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Erróneo Acierto por Atria

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Notas del capitulo: ! Bueno no soy una gran fan de la serie que es Evangelion, pero la pareja me gusta mucho y este fic lo hago especialmente para dos propósitos, número uno, inmiscuir a una amiga en el mundo del shonen ai y luego quizá en el yaoi, y número dos, hacerle ver a un fan de la serie que esta pareja es más que válida y acertada.

Si ofendo a alguien con la trama tan… soft que presentará el fic además de la casi nula trama de Evangelion en este escrito, mis disculpas pero escribo por lo que me gusta.

Sin más, espero que a la mayoría de quienes lo lean, les guste.

Besos.

Naomi Eiri.

 

Disclaimer.- Ninguno de los personajes de Evangelion me pertenecen, cosa que todos tenemos más que claro.

Warning.- Fic de relación SHONEN AI (chico-chico) si el tema te molesta, siéntete libre de abstenerte de leer ya que en capítulos posteriores presentará un contenido YAOI.

Pensamientos van entre comillas y en cursivas”


Nunca había visto las cosas por sus defectos, pero hasta ahora, me doy cuenta de que las cosas más hermosas, deben su belleza y autenticidad a las impurezas y errores de su esencia, que, sin que se den cuenta, las hacen más que deslumbrantes y perfectas...


Erróneo Acierto

I

Sonrisas


 

En las calles y avenidas de Tokio, la vida urbana corría sin ninguna novedad relevante. Gente de un lado a otro, leyendo los periódicos y otras tantas comenzando a sentir el estrés del día gracias al tráfico de la calle principal.

- Nagisa-kun, las calles están completamente congestionadas, creo que sería más rápido para usted si sale y se va en el metro. –advirtió la amable voz de un hombre seguramente de más de 50 años, dirigiéndose a la persona en la parte trasera del lujoso auto negro- Tenga en cuenta que hoy es la junta tan importante para la expansión de la empresa en Hong Kong.

- Sí… -respondió una voz serena con cierto atisbo de cansancio impregnado en el tono- Sí será mejor que tome el metro, te necesitaré para las 2 de la tarde, hay una comida en un restaurante algo lejos de la empresa, nos vemos más tarde.

Dicho esto, salió del lujoso mercedes negro, poniéndose sus gafas negras para cubrir sus hermosas gemas rojas del sol.

Su cabello platinado meciéndose al compás de la brisa fresca de la mañana mientras su mano derecha sostenía el bonito portafolio metálico, de diseño europeo.

Su traje negro acentuando su figura y porte de atractivo y distinguido muchacho de 18 años. La camisa azul de seda, abierta de los dos primeros botones, le daba el toque de jovialidad que ningún otro empresario pareciera tener en su vestimenta.

Uhm… voy tarde… seguramente mi abuela me reprenderá cuando se entere… y todavía debo ir al colegio más tarde… Ahh que aburrido será este día…”

Esos pensamientos, eran los propios de aquel jovencito de nombre Nagisa Kaworu.

A cada paso que diera, podía llamar la atención de más de uno de los transeúntes y es que no era para menos, Kaworu desprendía ese aire de misterio que podía llevar a imaginar una salida a lo normalidad que tenía generalmente la vida.

Sus pasos ligeros y lentos, hacían que su aroma Chipre Floral se esparciera por donde pasaba, deleitando a las personas con la sofisticada fragancia perteneciente a la mezcla de los musgos de robles.

Sin embargo, las gafas oscuras velaban los sentimientos contradictorios a su apariencia.

En ellos, se podían ver numerosos sentimientos que harían perderse a más de uno.

Amor, soledad, tristeza, alegría, compasión, frialdad, tranquilidad, molestia, enfado… y sobre todo, el más visible, era la esperanza.

Pudiera ser que en su caso, el estereotipo de empresario solitario se ajustara a su perfil. Pero también, podría ser que fuera diferente, que quizá si estaba solo, no era solamente porque lo sintiera… pudiera ser que de verdad no tuviera a nadie en quien confiar del todo…

Pero como se había mencionado antes, sus ojos no se mostraban tan resentidos ni tan alegres o ansiosos de un milagro, la esperanza en ellos era pura… no de aquella que espera que un día todo se resuelva, más bien, era la esperanza grácil y real que buscaba la oportunidad para obtener por sí mismo lo deseado.

Había perdido a sus padres en un trágico accidente aéreo y se había quedado a cargo de su abuela teniendo escasos 10 años.

Por supuesto que había más familia, pero ninguno había hecho reparo alguno de su existencia. Todos le dieron la espalda cuando más lo había necesitado, a excepción del hermano de su padre que en aquel entonces tenía 20 años.

