La primera vez que lo vi fue en el lobby de mi edificio, halando una maleta de ruedas consigo. En aquel entonces, no entendí por qué mis ojos se movieron hacia él como si se tratase de la atracción de un magneto, pero siendo así, me tomé la libertad de detallarlo un poco. Cabello rubio, cuerpo esbelto, chamarra negra y un solitario arete en su oreja. Era un chico alarmantemente atractivo, y no pude evitar sentirme un poco celoso. Yo no lograría tener esa pinta ni en un millón de años.
No le quite mi atención hasta que entró al elevador y las puertas se cerraron, justo ahí sentí algo peludo moverse efusivamente alrededor de mis pies. Me quité los audífonos y le sonreí a Pungy, la mascota del vigilante. Le revolví el pelo juguetonamente y le hablé como si fuera un bebé, a lo que ella respondió con más hiperactividad. Con una última caricia la dejé para acercarme a mi buzón personal. No hubo mayor sorpresa allí, siempre era la misma puta correspondencia. Cuentas, cuentas y más cuentas. Casi dejé salir un gruñido mientras las guardaba en el bolsillo de mi chamarra y me dirigía sin ánimos hacia el elevador.
Estaba en un aprieto. Si esto seguía así, comenzaría a endeudarme de nuevo. O simplemente tendría que mudarme a un apartamento menos cómodo, porque ni de coña me metía en un trabajo extra. Mis horas en el café y la universidad ya me quitaban todo el tiempo del que disponía.
Me llevé una sorpresa cuando llegué a mi piso y las puertas se abrieron. Era ese chico otra vez, de pie frente a la puerta del vecino, ahora luciendo un poco frustrado. Caminé hasta mi puerta sacando mis llaves y por primera vez él me miró directamente, tragué saliva.
- Uhm, disculpa-
- ¿Buscas a Jongin? – Le interrumpí sin querer, porque suponía que iba a preguntar por él. Lució perplejo un segundo y luego me mostró un volante que llevaba en la mano.
- Sólo si él aun está necesitando un compañero de piso – Respondió y por su acento supe de inmediato que era extranjero. Reconocí el volante, era uno de los que Jongin había colocado en áreas cercanas a su universidad hacía unas semanas. El chico se movió con inquietud – Pero creo que no se encuentra.
Lo miré de nuevo, haciendo un pequeña mueca con la boca. – uhmm...de hecho no, no está. Ayer tuvo que regresar a su ciudad por una emergencia, no dijo cuándo regresaría.
- Oh…-
Le regresé el volante y él lo tomó lentamente, luciendo algo perdido.
– Entiendo...gracias.
Suspiró, moviéndose para tomar su maleta de nuevo, pero por alguna razón tuve la necesidad de retenerlo ahí un poco más.
- ¿Buscas piso? – Pregunté rápidamente, y me sentí idiota. Obviamente estaba buscando un piso! Sin embargo agradecí el hecho de que se tomara la amabilidad de responder bien semejante pregunta.
- Si…me mudé hace poco, soy chino. Estuve viviendo en casa de un amigo de la infancia, pero sólo podía estar allí un tiempo. Ahora necesito otro lugar…esta es la 4 dirección que he revisado… es un poco difícil encontrar algo.
- Ya veo…- Murmuré.
Hubo un pequeño e incomodo silencio en el que no dijimos nada más. Nos miramos un momento, luego yo desvié la mirada, luego él.
- Bueno, creo que debo seguir buscando…
- Espera-
Se detuvo de nuevo y me paralicé, sin haber procesado bien qué más iba a decir. Y entonces se me ocurrió algo. Algo que quizás no sería tan descabellado. Algo que podría beneficiarme.
- Yo también estoy necesitando compañero de piso.
Sus ojos cobraron más interés al instante.
- ¿En serio?
- Si bueno…- Sonreí levemente – Es un poco difícil pagarlo todo yo solo y quisiera compartir los gastos con alguien más. El apartamento es grande, hay mucho espacio, solo que por ahora no hay otra habitación…pero tengo un sofá cama y es genial, he dormido ahí muchas veces, no tienes que pagar tu mitad completa hasta que no organicemos otra habitación para ti-
- No lo habías pensado mucho, no?
Lo vi levantar una ceja, sus ojos fijos en mí. Una vez más no comprendí la exaltación que me provocó.
- No… – Acepté - La idea sólo me había estado rondando la cabeza y además-
- Estoy interesado.
Yo parpadeé. El chico tendió su mano y sonrió, y era una sonrisa encantadora, atrayente. Una que no me molestaría ver a diario. – Soy Luhan, es un placer…
- Sehun…igualmente. – Respondí, apretando su mano.
De verdad no sabía en lo que me estaba metiendo.
Continuará…