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*El Duelo* por MidNightFlower

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Notas del capitulo:

Buenas buenas queridos mios!! ui estoy con un nuevo capi!! wow! no crei terminarlo tan pronto!

Muchas gracias a los que comentaron!: kaorugloomy, LRMV, uketiero, yaoistaAlej, Shakura, SAKI y Shana18!! estoy muy agradecida y devido a ustedes continuare con este fic al cual me gusta denominarlo " Los siete pasos hacia ti" porque se dividira en 7 capis! (aunque se que el duelo tiene 5 pasos, el duelo de Jamie tiene 7 xD)

Espero que sea de su agrado!! A leer se ha dicho~*

Deseo

 

Fue lo primero que pensó al escuchar esa sugerente frase en ese peculiar siseo, las mejillas sonrosadas creando un potente contraste en la alabastrina piel lo tenían en vilo. “Joder" pensó sintiendo el bulto en sus pantalones reclamando su atención.

 

Se relamió sus generosos labios en ese éxtasis sin precedentes que lo invadía, le atormentaba, incitaba a precipitándose antes de tiempo. Pudo sentir el temblor del cuerpo del menor, que no se perdía ningún instante de sus movimientos con ese extraño color de ojos que se oscureció por pasión; pudo ver con claridad como las pupilas se dilataron. Carraspeó nervioso evadiendo seguir embelesado con aquella bizarra escena.

 

-Entonces… ¿qué vas a hacer leoncito?- Ronroneó quedito en su oído erizando el vello de su nuca; realmente no sabía exactamente que esperaba; pero al parecer su cuerpo sí, porque nada más termino esa frase se abalanzó contra sus labios; esos jugosos labios que se bebió con ansias.  Recibiendo un gemido como respuesta, lo afianzó por la estrecha cintura y escuchó el tierno jadeo en su boca.

 

Con cada espiración su entrega iba más allá, sus lenguas se probaron por vez primera, explorando, conociendo cada parte de esa tibia cavidad, frotándose entre sí, sentían el trepidante palpitar de sus corazones, la profunda presión de sus labios  hasta que James agonizante por el desenfreno de ese acto se separó repagando su frente contra la del menor.

 

-Como te detesto...- murmuró succionando esa boca tan brillante como el granate, la expresión deleitosa y juguetona en el rubio le provocaba tantas cosas que le molestaba en lo más profundo.

 

-Me lo has dicho muchas veces, Jamie…- dijo con sorna relamiéndose sus labios como si su saliva compartida fuera la más dulce miel que probó y sonrió con prepotencia –pero creo que eres un gran  mentiroso…- Entrejunto sus cejas. ¿Cómo se atrevía esa vil serpiente a creer que le conocía? era claro su apatía, su hastío, su creciente repudio. ¿Cómo creía lo contrario?

 

-Eres un maldito basta... ¡ah!- gimoteó apretando los ojos al sentir aquella suave mano bailotear sobres su duro miembro que se sentía a reventar. Aunque la gruesa tela del pantalón se interponía entre su hombría y la delicada mano, sintió ese mágico toque claramente; y vaya que sí.

 

-Mm… pues este amiguito pide a gritos salir a tomar un poco de aire fresco. ¿Te ayudo?- más que una pregunta le pareció una afirmación pues del dicho al hecho, el chico de ojos grises reptó por su cuerpo como la vil serpiente que era gozando del tonificado cuerpo del Gryfindor hasta ponerse en cuclillas frente a su bragueta.

 

Quería tocar la piel de durazno que se cagaba el Slytherin, pero no lo haría, moría porque sus frías manos lo tocaran directamente, que le brindara que el placer prohibido que le cantaba como hiponotzantes sirenas, pero no sucumbiría a esa pasión ciega.

 

-Aléjate de mí maldito homosexual- dijo empujándole hasta caer del nalgas contra el suelo. Partiendo en el acto casi corriendo con los humos encendidos, dejando al rubio bastante absorto con la ceja enarcada y una expresión que no dejaba mucho a la imaginación.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

Capricho.