Aquel tío, le había propuesto que se fuera a vivir con él, y por supuesto que había estado encantado con la idea pero entonces, su abuela había recaído completamente con aquella enfermedad que la debilitaría más y más conforme transcurriera el tiempo, razón por la cual, había denegado de la oferta y se había quedado con su abuela y, conforme creció y tuvo los 15 años, se hizo cargo de la compañía que su familia había fundado.

Su tío debía ser quien se hiciera cargo, pero resultó que lo que cambió el rumbo del destino de su tío, fue que él mismo a los 15 años de vida, podía manejar a la perfección cualquier tipo de balance, estrategia o negociación de compra y venta e inclusive transacciones y expansión de la empresa misma. Es decir, le había ganado por completo a la experiencia de 25 años que su tío poseía.

Entonces, su abuela había decidido que el cabecilla de la Compañía Nagisa, sería él y no su tío Ryouji Kaki, que si bien, había decidido ocupar el apellido de su madre para no ser reconocido como Nagisa, cada vez que iba de visita a Japón, siempre pasaba para charlar con él.

Aunque eso no era en absoluto suficiente… fuera como fuera, era un chico de 18 años y sabía que podía contar con él pero… no con las cosas que a menudo se preguntaba.

La gran parte de las veces creía que quizá no era el único en ese estado y trataba de apartar el sentimiento de vacío pensando que otros estarían peor, que quizá no tendrían ni un hogar a donde llegar para dormir.

Así, desde la muerte de sus padres habían transcurrido 8 largos años, en los cuales, a menudo era reprendido por su abuela y tutores privados, no tenía ningún amigo y las mascotas no le habían sido permitidas.

Su vida había sido, estudiar para ser el mejor y lo había hecho pero no por ambición, simplemente porque no encontraba mejor cosa qué hacer y le ponía empeño a los estudios para sentirse distraído con algo y no pensar en qué sería de su vida si sus padres hubieran seguido vivos.

Entonces, cumplió 15 años y no había cosa que no pudiera aprender fácilmente.

Sabía inglés, francés, italiano, ruso, portugués, alemán y rumano, y podría haber aprendido más de no ser porque perdió el interés en los idiomas. Después, se interesó en la historia, e incluso elaboró algunos ensayos muy buenos acerca de Alejandro Magno, su personaje de la historia favorito. Aburrido, puso su atención en al pintura, luego en la música y así siguió hasta los 18 años.

Se había vuelto más cortante e inexpresivo al hablar y quizá sabría tanto como los mejores en cuanto a conocimiento internacional, pero lo cierto era que nunca le habían dado “Educación sentimental” y ese tipo de cosas, era lo que, a veces, más recaía en él.

Podía controlarse cuando se sentía enojado y podía fingir que estaba normal cuando sentía eso que de repente le desanimaba y le hacía tan sólo querer dormir, pero nunca se había interesado por darles un nombre a cada una de las cosas que sintiera, no le veía caso ni importancia…

Tan sereno como siempre, entró en el edificio tan grande desde donde manejaba cada una de las acciones de la compañía a lo largo del mundo, siendo saludado por todos aquello que laboraban ahí.

Y entonces, un día más llegaba…

-:-

Mientras tanto, en otro lugar alejado del centro de Tokio, los camiones de mudanza se encontraban estacionados frente a una bonita casa de tamaño considerable.

- Shinji, cariño¿puedes indicarle a los señores por donde deben colocar los sofás? –le decía una hermosa mujer de cabello castaño corto a un jovencito de no más de 16 años-

- Claro mamá –respondió el jovencito con una amable sonrisa- ¡Rei!

Exclamó cuando una pequeña personita de cabello azul salía corriendo con una muñeca abrazada a su pecho.

En un movimiento rápido, logró atrapar a la pequeña antes de que chocara contra uno de los señores que llevaba cargando un gran espejo.

- Ah… Rei no vuelvas a hacer eso, es peligroso… -le dijo a la pequeña más que preocupado- Mejor sal a jugar al patio.

- Yo quiero ir al parque –respondió tranquilamente la pequeña-

- En cuanto terminemos de acomodar los muebles, prometo que te llevaré pero sólo si te portas bien –dijo revolviéndole el cabello mientras Rei le sonreía-

- De acuerdo –accedió la pequeña saliendo de un brinco a otro de la casa-

Aquellos, eran Rei y Shinji Ikari, hijos de un reconocido empresario chino llamado Gendou Ikari y de la pintora/escritora Yui Ikari.

Ambos eran distintos a su manera, Rei poseía el cabello azul y los ojos rojo óxido, Shinji por su parte, tenía el cabello castaño y los ojos azules como los de su madre.

