Normal… ¿Qué mierdas era ser normal? Acaso yo ¿Era un anormal? ¿Una aberración? ¿Solo por amar a un hombre? Me parecía un término estúpido… Juzgarme igual que un asesino o violador ¿Cuál era mi pecado? ¿Amar a un hombre era tan malo como para que mis propios padres me nieguen?—Perdón, no quise decir eso.

—Entiendo…  Perdón por causarte tantos problemas mamá, mañana ya no me verás.

—Hijo, yo te amo tal y como eres a pesar de que hayas elegido ese camino.

—Pero no le llevarás la contra a mi padre.

—No puedo hacerlo.

—Entiendo.—Mi voz estaba quebrada y no dije nada más y mi madre tampoco, solo se dedicó a curarme las heridas y coserme unos cuantos puntos en la nariz. Al terminar de curarme me miro a los ojos abrazándome suavemente, me dolía todo el cuerpo por la paliza que me dio mi “padre”. De un momento al otro sentí unas lágrimas mojar mi hombro, mi mamá estaba llorando.

—Perdóname… Perdóname, te lo ruego Taka, perdóname, soy una mala madre… Perdóname.—Hablo entre el llanto, yo sólo empecé a llorar junto con ella, ¿Por qué era tan difícil todo? ¿Por qué no podían aceptarme cómo era? Se supone que los padres tienen que protegerte, hacerte sentir amados, pero a algunos sólo les importa los principios que tienen en la cabeza, principios que son ilógicos. Creen que está mal que una persona ame a alguien de su mismo sexo, es “una aberración” pero cuando ellos están casi desfigurando a sus hijos por los golpes, cuando ellos les dan la espalda a sus propios hijos, pues eso estaba bien.

¿Dónde coño quedo el “ama a tu prójimo”? Ah, claro, el “prójimo” sólo son los heterosexuales. No importa si son asesinos, violadores, pedófilos o ladrones, mientras les gusta el sexo opuesto.

Que principios de mierda.

—Mamá…—Susurré levantando su rostro para verla a los ojos. Ella siempre me ha entendido, pero siempre fue tan débil, siempre haciendo todo lo que papá quería, siempre sometida ante él. Presa en su propia casa. Pobre. —Creo que tú me das más pena a mí que al revés… ¿Estarás bien? —Pregunté con verdadera preocupación mientras secaba sus lágrimas, aunque era inútil pues seguían cayendo.

—Eso espero…

—¿Sabes, mamá? “Mi padre” y tú son una pareja heterosexual, sin embargo los veo tan desdichados juntos, mi “padre” nunca te trato bien y tú lo has soportado siempre, lo cual me hace preguntarme el por qué.

—Miedo, cobardía, amor, estupidez… Son demasiadas razones, cariño. —Susurro mientras se levantaba de la cama al igual que yo. La miré y simplemente pensé que nunca podría comprenderla, que yo en su lugar escaparía sin dudarlo, pero no estaba en su piel, así que no podía opinar nada al respecto.

—Cuídate mucho, mamá… ¿Vale? —Susurré sintiendo las lágrimas deslizándose por mi rostro nuevamente mientras la abrazaba, ella simplemente lloró y me abrazó más fuerte.

Al otro día ya tenía mis maletas preparadas, sólo tenía ropa y algo de dinero que había ahorrado, deje una nota en la cama que simplemente decía “Mamá… siempre te querré, a pesar de todo. Cuídate mucho.

Padre… En el fondo siempre seré un estúpido por querer tu amor y aceptación, aun sabiendo que no llegará. Adiós.”

Salí de casa y no tenía ni la más pálida idea de a dónde ir. Busque mi celular y llame a la única persona en la que pudiera confiar… Reita.

Él obviamente me acepto, estuve un año conviviendo con él y con su madre, hasta que ella tuvo cáncer de mama fase 4… Murió luego de un año de luchar contra ese maldito cáncer, y así nosotros quedamos en la calle como si nada. Sin dónde ir, sin dinero, sólo nos teníamos el uno al otro, aunque en ese momento era todo lo que necesitábamos.

 Reita apenas termino la secundaria empezó a trabajar, él nos mantenía en un pequeño, muy pequeño departamento pero era bastante acogedor y yo no necesitaba nada más mientras su mano siguiera sujetando la mía.

Yo quería trabajar, sin embargo él no me dejo, quiso que yo estudiara lo que me gustaba: Abogacía, siempre quise ser eso, o tal vez era lo que mi padre me había inculcado tantas veces que se implanto en mi cerebro.

4 años después.

Había llegado de la facultad totalmente agotado, frustrado, triste. Si bien en un tiempo la abogacía me apasionaba entre más estudiaba de esta menos me gustaba. Me di cuenta tarde de que en realidad eso no era lo que quería hacer. Solo me quedaban dos años para recibirme, pero estaba tan harto de todo, de los profesores, los alumnos, los estudios, las leyes.

