Capítulo Cuatro.
POV’s Matt:
-Pero… ¿Qué demonios?-pienso, alzando la vista al techo cuando las luces vuelven a sonarse y suena el sonido de una campana… como si anunciara el final de las clases.
Trago grueso y me rodeo el cuerpo, sintiendo como extrañamente una oleada de calor de abre paso desde mi estómago al resto de mi cuerpo, me empiezan a transpirar las manos y el corazón me aporrea el pecho con tal fuerza qué me hace daño. “Tranquilo Matt, es sólo un concierto… de rock… con Mihael Keehl a veinte metros de dónde estás tú… con sus ojos azules… Joder” pienso, cerrando los ojos y recordándome debo respirar. Los gritos a mí alrededor estallan como pólvora cuando empiezan a sonar los tambores… muy parecidos al ritmo de We Will Rock You pero quedan silenciados de golpe cuando una voz masculina, candente y jodidamente excitante resuella por todo el auditorio. Se me sube el corazón a la garganta.
Jimmy está en el asiento de atrás con una bolsa de marihuana,
Si escuchas con atención, puedes escucharlo sollozar;
Oh Señor, el cielo lo sabe.
Nosotros pertenecemos allí abajo. Cántalo.
Oh Señor, el cielo lo sabe.
Nosotros pertenecemos allí abajo…
Allí abajo, allí abajo.
Estoy boquiabierto, en shock… ni siquiera me importa el que estoy siendo empujado de forma casi bestial por las cientos de chicas que de seguro ya han mojado las bragas por ése rubio tan endemoniadamente sensual que está de pie, bajo el reflector con una larga túnica negra, cantando con una expresión que le daría un orgasmo seguro a cualquiera y follándose al público con sus depredadores ojos azulinos. Los coristas no son otros… ¡qué un par de críos! Hay al menos unos diez niños sentados a sus pies, repitiendo sus palabras con fuerza y dándole un aspecto prohibido y aún más tentador a su actuación tan agresiva y a la vez tan pasiva.
-¡Joder!-me cubro la boca cuando empuja el micrófono hacia adelante con su rodilla y luego vuelve a pegárselo a sus cincelados y… y tentadores labios que se mueven de una forma qué haría distraerse al mismo Einstein.
Los acordes suenan, la canción cobra fuerza de una patada… al igual que la sensualidad que Mihael derrocha en el escenario.
He tenido mejores días, hombre…
He visto mejores días,
He tenido mejores formas, hombre;
He visto mejores formas.
Uno, dos, tres y cuatro…
El Diablo está golpeando en tu puerta;
Atrapado en el ojo de la mentira de un hombre muerto,
Comienza tu vida con tu cabeza en alto;
Ahora estás de rodillas…
Con tu cabeza gacha…
El “Gran Hombre” te dice a dónde ir…
Diles que está bien,
Diles okey;
No hagas ni una maldita cosa de la que te digan…
¡PUM!
Literalmente, el establecimiento casi se viene abajo con los gritos que han estallado… y yo también. Chillo y siento como de inmediato una bomba estalla en mi interior a ver a Mihael… justo como Dios lo trajo al mundo y con nada más una cruz con una flecha en la punta cubriendo lo necesario. Es demasiado para mi pobre corazón que se achicharra ante la visión de ése ser tan perfecto delante de mí, con la túnica abierta y dejando al descubierto su cuerpo de Adonis que haría perder la cabeza a más de alguno.
“Realmente… Mihael es el ser más perfecto y sensual qué ha pisado la tierra” me digo, temblando de pies a cabeza mientras sigo contemplándole y cómo si eso no hubiese sido suficiente, empieza a bajar lentamente de forma erótica… como el mejor stripper porque él es el mejor stripper en su propia fiesta. Siento algo caliente rodándome entre los labios y en cuanto llevo mi mano hasta a mi nariz me quedo de una pieza: Estoy sangrando… teniendo una hemorragia sólo por estar presenciando un concierto y un striptease a la vez, todo por éste rubio.
-¡Oye! ¡Maldita gorda loca!-grito, cuando un elefante me empuja y voy a caer al suelo en donde casi me patean y hacen puré de Matt.
“¡Maldición!” pienso, cuando al intentar pararme de nuevo, siento un tirón en mi cuello y vuelvo a acabar entre los pies de la gente mientras me pierdo de ése criatura sensual haciendo el acto más sexy de toda mi vida. Tiro con fuerza sin importarme nada y empujo de forma poca educada a la gorda, perdiéndome de nuevo en los movimientos de Mello qué (¡Maldita sea!) se ha tapado de nuevo con la túnica y ha cogido la guitarra… aumentando su nivel de sensualidad a niveles impensables. Me aprieto la nariz con fuerza mientras me dejo llevar por sus palabras violentas y anti-religiosas.
