Se cree Ace nació del magma en el corazón del volcán kilauea de hawaii, pero a decir verdad como cualquier otro infante Ace no tiene muchos recuerdos de en donde y como nació, lo único que sabe son las historias que le llegaban a contar sus abuelos con quienes vivió gran parte de su infancia y quienes le enseñaron todo lo que sabe, desde lo que era un humano hasta ser uno de ellos, imitando su físico pues por lo que sabía nadie nunca debía ver lo que en realidad era a excepción de ellos y de su pequeño hermano, un niño aproximadamente 5 años de dragon más chico que el al que conocía y amaba tanto como a su propia vida, aunque en un principio no fuese así, incluso habían intentado matarse pues por naturaleza los dragones de fuego y mar no se llevan. En general a pesar del riguroso entrenamiento en varias disciplinas por parte del viejo, manera como llamaba a su abuelo, tuvo una infancia agradable.
Mas vivir oculto en la ignorancia para el no era una opción, pasaron unos años antes de que se atreviera a abandonar la isla en busca de aventuras y de conocimiento, pero la curiosidad le había hecho hacerlo a sus 16, quería saberlo todo, verlo todo, todo aquello que sus abuelos con tanto ímpetu le habían ocultado, pues no pensaba que la vida en su pequeña isla fuera todo lo que existía, más lo que había afuera no era exactamente lo que él esperaba, tuvo que aprender muchas palabras antes de que pudiera llegar a vivir como un verdadero humano, tuvo que aprender lo que era el trabajo, la humillación, la esclavitud, mas no todo era tan malo, también aprendió muchas otras cosas tales como que era el sexo, las prostitutas y el dinero, sobre todo este último fue algo que por primera vez después de muchos años le pudo hacer sentir un extraño sentimiento cálido en su pecho, todo estaba bien en cuanto pudiera llenarse los bolsillos de dinero, dinero el cual terminaba gastando comprando joyas, oro, plata, y piedras preciosas que tanto él como los humanos amaban y por las cuales eran capaces de matar, pero ningún trabajo era lo suficientemente bien pagado como para saciar sus ansias de oro por lo que en poco tiempo su vida dio un giro de 180 grados; antes de lo que imaginaba ya se encontraba asaltando joyerías y bancos, incluso a veces museos para conseguir lo que tanto ansiaba. Se convirtió en un buscado criminal que no podía dar un paso fuera de su casa sin sentirse vigilado, aunque ya que se mudaba de ciudad en ciudad esto tardo un buen tiempo en pasar.
Después de que las cosas se pusieran algo graves volvió a su lugar natal en donde ya no había nada, no encontró a sus abuelos o a su hermano, por lo que en un principio desespero, Tras la pérdida de su hermano y sus abuelos Ace se dio cuenta que su obsesión lo había maldecido, desesperado tiro la mayor parte de su tesoro al mar, arrepintiéndose poco después por la decisión pero siendo incapaz de entrar al agua fría simplemente se dedicó a vivir una vida… un poco más “normal” que la de un maniaco sediento de oro, cambio su gusto por los metales brillantes a el gusto por el rojo carmesí de la sangre, no sabía lo que había sucedido con su familia y la incertidumbre le mataba, así que después de unos meses decidió partir de nuevo, pero como U.S.A. ya no era una opción puso su mirada en el oriente, durante su estadía en el mundo de los humanos había visto y conocido muchos lugares pero nunca había salido del continente americano y en este sabía que no encontraría a su familia pues le había recorrido de arriba abajo, pero sin saber bien como encontrarles decidió ocupar un poco su tiempo mientras tanto informándose cuanto podía del mundo de los humanos y su historia, asistiendo a algunas de sus escuelas donde aprendiera a usar sus ordenadores y otras máquinas que anteriormente le parecieran un poco extrañas y desagradables, pero por medio de estas había aprendido más del mundo donde vivía y ampliar sus horizontes, aprendiendo otros idiomas y , eventualmente llegando a Japón donde se volvió un cazador.
Comenzó a dedicar su vida a vagar en busca de los llamados “pets” a cambio de una módica cantidad de dinero, mientras lo hacía también buscaba a su hermano pues al no haber quien le diera señas del chico sus noches libres se iban en pensar los más horribles escenarios por lo que prefería atiborrarse de trabajo u otras ocupaciones antes que estar solo en casa, razón por la que comenzó a salir a bares y fiestas cuando no estaba cazando, emborrachándose o comiendo hasta saciar todos sus instintos, una de esas noches, cuando no podía sostenerse más le pareció ver al chico entre la multitud no fue sino hasta que despertó a la mañana siguiente con una resaca colosal que se dio cuenta que aquello no había sido un sueño, fue entonces cuando lo decidió, no podía seguir torturándose así. Tenía que encontrar un remplazo para su hermano.
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//Fabrica de Pets//
Todos los cuidados para la creación de un Pet perfecto de acuerdo a los estándares modernos habían sido observados durante su planeación, construcción y ensamblaje, el modelo era justo como se había solicitado hasta el último detalle, incluso la cicatriz que adornaba bajo su ojo izquierdo estaba ahí, no se le había permitido mirarse en un espejo antes de ser apagado después de la prueba de funciones básicas, no era que fuera a recordarlo una vez que le apagaran pero antes de que eso sucediera y mientras los ingenieros probaban sus receptores neurocerebrales se preguntaba si acaso siendo un robot soñaría con ovejas eléctricas, pero antes de poder pensarlo más las pruebas habían acabado y ya estaba siendo conducido a el transporte que le llevaría de la fábrica directo al hogar de su dueño, las reglas dictaban que debía ser apagado antes de transportarlo, le hubiera gustado que no fuera así, disfrutar del paseo en auto y saludar alegremente a su dueño, pero las cosas no eran de aquella manera y las reglas estaban para obedecerse, no era una opción, vestido de forma sencilla y casi simplona para su gusto entro por su propio pie a la caja de entregas antes de que el mundo se volviera completamente negro, al despertar no recordaría nada de fábricas ni pruebas ni cajas obscuras, a pesar de todo aquello le hacía sentir una ligera excitación ante lo desconocido, ultimo sentimiento que perduro un segundo más después de ser apagado.
Era la media tarde del domingo cuando el camión alcanzó su destino, el departamento en la última planta de aquel alto edificio por suerte contaba con un elevador, de otra manera hubieran tenido que hacer volar la caja desde la azotea, maniobra que el Pet en el interior de la caja seguramente hubiera disfrutado más despierto que en aquel estado catatónico en el que se encontraba, al final le habían dejado en medio de la sala por instrucciones su nuevo dueño, la caja ya abierta dejaba ver al espécimen dentro de ella, un chico de tez clara y cabellos obscuros, por la apacible expresión de su rostro podría haber estado durmiendo, el chaleco rojo que portaba quedaba algo suelto debido a su delgada complexión y las bermudas azules solo llegaban a cubrir debajo de sus rodillas, todo estos encima de las sandalias de playa y sobre su cabeza un sencillo sombrero de paja con una franja de tela roja, algo demasiado simplón para el gusto del Pet, pero no era quien para elegir su primer atuendo, ya una ve despierto quizá pudiera escoger algo más, pero por el momento no había nada que pudiera hacer más que esperar a que su amo decidiera despertarle.