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Para Hiroki, mi pequeño amor platónico por Himiko Hirisashi

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Notas del capitulo:

Hola chicas! Regrese re feliz de ver que fue aceptado mi fic y más que todo que sus comentarios me han atiborrado de ideas!!! En verdad hasta cosas que no tenía ni pensadas y que ya las tengo anotadas para mis demás fics o éste en verdad domo!!

Me tardé un poco ahora que volví a estudiar u.u y que modifiqué este cap porque a todas les gustó ver a Akihiko celoso y aprovechando a Nefertari cambié el fic para dar más celos a nuestro adorado escritor (inserte risa malvada aquí) xD sin más les dejo el fic :3

Ah, sí:  nos quedamos en que van a Luxor!! (día 4, Hiro de Nefertari a ver qué tal) xD

Puesto que habían pasado todo el día en El Cairo, Hiroki y Akihiko volvieron en la tarde al hotel para dejar lo que habían comprado y salir con un maletín de mudada de ropa, volver a cargar la cámara fotográfica y darse un baño de nuevo para refrescarse del intenso calor en el que habían estado todo el día a pesar que eran principios de diciembre.  Por otra parte Abdullah  al dejarlos en la entrada, se sentó en una de las bancas fuera del hotel, sacando un cigarro y esperando afuera por el regreso de sus clientes para ir en uno de los trenes-hostales para pasajeros que viajaban de noche.

—Buena vista la que tuviste todo el día— Los ojos negros de Abdullah se posaron sobre la puerta de salida del lujoso hotel para encontrarse con los ojos verdes de Almahamed quien lo miraba con una sonrisa torcida de superioridad.

—Solamente hice mi trabajo— terminando de prender el cigarro que jugaba en sus manos, mientras dejaba la mirada filosa y la dirigía al cielo estrellado.

—Sí claro, trabajo de mirarle el culo a Hiroki mientras su esposo no te ve— Abdullah exhaló el humo ignorando las palabras de su jefe quien se sentaba a la par de la banca y le arrebataba el cigarro de las manos —ya que ayer me dijiste que el idiota de Usami odió meterse a las pirámides, conseguí pase al área de restauración de la tumba de Merenptah para mi coartada.—

Abdullah frunció el ceño por las palabras de Almahamed que ahora fumaba de su cigarro;  recordaba haber conocido a la pareja de prometidos en la cena de bienvenida, y podía decir con toda certeza que Hiroki no pasaba desapercibido, esos rasgos finos, tez morena clara y expresión sobria no pasaban por alto, por lo que era normal que el dueño del hotel se fijara en el moreno y más aún con el récord de mujeriego que tenía Almahamed quién más de una vez había logrado seducir a las huéspedes de su hotel.  Pero la propuesta que le había dicho después de esa cena, lo había dejado boquiabierto.

“Lo quiero”, fueron las únicas dos palabras que respaldaban su excusa de tomar a Hiroki por la fuerza; era de esperarse que Hiroki estando comprometido no le hubiese puesto la mínima atención al árabe anfitrión por muy atractivo que éste fuera y a Abdullah le daba gusto ver el orgullo de su jefe pisoteado de aquella manera y más cuando en la cena constató cómo Almahamed no perdía de vista su objetivo; pero de ello a pedirle deshacerse de Akihiko para aprovecharse de su esposo era totalmente distinto.

—Demasiado callado para mi gusto— espetó Almahamed inhalando de nuevo del cigarro robado y sacando de su traje una pequeña botella, —que Nefertari entre a la tumba sólo y dásela—

—Mjm, sabe … cambié de opinión—

—¿Eh?— Almahamed lo volteó a ver y las orbes negras del guía turístico se posaron sobre su jefe arrebatándole el cigarro que le había sido robado.

—Lo drogo si yo también me lo cojo— lo vio retador posando el cigarro en sus labios.

—Hmp ya te había dicho que ése culo era mío—

—Entonces haga el trabajo sin mí, le recuerdo jefe que a diferencia de usted Akihiko sí confía en mí—

—¿Por qué lo dices?— soltó posando sus orbes verdes esmeralda sobre los del guía; recordando el odio en el rostro de Akihiko cada vez que se acercaba siquiera a la pareja.

—Me dejó solo con Hiroki en el museo por media hora— sonrió volteando a ver la cara de sorpresa mal disimulada de Almahamed —si quiere pregunte— y su sonrisa se amplió al desafiar a su jefe de aquella forma.

—Tch, aunque lo digas, no se puede; la droga no alcanzaría para quitarle el dolor de ser cogido dos veces, no me voy a arriesgar— Almahamed suspiró bajo viendo la cara seria que siempre traía Abdullah, esa que ahora lo miraba con superioridad —Hagamos algo, lo violó y tú te lo quedas para hacerle lo que se te venga la gana, igual no solo un agujero tiene— espetó volteando a ver la mirada oscura del guía turístico fumando a la par suya — ¿trato?—

—Trato— Abdullah frunció el ceño, aunque hubiese quedado de acuerdo con Almahamed tenía la sensación de haber perdido aquella batalla; en la que como siempre su jefe, con dinero, cara atractiva y poder siempre se salía con lo que quería.

—Hiroki-san buenas noches— Almahamed cambió de pronto su semblante al ver a Hiroki y Akihiko asomarse por la puerta de salida.

—Usami Hiroki— respondió Akihiko viendo inquisidoramente a Almahamed y a lo lejos se pudo escuchar una risa reprimida por parte del árabe que pisaba su cigarro ya acabado. Almahamed lo volteó a ver rencoroso, expresión que pasó por alto en el árabe de orbes negras inclinando su cabeza a ambos esposos.