Al entrar en casa estaba sólo, siempre era así. Reita a estas horas aún trabajaba. Sonreí con pesadez, necesitaba uno de sus abrazos reconfortadores, esos que me daban fuerzas de seguir, esos que sin decir nada transmitían un “todo estará bien, yo estoy aquí” y es que así es, siempre fue así, Reita siempre estuvo para mí en todo momento. Ese era uno de los muchos motivos de porque lo amaba tanto.

Tiré la mochila en el sillón y camine hacia mi cuarto, al llegar procuré en sacarme toda la ropa e irme a duchar. Una buena ducha siempre me hacía sentir mejor. Al salir me puse una de las remeras de Reita, tenía su perfume y eso me encantaba.  Luego un bóxer y un short de entre casa.

Fui hacía la cocina, sacando unas cuantas cosas para cocinar, solo haría unos espaguetis con salsa, no tenía muchas ganas de cocinar. Mientras picaba las verduras lo más pequeño posible- pues estaba de novio con el don “Odio las verduras, son del demonio”- empecé a tararear una canción que sonaba en la radio.

Cantar. Eso era lo que me hacía feliz, eso era lo que realmente quería hacer, estaba seguro de eso.

Deje el agua hervir mientras me sentaba en el sillón, mirando la tele un poco. Miré hacia mi derecha, donde estaba mi mochila, la abrí y saqué de allí mi cuaderno, ese era como mi diario íntimo por decirlo así. Ahí había profesado cada sentimiento, cada pensamiento, cada cosa que paso en mi vida en forma de canciones. Había puesto prácticamente mi corazón en ese cuaderno. Lo abrí y leí algunas de mis canciones, tarareándolas suavemente hasta que la puerta se abrió interrumpiendo mi canto.

—Tadaima… Vaya, vaya, que linda vista. —Menciono Reita al verme acostado en el sillón con su remera puesta y los pelos todos húmedos y despeinados. Sonreí y me levanté yendo hacía él para darle un pequeño beso en los labios.

—Okaeri. —Le susurré sobre sus labios, aún enganchado a su cuello.

—Precioso. —Me hablo en el mismo tono llevando sus manos a mi cintura para apegarme a su cuerpo aún más y volver a besarme, esta vez más demandante, más apasionado, quitándome la respiración.

—Rei-chan. —Susurré llamando su atención, tratando de darle a entender que teníamos que hablar.

Al parecer lo notó pues lentamente deshizo el agarre y me miro con una ligera sonrisa, incitándome a que hable. Estaba nervioso por lo que di una gran bocanada de aire y pronuncie esas palabras que tantos problemas nos traerían luego.

—Yo… No seguiré con mis estudios. —Susurré mirando mis pies.

Silencio. No sé por cuanto tiempo estuvimos callados hasta que escuche un suspiro de sus labios, haciendo así que yo fije mi vista en él.

—¿Por qué? —Sabía que en esa frase tan sencilla él escondía toda la irá que quería salir, pero que controlaba por mí.

—Ya no me hace feliz, hace tiempo que no lo hace. Descubrí que no era lo que quería, que en realidad no es el camino que yo quiero seguir.

—Ruki… ¿Tienes idea de todo lo que he tenido que trabajar para pagar tus estudios?

—Lo sé, lo tengo en cuenta, créeme, pero no puedo seguir engañándome a mí mismo. Pensé que me ibas a entender, que me ibas a apoyar en esto.

—¿En esto? Lo dices como si fuera una idea brillante dejar tus estudios cuando casi los finalizas.

—¡Es que no puedo más, Reita, no puedo! Cada día se me hace eterno, no puedo, yo quiero seguir mi sueño, no quiero seguir haciendo esto y de paso desperdiciando mi tiempo en algo que no me satisface en lo absoluto.

“Hasta ahora todo lo que he hecho es fingir ser un adulto aburrido”.

—Claro, y todo lo que yo invertí en esto al demonio, a ver, entonces ¿Qué es lo que quieres seguir? ¿Cuál es tu nuevo sueño? ¿Cuánto tendré que trabajar para que luego vuelvas a salirme con lo de “no es lo que quiero ser”? Siempre es lo mismo Ruki.

—¡¿Lo mismo de qué?! ¡¿De qué demonios hablas?!

—¡Que siempre abandonas las cosas cuando se ponen difíciles! Anda, es eso no, ¿qué pasa? ¿Una materia complicada, uhm?

—No es eso, para nada, Reita, y me molesta que pienses eso cuando yo no soy así, ni haría eso. Me costó mucho tomar esta decisión y decírtelo para que vengas con tus tonterías. —Nuestras voces iban en aumento, la discusión se ponía peor y yo estaba tratando de controlar mi mal humor pero me era difícil, no esperaba que Reita se lo tomara tan mal.

Ambos estábamos enojados y así como lo veía no íbamos a hallar ninguna solución a esto. Solté un suspiro mirándolo con el ceño fruncido levemente, y él a diferencia mía tenía el rostro con una genuina expresión de molestia.  

—Reita…

—Nada, Ruki, nada. Dos años que tuve que soportar al pendejo de mi jefe para pagar tus putos estudios para que me salgas con esto, ¿Es en serio? 

