—Pensé que odiabas las rutinas. ¿Por qué seguimos viniendo a esta cafetería? Y en todo caso, ¿por qué siempre tengo que acompañarte?
—¿Qué tiene de malo? —se defendía Jongin con extrema torpeza y nerviosismo—. Es muy cómoda. Además, está muy cerca del estudio de danza.
—Sí, pero... Por empezar, ¿es necesario venir todos los días y que tenga que acompañarte? Y deja de comerte con la mirada al pobre barista, por el amor de Dios, Jongin.
Y Jongin se atragantaba con su propia saliva argumentando que no se comía con la mirada a nadie y alegando que era un amigo terrible.
Pero sí, en efecto. Todos sus problemas se reducían a ese carismático y pequeño hombre que hacía los mejores cafés que Jongin hubiese probado nunca. Era capaz de tomarse el más amargo, sólo si lo hacía él. Valía la pena ir tan a menudo, sobre todo porque se veía absurdamente adorable cuando se concentraba en su trabajo, y porque su cantarina voz era como los manjares, y ver cómo los músculos debajo de su camisa blanca se contraían era...
Oh, otra vez se salía del tema.
Era una lástima que con todos sus esfuerzos, lo único que consiguiese fuera oír su melodiosa voz en el momento que le hacía su pedido, y sólo quizá, y si el clima era bueno, una tímida y cordial sonrisa. Que era preciosa, a pesar de ser tan pequeñita. Jongin estaba seguro de que si el lindo barista le sonriese de oreja a oreja, con verdaderas ganas, él seguramente... seguramente...
No, Jongin no sabía con certeza qué pasaría. Pero se figuraba que sería la causa de su muerte, o algo así.
Pero desafortunadamente, ir día tras día sin lograr ningún avance comenzaba a impacientarle, muy adentro suyo se sentía decepcionado porque Minseok definitivamente ignoraba, o peor aún, no le importaba, todo el interés y atracción que sentía Jongin por él. Y el chico era pésimo para intentar flirtear o sacarle un tema de conversación interesante (¿Y si Jongin intentaba hablar sobre el Chelsea y el mayor aborrecía el fútbol?), y lo máximo que podía hacer era mirarle desde lejos y en secreto, y sonreírle en el momento que recibía su orden. En serio, su amigo Sehun podría echarse a llorar en cualquier momento si le volvía a ver sin animarse a hablarle a Minseok.
El caso es que luego del pequeño incidente de distracción, una extraña especie de esperanza había surgido desde su interior, y todo por la forma que Minseok se había paralizado ante sus palabras. Jongin sabía que cualquier persona normal se hubiese echado a reír, pero... quizá, ¿podría ser que su atracción fuese correspondida? Porque de verdad, Jongin necesitaba con urgencia intercambiar más que unas amables palabras y más que esos tímidos roces.
Para sorpresa de Jongin, la nueva oportunidad llegó más rápido de lo esperado.
Aquel día, ninguno de sus amigos había querido acompañarle, pese a las insistencias. Y Jongin podría haber ido a casa, o podría haber ido a otro café, pero... pero no, necesitaba verlo a él.
Fue recibido de la misma manera de siempre, haciendo el mismo pedido de siempre y con los ojos de Minseok sin molestarse en encontrarse con los suyos.
Mientras veía la preparación de su bebida, su celular empezó a sonar y Jongin se dio vuelta para atender y hablar con su hermana.
—¡Minseok! —interrumpió una voz—. Hoy es viernes, ¡sal con nosotros!
—No puedo —oyó cómo negaba el mayor—. Mañana quiero despertarme temprano para ir al gimnasio.
—Vamos, no seas aburrido —volvió a hablar aquella voz masculina que no le era familiar—. Hace mucho que no salimos los cinco juntos. Mira, hasta te puedes traer a Jongin, a ver si avanzan. Seguro que a los chicos...
—¡Baekhyun! —le silenció con miedo en su voz. Por otro lado, Jongin ya había finalizado la llamada y les miraba con expresión intrigante.
—Oh... —El tal Baekhyun tartamudeó en vano. —Tengo que ir a limpiar esas mesas — se excusó ignorando la mirada enojada del mayor de todos.
Se formó un silencio incómodo entre ambos chicos. Jongin intentaba encontrar una respuesta viendo sus ojos, pero era difícil considerando que este no quería levantarlos del piso.
—Yo... Siento mucho lo de recién —murmuró con voz queda—. Baekhyun es un poco... impulsivo.
Jongin no respondió al instante, sino que continuó mirándole. A Minseok le sorprendió que no luciese enojado, sino... ¿intrigado? ¿Curioso?
Minseok notó que tenía la bebida ya lista en su mano, así que se la tendió, aún extremadamente avergonzado. El otro la tomó y dio un sorbo sin articular palabra alguna.
El más bajo comenzaba a ponerse nervioso, en serio, ¿qué se suponía que hiciese o dijese en tal situación? Porque negar lo obvio sería idiota, sabía que Jongin no se tragaría el cuento de que Baekhyun se había inventado todo.
Antes de que pudiese abrir la boca, Jongin comenzó a palparse sus bolsillos traseros. Atónito, Minseok contempló cómo sacaba una lapicera y escribía rápidamente sobre una servilleta desparramada en el mostrador. Cuando terminó se lo dio, sonriendo por primera vez.
—Llámame, si quieres. Estaré libre esta noche —musitó tímidamente tomando su bebida y marchándose a prisa sin esperar una respuesta.
Junto a su número, estaba adjunta una corta anotación que dejó a Minseok sonriendo por el resto del día.
"¡Llámame cuando quieras! Y guárdame en contactos como 'novio' ."