—¿Listos para el viaje?—

—Hai— respondieron ambos al unísono mientras los tres se subían a uno de los taxis del lugar. 

—War a seblant ne vez, gant an arz, pal Nefertari raksoñjet ebet, hag er seurt frankiz-mañ Emañ lec’hiet e wir dalvoudegezh gant an?— le susurró Almahamed a Abdullah antes que éste último se subiera al taxi, “ Cuida por mí a Nefertari, porque si todo sale como yo quiero, de Egipto ya no sale; te diste cuenta que es más que un culo bonito ¿no?”  Abullah volteó a ver ante el susurró de aquel hombre y asintió con la cabeza mientras guardaba el frasco que aún cargaba en sus manos dentro de sus ropas…

Tomaron el último tren de la tarde de la ciudad hacia Luxor el cual les tomó toda la noche y  llegaron en la mañana a aquel pueblo con ruinas antiguas que comenzaba situándose entre dos gigantescas estatuas de piedra y granito que adornaban la enorme entrada a aquel turístico lugar. 

—Es parte de la antigua ciudad de Tebas…— comenzó explicando su guía mientras Hiroki intentaba seguirle la conversación y no prestarle atención a los turistas que se le quedaban viendo fascinados por las extensiones que no pudo quitarse ni el delineador y sombras que al parecer eran permanentes, maldiciendo mentalmente por no traer los productos que le habían dado para poder regresar a ser “hombre”; por su parte,  Akihiko tomaba fotos con una mano y con la otra agarraba fuertemente la mano del moreno para dar a entenderle a las personas que él ya tenía pareja; o mejor dicho que “ella” ya tenía pareja pues se notaba a leguas de distancia que la mayoría que miraba a Hiroki eran hombres y no precisamente lo miraban de una forma casta.

—¡Nefertari!— y a sus pies se postró de pronto un señor árabe dejando a Hiroki asustado mientras daba un paso hacia atrás y Akihiko por inercia sujetaba de la cintura a Hiroki atrayéndolo hacia sí; inmediatamente el guía volteó a ver y chasqueó la lengua al notar al árabe tirado frente de la pareja, tal como lo había creído, no podrían pasar todo el tiempo en Luxor sin que alguien lo hubiera notado.

— ¡Ehramlar arasinda en alçaq ehram olan mikerin ehram Nefertari!!— Hiroki tragó en seco y volteó a ver a Abdullah mientras Akihiko aunque con un porte serio, tomaba una foto al hombre tirado en el piso a los pies de su prometido.

—Dice que los dioses cumplieron la profecía de traer la reencarnación de Nefertari— respondió el guía alzando una ceja en clara expresión de duda; sabía que lo iban a confundir con la diosa pero jamás escuchó de una profecía

— Etwahblohm eldjzu wel dameer wel lazem yezza—

—Quiere… que el pueblo lo vea— respondió el guía y se inclinó para decirle unas palabras al árabe quien dejó de estar postrado al suelo para solamente tener sus rodillas en la tierra sin levantar la mirada del suelo.  —De acuerdo; Usami éste señor nos ha invitado a pasar a uno de los pueblos que tienen prohibido los turistas, el cual está cerca de aquí; depende de ustedes si quieren ir a aquel lugar—

Akihiko vio cómo el árabe les miraba suplicantes mientras se volvía a inclinar hacia Hiroki, —Y usted que nos recomienda—

—¡¿Ad Kahaldib?!—respondió de inmediato Hiroki al recordar el nombre de la única ciudad prohibida de Egipto.  De pronto sintió como el hombre a sus pies comenzó a llorar y vio la cara estupefacta de Abdullah

—Sí, ésa exactamente… ¿Cómo supo Hiroki-san?, digo… Usami-sama—corrigió de inmediato y los ojos violáceos de Akihiko dirigieron su vista a su guía que le había hecho la pregunta a Hiroki con tal confianza y que en sus ojos más que sorpresa hallaba admiración, cosa que no le agradaba; y no, podía jurarse a sí mismo que no era paranoico; tenía un poco de desconfianza de Abdullah pero al ver la corrección y la expresión monótona con que de nuevo miraba a Hiroki, lo dejó pasar por alto.

—Hiroki-san está bien; en cuanto Ad Kahaldib la recuerdo de unos libros en la biblioteca que leí, esa ciudad es el pueblo más antiguo del Mundo— comentó el castaño —¿es factible que podamos ir entonces?

—Si este señor los invitó, estaría bien que fuéramos tal vez una hora; es una oportunidad que ningún otro extranjero tendría—

—¿Y no es perjudicial para Hiroki?— contestó Akihiko mientras volvía a tomar otra foto del señor llorando por su esposo; la idea no le gustaba pero el brillo en los ojos achocolatados del moreno que brillaban igual cuando de pequeño leían historias fantásticas, lo hizo cambiar de su “rotundo no” a un tal vez…

—Creo que encajaría mejor allá, donde la gente tiende a usar ese tipo de adornos que ahora carga su esposo— respondió Abdullah intentando no hacer contacto directo con el moreno que esbozaba una sonrisa ligera.

—Bien, entonces vamos, ¿qué dices Akihiko?— preguntó Hiroki volteando a ver al aludido quien suspiró viendo cómo Hiroki quitaba uno de sus pies que estaba a punto de ser besado y volteaba de nuevo a ver a Akihiko que le miraba con reproche. —Vamos, solo será un rato...

