English Summer Rain por Crimson Butterfly

Ya no era ni la sombra de lo que alguna vez había sido en su juventud. Nada. Su figura infantil ahora era un deje demacrado adulto que miraba por enésima vez el caer de la lluvia sobre los ventanales del amplio hogar que poseía en Inglaterra. Su cabello negro teñía hebras blanquecinas. Los chicos ya habían crecido, uno que era la viva copia del pelinegro, otro idéntico al cobrizo. Ambos tomado rumbos diferentes. Un abogado, un maestro de artes. Cada quien llevaba encima los genes predominantes de sus padres. Y cada quien tenía su propia familia ahora. Era algo evidente luego de la cantidad de años que habían pasado. ¿Treinta, cuarenta, cincuenta tal vez? Ni siquiera tenía noción del tiempo.

Abandonó el lugar y bajó al subterráneo de la casa, sitio en donde guardaba todas esas cosas que sus hijos jamás deberían llegar a conocer. Extrañamente los dos nenes habían nacido humanos en su totalidad. Con el paso del tiempo Makoto había notado que así era mejor, mucho mejor. No hubiese podido solo, apenas podía mantenerse en ese estado. Los años le habían caído encima. Lucía como si tuviese unos setenta años... setenta y cinco... ochenta... ¿qué edad tenía en realidad?

Se volvió a hallar de rodillas junto al cuerpo de Naoki como cada medianoche desde su deceso. No había sido natural, peor aún, había sido su error. Invocar un Jabberwocky jamás podría haber sonado siquiera como una buena idea. Pero en su ambición de probar que tanto podía hacer con sus mancias había caído en el error que había traído las consecuencias más nefastas, pagando el elfo por salvarle de la succión de vida letal. La bestia había consumido el alma del joven. Quien sabe en que momento Shin se había encontrado masacrando con sus propias manos la lengua del animal, arrancando hasta la úvula en su desespero. También había reventado los globos oculares y desgarrado la garganta, pero nada, el alma de Nao se había encapsulado y abandonado el cuerpo de la bestia en cuanto le había consumido. 

Logró conservar el cuerpo y allí lo tenía recostado en un futón, vivo, respirando. Pero era sólo una cáscara que mantenía a costa de su propia energía vital. Lucía joven y guapo. Hasta parecía tener un buen sueño debido a la forma de sus labios, las facciones que tenía. Shin le cuidaba como si su alma estuviera allí. Bañaba, vestía, acomodaba las bellas ondas rojizas, dejándolas intactas. Le hablaba horas completas, leía, cantaba. También dormía muchas noches allí. Pero ya se estaba haciendo insufrible. No lograba encontrar el alma de Naoki en ninguna parte. Mil viajes astrales, pruebas, conjuros. Gritaba de dolor y se desgarraba por dentro al no tenerle ya y todo por su culpa.

Ese día fue la última vez que el inconsciente cuerpo le vio llorar por su propia desgracia. Enlazó los dedos con los impropios, conjuró la runa de la muerte y de rodillas, apoyó la mejilla sobre el corazón de Nao mientras escuchaba su último palpitar. No había nada que pudiera hacer, no había ya solución. Inhaló y contó hasta diez en retroceso mientras la oscuridad los consumía a ambos. 

Ahora no sería sólo el alma de Nao quien estuviera en el cielo y la de Makoto en el subterráneo. Ahora ambos podrían volver a tomarse de la mano y volar al infinito juntos.