Gina está en el asiento de atrás con una bolsa de marihuana…
Si escuchas con atención, podrás escucharla sollozar…
¡Oh, Señor, el cielo lo sabe!
Pertenecemos allí abajo,
Oh, Señor, dinos qué pertenecemos allí abajo…
Oh, Señor, el cielo lo sabe.
Pertenecemos allí abajo, Oh, Señor, dinos qué,
Pertenecemos allí abajo…
Allí abajo, allí abajo…
Allí abajo, allí abajo…
Las luces vuelven a apagarse, llevándose con ellas al sensual Mihael Keehl que ha dejado mi corazón totalmente incinerado con la fuerza de su sensualidad tan predadora y violenta…
Una sensualidad qué me atrae de una forma peligrosamente excitante.
POV’s Mello:
-Vale chicos… paren, detengan toda ésa mierda.-digo, parando la canción de golpe porque he dejado de sentirla… el afecto de las drogas se ha pasado y el dolor me golpea en el peor momento posible.
Escucho las protestas del público y cierro los ojos, sintiendo como me empiezan a temblar las manos y el sudor se hace cada vez más frío… tan frío qué no puedo soportarlo. Me vuelvo con cara de póquer, fingiendo que no necesito urgentemente una puta dosis de drogas para seguir funcionando adecuadamente y viendo miles de ojos fijos en mí… demasiados ojos que me juzgan, me estudian, me devoran. Cojo el micrófono intentando disimular los temblores y la ansiedad lo mejor qué puedo.
-Cómo todos ustedes ya sabrán… hoy hace dos años de la muerte de Misa, ése pequeño moustro que tantas veces les inspiró con su música y les calentó los pantalones con sus bailes.-sonrío un poco e ignoro el escozor de mis ojos, carraspeando y mirando al suelo mientras el reflector me ilumina y no se escucha ni el sonido de una mosca.-Muchas de las canciones de mi nuevo disco las inscribí basadas en su muerte, y ésta noche quiero tocarles algo… quiero tocarle algo a ella. ¡Gevanni! ¡Pásame la guitarra acústica!-le grito y él de inmediato salta de la batería y se la coge a Elle.-Es una canción muy personal, se llama Sólo ésta Noche… no soy muy bueno con ésta mierda emocional… vale, ahí les va…
Le doy el micrófono a Gevanni qué me da la guitarra mientras qué Takada acomoda un micrófono en su trípode enfrente y Elle me alcanza un taburete para sentarme… me sonríe y yo trago grueso, sintiendo como lentamente la presencia de mi hermana me llega y me quema, es insoportable y a la vez lo anhelo tanto qué esto es lo único qué puedo hacer a falta de tener drogas cerca. Ella me sonríe y asiente, saliendo del escenario mientras que el resto de los miembros de la banda regresan a sus puestos de nuevo y el reflector de cierne sobre mí. “Misa…” pienso, y empiezo a tocar acordes suaves y poco a poco me acompañan el violín, la batería y la guitarra eléctrica.
Aquí estamos y puedo pensar y no puedo pensar
De todas las pastillas qué tragué,
Enciende el auto y llévame a casa.
Aquí estamos y tú estás muy borracha,
Para oír una palabra de lo qué digo;
Enciende el auto y llévame a casa…
¡Sólo ésta Noche!
Me quedaré y vamos a tirar todo lejos,
Cuando la luz incide en tus ojos;
Está diciéndome qué tengo razón.
Y si yo estoy a través de todo esto, es tu culpa.
Sólo ésta Noche…
Me detengo un instante y respiro, porque si no lo hago las lágrimas van a salírseme de los ojos y quedaré como un puto marica sensible enfrente de todo el mundo… pero el dolor es demasiado, me nubla el juicio y dispara mi rabia. Los temblores aumentan y me cuesta demasiado controlarlos, me cuesta demasiado ignorar los dos cadáveres entre el público que me atraviesan con sus ojos azules, llenos de decepción y reproche porque no fui capaz de salvar ni a una ni a la otra.
Pero aquí estoy y parece qué no puedo ver bien,
Porque soy demasiado insensible para sentir en éste momento;
Y aquí estoy… viendo el reloj qué se lleva mi tiempo,
Estoy muy insensible para sentir ahora.
Sólo por ésta Noche me quedaré…
¿Tú entiendes quién soy?
¿Tú quieres saber?
¿Puedes realmente ver a través de mí ahora?
Estoy a punto de irme…
Pero sólo ésta Noche no me iré.
Mentiré y tú creerás.
Sólo ésta Noche veré qué todo es por mi culpa…
Sólo ésta Noche me quedaré,
Y tiraremos todo lejos.