—De acuerdo; supongo que así podré tomar más fotos del verdadero Egipto y ver si allí encuentro otro de mis libros— respondió resignado pero con una ligera sonrisa en los labios al ver la actual expresión de Hiroki

—¿Eh?—

—Cierto, no te mencioné, mira— Akihiko sacó de la mochila que habían llevado un libro que Hiroki tomó en sus manos, el cual era totalmente ilegible para él por estar escrito en árabe egipcio a excepción del nombre “Usami Akihiko” en la portada.

—Hasta acá…—

—Sí— respondió cambiando su expresión a una más relajada; al haber seguido las instrucciones de Takano; Akihiko corroboró que su libro y la autorización que había firmado para que pasara a varios idiomas había llegado hasta El Cairo.

—¿Vamos entonces?— preguntó Abdullah viendo de reojo a Hiroki cada que Akihiko no lo notaba, y aunque quisiera no hacerlo pues Almahamed le había prohibido ver al castaño, era imposible con aquel parecido a diosa egipcia que portaba.

—Sí— respondieron ambos al unísono y el guía habló con el árabe para comenzar a dirigirse a su destino.

—Tomen— antes de llegar pasaron a una tienda en donde les dieron ropa de lugar y a Akihiko otro Kafiyyeh para cubrir su cabeza y así pasar desapercibidos, después de caminar a camello por más de media hora, llegaron a la ciudad percatándose que parecía que no habían pasado los años sobre él pues era una ciudad con cientos de chozas, hecha a base de piedra de granito donde era imposible siquiera que hubiera electricidad pues a simple vista varias chozas oscuras por dentro eran levemente iluminadas por lámparas de fuego a pesar de ser de día.

—Sugoi— (grandioso) respondió Hiroki a penas entró pero unos metros bastaron para que el mercado, que era la calle principal de aquel pueblo, se silenciara absolutamente al ver a Hiroki en una túnica blanca ajustada con un cinturón dorado por la cintura.  Lo que ocasionó que la gente lo mirara raro.

—Oiga guía Ab… ?— preguntó Akihiko cuando comenzó a ver que por donde pasaba el camello donde iba Hiroki la gente inmediatamente se iba arrodillando.

—Es Abdullah;  jum, tal vez no fue tan buena idea— respondió Hiroki y el guía solo atinó a mover casi imperceptiblemente su cabeza de izquierda a derecha, comenzando a rezar porque el dueño del hotel no le cortara la cabeza, pues le había pedido especial protección a Hiroki.

—El dijo que nos va a llevar con el gobernante del lugar, esta zona fue declarada patrimonio nacional por la UNESCO por lo que Egipto permitió que se conservara en su totalidad, incluyendo su sistema de autogobernación.—  

Los cuatro camellos con el árabe, el guía, Hiroki y Akihiko inmediatamente fueron seguidos por una muchedumbre de gente atrás que comenzaba a hablar en idioma árabe egipcio y ponían cada vez más incómodo a Hiroki mientras Akihiko tenía un semblante fascinado de la muchedumbre, y aprovechando tomaba fotos a la gente detrás de su camello.

—Oye amor, todos creen que eres de la realeza— rió divertido Akihiko al contemplar cómo todos veían la espalda del moreno adornada por su cabello lacio ligeramente largo.

—Cállate no es gracioso, creen que soy mujer— respondió entre sonrojado y molesto por tanta gente que se le quedaba viendo.

—Eres perfecto igual— respondió el escritor mientras dejaba la cámara y sus ojos violáceos se concentraban ahora en su tablet para comenzar a escribir.

—¡Bakahiko yo no traje mi teléfono y tu traes eso!—

—Es para cuando me llegué la inspiración, eso no pasa seguido sabes— respondió sonriendo maliciosamente mientras miraba de reojo a su adorada esposa y el séquito de gente tras ella; la verdad aunque le molestaba levemente el que tanta gente se fijara en Hiroki, le parecía más que adorable ver a su linda Princesa de la Constelación Panda sonrojada por la gente que la admiraba

—Ah no, no pasa seguido… para nada, pff! Como si no te conociera—  resopló el castaño mientras frente a ellos se elevaba un enorme templo mejor conservado que las ruinas que habían visto anteriormente.  Inclusive Hiroki se preguntaba si no habían vuelto en el tiempo al ver que frente a ese templo dos personas muy parecidas a faraones le miraban con asombro ´parece que los rumores pasan rápido’ se dijo para sí.  Bajaron del camello y su guía se adelantó a arrodillarse frente a aquellas personas indicándoles a Hiroki y a Akihiko que lo hicieran también; luego el guía les indicó que hablarían con ellos para solventar este asunto y decir que sólo fue mera coincidencia y que debían irse; después de todo el guía quien pocas veces había podido entrar allí por lo hermético del lugar incluso para los de su propia gente, pensaba que podría ser perjudicial para ambos extranjeros.

Quince minutos de silencio en donde Hiroki y Akihiko miraban extrañados cómo el árabe que se había arrodillado con anterioridad hablaba con demasiada efusión y los supuestos faraones volteaban a ver a cada segundo a Hiroki mientras sus sonrisas se ampliaban; en una palabra:  extraño.

—Acérquense— dijo de pronto el guía y al estar más cerca del los árabes el guía se inclinó de rodillas hacia Hiroki, quien quedó boquiabierto ante aquel acto “qué carajos” fue lo único que pudo pensar mientras el guía le decía a Akihiko que hiciera lo mismo hacia su esposo.  —tradición— susurró y Akihiko le hizo una mirada de duda al guía mientras se reverenciaba ante Hiroki quien no salía de la sorpresa.  De pronto sus orbes chocolate se posaron en los dos gobernantes del lugar que hicieron el mismo gesto y un fuerte sonido inundó el silencio volteando Hiroki inmediatamente tras de sí al ver que todos se arrodillaban frente a él. 