—Pensé que me apoyarías…

—Apoyarte en qué, es una tontería lo que quieres hacer, ¿Sabes cuanta gente talentosa hay en el mundo? Sé que tú también lo eres pero es muy difícil triunfar en la industria de la música habiendo tanta gente queriendo hacer exactamente lo mismo. ¿Qué no te asegura que termines siendo un cantante en el tren?

—¡Reita! Jamás pensé que escucharía esto de ti. Pareces mi padre.

—No me compares con ese señor.

—Es que estás siendo demasiado duro conmigo, y lo sabes, joder.

—No, no estoy siendo duro, estoy siendo el maduro de la relación como lo llevo haciendo desde que te conocí, siempre con el peso sobre mis hombros. Es que teniendo casi el título te vas por algo que no te da la mínima seguridad de tu futuro. ¿Quieres pensar un poco, joder?

—Lo he pensado, lo he pensado mucho y es el riego que quiero tomar, ¿Por qué no me apoyas en esto, Reita? Necesito saber que estarás ahí para mí, como siempre lo has estado. —Mire sus ojos tratando de adivinar que estaría pensado pero como siempre, no obtuve respuesta. Sus ojos eran algo como impenetrable, nunca me expresaban sus sentimientos. Los únicos momentos en los que sus ojos podrían “decirme” algo es cuando me miraba fijamente varios minutos, podía ver claramente el amor en ellos, luego de eso, no expresaban más.

Lo vi negar lentamente la cabeza, suspirando, exasperado, como si tuviera una lucha interna.

—Necesito pensar bien todo esto. En este momento no sé quién de los dos está siendo inmaduro. —Hablo luego de unos minutos de silencio, rascándose la nuca en una obvia señal de frustración.

—Reita, sólo necesito saber si estarás ahí o no, no es tan difícil lo que te estoy preguntando. —Hable mientras sentía que un nudo se me instalaba en la garganta. No sabía por qué me sentía así, pero en este momento sólo quería llorar entre sus brazos y sentirme reconfortado como cuando me abrazaba y me acariciaba el pelo en silencio  siempre que tenía un mal día en la facultad.

—Siempre estuve, y lo estaré, eso quiero creer pero en este momento necesito descansar de ti. Siempre soy yo el que tiene que apoyarte en todo, el que tiene que entenderte y esforzarme por ti, para que todo se haga como tú quieres.

—Hablas como si yo fuera un egoísta, como si yo sólo pensara en mí. Y también hablas como si fuera un sacrificio estar conmigo.

—No entiendes, amo estar contigo, pero siempre soy yo poniendo de mi parte, trabajando casi todo el día mientras estudias. Sacrifique todos estos años para nada ¿sabes lo mal que me siento ahora? Es como si todo mi esfuerzo se fuera al caño, como si en estos años no hubiera hecho nada.

Siempre que tenía problemas en el trabajo simplemente me lo aguantaba pensando “Es por el futuro de Taka” “Es por los estudios de Taka” “Es por el sueño que tenía de ser abogado” y ahora me sales con esto y es como si todo el cansancio que estuve aguantando saliera por fin haciéndome sentir demasiado mal como para pensar algo razonable.

—¿Y yo Reita? Estuve años estudiando algo que al final no me apasiona, que no me mueve, yo también desperdicie tiempo en algo que no me interesa.

—No es lo mismo, Ruki, tú lo que aprendiste ya está, ya lo sabes, y yo en todos estos años ¿qué he aprendido? ¿Destapar el baño del cine?

—Pero Reita…

—¡Ya basta! Joder, ponte en mi lugar un momento y deja de insistir, ¿Quieres?

Necesito pensar, necesito tiempo, necesito salir. —Habló buscando su chaqueta, de inmediato le sujete el brazo, no podía permitir que se vaya.

—¿En serio te irás? ¿En serio me dejarás? ¿Sólo por esto? —Le pregunté con la voz quebrada mientras mis ojos hacían contacto visual con los suyos. Nunca se había ido de casa, y no quería que lo haga nunca.

—Sólo por hoy, ¿Bien? Necesito tiempo a solas, prometo que mañana por la mañana vendré, después de todo es una fecha especial ¿Lo recuerdas? —Asentí con la cabeza. Nuestro aniversario.

—Por favor, por favor, no te vayas… Además, ¿a dónde irás? No tienes a donde ir. Por favor, sólo… sólo quédate a mi lado. —Le rogué, no sabía por qué pero tenía una sensación en el pecho que me hacía no querer soltarlo  nunca. 

—Sólo será esta noche, iré a un hotel. Necesito pensar, necesito tiempo. —Se deshizo de nuestro agarre y me dio un pequeño beso en la frente, me miro a los ojos y volvió a darme otro beso en la frente y luego se dio la vuelta caminando hacia la puerta.

Ninguno de los dos dijo nada y él finalmente salió de la casa.

