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Colors Spell por AleChun

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Notas del capitulo:

¡Hola! Aqui una actualizacion salvaje. Como siempre les agradezo sus comentarios, las amo. Disculpen los errores ortograficos y de redaccion de este capitulo.

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Y era definitivamente en momentos como ese que Seijuuro realmente se repetía a si mismo que no debía dejarse vencer; por nada, ni por nadie, tenía bien impregnada en su mente la idea de ser siempre el ganador. La victoria, el éxito, la firmeza, aquellas cosas lo eran todo, solo con tenerlas sentía seguridad y estabilidad. Eran cualidades únicas que le hacían conservar su estado de ánimo constante, y por supuesto la confianza que se tenía a sí mismo. Akashi era un hombre capaz, extraordinario, único y claro está, también era un genio nato. No había ni un solo problema que no pudiese resolver con algo de concentración.

 

Sin embargo.

 

En el estado actual en que se encontraba, presiono ambas manos sobre el timón del auto, lo único que verdaderamente anhelaba era que todo desapareciese, no quería resolver, no quería solucionar y no quería comprender. Solo deseaba con desagradable desesperación que algunos datos de su cabeza se esfumasen, como si fuesen un millón de partículas de aguas disolviéndose en la lluvia.

 

Presiono el acelerador, el impacto que había sufrido producto de todo los detalles que ignoraba lo habían dejado incapaz de seguir avanzando, sus emociones y sentimientos iban y venían. Sentía ira, rabia, decepción y arrepentimiento. Respiro con profundidad. Había lastimado y herido a muchas personas. Ahora lo sabía, lo entendía y lo admitía. Era un sinfín de cosas que se repetían en su cabeza, cosas que el mismo se reprochaba; jamás debió haber intentado manipular vidas ajenas, jamás debió haber pretendido obligar a alguien a corresponder sus sentimientos, jamás debió manejar a las personas a su antojo.

 

Si, era verdad, había actuado de manera ruin y cruel.

 

Kuroko estaba en todo su derecho de pretender imponer un castigo sobre él.

 

No obstante.

 

El sonido de su celular le trajo de vuelta a la dolorosa realidad. Su realidad. La vida que se había hecho a base de egoísmo y malas decisiones. Seijuuro miro de reojo la pantalla iluminada de su celular. Era momento de enfrentar la verdad. Presiono los labios con fuerza y apretó uno de sus puños.

 

—Creí haberlo escuchado que demoraría unos cuantos minutos en tener los resultados—pronuncio con el ceño fruncido—Estos exámenes son realmente importantes. ¿Entiende?

 

—Disculpe, Akashi sama. El motivo de nuestra tardanza se debe a que realizamos los exámenes tres veces. —Explico—Queríamos tener un resultado certero. —las palabras de deslizaron con aterradora tranquilidad—Efectivamente—y ahí estaba, las verdaderas consecuencias de sus actos—Maasaki sama es hijo suyo.

 

Seijuuro freno de golpe.

 

Todo el daño que había hecho y deseado para otros acababa de destrozarle. Sus labios temblaron.

 

Silencio.

 

— ¿Akashi sama?

 

Seijuuro corto la llamada de golpe y cerró los ojos, se mantuvo en esa posición durante unos cuantos instantes. ¿Qué había hecho? Se preguntó a sí mismo. ¿Qué había hecho? Se repitió con dolor, con tanto dolor que sentía que moriría. Y lo merecía, merecía tanto todo ese sufrimiento. Coloco la cabeza sobre el aro superior del timón y mordió sus labios con fuerza. ¿Cómo había podido? Las lágrimas comenzaron a  descender por sus mejillas. ¿Cómo había podido hacerle eso a su hijo?

 

Levanto una de sus manos y golpeo con fuerza el panel del auto una y otra vez. —También era mi bebe—susurro tratando de contener el dolor— ¡También era mi bebe! —grito recordando todas las veces en las cuales Furihata le había suplicado que le devolviese a Maasaki, recordando las veces en las que había hecho lo imposible por ver sufrir a Kouki durante su embarazo, recordando el preciso momento en el cual  tuvo a su bebe en sus brazos y simplemente se limitó a observarlo. Sin siquiera tocarlo, sin siquiera acariciarlo, sin siquiera darle un beso en su pequeña carita.