Empezó a temblar al contemplar aquella escena ante sus ojos en donde no había otra persona quien se encontrase de pie más que él.

—Masaka…— (no puede ser) volteó a ver a Akihiko y éste le devolvió una sonrisa mientras aún arrodillado sacaba su cámara y le tomaba fotos a Hiroki. 

—sonríe princesa panda—

—Baka— susurró apenado y a penas los gobernantes se levantaron, todos los demás lo hicieron y Abdullah lo guió hacia el faraón para que se colocara a la par de él.

—Le voy a traducir todo lo que hablamos antes y que dirá ahora Rahamsad, el regente de aquí—

— Ur yezh Ad Kahaldib semitek ar c'hreiz eus  Nefertari is-skourr ar yezhoù arabek eo—

—Se cumplió la profecía en que la reencarnación de la hermosa reina, diosa y soberana Nefertari aparecería para bendecir al pueblo de Ad Kahaldib—  tradujo el guía a Hiroki quien lo miraba con estupefacción, no sabía si reír o enojarse por reverenda estupidez que decía el supuesto faraón a su pueblo.

—Etto, les dijiste que soy hombre en primer lugar ¿no?—

—Sí, es más estoy seguro que lo mencionará en el discurso—  Akihiko quien seguía tomando fotos discretamente del faraón con las manos alzadas a su pueblo volteó a ver la conversación

—¿Y aceptaron que su reina fuera hombre?— pero fue callado por el guía que siguió traduciendo

— komzet gant tro-dro da den en holl en hini norzh an delta.  Ar yezh vroadel eus etrimzek zo an hini a vez implijet gant ar mediaoù ha gant ar bolitikourion hervez rannyezh —

—El regalo de los dioses hacia ella fue su compasión infinita pues reencarnó en un extranjero, a los cuales despreciamos y su reencarnación es forma de perdonar nuestro actuar—

—Algo me dice que mi presencia es una buena excusa— agudizó la vista Hiroki viendo como la gente se alegraba por la supuesta disculpa que “ella” con su estúpido silencio les había dado.

—Omoshiroi, (interesante) si tu madre nos pregunta cómo nos fue en el viaje, le responderé que redimiste los pecados de unos doscientos árabes aproximadamente.—el peligris hizo ademan de reírse tapando levemente sus labios con su mano

—Idiota—susurró Hiroki mientras su rubor incrementaba viendo cómo la reina de aquel lugar, le miraba con total admiración.

—Deuet eo da vezañ anavezet-meur ha komprenet gant an arabegerion dre ar beda holl a-drugarez d'ar filmoù savet er rannyezh-mañ en—

—Y… su belleza es tal que reencarnó siendo hombre y así demostrando que fue y sigue siendo la mujer más hermosa del Mundo—

Hiroki enmudeció y Akihiko no pudo más que sorprenderse ante las palabras de aquel gobernante, volteando a ver a Hiroki quien aún rojo no dejaba de ser hermoso a sus ojos, que acentuado con el maquillaje que tenía no podía dar mayor razón al faraón.  Una foto discreta a su esposa reina de reencarnación sonrojada y no perdería la oportunidad de fastidiarlo.

—En eso si estoy de acuerdo, entonces si tu mamá pregunta por qué te sonrojaste en esta foto…

—Cállate— respondió enojado sabiendo que nadie conocería el idioma más que el serio de Abdullah quien escondía una sonrisa discreta hacia la pareja.

—Estará aquí hasta mañana antes de la puesta del sol— Ambos voltearon a ver a Abdullah quien acababa de traducir las palabras del regente mientras se encogía de hombros —No me dejaron otra opción, quieren que Hiroki vaya a ver su tumba—  Akihiko inmediatamente tapó su boca con la mano para no ahogarse de la risa mientras Hiroki lo miraba cada vez más consternado y Abdullah seguía traduciendo… —El haberla visto es la bendición más grande que este pueblo haya recibido jamás; nosotros como Faraones del pueblo, la honraremos como los dioses mandan, y mañana a la salida del pueblo podrán adorarla como se merece…. Y… empezó a hablar de preparativos para el carnaval— hablo el guía sorprendiéndose incluso de las palabras que el faraón acababa de decir.

—Wow si supiera que te apodan el demonio Kamijou en la Universidad…— intentó disimular su risa pero a estas alturas ya le era imposible al ojivioleta.

—Gracioso— comentó sarcástico Hiroki mientras ambos junto con el guía eran llevados dentro de la gran edificación en que los denominados “faraones” del lugar le dieron la bienvenida en su idioma y condujeron a la pareja hacia el cuarto principal donde estaba un enorme comedor e inmediatamente varias mujeres con trajes de lino menos adornados que la reina entraban para colocar  comida en el lugar de los invitados.

La cena transcurrió en un monólogo por parte del Faraón siendo traducido por Abdullah, sobre cómo su pueblo la adoraba y al intercambiar palabras ambos regentes pudieron notar que incluso las predilecciones del sabio del pueblo eran correctas pues Hiroki comentaba todo lo que sabía de Egipto, y de la literatura antigua que por su carrera había aprendido.  Los faraones estaban encantados de escuchar la traducción del guía y lo erudita que era la reencarnación que tenían enfrente que poco a poco había perdido la vergüenza e incluso comentaba que Akihiko era su esposo y señalaba su anillo de oro blanco.

—Digno de la realeza— tradujo Abdullah las palabras de la reina quien después de una reverencia había tomado suavemente la mano izquierda de Hiroki para contemplar el diamante.

