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Una simple atracción por mikuuchan

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Notas del capitulo:

Hola gente, esta vez no me demoré mucho, bueno es que estoy convaleciente por que tuve un accidente de carro y tengo que estar en reposo y aproveché para escribir.

 

En el transcurso de los días se dio cabida a los preparativos del convivio en cada institución educativa en el País del Fuego, los encargados de organizar el magno evento, estaban dispuestos a acaparar la atención de los ciudadanos de Konoha y la aprobación absoluta del consejo jerárquico, máxima autoridad regente en la política de la sociedad.

Al ser un Omega de clase noble, Naruto debía asistir a la festividad, representado el legado de los clanes al que pertenece. Su preocupación ante la revelación de su madre y la evasiva del resto de sus familiares le incomodaba en demasía. No saber a ciencia cierta qué pudiese llegar a ocurrir en determinada fecha le alteraba de sobremanera, manifestado su pesar en la actitud arisca que mostraba al resto de sus compañeros y allegados cercanos.

Kushina se había enterado de la verdadera condición de su hijo por propia voz de Tsunade y su esposo, con pruebas reales y relatos que en su momento no llegó a sopesar de forma racional, le era inimaginable comprender la magnitud de la situación que debían enfrentar como familia, teniendo entre sus filas un Omega de élite, un ser que sería el deleite para los miembros del consejo jerárquico y dirigentes principales si llegasen a conocer el don natural de Naruto, su insólita capacidad de concebir sin la dependencia del celo.

El temor de la pelirroja Omega se hacía ver en sus delicadas facciones y los aspavientos distraídos que realizaba de forma automática. Minato debía mantenerse firme por su mujer e hijo que le necesitaban como Alfa, contaba con el apoyo de su familia y la disposición de los miembros de los clanes que seguían al pie sus órdenes como cabecilla de los Namikaze.

—La condición de Naruto no será revelada hasta mantenerlo seguro. No permitiré que le hagan daño, mientras esté con ustedes. Te necesito fuerte para realizar el despiste al consejo y afirmar con certeza la futura pareja de nuestro hijo. —Kushina asintió con la cabeza, sentada en uno de los cómodos sillones que decoraban el despacho de su esposo. Limpió sus finas lagrimas con el pañuelo de seda regalo de su fallecida madre, alzando la faz y ofreciéndole a su marido una sutil sonrisa.

—Tienes razón, cariño. Habíamos estado de acuerdo en realizar el engaño en el festejo de convivio y mi sentir como madre no se convertirá en un impedimento para retrasar los planes de la familia —Minato le sonrió a su mujer de forma amorosa, observando el agraciado rostro de la fémina—. Haré lo correspondiente como tu Omega y me encargaré de mantener al margen a Naruto, él nos necesita como sus padres y debemos saber manejar la situación a nuestra conveniencia por su seguridad.

Satisfecho con la respuesta de su mujer, Minato se encargó de realizar las actividades que le correspondían como actual líder del clan Namikaze. Le habían comunicado en días anteriores del interés de uno de los Uchiha en saber de Naruto y el resto de los Omegas pertenecientes a su rama. La noticia no fue una sorpresa para el rubio mayor; de hecho, ordenó a sus miembros facilitarle todo tipo de información al intruso con motivos que solo un Alfa astuto pudo prever.

El rubio Alfa al igual que su padre Jiraiya, esperaron una brillante jugada por parte de los Uchiha, cada detalle formaba parte de su estrategia, ambos con la experiencia de los años, figuraron perspicazmente una tarea exitosa que beneficiaría a gran escala su proceder. Se comunicaron de forma inmediata con Senju Hashirama, cabecilla de los Senju y abuelo de Minato, haciéndole ver las razones de una reunión con carácter de urgencia con el prestigioso clan de Konoha.

 

 

La imprevista acción de Kagami no fue sorprendente para Fugaku y el resto de su familia, desde que tomó el mando de dirigente tuvo cierto desagrado hacia el Alfa de cabellos cortos. El interés en el pelinegro líder del consejo del clan le pareció desconcertante, la malicia que veía en sus oscuros ojos avaricioso de poder le repugnaba en demasía, siendo capaz de arrastrar a su única hija para conseguir el estatus que siempre deseó.