Sin embargo, ambos niños eran alegres y simpáticos, aunque Shinji era un poco más tímido y Rei algo callada cuando algo no le agradaba.

Sin bien Shinji no tenía la mejor relación de padre-hijo con Gendou, el cariño de su madre era lo que opacaba gran parte de la tristeza que le provocaba tal cosa.

Recientemente, por los negocios de su padre se habían mudado a Japón y ello significaba un nuevo comienzo en la vida de todos.

Ciertamente estaba nervioso por la entrada a un lugar completamente nuevo y quizá muy diferente en costumbres; de hecho, algunas veces pensaba si encontraría a una persona con la que pudiera tener esa amistad que nunca antes había conocido y no precisamente porque fuera desagradable, más bien era por su dificultad para ser social del todo. Su timidez le quitaba muchos deseos pero también estaba el factor de que ninguno de sus compañeros le había entendido hasta entonces.

Pero quién sabe, nadie podía decirle que en Japón podría ser diferente… o quizá si…

-:-

Kaworu se sentó en una de las bancas del parque bajo la sombra de un frondoso y gran árbol.

Definitivamente había sido una mañana muy difícil y se pudo relajar un poco al haberse saltado las clases del día.

El atardecer le había asaltado muy rápido mientras firmaba papeles y revisaba las finanzas del día.

Entonces se había podido desocupar y había decidido dar un paseo por el parque del centro.

Por ello, se encontraba tranquilamente respirando algo de paz en el día, ya se las arreglaría después con el regaño de su abuela por no haber asistido a clases.

Cerró sus gemas rojas mientras sus facciones tensas, comenzaban a relajarse al igual que los músculos de su espalda.

- ¡Rei, espera! –exclamaba en la lejanía, la voz de un muchacho-

Aunque no hizo mucho caso, incluso cuando la misma voz repetía aquellas palabras y sonaba cada vez más cerca.

Fue hasta que algo chocó contra sus piernas que salió del trance pacífico en el que se encontraba.

Abrió sus ojos y se topó con otros idénticos a los suyos que lo miraban con curiosidad.

- ¡Hola! –saludó la pequeña niña de cabello azul, ofreciéndole una hermosa sonrisa-

- Hola… -devolvió el saludo mirando a la pequeña con curiosidad-

- ¡REI! –escuchó la voz que le parecía tan lejana momentos antes-

Alzó la vista y se topó con la figura delgada y pequeña de un jovencito de cabello oscuro y hermosos ojos azules.

- Disculpa –se excusó mientras trataba de calmar su agitada respiración, sonriendo de forma sincera y algo nerviosa- Perdona a Rei, es mi hermana menor y recién nos hemos mudado a Tokio, por eso quería jugar un rato pero se me escapó, perdona si te molestó.

Aquello fue suficiente para que Kaworu despertara por completo de su ensoñación.

Aquel chico lucía tan… sincero e inocente.

- No tienes por qué disculparte, no me molesto en lo absoluto –respondió sin ser muy consciente de sus palabras, quizá fuere porque estaba completamente perdido en los ojos azul zafiro de aquel chico-

- Mi nombre es Shinji Ikari, y ella es mi hermana Rei Ikari –se presentó ofreciéndole la mano-

- Mucho gusto… mi nombre es Kaworu Nagisa –respondió estrechando la mano de aquel joven-

Pudo percatarse de que era cálida y transmitía ese tipo de sensación de quietud y alegría a la vez.

- Bueno, Rei y yo debemos irnos, mucho gusto en conocerte Kaworu-san… -dijo mientras tomaba de la mano a su pequeña hermana-

Kaworu se quedó estático unos momentos, tratando de descifrar qué era eso que hacía que su corazón latiera más rápido de lo normal con tan sólo ver la sonrisa de aquel jovencito.

Un pequeño rubor cubrió por completo sus mejillas al tiempo que la mano con la que había saludado a Shinji, se dirigía hacia el frente…

- Espera –murmuró sonriendo con autenticidad- Puedo llevarlos, si dices que son nuevos podrían perderse…

Shinji le miro algo desconfiado, e incluso él mismo podía jurar que había un atisbo de intimidación en los ojos del pequeño.

- Vamos Shinji –le dijo Rei jalándolo de la mano mientras sonreía inocente-

Algo dudoso, Shinji accedió mientras él se levantaba y los guiaba hasta donde su auto aguardaba, viendo de reojo a un Shinji algo apenado que mantenía la vista puesta en el suelo, sin soltar la mano de su hermanita que seguía mirándolo con curiosidad.

Quién sabe, después de todo aquel día no figuraba ser en lo absoluto monótono…

E interiormente sonreía, porque sabía que así sería…


CONTINUARÁ…

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