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"En otras noticias, fuertes rumores afirman que el polémico Tony Stark, también conocido como IronMan, ha establecido una relación formal con una figura que aún no se ha dado a conocer. Muchos han afirmado, a propias palabras del susodicho, que una relación seria le es suficiente aliciente para olvidarse un poco de sus tan polémicas fiestas. Sin embargo, entrevistas directas con el millonario no han logrado obtener una confirmación…"
—Ya no saben que inventar— cambiando de canal, Barton soltó un bufido en un intento de encontrar algo interesante entre las programaciones, intentando pasar por algo la –a su parecer– ridícula noticia.
—Las probabilidades de que Stark mantenga una relación estable son las mismas de que Fury recupere su ojo— contra todo pronóstico, la viuda se hizo escuchar en la sala con una comparación que a muchos les resulto exuberante. Y aquella mueca de indiferencia, la tranquilidad de la que tanto se jactaba, solo fue el incentivo para que sutiles risas y carcajadas se hicieran espacio en el lugar.
—¿No mantenía una relación con Virginia?— Loki, quien como condena debía vivir el resto de sus días en el planea que ansió tanto conquistar, se mostraba indiferente, aislado de la atmosfera de los demás, apenas soltando algún comentario de vez en vez; aunque sus brillantes ojos verdes nunca abandonaron las páginas del libro entre sus manos. Ni siquiera cuando la mirada de todos los presentes, incluso de la aludida, se viraron hacia su persona.
—Una entre millones— soltó en son de burla el arquero, desentendiendo el ambiente que por instantes se había instalado, provocando sutiles risas en el resto —. Admitámoslo, se imposible que eso vuelva a suceder—
—¿Qué cosa es imposible que vuelva a suceder?— la voz del millonario corto toda respuesta o continuación a la charla, captando la atención de los presentes de manera inmediata.
Ahí, entrando por la puerta de la sala, la figura del genio se hacía paso con tranquilidad y elegancia; una de sus finas cejas curvándose a la espera de la respuesta que nadie parecía desear entregar. Y no es que no pudiera interrogar a su IA para que le explicara lo que sucedía, o pudiera hacer una pregunta más directa a quienes sabia no podían mentirle; dígase Banner o Thor. Sin embargo las expresiones de algunos lograban ser el aliciente más que suficiente para que los habladores fueran lo que explicaran la situación.
—¿Nadie responde? Estaba seguro de que tendrían más que decir, digo, hace un momento…—
—Solo hablábamos de que no eres capaz de mantener una relación seria— cortando lo que, estaba seguro, sería un largo monologo de castaño, Natasha prefirió tomar las cosas por el camino corto. Tan directa y sin remordimientos como siempre —¿No deberías desmentir esos rumores de que sales con alguien? La prensa se está volviendo loca—
Por unos instantes el silencio se prolongó por el lugar, las miradas viajando por los rostros de los presentes, esperando la reacción que no se había presentado aún. Natasha, tan natural y seria como solo ella puede ser, observaba al castaño desde su lugar sin inmutarse; Pepper, a su lado, no había hecho más que soltar un suspiro ante las palabras de su pareja, tal vez ya acostumbrada a ese tipo de situaciones, aunque no por eso lo podía aceptar tan fácilmente. Por otro lado, los demás presentes en la sala no sabían si soltar una risa ante la situación o mantener la compostura ante algún arrebato –desconocido– de millonario; porque todos podían coincidir en que las reacciones de Stark eran impredecibles e incontrolables. Aunque, tal vez en el fondo, algunos tenían una sutil preocupación de cómo se tomaría aquello el genio.
—…¿Por qué he de desmentir algo que es verdad?— cortando el silencio, el castaño pareció encogerse de hombros luego de minutos de haber estado sumergido en su mente. Sin dar a entender si era para asimilar las palabras de la pelirroja, medir sus palabras o simplemente interesando en alguna situación tercera que nada tenía que ver con los dichos.
—¿Qué?— Pepper fue la primera en reaccionar del grupo, observando a su amigo y jefe con algo más allá de la sorpresa y curiosidad. Tal vez la decepción de saber que el castaño mantenía algo tan serio como una relación y no se había molestado en comentárselo, aun con todos los años que compartieron y los que llevaban conociéndose; al menos esos pensamientos rondaron su mente hasta que pudo volver en sí, pudo poner en orden sus ideas recordándose que el genio hacia las cosas y daba por sentado –sin asegurarse– que todos tenían dichos conocimientos.
—¿Tu, en una relación seria? ¿Es alguna clase de broma, Stark?— la Viuda Negra, aun escéptica, observo al genio con lo que podía identificarse fácilmente como una burlona sonrisa.