Aquel desaire que presenció el castaño en su propia casa fue una deshonra para su orgullo de Alfa y líder. No toleraría esa clase de comportamientos en un miembro del clan. Fugaku no temía a las represarías ni la influencia de Kagami en el régimen jerárquico para obtener el compromiso de su hija con el pelinegro menor. La decisión de su vástago se haría respetar sin derecho a réplicas, dando su veredicto en admitir la unión de Sasuke con el Omega de los Uzumaki.

—Los Namikaze solicitaron una reunión con las autoridades principales del clan Uchiha, he aceptado unir vínculos y mezclar intereses que beneficien a nuestras familias, Sasuke. Te toca a ti hacer el resto. —Fugaku comentó son seriedad, observando a su hijo asentir con la cabeza, dispuesto a hacer lo que tuviese en sus manos para obtener la autorización del padre de su rubio Omega.

—Haré lo que crea necesario para ser aceptado como el Alfa de Uzumaki Naruto —el pelinegro musitó con firmeza, convenciendo al castaño en el proceso—. Es una decisión que considero acertada para mí y el clan en especial. No solo estoy pensando tomar a una pareja por obligación a las imposiciones que se me ordenó en determinado momento, papá. Ese Omega es mi interés como compañero y no descarto la idea de formalizar como es debido, una vez obtenga la aprobación de sus progenitores.

—Si estás seguro en cortejar a ese Omega, debes de convencer a sus padres. Estamos hablando de un compromiso y no una alternativa precipitada para rehuir de las aspiraciones que el régimen espera de ti, hijo.

El azabache miró la foto que resaltaba sobre el informe, mostrando al rubio sonriendo ligeramente. Leyó con sumo interés cada frase y extracto impreso del blondo, conociendo detalles que le agradaron, sorprendiéndose de los pequeños aspectos cotidianos de Naruto.

—Estoy completamente seguro de mis decisiones, papá…

 

 

La pelirroja Omega peinaba las rebeldes hebras doradas de su hijo en la espaciosa habitación de Naruto, mientras el blondo se dejaba hacer por su madre, finalmente el clan Uchiha había dado la fecha y hora precisa para realizar la reunión de mutuo acuerdo con los demás miembros importantes del clan Namikaze, Uzumaki y Senju.

Minato y su mujer habían tomado la sabia decisión de no comunicarle nada al rubio Omega para evitar reacciones contradictorias y observar con detalle la actitud que el mismo adoptaba al tener la presencia cercana del Alfa de cabellos negros del clan Uchiha. El primer encuentro oficial antes del festejo de convivio sería la forma precisa de despejar dudas o el detonante para continuar con la búsqueda de la posible pareja de vida de Naruto, todo se resumía en las expectativas que ambos tenían como padres ante el recién descubrimiento de la condición de su vástago.

—¿Por qué debo utilizar éstas ropas, mamá? —Naruto cuestionó a la pelirroja, mirándola con fijeza a través del enorme espejo de su recámara—. Tengo la ligera sospecha de que algo estas tramando, madre. —Kushina sonrió con calidez, colocando cuidadosamente los mechones desordenados en el lugar preciso.

—Es bien sabido que los Omegas deben vestir de manera formal en los eventos de renombre, cariño. Además, asistiremos a una reunión importante que traerá buenas relaciones a los miembros del clan Namikaze, Uzumaki y Senju, respectivamente —el rubio suspiró inconforme, detallado con sus finas manos la suave tela del kimono sencillo que vestía. Se miró con detenimiento, mientras su madre se alejaba unos pasos, enfocando su vista en la imagen de su hermoso vástago. La presencia de Naruto era deslumbrante con el ropaje sutil que lucía de manera cándida.

El color negro del Iromuji, junto el llamativo obi bordeado con detalles azules, acentuaba la estrecha cintura de Naruto, resaltando su figura de Omega joven que, se empeñaba a ocultar con ropas holgadas en su diario vivir. El tono oscuro agraciaba su trigueña piel, avivando el destello natural que solo él era capaz de poseer. Las mejillas sonrosadas y los labios rojizos, destacando el contorno de su aniñado rostro a juego con los expresivos zafiros expectantes a cualquier acción de su cariñosa madre.

