Suspira frustrado, era la quinta camisa que se probaba, no quería destacar, algo difícil por su estatura y especialmente por su peculiar color de cabello, pero tampoco quería asistir desaliñado o demasiado casual.
—Agh —gruñe tirándose a la cama, aquello era ridículo, en sus cuatro años asistiendo a sus conciertos jamás le había pasado algo parecido, ¿será la pubertad?
—Nii-san —sonríe al sentir a su hermana subir a su desastrosa cama.
—Hola Kyo —abre los ojos topándose con la sonriente cara de su hermanita —. Oye, ¿por qué estas desnuda?
—Tengo calzoncillos —muestra parándose en la cama, Midorima sonríe y la toma entre sus brazos provocando risas.
—Kyo… ¡Kyo! Oh, aquí estas —aparece su madre con una pequeña sonrisa —. Es hora del baño, ven aquí —Shintaro se la entrega —. ¿Qué haces querido?
—Ah, tengo que salir
—¿Con tus amigos?
—No, “Dan3;e MØ βetā” tiene un concierto hoy
—¿Y no me avisaste? —Pregunta en todo fingidamente ofendido
—Nii-san es malo —ríe Kyo apuntando el rostro de su hermano
—Lo siento. ¿Puedes ayudarme? No sé que ponerme
—Shin, con lo que sea que te pongas te ves bien. Anda o se te hará tarde —acaricia su mejilla antes de salir de la habitación de su hijo. Midorima suspira antes de seguir con su búsqueda.
Al fin encuentra algo, un suéter negro con capucha, unas vans negras, una gorra con el logotipo de la banda y las gafas negras. Se despide de su madre y emprende camino directo al teatro donde se presentará la banda.
El lugar está lleno, en su mayoría por chicos de su edad o un poco más grandes, se escuchan gritos, aplausos y silbidos, otros corean canciones para dejar ver lo emocionados que están por ver a los chicos. A las 10.30 en punto los integrantes salen, saludando y sonriendo, provocando mas gritos eufóricos; el corazón de Midorima palpita con fiereza, su cuerpo se estremece y una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios. No importa cuántas veces a asistido a verlos, la emoción y adrenalina es la misma.
—¡Buenas noches Shibuya! ¡¿Están listos para el mejor día de su vida?! —El publico grita y aplaude, el vocalista gira a mirar al baterista, esté hace un conteo con las baquetas y los instrumentos dejan salir su magia.
La sonrisa de Midorima se agranda al escuchar aquella voz dejando salir las letras que él se sabe al derecho y al revés, lo mejor de la primera canción es que es su favorita, a su alrededor se escucha el coreo, pero en un memento solo queda él y el vocalista que se ha dado cuenta de su presencia y le mira sin dejar de cantar.
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La noche continúa son ningún problema, las miradas fugaces continúan haciendo esa noche una de las mejores presentaciones de su vida, jamás él se había fijado en él y el que lo haya hecho esa noche era como un sueño.
—¡Muchas gracias Betas! ¡Nos vemos la próxima! —Más gritos, propuestas indecorosas que lo hacen reír y ropa interior de mujer cayendo en el escenario. Toma una toalla para limpiarse el sudor del rostro y cuello, hecha una última mirada a los asistentes y la lanza al azar. Sonríe en dirección al afortunado, Midorima sostiene la mirada antes de que “él” baje del escenario.
Sin duda, una de las mejores presentaciones a las que ha asistido en toda su corta vida.
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—Shin, es hora del desayuno —el chico gruñe removiéndose entre las sábanas —. Vaya, as tenido suerte —sonríe tomando la toalla entre sus manos —; a menos que te hayas acostado con alguien para conseguirla
—Mamá —se queja colocándose las gafas y pasándose la mano por el cabello.
—Anda, hora de levantarse —palmea su pierna antes de salir al corredor.
Midorima sonríe llevándose la toalla al rostro, si ese olor era el de “él”… es más que fantástico. Su celular suena, lo toma y abre el mensaje, sonríe, ese día no podía ser mejor.
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Toma un disco y lo paga, era el nuevo lanzamiento de “Dan3;e MØ βetā”, lo mejor era que lo estaban promocionando en su distrito. Mira la fila, era corta, al parecer la voz no se ha corrido lo suficiente como para que el local esté a reventar; se forma antes de que la cosa pase a mayores, hay trece personas delante de él, y de pronto se siente emocionado.
El último en firmar su disco es el vocalista, aquel azabache sonriente y carismático.
—Gracias por venir linda —la chica grita emocionada, un par de grandulones la toman de los brazos antes de que se le lance encima. Su rostro sonriente le mira —. Hola. ¿Cuál es tu nombre?
—M…Mi-Midorima —se golpea mentalmente por su tartamudeo nervioso.
—Oh, creo que te he visto —su corazón comienza a galopar con descaro y siente vergüenza, ¿le recordaba? —. Eres… el chico del concierto, el que atrapo sin problema la toalla. Vaya que eres alto —sonríe enseñando los dientes; Midorima traga saliva, sí le recordaba, pero… ¿cómo era posible? Él se había “disfrazado” —. Muy bien, entonces dedicado a Midorima, el chico de la toalla —comienza a escribir en el disco —. ¿Midorima es tu apellido?
—Am, sí —“él” le mira expectante —. Shintaro, m-mi nombre es Shintaro
—Perfecto, entonces será Shin-chan —siente su rostro arder, no puede creer que “el”, la súper estrella Takao Kazunari le llame de esa manera —. Bien, gracias por asistir —le guiña el ojo como despedida, sorprendido sale de la fila, mira la caja abierta entre sus manos, en el disco ve la dedicatoria y… ¡¿el número de Takao?! Sorprendido se gira a verlo pero él está tan entretenido atendiendo a sus fans que no se da cuenta, sus ojos de nuevo se posan en lo que tiene entre sus manos y sonríe, Takao le había dado su número… ¡A ÉL! No a otro, a él. No podía ser más feliz.