 

Estaba seguro que eso era.

 

Aun recordaba cuando se encontraron por primera vez; ¿Cómo olvidarlo? Era su primer día de clases; estaba ansioso por esa enorme y antigua escuela en la que curso tan interesantes años su padre tiempo atrás.

 

Iba junto con Albus Potter, un chico nervioso, algo tímido, pero muy agradable que cordialmente se le había pegado como lapa de primera instancia cuando se conocieron en la cabina del expreso. A ambos les gustaban los mismos libros y parecía que tenían los mismo hobbies, por ello, sin tener en consideración los tan conocidos prejuicios que sus progenitores les sugestionaron, pasaron gran parte del trayecto a Hogwarts conversando sobre ello animosamente.

 

Para su gusto, el sombrero seleccionador los eligió a ambos en Slytherin y no podría estar más que orgulloso por su hazaña, estaba seguro que su padre estaría complacido con ello. Durante esas 24 horas se imaginó que todo sería perfecto, constante e inamovible, tal y como debía ser; pero su sorpresa fue grande cuando descubrió cuan equivocado estaba.

 

Lo vio caminar hacia ellos a la hora del desayuno y jamás pensó que existiría un chico como aquel; tan altivo en su caminar, con su cuerpo fibroso marcado en esa camisa desabotonada irradiando efusión, una divertida sonrisa retozando en sus labios y una coqueta mirada castaña con vetas doradas resplandecientes que calentaban vertiginosamente su cuerpo. Realmente creyó que era lo más fascinante que jamás hubiera visto. Pero todo eso se opacó cuando habló.

 

-Así que ahora eres amigo de un mini mortifago, que bajo caes enano- dijo con burla a su hermano sin dejar de ver al rubio.

 

El mayor le hizo temblar por dos emociones totalmente opuestas, pues su voz tenía ese deje refrescante como la brisa de primavera que le cala en su pecho provocando que su corazón latiera con premura; pero lo que decía no era nada agradable para una primera impresión y el total repudio en su mirada fija en él, le fastidió.

 

-Cállate troll- contestó Albus en su defensa –metete en tus propios asuntos- el Gryffindor chasqueó la lengua, pero en seguida recuperó su confiada sonrisa. Tomando la muñeca de Scorpius, depositó algo viscoso y extraño en su mano.

 

-Eso para que se aclimate el niño ricachón- Dijo con sorna ampliando su sonrisa. EL rubio en cámara lenta bajó la vista para ver de qué se trataba. Una babosa carnívora.

 

Lo que siguió después de ello fue más que obvio. Un grito por la impresión, una sonora carcajada del mayor y el inicio de bromas frecuentes por los siguientes dos años. En definitiva, era un idiota.

 

Y vaya idiota”

 

Siempre se preguntó porque no podía contraatacar como era debido a ese imbécil que lo menospreciaba por su apellido, su sangre y por un pasado en el que ni siquiera tuvo que ver. Las habilidades las tenia eso era obvio, jamás se había quedado callado cuando algo no le parecía, incluso a uno de sus tutores llegó a hacer llorar con su excelente dicción remarcando su incompetencia; pero con James Sirius Potter, era otra cosa. Siempre cualquier jugarreta, burla, contestación sardónica se evaporaba una vez que lo tenía en frente. 

 

“Es un capricho” Se repetía.

 

Buscarle con la mirada, esperando encontrar donde sea que fuera a ese cabeza de chorlito tan caliente como el sol; era algo masoquista, que no entendía porque lo hacía o porque le interesaba si quiera. Un capricho tenía que ser, un capricho por ese imbécil que crecía cada que lo rechazaba, cada que lo encaraba con esa burlona sonrisa, que lo encandilaba cada que lo veía… esa era su única respuesta obvia.