Naruto se sentía nervioso, su corazón latía desbocado a la espera de algún imprevisto que no era capaz de imaginar. Absorto en sus pensamientos, terminó por sobresaltarse ante el tacto suave de la pelirroja en una de sus mejillas.

—¡Te ves precioso, cielo! —Kushina habló emocionada, asegurando el obi del rubio con un ordenado lazo a su espalda—. Estoy segura que prontamente habrá significativos cambios en nuestra familia, Naruto.

El rubio giró sobre sus pies dispuesto a interrogar a su madre, ante las recientes palabras dichas por la pelirroja Omega. No comprendió qué trató de decir la fémina, desconcertándolo completamente. No obstante, Kushina se retiró de la habitación de Naruto con una sonrisa dibujada en su jovial rostro y un gesto calmo de desbordante alegría.

—No puedo dejar de sentirme ansioso. —Naruto inquirió con voz queda, sentándose en la mullida cama de la estancia, estirándose levemente para alcanzar los documentos que permanecían sobre la mesa de noche, siendo entregados por su padre en días anteriores con información referente del moreno Alfa. Había sido una sorpresa conocer a través de los impresos papeles datos del pelinegro que el propio blondo se encargó de leer con verdadero ahínco, sobretodo consideró tomar la foto del azabache que acompañaba el historial médico, conservando la imagen para su delite visual.

—Uchiha Sasuke… quién diría que serías ese Alfa acaparado por los Omegas e inclusive algunos Betas de la preparatoria. Sin embargo, tengo la certeza de que tienes mucho que ver en esta imprevista reunión de clanes. —Naruto musitó, observando con atención la foto que sostenía entre sus manos, trazando con sus dedos las masculinas facciones del moreno. Se levantó de la cama, guardando cuidadosamente la imagen impresa del azabache en uno de los cajones de la mesa de noche.

 

 

Sasuke esperaba a sus padres en compañía de Itachi en la espaciosa sala de la mansión Uchiha, ambos hermanos engalanaban su forma de vestir con pantalones oscuros, camisa lustrosa de color blanco y el entallado recto del saco que el moreno menor portaba sin abrochar, dándole el aspecto masculino digno del clan.

Itachi por su parte, prefirió adoptar una vestimenta mucho más formal, acompañado de una corbata color negro a juego con el resto del traje y el saco correctamente abotonado.

—¿No deberías llevarle un presente a tu futuro novio, Sasuke? —El pelinegro mayor interrogó a su hermano divertido ante la ansiedad poco vista en el menor —.Es una forma de ganar puntos con tus suegros.

Sasuke miró de soslayo a su hermano, bufando inmediatamente ante las bromas absurdas de Itachi, sabía que el pelinegro mayor se mofaba viéndolo impaciente a la espera de conocer a los padres del rubio Omega.

—Antes de que pueda darle un presente a Naruto, su padre intentará agredirme por la evidente falta de respeto que cometí al impregnarlo con mi olor —el moreno de la coleta alzó una de sus oscuras cejas, observando sorprendido a Sasuke.

—¿Escuché bien, estúpido hermano menor? —Itachi moduló su voz, acercándose a Sasuke—. Impregnar a un Omega sin tener la autorización del padre es una falta de respeto a su orgullo de Alfa. El instinto del progenitor es encarar al irresponsable que atentó con soberbia a su cría. Lo sabes perfectamente y te dejaste llevar de forma absurda. No sé si darte mis condolencias o esperar a que el líder de los Namikaze intente asesinarte antes de darle su debido respeto.

—Créeme que no me ayudas en lo absoluto, Itachi. De igual manera con aprobación suya o no, Naruto es mío y no me importaría enfrentarlo a él y a todo su clan, es mi Omega y tengo el derecho de reclamarlo. —Itachi llevó su mano al rostro, suspirando con resignación. El carácter de su pequeño hermano era peor de lo que creyó imaginar y no sabía si era una buena forma de iniciar relaciones con uno de los poderosos clanes de Konoha.

—No puedes tener esa actitud arrogante, Sasuke. El padre de Naruto protegerá a su cría sin importar las sinceras intenciones que tengas hacia su hijo. Si considera que no eres el Alfa adecuado para su vástago, tomará represarías contra ti y el resto de la familia por defender el orgullo del Omega.