—Me sorprende, Señorita Romanoff, que no se haya enterado antes. Creí que con sus… múltiples identidades, descubrir algo tan sencillo no le sería un reto— sin amedrentarse, el hombre se recargo a un lado del sofá, cruzándose de brazos, dispuesto a continuar —. Pero supongo que la subestime, lastima, me equivoque— encogiéndose de hombros pareció dispuesto a retirarse de lugar sin agregar más.
—¿Quién es?— Barton, negándose a desperdiciar la oportunidad, había soltado la pregunta que solo confirmaría lo que habían estado negando hacia instantes.
—¿Mh? ¿Quién es quien?—
—Tu pareja, Tony, ¿Por qué no lo dijiste antes?— mostrando genuina curiosidad, Banner limpiaba sus lentes sin apartar la mirada de su hermano de ciencias.
—No preguntaron, creí que se darían cuenta solos. Bueno, tal vez no Thor— agrego por lo bajo, provocando una mueca en el rubio —. Lo siento, risitos, pero eres bastante colgado—
—¿Quién es, Stark?—
—Ya que lo pregunta de esa forma, Señorita Romanoff…— el hombre, aun cruzado de brazos, continuo el camino que había pausado, directo a la salida —no me dan ganas de responderle— soltó con burla mal disimulada, provocando una mueca en más de uno de los presentes que, con reproche, estaban dispuestos a reclamarle —. Diviértanse averiguándolo ustedes mismos, señores—
Y así como había llegado, el hombre desapareció por uno de los pasillos de la torre, seguramente directo hasta su taller en donde había estado las últimas horas. A sus espaldas, entre sorprendidos e intrigados, el resto de los habitantes de la torre no podían más que debatirse internamente en quien era la pareja del millonario, en como había sucedido aquello frente a sus narices. Pero, y más importante, era en como descubrirían quien era la enigmática persona.
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—¿De qué te ríes?—
Entrando por la puerta de cristal de su taller, el millonario no podía retener las risas que amenazaban con convertirse en sonoras carcajadas. Y es que no se le había pasado por alto las expresiones de quienes estaban unos pisos más arriba, ahora seguramente cuestionándose como proceder y conocer a la misma persona que estaba sentada en un sillón dentro de su taller. Lastimosamente para todos ellos, el solo desearlo o atosigarlo a preguntas no les iba a funcionar, ni mucho menos esas ridículas habilidades de espías de las que algunos se jactaban. Por supuesto que no, él, Anthony Edward Stark, quería jugar, quería divertirse, quería gozar cada instante de ahora en adelante; tal vez un sentimiento meramente infantil, aquella malicia que siempre le acompañaba, que le impulsaba una y mil veces a usar a todos a su alrededor como blancos de broma.
Y tal vez otro poco como venganza ¿y cómo no? Comprendía, por supuesto, que no fuera la imagen a una relación formal. Pero de ahí a que lo dijeran con tanta soltura, que afirmaran que él no podría sostener algo tan serio como una relación ¡Incluso cuando llevaba haciéndolo frente a sus narices! Y peor aún, que no notaran que tenía una relación ¿No eran sus amigos? ¿No se suponía que convivía con ellos –para su condena– en la misma torre? ¿Y ahora decían que él no podía mantener una relación? ¡Ja! Ya verían todos ellos. No solo podía mantener una relación, no solo podía tomársela en serio –porque lo hacía, y la disminución de las fiestas a las que asistía era prueba de ello–, sino también arreglárselas para molestarlos hasta el cansancio hasta que decidieran poder ver claramente quien había logrado –con esfuerzo– controlar tanta excentricidad del millonario.
O al menos la mayor parte.
—Nada importante, Cap— con un movimiento de su mano, restándole importancia al asunto, se acercó hacia el rubio para terminar casi sentándose sobre él —. Quería proponerle algo, Capitán— murmurando prácticamente sobre sus labios, la sonrisa que curvo los labios del castaño fue suficiente preparación para el rubio, sabiendo que aquella idea que ahora rondaba por la cabeza del menor no saldría hasta que se manifestara en la realidad. Y él, por cómo iban las cosas, terminaría involucrado.
—¿Qué harás ahora, Tony?— con expresión tal vez algo abatida, el militar tomo de la masculina cintura a su pareja; vale, tal vez estuviera intrigado y preocupado por la idea que este fuera a proponerle, pero eso no evitaba que la imperiosa necesidad de estrecharlo cada vez más cerca de su cuerpo menguara.
—Solo… quiero proponerle un juego—
Sonriendo cada vez más, un escalofrió recorrió el cuerpo del rubio, ahora realmente preocupado por lo que pudiera salir de la mente de su pareja. Porque algo muy dentro de sí, tal vez esa vocecita que solía gritar en momentos de peligro, ahora parecía en un estado de alerta inminente; solo esperando, implorando, que el castaño no quisiera llevar eso a extremos de los cuales luego no pudiera sacarlo.
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