Sólo ésta Noche,
Es todo por tu culpa;
Sólo ésta Noche,
Es todo por tu culpa…
Toco el último acorde con furia… con tal fuerza que la cuerda acaba por romperse mientras los temblores ahora me sacuden el cuerpo entero y la ansiedad hace que el sudor me escurra entre las pestañas. No puedo distraerme del dolor, no puedo distraerme de sus risas en mi cabeza, de sus coletas al viento, de su manía por siempre mantenerme impecable, de lo celosa qué era conmigo, de las bromas qué le hacía a Elle… todo suena con violencia en mi cabeza y se mezcla con la voz qué no deja de decir ‹‹Más. Más. Más. ¡MÁS!›› y mi necesidad se abre paso de forma atroz por todo mi torrente sanguíneo.
Alzo la vista y hay casi quince mil pares de ojos viéndome fijamente, sin saber qué decir o cómo actuar mientras se miran unos a otros sin entender la situación o mejor dicho: Sin entender ni una mierda de lo qué acabo de cantar. Hasta que ahí, un par de filas atrás, una mecha roja y vivaz capta mi atención con sus aplausos qué parecen totalmente fuera de lugar por sobre el ambiente tan tenso qué ha caído sobre el teatro. Me fijo en el chico pelirrojo, el mismo qué estaba tirado en el suelo de rodillas intentando sacarme una foto y ahora está ahí viéndome fijamente con sus enormes ojos de perro tristón que parecen brillantes… intentando retener las lágrimas cómo los míos.
Le miro por un par de segundos más, concluyendo una sola cosa: Es… bonito. Sus facciones delicadas y suaves le dan a su rostro con forma de corazón aún más inocencia y por un segundo me pregunto qué estaría haciendo alguien así en uno de mis conciertos. Me vuelvo hacia Elle que está estático al igual que el resto de la banda… y es entonces qué me doy cuenta de lo que está mal: No hay gritos. No hay murmullos. No hay ni siquiera un solo aplauso. Sólo hay completo silencio y una enorme confusión en los rostros de miles de fans pero no en el del chico pelirrojo qué sigue de pie aplaudiendo sin darse cuenta de qué está quedando como un perfecto idiota ante quince mil personas.
“No tengo ni puta idea…” articulo con mis labios cuando Elle me mira con total desconcierto y de nuevo mira al público qué sigue estático. Me vuelvo al frente porque no tengo ni puñetera idea de qué hacer, ni siquiera sé si quedarme o simplemente irme porque ése silencio tan sepulcral e incómodo sólo puede significar una cosa y no es nada qué me guste. Cierro los ojos, suspiro y me bajo del taburete dejando la guitarra a un lado y me quedo de pie… mirando a la puta alcohólica y a Misa aún al fondo, con sus ojos acusadores y recordándome la enorme necesidad qué me corroe el cuerpo con violencia.
-Gracias, ha sido todo.-mascullo de forma atropellada y vuelvo a clavar mis ojos en el pelirrojo qué está mirando atentamente… atravesándome con sus ojos de una forma escalofriante.-Gracias por tu lástima, pelirrojo.-le digo de forma burlona y le veo sonrojarse hasta las orejas.
Me doy media vuelta y salgo del escenario, por el lado derecho para evitar a Elle que sé va a atosigarme de preguntas porque todavía me falta una hora de concierto. Pero los temblores en mis manos me recuerdan algo más importante, algo qué no puede esperar porque entonces voy a ahogarme en un montón de mierda y no podré salir nunca más de ella. Corro hasta mi camerino, ignorando a cualquier persona qué pueda ofrecerme sus atenciones… ni siquiera el chocolate puede detenerme ésta vez. Corro a todo lo qué dan mis piernas y abro la puerta de un tirón, cerrándola de un portazo a mis espaldas y sintiendo como todo se vuelve demasiado pesado… demasiado real.
Me quedo contra la puerta, sollozando y viendo mi reflejo en el espejo hasta qué éste se transforma en una pequeña chica inocente y asustada, con sus ojos azules desbordados en lágrimas mientras estira una huesuda y tiesa mano, susurrando una sola palabra mientras otra mujer rubia de aspecto demacrado está detrás, halándola hacia las profundidades de la oscuridad y la muerte misma.
Ayúdame.
Mello, ayúdame… por favor.
Me cubro los oídos y caigo de rodillas al suelo. Y grito. Grito cuando ella no se calla, cuando su voz se hace más fuerte y me golpea con violencia… orillándome a la culpa qué no puedo soportar, orillándome al desprecio por mí mismo y a la necesidad de querer apagar a la maldita realidad de cualquier manera posible, de cualquier manera que me diera siquiera un poco de alivio en medio de todo éste puto infierno de mierda.
-¡Ya basta! ¡Cállense! ¡Cállense! ¡Cállense maldita sea!-tomo una botella de perfume y la arrojo con fuerzas al espejo, que se hace añicos y sus pedazos destrozados se riegan por el suelo… justo como los míos.