—No deberías de preocuparte, la madre de Naruto parece encantarle la idea de que sea el Alfa de su hijo, tengo a mi querida suegra de mi lado, hermano. —Sasuke sonrió ladino, encaminándose a la salida de la mansión, seguido de Itachi y sus padres que prefirieron mantenerse a la distancia, escuchando la conversación de sus hijos.

—La noche será larga, Mikoto. Nuestro hijo no tiene reparo en sus acciones. —Fugaku comentó con seriedad, viendo el gesto apacible de su mujer, quien se reía levemente ante el comentario del castaño.

—Ambos hemos aprendido a través de los años lidiar con el temperamento fuerte de Sasuke. Lo veo entusiasmado a su propio modo, y de cierta manera es gratificante presenciar aquella actitud orgullosa de un joven Alfa, cariño.

Fugaku no rebatió la lógica de su mujer, dándole la completa razón. Observar con detalle el comportamiento del menor de los Uchiha, sorprendía al castaño, viéndose a sí mismo en su vástago cuando tuvo su edad. La rebeldía innata y la arrogancia desmedida del pelinegro tan parecido a él en sus años de juventud, le impactaba de tal manera que le era imposible hacer comparaciones.

 

 

La familia Namikaze hacia su aparición con el resto de los clanes aliados en un lujoso restaurante de la localidad, solicitado por el propio Fugaku para mayor discreción y comodidad de los presentes. Cada Alfa lucia formalmente vestido, mientras que los Omegas y parejas de los mismos lucían trajes costosos.

Minato en compañía de su mujer y figuras importantes de los clanes aliados, tomaron asiento en un lugar reservado a la espera de los miembros Uchiha, había pedido por formalidad propia de la jerarquía, tener a la prima Beta de los Uzumaki para cuidar de Naruto en caso tal, el Alfa interesado deseara acercarse al Omega con intención de departir sin la compañía de los padres.

—Siempre he odiado las absurdas reuniones de clanes, no aportan nada interesante al régimen en que vivimos. —Naruto comentó exasperado, no deseaba estar en aquel ostentoso sitio de gente acaudalada con poder e influencias en el consejo jerárquico. Le asqueaba el estatus social y la subordinación narcisista de la autoridad principal en fomentar conversatorios entre clases nobles del país.

—No hablaremos precisamente del régimen, Naruto. —Tsunade comentó con seriedad, desviando la atención de los presentes, para enfocar su almendrada mirada en los distinguidos miembros que esperaban.

Naruto entreabrió sus delgados labios, musitando un ligero sonido de sorpresa. Comprendió finalmente el motivo de la inesperada reunión. Su mirada se cruzó con el atractivo Alfa, quien le sonrió con ligereza, haciendo que se sonrojara de forma inmediata, acción que no pasó desapercibida por ninguno de los Uchiha y la familia propia del Omega.

El gruñido de Minato se hizo escuchar, su instinto de Alfa manifestaba indignación al percibir el olor fuerte del moreno que impregnó a su hijo. Luchar con la sobreprotección de padre era más que su lado racional. Kushina intervino, tranquilizando al rubio con suaves palabras y una caricia, retomando el hilo de la situación.

La tensión de ambas partes era palpable, pero no por ello evitaron la cordialidad con saludos respectivos y una ligera venia a los recién llegados.

—Agradezco la invitación y el interés de formalizar alianzas con el clan Uchiha —Fugaku fue el primero en tomar la palabra, una vez encontró el momento preciso en hacerse pronunciar—. Mis intenciones al igual que ustedes se enfocan en el bienestar de mi familia, es entendible el acercamiento de nuestros hijos, por ello estamos aquí adelantándonos a la festividad del convivio pronta a realizarse, para entablar relaciones que en un futuro nos beneficien a ambos.

—La falta que cometió su hijo lo dejaré pasar por el interés que veo a simple vista. Si estamos aquí, es para aclarar términos y determinar acuerdos que brinden protección a su clan como la alianza que represento.

Minato habló con seriedad, observando al castaño líder de los Uchiha. Había notado la templanza orgullosa de Sasuke y el nerviosismo del rubio Omega a su lado. Las dudas se disipaban con el pasar de los minutos, siendo testigo de la intensidad con que los jóvenes se miraban.