— Dijazilan Choukran laka— respondió Hiroki agradeciendo y la reina lo miró tiernamente, mientras el faraón volvía a hablar y Abdullah a traducir

—Dice el Faraón que no hay motivo para dudar que tiene el alma de Nefertari porque incluso siendo hombre, se casó con un hombre—

—Ves Hiroki, estamos hechos el uno para el otro— mencionó Akihiko en un tono medio de burla pero con la mirada y la sonrisa sincera que Hiroki podía reconocer perfectamente en su prometido.

—Eso ya lo sabía, no me lo tiene que decir un faraón excéntrico que cree soy una muerta de más de mil años— respondió riéndose levemente, mientras Abdullah los cubría traduciendo en árabe que la pareja recibía gustosa sus halagos y hablaban entre ellos sobre lo afortunados que son.  Inclusive el propio guía parecía divertirse con las ocurrencias de la pareja y las excusas que debía inventar a los faraones; pero más que nada, se admiraba igualmente de Hiroki por todo lo que conocía del antiguo Egipto; aún no sabía si Almahamed le gustaba Hiroki por su físico o por sus conocimientos, sopló bajito mientras volvía a traducir parte de la conversación de Hiroki, miró al faraón que no le había quitado ni un segundo la vista a Nefertari, ni siquiera cuando la reina hablaba, y aseguró para sí que el faraón miraba a Hiroki de la misma forma que Almahamed, Akihiko y él mismo lo hacían…

Se levantaron de la mesa y se dirigieron hacia una de las habitaciones que había para ellos guiados por los faraones mientras la reina le susurraba algo a su esposo y éste aprobaba con un movimiento de cabeza y paraba su andar.

— kompren an darvoudoù pe Nefertari an traoù a zo bet grae.—

—La reina pide a Nefertari que lo acompañe— respondió el guía mientras varias sirvientas del séquito de la reina los acompañaban.  Una vez lejos, el guía volteó a ver a Usami —lo que le voy a decir ahorita no debe molestarle, pero quiero avisarle.  En el antiguo Egipto, honrar a una reina significa, no tocarla sin permiso, darle sus mejores comidas, bañarla con los mejores perfumes y darle sus mejores prendas y su mejor habitación; eran costumbres entre reyes egipcios.—  Akihiko lo vio dudoso de sus palabra hasta que entendió la expresión de Abdullah y vio de reojo a Hiroki ya a la lejanía, eso hubiese sido interesante de tomar foto; supuso tratando de calmar los celos que se avecinaban y le provocaban malestar en la garganta al saber que Hiroki se dirigía a recibir las atenciones de aquellas mujeres sin poder hacer él nada para impedirlo.

No había que intercambiar palabras para saber lo que las sirvientas de la reina iban a hacer cuando vio el pequeño manantial en medio de un cuarto con jarrones de lo que parecía leche estaban a los costados y una mezcla de perfumes se sentía en el ambiente.  Corroboró de inmediato que aquel era un baño y al intentar pedir con la mirada una explicación, la reina tenía los brazos alzados mientras sus sirvientas se deshacían de la ropa que ella portaba,  Hiroki palideció…

—Muri da— (imposible) y su semblante se tornó más pálido al notar que después de reverenciarse le levantaron los brazos para comenzar a quitarle las prendas.  “ha donde fueres haz lo que vieres” era la famosa frase que muchos usaban para acoplarse a las reglas y tradiciones de otro país y así no ser descortés pero a Hiroki le estaba costando mares intentar no salir corriendo hacia Akihiko al ver a la reina completamente desnuda y ver que le despojaban las últimas prendas a él para comenzar a bañarlo.  Sus achocolatados ojos clavaron su vista al suelo pero recordó que mínimo como educación la supuesta realeza no bajaba la mirada así que se forzó a ver a la reina quien le hacía señas para entrar al ligero manantial del lugar.  Si, para la próxima no dejaría que sujetos extraños extranjeros le pusieran extensiones en el cabello…

—Akihiko— susurró Hiroki detrás de la puerta principal donde se había despedido de la reina y su séquito para pasar a los aposentos privados que le habían dado los anfitriones de aquel hermoso palacio en el desierto.

—Hiroki… lle-gaste— quedó perplejo ante la figura que cerraba la puerta tras de sí; el peligris se levantó inmediatamente de la cama egipcia en la que había estado acostado provocando en el menor una ligera risa por ver a Akihiko con adornos egipcios en su cuello y brazos, con el torso desnudo y un manto enrollado a la cintura estilo faldón egipcio.

—Al parecer no fui el único—

—Pe-pero tú… tú, ehh… wow— Hiroki inclinó su cabeza hacia un lado viendo cómo el erudito en palabras se había quedado esta vez demasiado corto en su expresión.  Bajó la mirada viendo el tallado vestido blanco transparente igual al de la reina y los collares de oro puro tanto en su cuello como brazaletes en sus brazos, muñecas y tobillos.  Tragó en seco sabiendo que el vestido que traía era su única prenda que no dejaba en absoluto nada a la imaginación; le hubiese gustado que le dejaran la manta encima con la cual había salido del baño en dirección al cuarto pero el séquito de la reina se la quitó por saber qué estúpido motivo que no logró entender del idioma pero que estaba seguro tenía que ver con Akihiko. 