Siempre que él se iba a trabajar yo lo despedía con un “te amo” y un beso en los labios. A veces se iba a la madrugada para alguno de esos trabajos de medio tiempo que conseguía y aunque él no me quería despertar yo siempre me levantaba solo y le despedía. Era nuestra “tradición” por decirle así.

No importaba que hora, que momento o si hayamos discutido anteriormente, siempre, siempre nos despedíamos de esa manera… Menos hoy.

Fui directo a la cama, acostándome de su lado, sintiendo su perfume impregnado en las sabanas y simplemente abrace su almohada, tratando de calmar la sensación tan dolorosa que había en mi pecho, así hasta que el cansancio me gano, quedándome dormido.

De pronto un ruido interrumpió mis sueños, quise abrir los ojos, pero tenía miedo. ¿Sería Reita? Él es el único que tiene las llaves de la casa.

“Dirigí mis pasos hacia el otro lado de la puerta,

Estoy nervioso pero aun así quiero saber que hay ahí.”

Me levante de la cama perezosamente y camine lentamente hacia el comedor; estaba todo oscuro por lo que prendí la luz de la mesita de luz, y ahí pude ver una figura. Estaba medio dormido pero eso termino por despertarme, fijando mi vista en esa persona.

Metro setenta, pelo negro, jens azules y una remera negra. Me cago en la descripción, más de la mitad de la población era así.

El miedo empezó a invadir mi cuerpo, ¿Quién era ese hombre? ¿Qué hacía acá?

—¿Qué… Qué quiere? ¿Quién… es usted? —Pregunté retrocediendo lentamente, tratando de encontrar algo a mi alrededor que me sirva para protegerme.

—Ni se te ocurra. —Fue lo único que pronunció mientras sonreía de lado. Tenía una pequeña cicatriz en la parte inferior de su labio y mentón que se notaba más cuando éste sonreía.

—¿Qué es lo que quiere? —Repetí tratando de que mi voz no salga entre cortada por el miedo.

—Tú sólo coopera conmigo y no te haré daño, muñeco. —Una mueca de disgusto se instaló en mis labios al escuchar aquello, pero no podía hacer nada, ese hombre tenía en su mano izquierda un arma.

Los zurdos viven diez años menos, dicen por ahí, pero en este momento dudaba que yo, al ser diestro, viviera diez años más que éste hijo de puta.

 —Te daré todo lo que quieras, pero por favor, sólo vete.

—Ese es mi plan. —Dijo y empezó a recorrer la casa junto a mí, que estaba con la punta de la pistola en mis costillas y un miedo que me recorría las venas.

Le mostré todas las cosas de valor que tenía, y cuando él pareció “ligeramente” conforme y parece que iba a irse detuvo su vista en mí.

—Vaya, vaya… Lindo anillo.

—El anillo no, por favor…—Suplique mientras miraba el anillo de compromiso que Reita me regalo cuando cumplimos los cuatro años juntos. Era un anillo demasiado especial para mí. Tenía demasiado valor sentimental como para dárselo a este hijo de puta que seguramente lo canjearía por dinero que utilizaría para emborracharse o inyectarse algo.

—Que me lo des.

—No tiene tanto valor como tú crees, por favor, déjamelo, es un anillo realmente importante para mí, por favor. —Dije mientras mi subconsciente me regañaba diciendo que se lo entregara, que era sólo algo material. Pero no, para mí era mucho más. Tenía demasiado valor, significaba mucho.

—Dámelo, no te lo voy a repetir. —Dijo y empezó a forcejear conmigo, queriéndome sacar el anillo de la mano, a lo que yo me resistí, tratando de quitar mi mano de su agarre hasta que un ruido hizo que nos separemos.

El arma se había disparado.

Caí de rodillas, pudiendo ver como los ojos del hijo de puta me miraban aterrorizado.

—Yo, yo no quería hacerlo, se disparó sólo. Todo por un anillo de mierda. —Fue lo único que pudo decir torpemente mientras tiraba el anillo en el suelo y salía corriendo fuera de mi casa.

Mis manos fueron rápidamente hacia mi herida, cerca del corazón, tratando de tapar un poco el derroche de sangre y con la respiración entre cortada por el dolor y el esfuerzo me arrastre hacia el teléfono que estaba a unos cuantos pasos de mí, pero que en este momento se convertían en millas.

Cuando llegue sujete el teléfono débilmente. Los ojos me pesaban y apenas estaba consciente. Intente marcar pero mis manos dejaron de responder y nuevamente caí.

Lo sabía. Mi fin se acercaba.

Lagrimas empezaron a escurrir por mi rostro y tuve una visión… Toda mi vida paso por delante de mí.

Mi primer beso, mi primera vez, la vez que mi padre me descubrió con Reita,  mi cumpleaños junto con Reita, cuando Reita me regalo el anillo.

Flash Back:

“—Este anillo sellará nuestro amor, nuestra unión. Éste anillo es la muestra de que nuestro amor es para siempre. Porque no veo una vida sin ti, Ruki. Te amo… Te amo tanto.