Me tiro del cabello y veo sus rostros en cada uno de ésos trozos, deformes y horribles… atormentándome y recordándome qué toda la puta culpa es mía. Sólo mía, por ser un bueno para nada incapaz de proteger a las personas qué ama y con un pánico terrible a enfrentarse a la realidad y a la muerte qué parece controlar su vida.
-¿Mello…? ¿Estás ahí? Joder, Mello, ¿Qué demo…? ¡Eh! ¡Suéltame!-me dice Gevanni, cuando lo tomo con brusquedad del brazo y lo halo hacia dentro de la habitación.-¡Qué coño…?!-empieza a gritarme, pero en cuanto me ve se calla y se estremece.
-Más… ¡Tienes qué darme más! ¡Dame otra cosa más fuerte!-le digo, tomándolo del cuello de la camisa y zamarreándolo porque la desesperación me hace pedazos.
-¡Suéltame! ¡Estás fuera de control!-me dice, empujándome a un lado. Me le quedo viendo un segundo y empiezo a caminar de un lado a otro, mordiéndome las uñas hasta sacarme sangre y arrancarme el esmalte negro.-Mello, creo qué es suficiente… últimamente estás…
-¡Cierra la puta boca! ¡Sólo dame un poco de mierda y se acabó! ¡¿Es qué acaso no lo entiendes?! ¡Las putas metanfetaminas no son suficiente!-estoy chillando como un lunático, pero la resequedad de mi boca y el sudor qué no deja de escurrirme por todo el cuerpo me indican cuán desesperado estoy.-Por favor, Gevanni… no puedo… ¡No quiero verlas más!-le grito, con las lágrimas rodándome por la cara.
-Mello… Mello, ¿Qué estás…? No, Mello, por favor… no hagas…-me dice, y su voz suena apelmazada.
-Por favor Gevanni… sólo… quiero dejar de sentirme cómo una mierda por media hora…-le suplico, arrodillado en el suelo, totalmente humillado.
Silencio. Sólo se escuchan mis pequeños hipidos y la respiración errática de Gevanni y nada más… “Joder, ¡Dame la puta droga!” pienso, apretando los puños y dispuesto a molerlo a golpes para qué me diera más porque no estaba en condiciones de seguir esperando a que se dignara en dármela él mismo.
-Vale…-dice, arrodillándose a mi lado y rebuscando entre sus bolsillos de dónde saca un paquete con una jeringuilla y dos pequeñas bolsas con un extraño polvillo blanco.-Ten, es lo más fuerte… e igualmente peligroso qué puedo darte y es todo. No más, Mello, si quieres más mierda tendrás qué apañártelas tú solo para conseguirla. Adiós.
Me da todo y sale disparado de la habitación, antes de que le invada la culpa supongo y me quedo observando la bolsa y la jeringuilla detenidamente. Una voz… una pequeña voz al fondo de mi cabeza susurra ‹‹No lo hagas›› porque sé perfectamente qué es y qué hace y cómo voy a acabar si llego a hacerme adicto a ella. Pero mis temores, mi pasado, mi dolor son más grandes qué mi sentido común y cogiendo un encendedor y una cuchara, empiezo a calentar el polvillo hasta que se vuelve un líquido color marrón-caramelo totalmente inofensivo al menos ahora qué no me lo he zampado en las putas venas. Meto el líquido en la jeringuilla con manos temblorosas y una desesperación casi enfermiza, uso el cordón de mis pantalones para amarrarlo a mi brazo y en cuanto la primera vena queda expuesta… entierro la aguja hasta el fondo y presiono.
Y luego la felicidad y la miseria explotan por todas partes.
POV´s Matt:
Me quedo boquiabierto y con la cara ardiéndome al rojo vivo viendo como su melena rubia se pierde entre el telón y las luces se apagan. “¿Lástima…?” pienso, sintiendo un nudo en el estómago porque hacer cosas por lástima es lo último qué se me ocurriría hacer. Frunzo el ceño y ahora me siento bastante idiota, porque Mihael debe de creer qué le he aplaudido por lástima. “Vale… Y… ¿Y a mí qué mierda me importa lo que él crea de mí? Sólo estoy aquí por trabajo” me recuerdo, bajando la mirada y sintiendo ése extraño nudo en mi estómago.
-¿Eso ha sido todo? Pues sin Misa está perdido… su canción ha sido una completa mierda.-escucho qué dice una chica a mí lado y poco a poco la gente empieza a disiparse hacia la salida.
“La canción ha estado bien… de todas las qué ha cantado, ésa fue la única en la que de verdad mostró un sentimiento” pienso pero me contengo de decirlo, porque a fin de cuentas yo soy nuevo en esto del rock y a lo mejor mi gusto no es tan bueno como el de ésas chicas. Mi móvil empieza a vibrar en mi bolsillo trasero y cuando lo cojo, veo qué es un mensaje de Linda.
