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Park, U. por JHS_LCFR

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Notas del fanfic:

Fanfiction con dos particularidades:

1) Dedicado a Parku, a quien le debía una historia por tanta ayuda y buena onda desde hace una banda de tiempo (más o menos desde el Paleolítico).

2) Escrito en "castellano-argentino". Seh, explotó mi argenta interior...lo lamento.

El desafío ha sido aceptado! /o/ fanfic cortito pero hecho con amor!

Notas del capitulo:

Se tratan de unos 9 capítulos más un extra...como ya lo terminé, no voy a tardar tanto en actualizar...pongámosle...tres o cuatro días entre actu y actu.

Wifey, espero no defraudarte y que te guste mucho C: tomateámelo si queres, no pasa nada xD

-Dale.

-No.

-¡Dale, che! No seas así—me sacudió Baekhyun, con una actuación de llanto y pataleos—Kai va a estar ahí, ¡Tenemos que ir!

-¿Y qué tengo que ver yo con el hecho de que vaya él? ¡Anda solo y encarátelo!

-No, me da vergüenza caer solo. ¡Nadie cae a una fiesta solo, es ridículo! El único que puede hacerlo es Kai, porque es lo más espectacular y cool del mundo.

-Por favor, lo estás idealizando.

-Él es ideal, él es perfecto.

-Baekhyun…por favor, dejame hacer esto en paz—nunca más lo iba a invitar a hacer los deberes juntos, nunca jamás en la historia. Antes de que volviera a escribir en el libro, Baekhyun me lo sacó, sacudiéndolo en el aire y arruinando las hojas.

-No pienso devolvértelo hasta que me digas “sí, voy a ir con vos a la fiesta”.

-Soy más alto que vos—suspiré cansado y levantándome de la silla—Te lo puedo sacar de una, dale, deja de joder y terminemos las tareas—ofendido, enrolló el libro y se lo metió dentro del pantalón (en un lugar muy particular) y lo dejó ahí, la imagen era demasiado comprometedora—¡Sos un asco, sacate eso y dámelo!

-No hasta que digas que vas a venir conmigo—puchereó.

-Baek…por favor…

-¡No, “por favor” vos, Chanyeol! ¡Por favor, haceme pata una vez por lo menos! ¡Ayudame un poco, sólo eso te pido! Si no querés quedarte, andate de la fiesta cuando quieras, pero por lo menos entra conmigo y bailemos un tema cerca de Kai. Estuve gastando plata sin parar los últimos tres meses para aprender a moverme como una persona decente, ¡Tiene que ver que mejoré mi baile!

-Sos un queso y siempre lo vas a ser—me revolví el pelo, desesperado—Aparte si sólo tenés que bailar para atraerlo, suena a pibe fácil. Mira si te usa y te deja, vos lo re querés, te va a hacer mierda.

-¡No porque voy a alimentarle el ego hasta que me muera, de esa manera no va a poder dejarme, nunca lo va a hacer!

-Cómo te vendés… - murmuré acercándome para agarrar el libro y sacarlo de sus pantalones con cara de asco—Voy a ir, ¿Ok?—su sonrisa llegó hasta sus orejas—No, no saltes tan rápido: si te veo llorar por tu fracaso o si llega a pasar que no se da nada, no me pedís nunca, nunca jamás, nada que tenga que ver con fiestas, boliches, alcohol y Kai, ¿Está?—señalándolo con el libro, asintió desesperado—Vamos a ir juntos, te voy a ayudar y me voy a quedar hasta el final de la fiesta, pero sólo porque va a ser tu última oportunidad de tenerme como tu “compañero de conquistas”, ¿Va?

-Va, va, ¡Re va!—gritó abrazándome con fuerza—Gracias, gracias, gracias. Ahora le mando un mensaje a mamá para que te haga una torta—y sumiéndose en su teléfono, me dejó hacer los deberes en paz—Ah, ¿Tenés plata? Necesito ropa nueva, no puedo pagar el taxi para ir porque no me alcanza y quiero tomar un poquito allá para perder la vergüenza.