—Gracias, creo— susurró Hiroki al notar cómo Akihiko no despegaba su mirada de él.   El silencio inundó el cuarto ya que no había nada más que decir y Akihiko, en cuanto Hiroki dio un paso hacia delante, no perdió el tiempo, acercándose a la ahora reina para pasar su brazo izquierdo por debajo de sus rodillas y el derecho tras su espalda para levantarlo y llevarlo hacia el enorme edredón egipcio.  —¡Oye! Qué crees que Mmmm—

—Kirei— (hermoso) susurró Akihiko a penas se separó un milímetro de los labios del moreno provocándole un sonrojo más evidente al profesor, quien nunca se acostumbraría porque siempre, aunque desviara la vista, su sonrojo traspasaba su piel morena haciendo sonreír al mayor.

­­—No… me cargues—susurró Hiroki avergonzado pero Akihiko hizo caso omiso de aquella petición siguiendo su camino hacia una enorme cama de madera con adornos de patas de león y sobre ella varias telas de algodón que simulaban perfectamente un colchón sobre el cual Akihiko bajó a Hiroki aprisionándolo inmediatamente con las rodillas flexionadas y sus manos a los costados de la cabeza de Hiroki.

­­El tenue reflejo de las veladoras colocadas estratégicamente en aquella amplia habitación, le hacían percibir perfectamente las joyas de oro en el cuello de Akihiko que eran opacadas por el pecho torneado del peliblanco, que bajo el movimiento de la luz que provocaba las velas podía contemplarse los detalles de cada músculo de su abdomen

—Hiroki— volvió a susurrar Akihiko y el aludido inmediatamente despegó la mirada del cuerpo de su prometido cerrando fuertemente los ojos, como si con ello pudiera evitar la mirada lujuriosa sobre él.  Por su parte Akihiko se tomaba su tiempo para ver a detalle a la deidad que tenía bajo su cuerpo, ¿era en verdad Hiroki? No es como si no le encantara el pequeño niño testarudo que siempre había sido; pero desde el delineador negro que profundizaba sus ojos chocolate, sus labios rojos, los toques de azul pavo real en sus parpados y aquel hermoso cabello liso y adornado hacían del moreno completamente irresistible a sus ojos. El escritor no pudo evitar bajar su cabeza y posicionarla a un lado del cuello de Hiroki, topando su nariz fría con la piel ajena que resultaba sensible para el moreno, cerró un poco los ojos y aspiró el aroma dulzón de Hiroki sintiendo el olor a vainilla y jazmín que había percibido desde que Hiroki entró a la habitación.

—Oye, que… estás ha-hacien mmm—   Hiroki no pudo seguir hablando al sentir un beso en aquel lugar sensible entre su oído y su clavícula y el moreno tembló por inercia al escuchar aquel beso húmero en el silencio.  Inmediatamente las manos del moreno pasaron rodeando la espalda del peligris mientras Akihiko dejaba de hacer presión con sus brazos y lentamente se recostaba sobre Hiroki volviendo a besar aquella zona, mientras de apoco comenzaba a morder y succionar aquel área erógena sacando al fin pequeños suspiros del ojicafé que inconscientemente entrelazaba sus dedos con las hebras platas de Usami. —no deberíamos… aquí—

—¿no te diste cuenta?— sopló suavemente en donde antes había posado sus labios, provocando en el menor un ligero escalofrío —el cuarto está lejos de todos— susurró roncamente escuchando la respiración agitada del moreno y su piel caliente derritiéndose entre su abrazo. 

—¿eh?—

—esa ropa, es por mí— Akihiko obvio la expresión de Hiroki y frunció el ceño imperceptiblemente, hubiese querido rasgar la ropa que aquellas mujeres le habían puesto a su prometido, pero sabía que esa prenda tenía que cuidarla como respeto al trato especial que según el guía, les habían dado a la pareja.   Por su parte Hiroki enrojeció al ver cómo Akihiko poco a poco intentaba con cuidado quitarle el vestido de tela transparente; sin querer responder aquella pregunta convertida en afirmación, ayudó a Akihiko a quitar las capas de la tela que lo cubría y apenas hubo descubierto su pecho sintió la mano fría del ojivioleta sobre su pecho caliente

—Aki-hi agh!— no pudo evitar temblar al sentir los dedos de Akihiko pasar con suavidad por su pecho desnudo, tensándolo inmediatamente.  Akihiko sonrió, ese sonido tan erótico con el cual soñaba despertándose mojado cuando era adolescente, ahora lo escuchaba fuerte y claro.  No pudo evitarlo y bajo inmediatamente sus labios para succionar, como lo había hecho en el avión, uno de los ya erectos pezones del moreno.

El peligris no podía estar más excitado en esos momentos donde por fin tenía a Hiroki a su merced, no como cuando era adolescente, en donde su amor no correspondido, por más que lo abrazaba como excusa de “costumbre de infancia”, lograba sacarle aquél sonidito entrecortado que ahora emitía Hiroki y mucho menos tener el derecho de besarlo y tocarlo como ahora lo hacía.  Succionaba más fuerte deleitándose con los roncos quejidos del moreno y su pecho subiendo y bajando aceleradamente, era simplemente narcótico sentir al niño tsundere que por tanto tiempo amó, que intentó substituir por Takahiro y que intentó olvidar con Misaki; ahora enteramente a merced de sus caricias que rechazaba antes, de su boca de la cual antes rechazaba sus conjuros, de sus brazos de los cuales se alejaba, de sus indirectas que no aceptaba, y de sus sentimientos que creyó nunca llegarían al moreno; pero ahora…

—Eres mío— porque era suyo desde el momento que le robó su primer beso disfrazado de conjuro; porque era suyo desde que Hiroki decidió darle su virginidad pretendiendo ser Takahiro pero que Akihiko tomó como excusa para hacer el amor con amor platónico; porque era suyo desde que el propio Hiroki le había confesado que él también había tenido los mismos sentimientos que el peligris… algo irónicamente perfecto ahora.