Yo también te amo. Y… Ahora soy todo un chico comprometido, eh, mira ¿Me queda bien el anillo?Pregunté con una sonrisa mostrándole la mano mientras lo mira sonreír tan risueño.

Te queda precioso, Takanori Matsumoto de Suzuki. Te queda muy bien, al igual que a mí.Termino de decir mostrando su mano al igual que yo había hecho antes, y luego se acercó a mí para besarme y así sellar nuestro amor.”  

Fin del Flash back.

Los recuerdos siguieron pasando en mi cabeza, todos con Reita, todos tan felices, tan bellos, todos tan llenos de vida… Era irónico todo esto.

Éramos tan ingenuos pensando que el amor podía superar todo, que no importa que tantos problemas vinieran el amor podría soportarlo y superarlo fácilmente.

No sabíamos lo que nos esperaba el mundo, no sabíamos que la realidad es más dura de lo que pensábamos.

Siempre pensando como niños ingenuos que no se imaginan que la vida allí fuera de la burbuja que el amor te proporciona es mucho más dura.

“Me arrepiento de esos momentos de nuestra juventud.

Cuando hablábamos del amor, deseo y el mundo real”.

 Me arrepiento tanto de ser tan tonto, tan ingenuo. Todo pudo ser mejor, pudo tener otro final.

Me arrepiento de ser egoísta, me arrepiento de recién darme cuenta ahora muchos de mis errores.

Pero eso sí, hay algo de lo que nunca me arrepentiré, de haber conocido a Reita, de haber pasado todo lo que pasamos juntos. Creo que lo único bueno que hice en esta vida fue amar a Reita de la manera que lo hice.

—Te amo, Reita. —Susurré con la voz rota, haciendo un esfuerzo casi sobre humano. El cuerpo ya no respondía, sin embargo mi mente aún no quería irse. No quería dejarlo. No quería despedirme de él sin que él se entere. No quería que lo último que vea sea el piso ensangrentado, no quería que mis labios se fueran sin su último beso.

Pensé en el pequeño beso que me dio en la frente, siempre sería el último beso que nos diéramos. Él y su obsesión por besarme la frente.

Flash Back:

“El beso en la frente es para que pienses en mí, para besar tus sueños, tus miedos, tus pensamientos. Para que sepas que estoy para ti y para que no te olvides nunca que te amo. Eso es lo que significan mis besos en la frente, es un recordatorio de que te amo más de lo que alguien podría llegar a amar alguna vez.Hablo mientras acariciaba mis cabellos y segundos después, nuevamente beso mi frente y yo jamás me sentí más seguro que en ese momento, y ahí, ahí es cuando me convencí completamente de que él era todo lo que yo quería y necesitaba en el mundo.”

Fin de Flash back.

Si mi cuerpo me hubiera respondido seguramente una sonrisa se hubiera instalado en mis labios, pero no. Mis ojos poco a poco se fueron cerrando y el frío invadió mi cuerpo, apoderándose de él completamente.

Me estaba muriendo y lo sabía. Al menos, tal vez, ya no le sería una carga para Reita… Eso me hizo ligeramente feliz si no fuera porque mi lado egoísta lo que en realidad deseaba es vivir y estar con él, superar los problemas y continuar felices hasta ser viejos. Cuánta ingenuidad… A veces el amor no es suficiente como para ganarle al destino y a la muerte.

Quite esos pensamientos de mi cabeza, pues no quería que lo último que haya pensado es que el amor no es lo suficiente. El amor es lo único que me hizo feliz, o mejor dicho, Reita. Sólo él era el dueño de mi felicidad.

Reita… Te extrañaré tanto, mi persona especial, mi mejor amigo, mi rebelde de pacotilla, mi amor… Mi todo.

Adiós.

PV: Reita.

Eran las nueva de la mañana, me había despertado un tanto agitado, sudando y llorando, supongo que una pesadilla, aunque no la recuerdo. Miré al lado de la cama y estaba vacía, “Oh…” cierto que me encontraba en este hotel de cuarta.

De repente sentí una punzada en mi pecho, realmente no me gustaba despertar sino tenía a Ruki a mi lado, aferrado a mi pecho. Suspiré al pensar en eso. Creo que fui un tanto cruel ayer y la culpabilidad me empezó a atacar. Es que estoy seguro de que si él hubiera sido yo me hubiera apoyado sin dudarlo, pero yo no, yo sólo fui un idiota que no pensó ni un segundo en que él estaba infeliz en la facultad… Y yo sólo quiero que él sea feliz y si la jodida carrera no le hace feliz pues, no hay vuelta que darle.

Aunque no lo negaría, sigo un poco enojado por esto. Más que nada porque me dijo que hace tiempo que es infeliz con la carrera, podría habérmelo dicho antes y ya. Es más, me ahorraba meses de pagar una universidad a la que él no estaba interesado en ir. Pero bueno, ya, no quiero seguir matándome la cabeza con esto.

Me levante de la cama yendo al baño para lavarme la cara y apurarme en salir de una vez de aquí, que este sitio carecía bastante de elegancia, por no decir que era un cochinero.