De: Linda ^^
Para: Yop.
Vie. 3 de Abril de 2015. 3:02 am.
¡Hola Matty! ¿Ya sacaste las fotos? ¿No fue muy difícil la entrevista? ¡Eres un amor! Por cierto, la comida aquí es un asco pero tienen un pudín muy bueno. Te espero.
XOXO;D
Me muerdo el labio y le escribo un texto rápido, con el pulso en los dedos cuando recuerdo qué mi noche todavía no se acaba y tengo que hacerle una entrevista a un hombre jodidamente guapo al qué acabo de ver desnudo hace menos de una hora.
De: Yop.
Para: Linda ^^
Vie. 3 de Abril de 2015. 3:06 am.
¡Puaj! Detesto el pudín D: Bueno… digamos qué sigo en eso, creo qué no podré llegar al hospital sino hasta mañana. Espero qué te mejores. ¡Ah! Y si llama Light, dile qué creo que perdí las llaves de la casa otra vez XD Nos vemos luego.
M.-
Doy un suspiro y apago el móvil, seguro de que si tenía a Linda texteándome todo el rato no iba a poder concentrarme. Empiezo a abrirme paso entre la gente que de nuevo vuelven a empujarme y darme de codazos que les devuelvo el doble de fuerte hasta qué alcanzo a llegar al escenario en donde unos tipos empiezan a recoger los instrumentos.
-Disculpe… mi nombre es Mail Jeevas, soy del Daily Star y tenía programada una entrevista con Mihael, ¿Sabe hacia dónde debo dirigirme?-le digo y el hombre me mira de pies a cabeza no muy convencido.
-Bueno, la prensa siempre es llevada directamente al camerino del Señor Keehl. Suba y camine derecho por el ala izquierda, ahí estarán sus guardaespaldas.-me dice con voz cansada y se vuelve a pulir la hermosa guitarra de Mihael.
Me subo al escenario y sigo sus instrucciones, sintiendo cómo se me acelera el pulso a cada paso mientras las luces tenues van quedando atrás y escucho el ruido de voces y risotadas a lo lejos. Arrugo la nariz con disgusto cuando siento el fuerte olor del alcohol y me pregunto si aquel hombre no estaría equivocado… lo menos qué quería era toparme con un montón de borrachos.
-¡Ja! ¡¿Dices qué duraste tres horas de corrido?! ¡Yo he follado casi cinco horas sin correrme ni una sola vez! ¡Soy el mejor de todos ustedes!-decía una voz ronca y bastante ebria y de nuevo estallan más risotadas.
“Quizá debería dar media vuelta… aquel sujeto debe de haberse equiv…” pienso, empezando a darme media vuelta.
-¡Eh, tú! ¿Quién anda ahí?-demanda una voz potente, dejándome helado ahí mismo.
Mierda.
-Eh… ¡Hola! Soy M-Mail Jeevas d-del Daily S-Star y tenía programada u-una entrevista con M-Mihael…-tartamudeo, rascándome la nuca y sin saber dónde esconderme de la vergüenza.
El hombre vestido de negro de la cabeza a los pies y con el pelo brillante de gomina se me queda viendo durante un par de segundos, con la mirada de un sabueso a punto de atacar y entrecerrando los ojos.
-Con qué eres prensa, ¿Eh? Vale niñato, muéstrame tu permiso y le informaré al Señor Lawliet a ver si no estás intentando pasarte de listo…-me dice el hombre, acercándose y cruzándose de brazos delante de mí.
Pongo los ojos en blanco, ¿Hasta cuándo iban a seguir tratándome como a una de ésas chicas moja bragas totalmente dementes por Mihael? “Aunque no me sorprenden semejantes medidas de seguridad… alguien así es deseado por millones a dónde quiera qué vaya” pienso, resoplando con fastidio.
-Debes de ser un cegatón para no ver qué mi estúpido permiso está justo…-le enseño el collarín que llevo al cuello, sólo que de éste… ¡No pende absolutamente nada! Me quedo en shock mirando el objeto intentando hallarle lógica a la situación.
-Yo no veo nada y a menos qué tu permiso sea invisible los mocosos cómo tú no pueden pasar…-me dice, acercándose de manera amenazante.
Paso saliva y miro hacia todas partes, intentando entender cómo rayos me había metido en semejante lío.
-N-No, espere… y-yo le mostré m-mi permiso a-antes a uno de sus c-colegas…-tartamudeo, recordando al pelón de la entrada.-Era un hombre calvo, de seguro él se acuerda…
-Sin permiso, no hay entrevista. Fuera.-dice de manera amenazante, haciéndome retroceder con cada paso qué él da hacia delante.
-¡Pero es qué sí tengo el maldito permiso! ¡El mánager de Mihael sabe que yo iba a venir!-le grito, desesperado porque sé que no podré ver a la cara a Linda si la cagaba.