—Sí— susurró bajito sintiéndose enormemente avergonzado al sentir la lengua de Akihiko pasar una y otra vez por aquellos botones sensibles que tanto lo hacían sacar gemidos sin querer. De pronto sintió un escalofrío al sentir cómo Akihiko se quitaba de encima de él, y notaba su ya bien formada erección.  —¡No!..veas— Akihiko inmediatamente hizo lo contrario dejando los endurecidos pezones y poneidno ahora toda su atención en cómo el miembro de Hiroki se levantaba por sobre las finas telas; inmediatamente Hiroki intentó incorporarse pero Akihiko lo detuvo presionando el caliente miembro del moreno y dejándolo solo con los brazos recostados sobre el improvisado edredón.

—Oye Hiroki, ¿y ellas te tocaron aquí?— hizo la pregunta con recelo mientras presionaba un poco y comenzaba a masturbarlo por sobre la tela

—¡No! No… dejé…—se excusó el moreno sonrojado por la pregunta

—Bien, porque solo yo puedo tocarte, besarte…—no lo esperó más y le quitó el vestido tomando el miembro de Hiroki con la boca y provocando un gemido que Hiroki inmediatamente tapó haciéndose levemente para atrás por inercia. 

El moreno tensó sus dientes y empezó a respirar agitadamente, los espasmos eran incontrolables y la lengua de Usami era tan ágil que lo hacía temblar.  Siempre que Akihiko hacía ese tipo de cosas prefería voltear a ver a cualquier otro lado menos a la felación que le daba pues todavía no se acostumbraba a la lujuria con que lo miraba Akihiko cuando le hacía felaciones, pero ese corazón acelerado gritaba por salirse de su pecho cada vez que su amor platónico lo tocaba de aquella manera, lo cual aunque desviase la vista, le hacía muy difícil no ponerse nervioso.

Usami por su parte, no podía dejar de ver aquella hermosa carita que le quitaba la mirada y la desviaba hacia un lado, aunque no lo viera directamente sabía que los ojos cerrados del ojichocolate y el sonrojo evidente delataban cuánto disfrutaba aquellas atentas caricias que Usami se encargaba de realizar, volteó a ver el miembro de Hiroki levemente sonrosado y empezando a gotear liquido pre seminal, una sonrisa de lado se dibujó en su rostro.

—Eres…

—Quiero hacértelo— elevó ligeramente la voz interrumpiendo a Akihiko mientras cerraba fuertemente los ojos.  Un enorme rubor se instaló en las mejillas de Hiroki, ¿había dicho eso en verdad?, siéndose sincero fue lo primero que salió de sus labios al ver la mirada intensa de Akihiko sobre su miembro, pero lo que más captó su atención fue ver la mano de Akihiko oculta bajo la tela de seda que llevaba cubriendo su propio miembro y cómo ésta se movía con rapidez a causa del movimiento de la mano del peliblanco masturbándose.

—¿En verdad, quieres?— la pregunta era innecesaria, pero a Akihiko le excitaba oírlo de la boca de Hiroki, de esa linda boquita que quería darle de las mejores felaciones que había recibido en su vida; porque conociéndolo y sabiendo cuánto tiempo se estuvieron deseando el uno al otro, era imposible no pensar que Hiroki era lo mejor que siempre estuvo en su vida.

—Claro que quiero bakahiko— susurró quedito Hiroki al notar que Akihiko dejaba de hacer lo que estaba haciendo y le ponía toda la atención para escucharlo.

—De acuerdo—sonrió Akihiko dejando de tocar a Hiroki para quitarse la prenda que lo cubría y recostarse sobre las sábanas para darle una mirada intensa a Hiroki que no se la devolvió y en cambio subió hacia Akihiko colocando sus caderas sobre los hombros del peligris y bajando su quijada hasta el ya duro miembro de Akihiko para así tomarlo con sus dos manos y meter la punta a su boca.

Un suspiró hondo salió de la boca del ojivioleta al sentir cómo su pene era fuertemente succionado por el moreno para terminar de ponerlo tan duro como el propio profesor de literatura estaba.  En cuanto a Hiroki, abría su pequeña boquita lo más que podía para meter todo el miembro de Akihiko a su boca lo cual lograba sin dificultad alguna sintiéndose feliz de no atragantarse como otras bochornosas veces; sí, aunque nunca lo admitiría frente a Akihiko, el haber visto en secreto videos y manuales de cómo hacer una felación en verdad le habían ayudado mucho para no verse tan ridículo como las primeras veces en que se ahogaba con facilidad.  Recordaba muy bien hasta cómo debía respirar para que durara aquel movimiento de su cabeza por más tiempo y como debía estirar la delicada piel para darle completa atención a la punta rosada del que era su pequeño vecino, mejor amigo, princesa panda, primer amor y ahora prometido.

—Tch, aghhh— Hiroki detuvo sus movimientos, al sentir la lengua de Akihiko en su entrada, lubricándolo, intentó hacerle caso omiso siguiendo con su tarea de introducir el miembro ajeno a su boca pero no podía obviar el hecho que éste se estaba haciendo cada vez más grande y largo a medida que Hiroki succionaba…

—Hiroki, matte yo—Hiroki se detuvo de repente ante aquella petición de detenerse  —Si sigues yo…— Hiroki quedó completamente rojo al haber escuchado aquello y sin darle tiempo a poder pensar Akihiko movió cuidadosamente al moreno y lo acostó sobre la cama tomando su propio miembro para guiarlo a la entrada del menor; necesitaba meterlo ya, esa carita casi llorosa de lujuria y sus labios levemente hinchados de tanta atención que le dio le pedían a gritos que lo hiciera suyo y el peligris no podía sino más que cumplir con esa petición silenciosa de Hiroki.