Al salir del hotel de una vez, me puse mi chaqueta, hacía frío, el día estaba nublado y en cualquier momento iba a llover por lo que apuré el paso para llegar a mi casa que sólo estaba a unas cuadras del hotel.

“Hoy también a las afueras de la ventana hace frío.

Tengo un mal presentimiento”.

Cuando llegué a mi casa me sorprendí al ver que la puerta no estaba cerrada con llave como Ruki acostumbraba, sin embargo lo atribuí a que tal vez se quedó dormido y ni se dio cuenta de que dejo la puerta así.

Entre despacio, no quería despertarlo, pues seguro que seguía durmiendo ya que las persianas estaba cerradas y la casa a oscuras, salvo por la pequeña lámpara que estaba en el comedor.

 Es un pequeño dormilón el enano, pensé mientras soltaba una risilla, seguro había aprovechado que estaba solo y se desparramo por toda la cama como solía hacer cada vez que yo me levantaba para ir al baño.

Camine hacia el comedor, me iba a sentar un rato pero algo llamo mi atención…

Vi su cuerpo en el suelo, tan frágil, tan blanco, tan… Muerto. Inmediatamente me agache, sosteniéndolo entre mis brazos como muchas veces que se quedaba durmiendo en el sillón luego de una tediosa película. Pero esta vez no era así, y yo lo sabía, sólo que no lo quería aceptar.

No podría ser ¿Verdad? Esto sólo era una cruel pesadilla de la cual pronto despertaré y lo veré a él durmiendo tan plácidamente como siempre, apoyando su cabeza en mi hombro y frunciendo el ceño cuando la luz golpee su rostro.

Toque sus labios resecos, fríos, pálidos y ahogue un grito que quería salir de mis labios. Deslice suavemente mis dedos hacia su mejilla, acariciándola suavemente.

«Tan frío» pensé, mientras llevaba mi mano hacia el pecho de este, y ahí fue cuando sentí un líquido entre mis dedos, la poca luz que se colaba de la lámpara de mesa que estaba a unos metros de nosotros permitió que vea ese color rojo oscuro en mis dedos, la sangre… la sangre de Taka. Tenía en mis manos la sangre de Ruki, del amor de mi vida… Tenía el cuerpo sin vida de mi amado entre mis brazos.

Esta vez no pude ahogar un grito de dolor mientras presionaba el cuerpo de Ruki contra el mío.

No. No. No. Era imposible, no, no podía ser, yo lo había visto ayer, vivo, no, no, ayer mismo estaba cocinando mientras tarareaba, no, no puede ser real.

—Ruki. —Susurré con las lágrimas recorriendo mis mejillas. —Ruki. —Dije más fuerte, como si pudiera despertarlo de ese sueño eterno. —¡Ruki!—Grite mientras zarandeaba su cuerpo, intentado que despierte.

Esto tenía que ser una broma. Una muy mala broma.

“No llores, ya que después de todo es mi culpa.

Te herí, así que es mi culpa”.

—Venga, Ruki, deja de jugar. —Susurré riéndome nerviosamente, quería que deje de jugar con cosas así, pero que supiera que no estaba enojado.

Nada. Silencio. Doloroso silencio.

—Ruki… Ruki…—Empecé a gritar mientras lo zarandeaba. —Ruki…Ruki… Taka. —Volví a decir y mi voz perdió tono, convirtiéndose en susurros lastimeros, no podía ser cierto, esto no era cierto ¡No me podía hacer esto! ¡No podía dejarme!

—Sólo te tengo a ti, Ruki, lo sabes, no me dejes. Por favor… Por… Favor…No. —Volví a hablar entre cortado por el llanto, ya se me estaba complicando respirar y mis lágrimas salían sin cesar, me dolía la cabeza y parecía que todo se estaba moviendo a mi alrededor. Esto tenía que ser una pesadilla, es obvio, sólo eso.

—Ruki… ¡Ruki! —Volví a decir mientras lo presionaba más contra mi pecho. —¡Sólo te tengo a ti, maldita sea! Tú eres mi mundo, no puedes dejarme, ¿Lo entiendes? —Grité mientras sostenía su mano… su fría e inerte mano.

—Joder, Ruki, no me dejes, primero mi madre y ahora ti, no… Yo no podría soportarlo, lo sabes, por favor… No… No soy nadie sin ti, no tengo a nadie, no vivo por nadie… Todo es por ti, todo… ¡No me queda nada si no te tengo!—Grite más fuerte, al borde del colapso, pateando la mesa ratonera que tenía al frente mío, llorando, desgarrado, el dolor que sentía no se podía comparar con nada de lo anteriormente vivido. Nunca pensé que podría sentir tanto dolor. Es como si alguien estrujara mi corazón con sus manos para luego arrancarlo y dejarme así, vacío, con el dolor recorriendo cada fibra de mi ser.

—Ru… No, no. No es cierto… Tú nunca me dejarías… No. Yo te amo. Te amo, te amo, ¡Te amo! Por favor, Ruki…

No, no, no era cierto. Él estaba vivo, él tenía que estar vivo, él y yo superaremos cualquier cosa, es como tiene que ser, es como el destino quiere que sea.