-Te daré una última oportunidad: Enséñame tu permiso y te prometo qué no te sacaré a patadas… ¿De acuerdo?-dice el hombre, sonriendo con sus dientes amarillentos y chuecos.
-¿Cómo quiere qué se lo enseñe si…?-mis ojos se abren con desmesura al caer en cuenta.-¡La gorda! ¡Ella me lo ha arrancado del cuello cuando me tiró al suelo! ¡Se paró en él y me lo arrancó!-le digo, sonriendo y viendo cómo él parece entenderlo.
-Vale, en ése caso… ven, te ayudaré a buscarlo.-se echa a reír y sin más, me echa a su hombro.
-¡Eh! ¡Bájame gilipollas! ¡Puedo caminar yo solo!-chillo, dándole puñetazos pero a penas y parecen hacerle cosquillas.
Sigo chillando pero el muy maldito no se detiene sino hasta que escucho el chirrido de una puerta y en menos de un segundo, estoy en medio de un montón de bolsas de basura y con todo a mí alrededor dándome vueltas.
-¡Sí, claro! ¡Y y nací ayer para creerme semejante chorrada, rojito!-me grita el hombre, cerrando la puerta de golpe mientras todavía escucho sus risas al otro lado.
-¡Y para qué lo sepas te apestaba la boca, imbécil! ¡Maldita sea!-grito enrabiado, dándole una patada a una bolsa de basura a mí lado.-¡Estúpido Mihael y sus guardaespaldas! ¡Ahora apesto a basura y a drenaje! ¡Idiota, idiota, idiota!-grito cómo un loco, pateando más bolsas de basura hasta qué…-¿Eh? ¿Y qué es eso?
Miro hacia todas partes, seguro de qué el golpe en la cabeza me ha afectado bastante para estar escuchando a Mihael… pero no: El sonido ronco y masculino proviene de una ventana a una altura considerable, justo encima de mi cabeza. Me quedo estático, contemplando la ventana por la que se filtra una brillante luz amarillenta.
Hey, debes de obedecer…
Mientras tú sangras, yo me salgo con la mía,
Así qué ahora, escucha, eres mi perro;
Y te pegaré de cualquier forma.
Y cuándo te hable, contéstame bien;
O te haré ver…
-¡Maldita sea! ¡Eso no da!-grita furiosa una voz, seguida del sonido de algo rompiéndose. Me estremezco y me froto los brazos porque se me han erizado todos los vellos del cuerpo sólo por oírle cantar.
Vuelvo a mirar a mí alrededor y de nuevo a la ventana, mientras en mi mente empieza a cocerse una idea qué es por demás descabellada. “¿Tengo opción? Si no le hago ésa entrevista, Roger nos despedirá y toda ésta mierda habrá sido para nada…” me muerdo el labio y retuerzo los dedos, ¿Qué tan desesperado estaba para colarme en la tina dónde estaba Mihael… probablemente desnudo y componiendo alguna canción? “Esto es muy indigno de mi parte, pero mis putas pelotas están en juego… espero qué no le moleste hacer una entrevista en la bañera” se me suben los colores a la cara de sólo imaginármelo y a sus ojos azules atravesándome cuando le cayera encima de sopetón. Sacudo la cabeza porque entre más lo pienso, más vergüenza me entra y no puedo permitirme dudar. Acomodo varios botes y bolsas de basura para hacerme una improvisada escalera. “Odio ser un puto elfo…” pienso, poniéndome de puntillas para poder alcanzar la ventanilla pero el vapor no me deja ver nada.
-Mierda…-susurro, cuando me llega un fuerte olor a jabón y a esencia de alguna cosa… alguna cosa muy dulce y qué nunca he olido pero me marea.
Escucho el agua removiéndose y de nuevo me arde la cara… “Joder Matt, no estás para mierdas ahora. A la de tres. Uno… dos… ¡Tres!” me cuelgo de la ventana y pataleo en el aire, intentando darme impulso en la misma pared hasta que consigo colar la cabeza adentro y sin más, me deslizo hacia dentro y voy a caer directamente a un montón de agua que chispea por todos lados y, para variar, está hirviendo y me escuece la piel al instante.
-¡Maldición! ¡Quema!-chillo, chapoteando y haciendo la entrada más escandalosa y estúpida posible.
Me arrojo afuera de la bañera y me deslizo en el suelo de azulejos pulidos, cayendo de bruces y de panza sobre el suelo, con todo el pelo chorreándome agua y metiéndoseme en los ojos.
-¡Mierda! ¡Maldito jabón hijo de puta!-maldigo, cuando el agua enjabonada se me mete en los ojos.-¡Ya sal! ¡Sal!-sigo gruñendo, tallándome los ojos con frenesí.