-Sí, tengo—resoplé, tocando el libro con asco al buscar la página en la que me había quedado.

-Sos lo más, gracias—acercó el teléfono a su oreja y caminó hacia el pasillo que daba al baño—Sí, ¿Ma?

 

 

-¡Te voy a arrancar la cabeza!—le grité, guardándome la billetera—¿Por qué no me dijiste lo lejos que quedaba el lugar? ¡Con esa plata iba a comprarme las cuerdas para la guitarra!

-Si te lo decía, me ibas a hacer caminar—se defendió con las palmas abiertas y en alto—Y no tiene onda ir a una fiesta con las zapatillas sucias de tanto caminar.

-¡Mañana me pagas lo del taxi, y me pagas todo, no la mitad!

-Bueno, bueno, no grites, no queda bien gritar acá, tenés que tener…una imagen, ¿Viste?—miró a los costados, arreglándose el cuello del chaleco de jean negro y desgastado, se acomodó los pantalones ajustados y negros resaltando sus muslos (y otra cosa) y sacudió la mano izquierda para acomodarse las pulseras, tenía tantos anillos en las manos que sonaba como un llavero—Listo, ¿Vos estás? Aunque pudiste haberte vestido mejor, viste—Me miré la camisa a cuadros blancos y negros con franjas amarillas, la muñequera gris, el jean azul oscuro y holgado, ¿Qué tenía de malo? ¿Las zapatillas?—Es la ropa que te pones para todos los días, no da, gil.

-Callate y empezá a juntar la plata para pagarme todo esa ropa de metrosexual, tarado. No me importa si tenés que prostituirte toda la noche, ¿Ok? Esa plata era para los platillos de la batería…

-¡Por lo menos yo gasto tu plata en algo que vale la pena!—retrucó caminando por la vereda, supuestamente teníamos que doblar en la esquina y buscar un camino de piedras, porque lo único que teníamos enfrente era una muralla con una enredadera imperial—Vos tendrás muchos instrumentos y gusto musical en tu casa, pero desde la primaria que tenés esa camisa mugrosa.

-¡Ey!

-Sabes que no miento. De lo contrario, ¿Por qué te la arremangas, eh? ¡Porque te queda por la altura del codo, boludo! Comprate ropa.

-Lo haría si alguien no me sacara a bailar todos los fines de semana, lo haría si ese alguien tampoco me hiciera pagarle la entrada y la bebida.

-Hacelo, dale—levantó el mentón, ofendido—Te vas a quedar sin amigos, te advierto.

-Kris no hace lo mismo que vos—le saqué la lengua—Es mucho más simpático, aparte—de pronto, se paró en seco, mirándome con los ojos como platos—¿Qué te pasa ahora?

-¿¡Conoces a Kris y nunca me lo dijiste!?

-Por supuesto que lo conozco, me lo cruzo siempre que vos te vas. Dice que siempre que te ve meneando la cola atrás de Kai, me busca para que no me quede solo.

-¡¡Eso es fantástico, él es súper amigo de Kai y puede ayudarnos!!

-No le voy a pedir que sea cómplice de esto, el pobre no se lo merece.

-Por favor.

-No, Baek.

-Por favor—puchereó con los ojos vidriosos.

-No, punto—mirando la interminable pared verde, me exasperé—¿Dónde mierda está la entrada de esta v…? ¡Ya doblamos la esquina y nada!

-Está a mitad de cuadra, la casa de Kai ocupa toda una manzana.

-¿¡Cómo!?

-Padre arquitecto, madre abogada—explicó mirando a lo lejos—Saca la cuenta y decime, hijo de músicos.

-Mis papás no se venden—retruqué—Mis papás trabajan de manera independiente para no hundirse en el mercado de lo comercial y superficial.

-Sonas tan estúpido diciendo eso…hay estrellas que llenan estadios.

-Sí, pero su música no suele tener un mensaje. Al menos no hoy en día.