Abrace más su cuerpo contra el mío mientras mis lágrimas caían sin cesar. Besé sus cabellos, aún tenían un ligero olor a almendras. Él tenía que estar vivo, él estaba vivo. Lo abrace aún más fuerte, tratando de darle un poco de mi calor.

Me quede así varias horas, llorando contra su frío cuerpo, susurrándole al oído que todo estaría bien, que todo pasaría, y así sería ¿Verdad? Nosotros siempre hemos superado todo.

—Tienes que darte una ducha, ¿No crees? Hoy iremos a la playa, ya sé, es invierno pero por eso mismo, no habrá nadie, será una cena romántica sólo tú y yo. —Susurré dándole un beso en la mejilla, él sólo seguía sin inmutarse… ¿Seguirá enojado?

—Bien, bien, pequeñajo, venga, yo te bañaré. —Volví a hablar tratando de llenar ese insoportable silencio que me traía de a segundos a la horrible realidad… Digo, la pesadilla.

Llevé a Ruki en brazos hasta la bañera, poniendo el agua templada como a él le gustaba, él simplemente siguió inmóvil por lo que le quite la ropa lentamente, dejándolo desnudo en la bañera y ahí pude ver mejor su herida… Joder, no, no, no, no, no.

Lleve mis manos allí, y con una esponja empecé a limpiar su herida, él estaría bien, siempre mejoraba muy rápido. Recuerdo que una vez ambos nos enfermamos y él se curó al segundo día mientras que yo estuve dos semanas en cama. Él es fuerte.

Luego de bañarlo y ponerle su traje favorito lo cargue y lo lleve hacia el auto. Nuestro pequeño cacharro que no es muy bonito, peeeero al menos nos sirve para no ir en taxi hasta la playa.

Lo senté en el asiento de copiloto, abrochándole bien el cinturón de seguridad, no quería que nada le pase. En fin, salimos hacia la playa, no era tan lejos.

Estaba el ambiente muy silencioso, así que puse la radio haciendo sonar una canción muy bonita a la que empecé a tararear mirando de reojo a Ruki, tan pálido, tan distante. Acaricie su mejilla con mi índice, haciéndole un pequeño mimo. A él le encanta cada vez que lo hago.

Llegamos.

“Por favor, por favor, cree en mí una vez más…

Para que así pueda envolverte con mis brazos”.

Saque una pequeña mesa, de esas que se arman y desarman, muy prácticas, también un mantel  y los lleve hacia la playa, apoyando la mesa en la arena, luego poniendo el mantel encima. Volví al auto y le sonreí a mi niño, diciéndole que se quede dentro, que aún la sorpresa no estaba terminada. Saque dos sillas, una canasta y volví donde estaba la mesa, sacando de la canasta dos  copas y un vino tinto. Volví y lo sujete a Ruki entre mis brazos, para luego llevarlo al lugar donde estaba todo preparado, lo senté y aproveche para darle un beso en la mejilla… Fría.

—¿Te sirvo vino? Te traje tu favorito. —Hable con una pequeña sonrisa mientras lo miraba, tan quieto, con sus ojos cerrados, me acerque a él y sujete su cabeza entre mis manos. —Por favor… Por favor…—Ya no sabía que le estaba pidiendo, sólo quería que este dolor terminara, que él me sonriera como siempre hace. Quería que me mirara y me guiñara el ojo como siempre lo hacía cada vez que me descubría mirándolo fijamente.

—Te amo, ¿Lo sabes? —Hable mientras sujetaba su mano, acariciando sus dedos y dándome cuenta que le faltaba el anillo que yo le había regalado. —¿Y tu anillo, mi vida? —Pregunté dándole un beso en la nariz, esperando alguna respuesta, alguna reacción, alguna mirada, algo.

“Me gustaría también mirarte…

Y así poder acurrucarme contigo”.

Y así, todos los recuerdos que estuve guardando, reprimiendo estas horas volvieron a mí rápidamente. Él en el suelo, el anillo ensangrentado a un costado del cuerpo, mi Ruki… Mi Ruki estaba muerto.

—Oh Dios mío. —Susurre llevando mis manos a los labios, intentando calmar la sensación que oprimía mi pecho, y los gritos que querían salir de mi garganta.

De nada me sirvió la negación, la verdad estaba ahí, no había duda, no había manera de ocultar la realidad, la cruda realidad que ahora abofeteaba mi rostro.

Ruki yacía ante mis ojos igual que siempre, sólo que con su piel inmaculada pero fría, con sus ojos cerrados y sus labios cerrados y pálidos. Pero él estaba ahí. Deseaba tanto que pudiera escucharme.

Lágrimas y más lágrimas recorrieron mi rostro, oculté mi rostro en su pecho, en su frío pecho. Y nada. No escuchaba ni un latido suyo. Entonces cedí a la verdad, al dolor. Ya no podía encerrarme en mi negación. Estaba solo en el mundo, sin Ruki ya no me quedaba nada.