 

La sangre comenzó a caer de uno de sus puños. ¿Qué clase de basura era? La peor, por supuesto, la peor, ya nada tenía sentido. Levanto la cabeza y miro hacia el exterior del auto, todo estaba oscuro y desolado. Quería morir, deseaba hacerlo, tanto tanto tanto.

 

Su reacción era cobarde, lo sabía, pero ya no podía aguantarlo, ya no podía soportarlo. Había lastimado a su familia, a su verdadera familia, a la persona que amaba y al fruto de ambos. ¿Qué podía hacer ahora? ¿Qué? No quedaba nada. 

 

De pronto.

 

El sonido del teléfono volvió a interrumpir el hilo de sus pensamientos. La pantalla de su celular se ilumino mientras sus  lágrimas continuaron cayendo, Akashi giro el rostro levemente y observo el nombre que se plasmaba ahí, frente a él, en su mente, en su corazón.

 

¿De verdad lo merecía?

 

¿De verdad merecía que Kouki estuviese con él?

 

El pitido del contestador retumbo.

 

—Sei—la voz de Furihata se deslizo junto al viento del exterior—Necesito hablar contigo—pidió. Akashi se mantuvo estático durante unos instantes. —No sé a qué hora vayas a escuchar esto, pero por favor —la auténtica preocupación de Kouki era palpable—Te suplico que me devuelvas la llamada cuanto antes. De verdad. —Se oyó un sollozo—De verdad necesito hablar contigo, no importa si es poco tiempo—se apresuró a explicar—De verdad no me importa, pero necesito escucharte. Porque yo…—titubeo—Yo realmente te amo. — Seijuuro abrió los ojos sorprendido al escuchar aquello—Realmente te amo, Seijuuro. —afirmo —Y no quiero perderte.

 

El pitido volvió a sonar.

 

Silencio.

 

Akashi volvió a observar al exterior.

 

Kouki no quería perderle.

 

Una última lagrima se deslizo por su mejilla. Furihata no quería perderle y él tampoco quería dejarlo. El sufrimiento, el dolor, el peso de sus propias acciones lo destruían. Si. Lo mataban y lo traían a la vida de nuevo para seguir sufriendo. Y aun así, Akashi sabía que no podría cambiar el pasado, no podía hacerlo, no podía huir.

 

Pero.

 

Volvió a encender el auto. Justamente por todo eso debía resarcirle a su amada familia con lo que le quedaba de vida. Podía darles la felicidad que se merecían y tenerlos a su lado, y protegerlos, y cuidarlos, y ser solo ellos.

 

Eso era lo que debía hacer.

 

Acomodo el audífono sobre su oído y estiro una de sus manos para buscar en la pantalla de su celular el número del celular de la habitación de Maasaki. Una vez que lo localizo no dudo ni un segundo en presionar sobre el botón verde, el timbre del teléfono sonó durante unos instantes.

 

— ¿Papi? —la voz del pequeño niño se instaló muy dentro de su mente, el corazón de Seijuuro palpito con fuerza.

 

—Si—respondió—Soy yo, ¿Cómo estás? —pregunto con cariño, con amor, con las fuerzas positivas que comenzaban a emerger en su interior.

 

Maasaki soltó una risita. —Bien, me siento mejor ahora que me has llamado—respondió emocionado con la enorme ilusión que siempre le había caracterizado—De verdad estoy muy feliz—volvió a sonreír—Estoy muy feliz de oírte. —Los pequeños ojos del niño se cristalizaron —Te extraño, papi.

 

El corazón de Seijuuro se estrujo al instante. —Perdóname. —soltó con autentico arrepentimiento, no sabía que más decir, no sabía que más explicar. —Perdóname.

 

Las lágrimas del niño rodaron por sus mejillas. — ¿Cuándo vendrás por mí?

 

—Pronto—susurro—Te lo prometo.

 

 

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Notas finales:

Espero que el capitulo les haya gustado.

¡Muchas gracias por leer! 


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