-Pero pueden comer sin necesidad de buscar otro trabajo—me dijo; fruncí el ceño: yo encontraba honroso el que mis padres tuvieran dos trabajos, era luchar contra el sistema, era aguantar…

-Callate y buscá una puerta antes de que me vaya.

-Dijiste que te ibas a quedar—pero la verdad era que ya me estaba arrepintiendo.

Que me dijera que me vestía mal, que era un amargo, que malgastaba mi dinero en la música…a pesar de ser mi mejor amigo y a la vez alguien completamente diferente a mí, Baekhyun podía llegar a ser terco a veces, diciendo cosas hirientes sólo para que la gente terminara coincidiendo con él. Aunque él había estado en mis peores momentos y había permanecido junto a mí cuando no me acompañaba nadie más, Baekhyun podía ser…pedante. Insoportablemente insufrible.

-Ahí—señaló una reja de metal enorme, parecía esas cosas blindadas de las películas, incluso había dos tipos de seguridad, chequeando los alrededores y hablando por un micrófono con audífonos—¿Trajiste la invitación? No podés entrar si no se las das, acordate de decir tu nombre sin dudar y entregar el documento, en cinco minutos te lo devuelven.

-La última vez no fue así—respondí, nervioso.

-Porque la última vez la fiesta no se hizo en la casa de Kai—dijo ahogando un grito de felicidad, por lo que se puso a saltar en su lugar—Ahora sí, ¡Voy a conocer el palacio donde vive mi futuro novio!

-Dios, Baekhyun… - llegados a los monos de traje negro, entregué hasta la billetera y levanté las manos; quién sabía, quizás pintaba revisión de cavidades…me quería morir. Cuando nos dejaron pasar, la puerta metálica zumbó y nos dejó ver una casa en el medio del terreno, rodeado de árboles y con una fuente a la izquierda, a la derecha había una especie de laberinto hecho de arbustos…era demasiado ostentoso—Yo no puedo entrar acá.

-¿Por qué?—preguntó mi amigo sacando fotos sin que nadie lo descubriese—Mira lo que es ese laberinto…ahí deben ir a chapar todos, lo voy a tener en cuenta.

-Baek, no me gusta esto—negué—no encajo, me quiero ir.

-Nadie encaja, Kai sólo puede encajar porque esto es suyo. ¿No entendes? Nos está dejando a nosotros, la plebe, disfrutar de su lujosa vida aunque sea por una noche—y levantó el dedo índice, feliz—Por una noche, los simples mortales seremos reyes.

-¿Estás mirando películas de Disney?—arqueé una ceja.

-Tal vez, tal vez en mi intento por tener un final feliz con Kai me encerré todo el jueves en mi casa a mirar “La Bella Durmiente”, “Blancanieves” y “Cenicienta”…quién sabe, no hay registros de eso—y encogiéndose de hombros, volvió la vista al camino de piedras que llevaba a la casa—Acordate, camina derecho y con cara de superado. Si nos llega a recibir Kai, vos dale la mano primero…así la buena impresión me la llevo yo.

-Me estás dejando más que en claro que soy horrible, Baek, eso no anima a un amigo.

Se acercó entonces para tomarme de los hombros y mirarme a los ojos, concentrado. Inspiró y se tomó su tiempo, instantáneamente me sonrojé de la incomodidad.

-Sos el chico más hermoso que conocí—declaró, serio—Después de Kai y en un mundo paralelo, quizás Plutón. ¿Vamos?

Resoplé dejando caer mi cabeza y mis hombros. Era un tonto, tenía pensado golpearlo una vez terminara todo. Obedeciendo y poniéndome dos pasos delante de él, golpeé la puerta al llegar a la casa y me abrió el famosísimo Kai, que en el fondo sólo era nuestro compañero de aula y lleno de guita. Tenía la piel morena, con ese tono tostado de “Hola, vengo de una playa super lujosa” y una boca pulposa, sus cejas y sus ojos podían ser muy transparentes a la hora de transmitir emociones y en este último tiempo había crecido un par de centímetros, pasando a Baekhyun.