Lo abrace más fuerte, mientras mis lágrimas mojaban su camisa, su favorita, la que le había regalado para su cumpleaños.

—Te amo, pequeñajo. —Hable con la voz entrecortada, para luego llevar su cuerpo muerto hacia el auto. Volví a la playa y me quede mirando las olas arrematar contra las piedras… Cerré los ojos y lo imagine a mi lado, sonriéndome como siempre.

—Hey, rebelde de pacotilla… ¿Hasta cuándo seguirás llorando?

—No te quería perder…

—¿Y quién dijo que lo hiciste? Mi cuerpo está en el auto, frío, descomponiéndose lentamente, pero yo estoy aquí, a tu lado, viéndote llorar como un marica. No me has perdido, nunca podrías hacerlo.

—Pero no puedo abrazarte, es más, si abro lo ojos tú ya no estarás…

—Rebelde… La vida es así, te da y te quita, no se fija si te lo mereces o no, sólo pasa. Lo único que tienes que saber es que te amo, te amo más que nada y que estoy feliz de…

—Eres mi imaginación… Mi imaginación tratando de consolarme.

—Tal vez… Tal vez soy tu imaginación, y si es así, tu imaginación sabe muy bien mis sentimientos por ti. Sabe que te amo a pesar de todo, hoy y siempre.

“Por favor, por favor deja que tu sonrisa florezca…

Para que así pueda envolverte con mis brazos”.

—Ruki… Te amo.

—Yo también, rebelde de pacotilla, ahora… Abre los ojos.

—No quiero.

—Afronta la verdad.

Lentamente abrí los ojos y como sabía estaba solo, mirando al furioso mar frente a mí.

Estaba solo, sin el amor de mi vida. Como de un día para el otro cambian tanto las cosas… Duele.

Sonreí mientras miraba el cielo, las lágrimas salían con tanta facilidad, con tanto dolor, con tanta amargura.

—Adiós… Mi amor. —Susurré y me levante yendo hacia el coche.

Tenía que darle entierro al amor de mi vida… Menuda frase.

Sólo había pasado un día desde la muerte de mi pequeñajo, y sentía el dolor incluso más agudo que ayer. No entendía como había gente que podía soportar todo esto tan bien.

Vi como enterraban al amor de mi vida, poco a poco la tierra caía encima de su tumba, alejándolo de mí, haciendo más real este dolor que se situaba en mi pecho.

Le lacé una rosa roja. Él siempre decía que era su flor favorita, que era perfecta para cualquier situación, ¿Lo sería para esta también?

Poco a poco, las pocas personas que estaban allí se fueron y me dejaron solo, viendo la lápida de mi amado. Dolía. Dolía tanto ver su nombre allí. Dolía ver la fecha de su final. Dolía que sea el mismo día de nuestro aniversario. Dolía amar tanto a alguien a quien ya no podría ver. Dolía saber que una persona tan risueña como él tuviera ese final.

Me quise torturar un poco más y me quede allí, mirando fijamente la lápida, leyendo su nombre una y otra vez… Mi Ruki, mi amor, m pequeñajo… Regresa. Te lo suplico.

Es como gritar, pero sin que nadie te oiga.

Te sientes avergonzado de que alguien sea tan importante… De que sin él te sientas como si no fueras nada.

Nadie podrá entender cuanto duele.

Te sientes sin esperanzas, como si nada pudiera salvarte. Y cuando todo se termina y él ya se ha ido, hasta deseas que todo lo malo regrese para que también puedas tener lo bueno de vuelta… Pero sabes que eso no pasará, que esto no es como las películas donde algo mágico pasa y viene el final feliz. No. Esto es la vida real… Y en la vida real no hay finales felices.

Solo finales.

Y el de Ruki llego, cruelmente, sin medida, destruyendo todo nuestro mundo, destruyéndome a mí y así, trayéndome mi propio final.

Notas finales:

¿Y? ¿Les gustó? ¿Perdí la magía? Ya sé, ya sé. U.U 

Estoy súper oxidada, hace mil años que no escribo. <//3

Les debo el lemon, juejué. (?)

Éste es el segundo one shot trágico que escribo. El primero fue "Eternal Promise" y tuvo bastante amor, espero que éste también lo tenga. <3

¿Alguien tiene Wattpad? Pasemelo, quiero leer. (?)

En fin, si dejan un review me harán feliz, diganme si les gusto. <3

Personalmente no me hizo llorar, a diferencia de EP, pero me gusto mucho, no sé, quede bastante conforme. (?)

Quise hacer a Reita más perturbado pero me dio flojera, pueh.

El final es "abierto" pero venga, se sabe lo que va a hacer, o ustedes pueden imaginar que al final termina bien boni y ya. (?)

En fin, espero que les haya gustado y sino, pues, lamento que hayan perdido su tiempo en esto. </3 (?)

PD: Si tiene algunos errores avisen, estoy más dormida que despierta. (?)

Bye, bye.

-Misakiraptor-


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).