Me quedo de una pieza cuando siento como algo suave y seco se desliza por mis ojos, llevándose el ardor y llenándome de alivio.
-¿Mejor?-pregunta una voz ronca y varonil, llena de burla y que me acelera el corazón hasta el punto qué siento que me va a explotar.
Me quedo apretando la toalla contra mis ojos un par de minutos más, sin saber qué hacer… ¿Cómo le explicaría mi presencia en medio de su baño sin parecer un moja bragas? La había cagado y de manera monumental.
-¿Y bien? ¿No vas a decirme ni siquiera un ‹‹Gracias por salvarme el culo, aunque me haya colado a tu baño››? ¿No quieres decir nada antes de qué te saque a patadas de aquí?-me dice arrancándome la toalla de un tirón pero yo sigo con los ojos cerrados.-Vaya, vaya… pero si es el pelirrojo con ojos de perro.
Abro los ojos de golpe y al instante le frunzo el ceño.
-No tengo ojos de perro…-le digo, de forma poco audible pero bastante firme.-Oh… M-Madre mía…-digo de forma atropellada, con la cara ardiéndome de forma violenta mientras deseo con todas mis fuerzas qué me trague la tierra.
Mihael está nada más con una toalla a la cintura, su brillante cabello rubio recogido en una coleta y con su cuerpo de Adonis totalmente sudoroso debido al vapor… en definitiva éste hombre es la tentación ambulante.
-Ya vi qué si puedes ladrar…-me dice y suelta una carcajada, qué me hace sonrojarme todavía más si cabe.-Ahora, dime…-sin más, me toma del mentón y me atrapa en su dominante mirada azulina.-¿Vas a decirme porque has querido tomarte un baño conmigo sin permiso? No estás nada mal, pero no puedes entrar a la tina con ropa…-se me hace un nudo en el estómago cuando dice eso último y de relame sus finos y apetecibles labios.
Me le quedo mirando más de lo que la buena educación demanda, totalmente absorbido por el torbellino… de emociones tan destructivas y poderosas escondidas en ése par de azulas que parecen agrietadas, a punto de romperse y sin conocer bien el motivo, me desgarra verlas así cuando… cuando merecen estar llenas de vida, siendo felices.
-¿No has contestado ni a una de mis preguntas y ya quieres follarme?-me dice, cuando ya he empezado a inclinarme y siento su cálido aliento sobre mis labios.-Vaya, debe de ser la primera vez qué algo así me pasa…-una corriente eléctrica me baja por toda la espalda cuando me aparta los cabellos de la cara.-Tienes suerte de ser lindo, ¿Sabes? Y de tentarme con ése bulto en medio de tus pantalones…-me susurra al oído, haciéndome cosquillas con sus labios.
Suelto un suspiro cuando me toma el rostro entre sus manos y desciende lentamente por mi cuello, quemándome con sus dedos largos y hábiles qué no tardan en retorcerme las entrañas de una forma tan placentera qué simplemente no puedo soportarlo. “No me he sentido así desde hace tanto tiempo…” pienso y vuelvo a suspirar cuando sus manos descienden hacia abajo, rozándome el abdomen por sobre la playera que cada vez me sofoca más.
-¿Qué pasa? ¿Te comió la lengua el gato?-pregunta burlón, acariciándome los cabellos con sus labios mientras roza descaradamente mi ya muy despierta entrepierna.-Yo podría comerte otra cosa…-me susurra, con su aliento sobre mi mejilla y sus manos apretando mis muslos con fuerza.
-Bésame…-digo de un jadeo, cuando el dolor de tenerle tan cerca provocándome me sobrepasa.-Mihael, bésame, por favor… bésame.-le suplico con voz entrecortada, queriendo ser besado por éste rubio insolente con una fuerza turbadora.
-¿Nada más un beso y… me prometes responder a mis preguntas?-me dice con su voz de terciopelo acariciándome la piel, mirándome directamente a los ojos con ésas piedras maltratadas qué se carga.
-S-Sí… lo prometo, pero bésame.-le digo, alzando las manos hacia él pero las detiene en seco y el lugar de eso, me arroja sobre el piso lleno de agua con una habilidad sorprendente y me las pone sobre mi cabeza.-Joder…-susurro, cuando se acomoda sobre mí y la toalla empieza a aflojársele, dándome la vista de su miembro qué poco a poco va despertándose.
-Se ve pero no se toca…-me dice, torturándome más y apretando su agarre en torno a mis muñecas.-No suelo besar a desconocidos pero… no sé qué tienes pelirrojo…-se inclina sobre mí y lame mi oreja. Me retuerzo bajo su cuerpo.-No sé qué tienes…-repite, atrapando mi lóbulo entre sus dientes.-…pero me excita mucho.