 

"La diferencia entre un amor eterno y un capricho, es que el capricho dura más" decía en su mente asintiendo ante esas sabias palabra que estaban en lo cierto, pues aquello que sentía no menguaba y se extinguía con la banalidad de su relación.

 

"¿Por cuánto tiempo más te negaras a aceptar que lo tuyo dejó de ser capricho hace mucho? incluso dudo que alguna vez lo fuera” Fueron las exactas palabras que Lyssander le dejó caer como bomba en tercer año. Por primera vez en su vida, no tuvo una respuesta en su cerebro como tal. Era imposible pensar en algo tan descabellado como aquello.

 

-¡Hey! ¡Tierra a Scorpius! ¡Ya te mataron desde hace rato, blondo! ¿Qué tanto piensas?- la voz irritada de Albus resonó en su oído y rodó los ojos; tal parecía que uno no podría tener un tiempo para meditar.

 

-Nada querido Al- dijo recargándose pesadamente en el hombro de su amigo. Hugo seguía emocionado apretando todos los botones del control del videojuego sin hacer caso a la que consideraba “absurda palabrería” de parte de sus amigos.

 

-Te veo meditabundo y no con tu saña de "ganar, ganar, ganar”- el rubio se alzó de hombros.

 

-Simplemente quise darles la ventaja- dijo con media sonrisa ganándose un codazo de su amigo.

 

-¡Así se hace, zorras!- exclamó Hugo aventando el control al suelo comenzando a hacer su bailecito de victoria por patear el trasero de sus amigos con la puntuación más alta. Los chicos comenzaron a reír por la jovialidad del pelirrojo que no cabía en sí -¿Otra ronda? ¿O están asustaditos?- y con divertimiento comenzó a cacarear de un lado a otro fingiendo ser una gallina.

 

-¿De ti? No me hagas reír Hugo, esto fue solo un golpe de suerte- dijo Scorpius lanzándole a la cara uno de los esponjosos cojines del sofá.

 

-Venga Scor, dale una lección- dictaminó con burla Albus sujetando su control azul dedicándole una significativa mirada al rubio para que hiciera los honores y pateara el trasero de su primo.

 

Scorpius dispuesto a hacerle morder el polvo, se recostó boca abajo cuan largo era sobre la colchoneta especial para su maratón de juegos y flexionando sus rodillas las cruzó en el aire.  No había forma más cómoda para él que aquella y se dedicó a ver la pantalla de cambiantes colores brillantes para elegir su personaje. Albus utilizo su espalda como almohada y comenzaron una nueva ronda en el Super Smash.

 

Tras media hora de incipiente competencia y Hugo más rojo que un tomate por la cantidad de veces que en tan solo cinco movimientos el rubio lo había derrotado, el menor de los Potter-Weasley parecía no querer dejar ir algo que le molestaba.

 

-Oye Scor ¿Que se traen tu y el zoquete de mi hermano?- preguntó sin dejar de ver la pantalla. Tenía mucha curiosidad sobre lo que pasó entre ellos,  se suponía que Scorpius  “hablaría” con James durante la fiesta de Lily, o eso fue lo que entendió de la conversación extraña con Lyss; pero cuando entró a la casa, James ya estaba corriendo escaleras arriba y su amigo se estaba levantándose del suelo. Estaba casi seguro que se pelearon y que el idiota de James le  hizo daño al rubio, solamente quería que se lo dijera para acusarlo; pues si alguien podría frenar al Gryffindor, ese era su padre.

 

 Si a Scorpius le perturbó aquella pregunta, no lo demostró.

 

-Por ahora, simplemente estamos jugando a quien tiene la mejor estratega, nada más- dijo con simpleza. Albus suspiró cansinamente, no era lo que esperaba, pero parecía que su amigo no quería a ahondar en ello y prefirió dejarlo por el momento.