Metió la punta de su miembro en el estrecho interior del moreno y se recostó sobre él sintiendo cómo Hiroki lo abrazaba inmediatamente y a penas recostó su cabeza sobre el espacio entre la clavícula y el cuello de Hiroki, se adentró lentamente en el interior de él dejando salir un sonoro  suspiró de satisfacción que Hiroki pudo escuchar a la perfección.  Se quedó un par de segundos dentro, sintiendo la estrechez del moreno y cómo el palpitar acelerado de su corazón se sentía en todo el cuerpo de Hiroki, aprisionando su miembro a un ritmo acompasado; otro segundo más y comenzó a moverse lentamente como si no lo hubieran hecho en más de un mes aunque no había pasado ni una semana siquiera.

—Hiroki— volvía a repetir una y mil veces cada que lo hacían ya que ahora no debía fingir que amaba a Takahiro para esconder sus verdaderos sentimientos a Hiroki, como cuando lo hicieron la primera vez.  —Hiroki— susurraba en su oído mientras volvía a arremeter contra él estableciendo un ritmo que el propio moreno seguía moviéndose lentamente debajo de Akihiko.

—Mjm— sus achocolatados ojos cerrados solo alcanzaban a escuchar su nombre de la lujuriosa boca del escritor que solo se despegaba de su piel para llamarlo tan dulcemente; en ese momento no pensaba y no quería hacerlo, solo se concentraba en escucharlo y seguir los movimientos de su no tan pequeño amor platónico. 

El ritmo comenzó a aumentar y sus respiraciones comenzaron a ser cada vez más audibles —más… Akihiko, yo … aghhh mmm— era lo único que podía decir Hiroki entrecortadamente mientras su respiración agitada y los besos que Akihiko le daba cada vez más frecuentes le impedían hablar.

—Aquí… es— gritó roncamente Usami al sentir cómo Hiroki le incrustaba las uñas en la espalda, ese dolor que le estremecía y le excitaba para meter más hondo su miembro y hacer gemir más a Hiroki.

—¡Allí!—gritó el moreno aferrándose a Akihiko y abriendo más las piernas inconscientemente para darle paso libre al mayor. —Sí… onegai… motto… amor…— su mente nublada hacía que  gritara lo que pensaba pues sabía de sobra que eso provocaba a Akihiko y más cuando por el pre semen se podía escuchar el sonido erótico del pene de Akihiko al entrar y salir.

—Aishiteru, Hiroki— decía una y otra vez como si Hiroki no supiera ya que Akihiko lo amaba,  aunque le dijese eso en otras ocasiones, el sentimiento que le ponía al decirle que lo amaba mientras tenían sexo era mucho más fuerte

—Watashi mo…— respondía alzando la voz el moreno mientras sentía cómo Akihiko aumentaba el ritmo y cuando pasaba una de sus cálidas manos por su cabello, Hiroki sabía que Akihiko estaba a punto de correrse, por lo que empujó más su cadera para topar su miembro entre su vientre y el abdomen de Akihiko haciendo más grande la fricción estando a punto de estallar, esperando que Akihiko llegara al climax para, como siempre, correrse el también.  Hiroki apretó más su interior y a penas al sentir aquello Akihiko mordió la clavícula del menor corriéndose al instante y sintiendo que su abdomen era manchado con el semen de Hiroki. 

 

Vio su mano repleta de aquel líquido blanco; frunció el ceño, su semilla debía estar dentro del prometido de Usami y no adornando su mano, pero pronto quitó ese semblante de enojado cambiándolo por una lúgubre sonrisa, si los planes salían como Almahamed decía, al menos aquella boquita que había gemido dentro de esa habitación iba a ser suya…  Sacó un paño de su mano para limpiarse agradecido que la burda explicación que le dio al faraón de que como “guía y guardaespaldas” de Nefertari solo él debía cuidar la habitación, había funcionado.  Se arregló las ropas y se dirigió a la recamara asignada para él recordando con cierto desdén todas las miradas que coleccionaba; la de Usami, la de Almahamed, la del Faraón y la suya propia tenían algo en común cuando veían a Hiroki y eso le asqueaba en absoluto, especialmente la mirada ojiviolácea que seguro estaba viendo la hermosa cara del moreno después de haberse corrido…

Notas finales:

En verdad gracias por sus reviews :3 me alegra en verdad que se entendiera sin haber leído toda la tanda de Hirohiko que tengo xD domo!!! :3

Y me preguntó cómo rayos escribí tanto xD en fin hasta el último capítulo, espero :D 

Ah, sí… y notas!!

1. Sobre que Hiroki ya se había vestido de mujer antes, está en dos fics (uno que no es mío xD se llama “Y dónde está el príncipe” de Krissia Snchez en ffnet; y otro que lo tengo en construcción sobre cómo Hiroki por un malentendido tiene una cita con Takahiro O.o) ok ya di spoiler de mis futuros proyectos xD

2.  emm, no tengo idea cómo son las camas egipcias y la descripción que hice fue la única que encontré.

3.  Hay un tren hacia Luxor y la entrada si es con dos enormes estatuas n.n googleenlo!

4.  Todavía me falta un lemmon (y cada vez me cuesta más horrores hacerlo :s)

5.  Nunca leo mis lemmons dos veces xD por penita propia (?)

Y presiento que mi “one-shot” que resultó en un two shot que después dije three-shot se extendió más de lo que pensaba xD… matta nee!!

 

 


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