-Bienvenidos—sonrió con la música explotando de fondo: llevaba una remera azul con cuello bote y ajustada al cuerpo, el muy puto había estado en el gimnasio—Dejame adivinar, ¿Park Chanyeol?—asentí—Por supuesto que sí, me avisaron los guardias. ¿Y Baekhyun dónde está?

-¡Acá, mi amor, acá!—gritó empujándome y llevándose las manos al pecho, sonrojado—¿Te gusta cómo me vestí? Me acordé que dijiste al darme las tarjetas que te gustaba mucho el jean pintado de negro.

-En efecto—lo miró de arriba para abajo, mordiéndose el labio—Qué linda cadera que tenes. Tus muslos tampoco están nada mal.

-Gracias—tartamudeó, tocándose las mejillas—También estuve practicando, ahora sí podemos bailar juntos sin que te pise, vas a ver.

-Pero vos cantas en el coro del colegio—respondió, desconfiado: Baekhyun entró en pánico al ver que habían descubierto su secreto.

-Emh, sí, ¿Por?—ante el temblor, Kai le sonrió.

-Me gustaría ver qué tan agudo llegas a gritar, digo.

Y ahí todo se fue al carajo.

Ni bien Kai cerró la puerta (tuve que correrme para que no me estampara con ella) se llevó a Baekhyun y desaparecieron por las escaleras que llevaban probablemente a su cuarto. Bien, Baekhyun había aprendido a bailar al pedo, aparentemente esa noche se había sacado jackpot.

-Miren a quién encuentro solo—escuché a lo lejos, una vez que el volumen de la música logró entrar en una frecuencia que pudiese ignorar; Kris se acercó con una mano en el bolsillo delantero del pantalón y la otra teniendo un vaso con olor fuerte—Bah, siempre te encuentro solo, sería raro verte acompañado más allá del marco de la puerta.

-Sí, digamos que hoy Baekhyun se sacó la lotería—bromeé, mirando la ropa que llevaba—¿Cuánto te costó eso?—una simple remera de modal pegada al cuerpo pero con las mangas de tul, traslúcidas dejaban ver sus tatuajes, los que se había hecho hacía unas semanas, no el del escorpión que llevaba en la espalda y tenía desde chico (según él).

-Más o menos dos meses de comida—rió—Pero la plata no es un problema, quería que se vieran mis nuevos caprichos, ¿Te gustan?—un dragón enroscaba su brazo izquierdo unas dos veces, empezando en el hombro y terminando en la cara interna del antebrazo con la boca abierta y su lengua fuera, punzante; en la muñeca derecha parecía tener grabada una pulsera de alambre de púas; Kris siempre tenía buenas ideas para esas cosas—El dragón no dolió tanto como parece, en la muñeca sentía que me reventaban los huesitos.

-Asco—arrugué la nariz—Pero quedan buenos—miré alrededor—¿Y tu chico?

-¿Tao?—levantó las cejas, desinteresado—Está trabajando, él me tatuó y como es fin de semana caen muchos quinceañeros que se escapan de la casa pensando que no pasa nada. Él se muere de risa de eso—tomó un sorbo del vaso y tragó, suspirando.

-¿Cómo?

-Una vez uno, medio borracho, se tatuó un tigre en la espalda. En toda la espalda—carcajeó—Tao decía que no dejaba de tambalearse en la silla y que por eso la cara del tigre le quedó media chueca. El flaco no volvió nunca más.

-Ah—intenté sonreír: no le encuentro la gracia…debe haber dolido.

-Por cierto, ¿Ya hablaste con Sehun?—preguntó, tendiéndome el vaso.

-No, gracias—rechacé—¿Sehun? ¿Quién?

-El amigo de Kai, la razón por la que estás acá.

-¿Cómo?

 

 

¿A qué venía eso?

 

 

 

Notas finales:

Aquel ajeno/a a las expresiones argentinas, siéntase en total libertad de acudir a mí para que se las explique. (entiéndase: si hay alguna palabra que no entienden, me la anotan y yo se las defino sin problemas).

 


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