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Una noche por Stevie

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Notas del capitulo:

Este vendría siendo mi primer one-shot sobre ésta pareja, además para muchos sería el primer “lemon” que leen viniendo de mí. Espero les guste y espero sus comentarios ya sea buenos o malos.

PD: Basado en la canción “This is hardcore” de Pulp.

 

 

:.:.:.:.: Una Noche :.:.:.:.:
(NC-17)

 

El reloj que cuelga del muro marca con sus manecillas el punto de la media noche, momentos en que muchos dormitan en la tutela de su hogar, otros que prefieren caer presos de los juegos de seducción.

A esas horas, Ikki se encuentra en una habitación desolada, hundiéndose en la oscuridad y como única fuente de alumbramiento una ventana donde la luna le observa sigilosa. Sentado en un banquillo de madera pulida y barnizada, con el torso desnudo, pantalones de mezclilla, descalzo y fumando un cigarrillo. Con la mirada fija en el reloj circular, inhalando el habanillo y soltando el humo proveniente, que se mantiene intacto en el aire.
Navegando por los senderos de sus deseos, abrumado por su trabajo y esperando que el sueño lo abrace.
 

La silueta de una persona se posa tras del fénix y unas cálidas manos reposan en sus hombros, acariciando su piel pero Ikki sigue con sus ideas intactas.
 

-“Ya es muy tarde ¿No piensas venir a la cama?” - Exclama Hyoga con voz que provoca en el fénix un deseo perdurable.

 

-“No” - Contesta secamente Ikki, sin quitar su porte de fortaleza y el semblante de seriedad.

 

Las manos de Hyoga prosiguen un ritual por el cuerpo del fénix, sus palmas tocan parte de sus hombros que poco a poco desciende hasta su pecho, palpando cada centímetro de su pecho desnudo, incitando a su amante a dejar aún lado sus pensamientos y acciones.
 
-“Entonces déjame acompañarte”- Le murmura quedamente el cisne y con lentitud se acomoda en las piernas de Ikki, encarando su rostro. El fénix sonríe con lujuria y sostiene aquel apetecible cuerpo entre sus brazos.
Hyoga solo se cuelga del cuello del fénix e inclina su cabeza para depositar en los labios de Ikki un apasionado beso, que conforme pasan los segundos se profundiza. La lengua del cisne explora la cavidad bocal de aquel que es su amante, Ikki ya un tanto excitado toma la pierna derecha con una de sus manos libres y la acomoda en sus caderas, que se ciñe al instante.

 

El beso continúa, por voluntad propia; Ikki decide moverse de aquel banquillo y de una vez por todas deposita a Hyoga en el suelo alfombrado. De rodillas, con ojos chispeantes y sonrisa perversa, da un largo suspiro y pasa su mano sobre su azulado cabello. De un solo tirón, quita al ruso su camisa de botones, dejándolo en bóxer.

 

Vuelve a los labios del cisne, los aprisiona y saborea, asciende hacia su cuello en el cual da pequeños besos y mordiscos que dejan una leve marca. Llega hasta su pecho, que lame y besa con desden, sin dejar pasar los sonrosados pezones que captura entre sus labios, logrando que gemido placentero se escapara de la boca del ruso.
Prosigue aquel ritual hasta llegar a su abdomen, donde deja pequeñas máscaras apenas visible de su saliva hasta que se encuentra con aquel estorbo que lentamente quita hasta dejar a Hyoga al descubierto, tenerlo tendido bajo de si; desnudo.
Posa una de sus manos en las caderas del ruso mientras la otra va directamente a su virilidad, que aprisiona; arrancando otro gemido del rubio. Con lentitud lo introduce en su boca y luego lo saca; una y otra vez. Ikki, mirando de reojo la faz de su amante, que mantiene los ojos cerrados como si de esa manera pudiera evitar que el placer lo invadiera por completo.

 

Hasta que finalmente, el líquido blanquecino queda en boca del fénix, con el sabor amargo y sin más se despega de la entrepierna del rubio para limpiar con el antebrazo su boca.

 

Hyoga se incorpora con lentitud, quedando sentado y con ayuda de sus brazos y piernas trata de huir de las garras de Ikki, haciendo se cuerpo hacia atrás hasta que su espalda pega con la fría pared. El fénix a gatas va hacia su presa, hasta tener una distancia nula con el ruso y nuevamente sus labios se funden, los brazos del rubio se quedan en el cuello y sus piernas se estrechan a las caderas del fénix que basta con alzar un poco el cuerpo del cisne para tenerlo en completa merced de poseerlo.

 

Sin necesidad, el ruso se sienta en la hombría del fénix, sintiendo un infinito dolor  y poco a poco trata de apaciguar ese ramalazo depositando besos en los labios del fénix, quien sin más corresponde y a su vez moviendo parte de su cuerpo de manera trepilatoria que causan en el rubio jadeos y gemidos, pero actualmente ya no es tanto su malestar, es ahora el exquisito placer que se apodera de él, que le sonríe y disfruta.
Con torpeza se une a los movimientos del fénix, haciendo de esa noche de soledad una noche de compañía, donde dos cuerpos se exploran mutuamente, conquistándose palmo a palmo, sembrando caricias.

 

Siendo esclavos de todas esas sensaciones y emociones que los carcomen con cada instante que pasa, Hyoga sintió a Fénix crecer en su interior nuevamente y buscó sus labios en imperecedero beso hasta el momento en que llegaron a su orgasmo, dejando en el interior el cisne aquella esencia del fénix.

 

Exhaustos pero con la sonrisa dibujada, ambos deciden descansar sus cuerpo en el sofá de la habitación adyacente, cubiertos por una ligera capa de algodón; dejando en el viento suspiros y esperando la tierna alba.

 

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