 

Sintiendo el rechinido de la puerta se tensó y sonrió para sus adentros; mirando sobre su hombro captó esos ojos castaños siempre pendientes de su persona y le sacó la lengua con divertimiento. Escuchó con claridad el bufido exasperado y el azote de la puerta después de eso; amplió su sonrisa con suficiencia y se relamió los labios sintiendo aun el fantasma de ese peculiar sabor salvaje que tanto le fascinó.

 

Le gustaba el maldito bastardo y vaya que sí.

 

De algo estaba seguro, y eso era de qué le convencería que detrás de todas sus estupideces y malas pasadas camuflajeadas por insolencia, había algo más. Estaba seguro que así era.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

Desprendiéndose de toda su ropa se metió a dar una ducha fría. Solamente tres benditos días habían pasado desde ese infame beso y estaba que los jodidos dementores se lo llevaban. Odiaba con toda su alma a ese puñetero rubio que lo recalentaba y no de la forma correcta.

 

No había momento en que no le asaltara a la mente el recuerdo de sus labios contra los dulces y sonrosados labios del menor, buscándolos como un lobo hambriento, ansiando probarlo, degustarlo lento, rápido, de cualquier forma, deseando succionarlos hasta sangrar.

 

-¡Maldición!- chilló ante su impotencia de mantenerlo al margen de su cabeza. El agua fría le sirvió en un principio para reducirle la calentura insana, pero ya no más. Su cuerpo hervía a fuego lento devorando sus entrañas; la musicalidad de los pequeños gemidos del ojigris lo turbaba engatusándolo en ese vórtice del demonio del cual no podría escapar.

 

Su miembro endurecido como roca no se amilanaba con nada, tenía que liberarse; pero el león se resistía. No quería hacerlo, darle esa delectación de formar parte de sus fantasías masturbadoras, no, no y más no.

 

La sangre se aglomeraba aun más y aulló exasperado tomando su pene con ambas manos, comenzó a friccionarlo.

 

-Jodido… mal nacido…- apretó su mandíbula exhalando un ronco gimoteo. Recordó la mirada cargada de deseo en el rubio mirándolo ansioso, tocando su expuesta piel del pecho con sus suaves yemas, serpenteando por su cuerpo poniéndose en cuclillas dispuesto a darle todo el placer posible.

 

Se imaginó lo que hubiera parado después. Seguro que con delicadez abriría su bragueta, relamiéndose los labios incitándolo a besarlos nuevamente; con una mirada lasciva, le abriría el short dejándolo caer libre hasta el piso. Sonreiría dócilmente mostrando sus perlados dientes como si estuviera haciendo una inocente travesura.

 

Tomaría su erecto miembro con cariño, maravillándose por el imponente tamaño y se mordería su enrojecida boca, examinándolo con sus oscurecidos ojos gris azulado. Sin preámbulos y con creciente deseo, besaría la punta manchando sus labios con el presemen; sin importarle más que su egoísta goce, lamería la cabeza en rítmicos círculos deleitándose con su sabor amargo, se perdería en los arrugados pliegues inhalando su aroma masculino, recorrería con su rosada lengua toda su longitud, sintiendo las hinchadas venas cargadas se sangre izándolo con más potencia, se lo llevaría por completo a su pequeña boca, succionando su hombría con un lento vaivén.

 

Tomaría entre sus dedos los sedosos cabellos platinados, aumentando las embestidas en esa estrecha y húmeda cavidad que bombeaba con ánimo, brindándole ese placer sobre humano que entumía su razón.

 

-Joder…- sollozó James mordiéndose el labio llegando a su inminente orgasmo derramándose violentamente en su mano. Se repateó mentalmente golpeando con fuera la pared.

 

Con creciente molestia observó cada gota que escurría de sus nudillos; nunca se había venido tan rápido con la sola “imaginación” de algo, eso le irritaba. Rechistaba entre dientes la única verdad de aquel asunto.

 

-Lo aborrezco…- 

 

 

Notas finales:

Wii!! espero sus comentarios!! a ver que les parece jeje

nos leemos prontito!! les mando muchos besitos~*


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