No puedo más, voy a estallar sólo por unas simples caricias atrevidas de éste rubio y su voz resollando por todo mi cuerpo… es increíble el efecto qué todo su ser tienen sobre mí, capaces de mandar a la mierda toda mi coherencia en menos de un segundo. Se separa relamiéndose los labios y empieza a acercarse, hasta qué sus labios rozan tímidamente los míos y su aliento dulce a… chocolate se cuela dentro de mi boca, abrasándome con su candencia.
-¡Mello!-la puerta se abre de golpe y doy un respingo, con todo el calor del momento yéndose de forma olímpica a la mierda.-Vaya… no sabía qué tenías compañía.-dice el extraño hombre parado en el umbral de la puerta, mirándonos con una sonrisa pícara.
-¿Me creerías si te digo qué me cayó justo del cielo?-dice Mihael… o Mello entre risas, quitándose de encima de mí y dejándome con una enorme erección en los pantalones.
El sujeto de pelo negro y enormes… ¿Ésas ojeras son naturales y está usando lápiz igual qué Mello? Cielos, sí que parece todo un mapache. Ladea la cabeza y me observa más fijamente, hasta que sus ojos se iluminan con reconocimiento.
-¡Mail Jeevas! El fotógrafo…-dice y Mello me clava sus enormes ojos azules, qué al instante se vuelven fríos.-Te estuve esperando… pero vaya qué te me has adelantado.
-S-Sí, b-bueno…-digo, bajando la mirada y ruborizándome por millonésima vez en el día.-Tuve a-algunos p-problemas con la s-seguridad…
-Ésos imbéciles… me disculpo, dime, ¿Todavía piensas hacerle la entrevis…?
-Sácalo de aquí. No estoy para entrevistas.-dice Mello, poniéndose de pie abruptamente y empujando a Elle a un lado. Me le quedo mirando boquiabierto.
-Descuida, siempre hace berrinches… Eh, ¿Quieres un algo para sacarte?-me pregunta, y hasta ésa momento no me he dado cuenta de qué sigo escurriendo agua.
-No quisiera molestar, yo…
-¡Elle, sácalo de una puta vez! ¡No quiero dar entrevistas de mierda a nadie!-grita Mello al otro lado de la habitación, haciéndome estremecer con la potencia de su voz.
Elle pone los ojos en blanco y niega con la cabeza, devolviéndome una pequeña pero bastante bonita sonrisa mientras me tiende la mano.
-Tranquilo, yo me encargo. Quédate aquí y… ponte esto. Vuelvo en unos minutos.-me dice, sacándose la playera qué lleva encima y quedando con su perfecto torso al descubierto.
-G-Gracias…-le digo, tomándola con manos temblorosas.
“¿Es qué aquí es una playa nudista o qué?” pienso, tragando grueso y mirando hacia todos lados pero la puerta está cerrada… doy un suspiro y me quito mi playera estropeada, poniéndome la de Elle que huele a tabaco, alcohol y perfume masculino todo perfectamente mezclado en un fuerte olor masculino… nada parecido al mío qué siempre eran limones. Me quedo contemplando el baño mientras me seco el cabello y miro mi reflejo en el espejo: Los ojos más brillantes, las mejillas aún tenuemente ruborizadas y una expresión que dice desesperadamente ‹‹fóllame››… realmente patético.
-¡Ya te dije qué no quiero, maldito sea! ¡Córrelo a la mierda y ya! ¡No puedes obligarme!-grita Mello, con su voz potente, haciéndome estremecer.
-¡Sí que puedo, maldita Madonna! ¡Sólo es una puta entrevista y ya! ¡Deja de portarte cómo un crío por una vez en tu maldita vida, joder Mello!-le grita Elle de regreso, en un tono qué es digno del mismísimo Al Capone.
Silencio y yo me quedo ahí, retorciéndome los dedos y preguntándome si no sería mejor saltar por la ventana de nuevo y largarme al hotel antes de que aquí estalle la Tercera Guerra Mundial. Retrocedo con el corazón acelerado cuando la perilla empieza a moverse y aparece Mello, ahora vestido con unos desgastados vaqueros que acentúan su escultura cintura, su torso (¡Joder!) descubierto y una barra de chocolate en la mano. Avanza hacia a mí y yo retrocedo hasta que me tropiezo con la bañera y vuelvo a caer dentro de la misma, mojándome el culo y la camiseta prestada de Elle. Él se inclina sobre mí y me toma por el cuello de la camisa, doblegándome ante la violencia tácita en su mirada tormentosa.
-Diez minutos y corriendo, Jeevas… y luego de esto voy a follarte. Así qué date prisa.-masculla de forma atropellada y vuelve a arrojarme dentro de la tina, alejándose mientras muerde sonoramente su chocolate.
Madre mía.
Cuando dijo ‹‹Les daremos el mejor orgasmo de sus vidas›› nunca creí qué lo dijese en serio.
Vaya equivocado qué estaba.