—Primeramente, le ofrezco mis más sinceras disculpas por mi imprudencia. Sin embargo, no me retracto de mi acción al dejarme guiar por mi instinto de Alfa, señor. Por tal razón, asumiré las consecuencias que usted crea conveniente hacia mi persona. —Sasuke se pronunció con seguridad, haciendo contacto visual con Minato. Él era un Alfa digno del clan Uchiha y la intimidación del rubio no flaqueaba su temple arrogante.

Minato sonrió, aligerando el ambiente de los presentes y devolviéndole el alma a Naruto, quien miraba expectante cada reacción del moreno y su padre.

—Tienes agallas muchacho, ningún Alfa joven se ha atrevido a retarme de la manera como lo has hecho, pero puedo decirte con toda franqueza, que mi hijo no estaría de acuerdo en que decidiese proceder de forma violenta hacia ti. ¿No es así, Naruto? —el rubio Omega parpadeó anonadado sin saber qué decir. Desvió su mirada hacia el rostro de su madre en busca de una respuesta, obteniendo por parte de ésta una sutil sonrisa.

—No creo que sea necesario tomar acciones, papá. Él ha ofrecido sus disculpas y las he aceptado. —Naruto habló con rapidez, entrelazando sus dedos de forma nerviosa, bajo la atenta mirada de Sasuke.

La conversación entre los miembros presentes se prolongó en el eje del consejo jerárquico y el interés de la familia del blondo en aceptar a Sasuke como pretendiente. Naruto se excusó con una reverencia en compañía de su prima Karin, dirigiéndose hacia la terraza principal del reconocido restaurante, percibiendo el viento cálido de la noche, acariciarle el rostro sutilmente.

Sasuke hizo lo mismo minutos más tarde, dispuesto a acercarse al rubio Omega que lucía hermoso con aquel kimono ceñido al cuerpo, resaltando su agraciada figura. Caminó con parsimonia, llamando a la pelirroja Beta que se mostraba nerviosa ante su cercanía. El moreno conocía esas reacciones, no le era indiferente a la chica y decidió utilizar sus encantos para seducirla.

—No puedo dejar a Naruto completamente solo, podría ocurrir un incidente, Sasuke-kun. —El moreno se acercó lo suficiente al rostro de la pelirroja, jugueteando con un mechón de pelo, coqueteándole con el cinismo evidente.

—Entiendo tu preocupación, Karin. Si estuviese en tu lugar actuaría del mismo modo, pero me es importante aclarar un asunto en particular con Naruto. Sé que no serías capaz de permitir que me sintiese intranquilo por simples formalismos.

Una sonrisa descarada por parte de Sasuke y tenía a la chica a sus pies sonrojada, dispuesta hacer lo que le pidiese. Karin obedeció al moreno Alfa, alejándose de la terraza donde se encontraba el rubio, absorto en el paisaje nocturno de Konoha. El pelinegro caminó con sigilo haciendo uso de su forma cautelosa de ser, aproximándose al Omega, quien no esperó la cercanía repentina del azabache.

—¿Me extrañaste, Usuratonkachi? —Sasuke rodeó con sus fuertes brazos la estrecha cintura, inclinándose levemente en dirección al cuello del blondo, percibiendo el sutil aroma que despedía Naruto. El rubio se sobresaltó asombrado al tener el atrevido moreno invadiendo su espacio personal, sentía la respiración cálida chocar con su piel y el corazón latiéndole aceleradamente. Su Omega interior se removía inquieto, gustoso de tenerlo próximo a él, imponiendo con su presencia de Alfa.

—¡Quita tus manos de mí, Teme! —el rubio musitó sin autoridad alguna, haciendo reír al moreno por el infructuoso tono de voz que no concordaba con la frase. Sasuke sabía que el instinto de Naruto lo aceptaba como Alfa y deseaba doblegar ese orgullo marcado en el Omega.

—Al parecer tu Omega interior no quiere que me aleje, y pienso complacerlo por capricho propio, Usuratonkachi —el moreno depositó un suave beso en el cuello del menor y fue suficiente para que las piernas del rubio flaquearan, siendo retenido por el agarre que se cernía en su cuerpo —. Eres mío, Naruto…

Notas finales:

Ya pude finalmente reponder todos los comentarios anteriores, así que nos estamos leyendo prontamente y ya saben que sus opiniones siempre las repondo gustosamente.

 


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