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Serpiente azul por aries_orion

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Notas del capitulo:

Pues yo sufriendo, no puedo acomodar los siguiente capítulos, las ideas van y vienen como el mar, y además traigo otras que no me dejan pero prometo que esta historia la termino.

 


Sí.


El puto infierno me cayó y lo más seguro es que el diablo se ríe de mí. El muy hijo de puta. No, el hijo de puta que se lleva la corona es ese bastardo, ese… Aomine.


Y vaya que Taiga maldecía, además de usar su vasto vocabulario de camionero con pirata cuando del moreno se tratara, siempre se aseguraba de hacerlo en su mente o en voz baja, o de plano en inglés. Sin embargo, había ocasiones, cuando está realmente cabreado, que lo dice en voz alta importándole un pepino quien o quienes lo escucharan. No obstante, todo el palabrerío era dirigido, últimamente, único y exclusivamente a un moreno de cuerpo de dios griego, con ojos cual zafiro y sonrisa sínica.


¿Cómo llegó a maldecir diariamente al moreno?


Pues…


Después de aquel abrazo fue jalado hasta su departamento, obligado a abrir para ser nuevamente jalado y azotado en el sofá, escaneado de pies a cabeza, notó como sus ojos se fijaban en su cabeza,


–¿Qué te pasó en…– fue interrumpido por el pelirrojo.


–Me caí de la tabla, piedras, herida de seis puntos, tengo que ir al hospital para que revisen. – Una pequeña sonrisa fue dada para el moreno.


–Te acompaño… ahora habla, ¿Qué pasó aquella noche y por qué te largaste sin decir nada?


Oh pues mira, me puse celoso de aquella chica además me mentiste, después trate de buscarte para disculparme, pero te encontré siendo devorado por una zorra… ¡Oh! Me gustas, ¿quieres ser mi novio?... Claro Kagami como si fueras a decir eso.


–Mal día… supongo.


–¿Mal día y… supones? – Un pequeño movimiento de cabeza afirmativo obtuvo. – Kagami nadie hace lo que tú sólo por un mal día. ¿Qué pasó? La verdad.


Oh sí, la verdad.


¿Cómo iba a decirle tremenda verdad después de no verse casi por dos meses? No podía y no quería. Aunque ya los haya aceptado no significaba que se encontraba preparado para decirlo en voz alta. Trató de buscar algún argumento lo suficientemente válido y creíble para que el moreno lo dejara pasar, pero había olvidado que Aomine era una persona insistente cuando quería conseguir algo.


–Kagami estoy esperando.


Pues sigue esperando y de preferencia sentado porque vamos pa´largo.


–Tenía… lo siento, no volverá a pasar.


–Esa no es excusa.


–Pues tómala como tal.


–Kagami, ¿qué sucedió? –  El tono serio que salió de Daiki, a Kagami le supo amargo, no quería ser presionado de esa forma, ¿es qué acaso no se podía conformarse con eso? –Kagami…


Y Taiga explotó.


–¡Joder Aomine confórmate con eso, ya te pedí perdón ¿qué más quieres?! ¡Yo paré cuando me dejaste en la mesa y no seguí insistiendo!


Escuchando chispas se fue a la cocina a sacar todo lo necesario para preparar algo, aunque no tuviera hambre de alguna forma le tranquilizaba el hacer todo aquello.


Mientras el pelirrojo se adentraba en la cocina, el peli-azul, algo sorprendido por las palabras de Taiga, se encontraba cual estatua en la sala. Aomine no podía creer que el pelirrojo recordara la pelea de aquella noche, lo peor es que se lo había echado en cara, bueno, no tan así, pero aquello parecía más una petición que un reclamo.


Dando una honda calada de aire para calmarse, se dirigió hacia Kagami, si el me dio mi espacio creo que debería hacer lo mismo. Resignado y dando un hondo suspiro se dirigió dónde estaba el chico en cuestión. Se acercó despacio, podía ver cómo el pelirrojo picaba y movía la cuchara en la sartén, se recargó en el refrigerador obteniendo como vista el perfil del chico. ¿Cuánto tiempo pasó? No lo notó, durante ese tiempo no habló ni movió un sólo músculo, se acercó cuando Taiga paró.


–Kagami.


El pelirrojo dio un salto en su lugar, pues no se había percatado del moreno a su lado.


–¡Hijo de puta! – Kagami realmente se llevó un buen susto, incluso su corazón comenzó a palpitar desenfrenado. –¡¿Pero qué putas te pasa, por qué malditas apareces así animal?!


Nuevamente el peli-azul se llevó una sorpresa, un tanto… peculiar, pues nunca había escuchado semejantes palabras de la boca de Kagami, ni cuando me gritoneo aquella vez dijo tantas palabrotas.


–Contesta.


–Yo… ¿desde cuándo tienes semejante vocabulario Kagami?


–Siempre lo he tenido, que no lo use no significa que no esté.


–Mm… – Revolviéndose los cabellos Aomine continuo. – Perdón por… bueno… lo sien…


Kagami levantó una ceja en señal de no comprender hasta que se topó con el pequeño sonrojo y el peculiar desvió de las pupilas azuladas que comprendió. El moreno se estaba disculpando por lo acontecido hace minutos.


–Pásame los platos para servir.


Aomine se le quedó viendo sin comprender las palabras del pelirrojo.


–Apresúrate Aomine sino se enfriará.


Daiki observó cómo Kagami le extendía la mano en espera del plato junto con una pequeña sonrisa en el rostro. Ahí entendió, era su forma de decir que las aceptaba y que todo estaba bien entre ellos. Le gustaba esa forma de ser del chico, cuando de solucionar un problema se tratara. Ambos se daban su espacio. Sin preguntas ni reproches. Buscó los platos donde le indicaron y los pasó. Estando en la mesa se percató del plato del chico, casi no tenía nada, lo cual le extrañó ya que siempre estaba casi lleno.


–¿No es poco lo que te serviste?


–No tengo mucha hambre. – El moreno entrecerró los ojos. – Aomine… t… haré de cenar lo que tú me pidas por una semana por… mí…


–Ya, entonces prepárate para cocinar teriyaki a…


–¡No voy a ser eso todos los días y más cuando yo también comeré!


–Pero si tú dijiste que eligiera lo que quisiera para cenar.


–Sí, pero…


–Ves, ahí lo tienes, no puedes retractarte.


–Sí puedo, es mi casa, mi comida y yo cocino.


Aomine volvió a entrecerrar los ojos. No estaba dispuesto a ser privado nuevamente de la comida del chico pelirrojo, quizá tendría que ceder, pero su orgullo no lo dejaba. Bueno que de orgullo no se come, así que haciendo un gran esfuerzo cedió.


–Bien, pero tres días de teriyaki.


–Bien.


Calmadas ya las aguas, retomaron su cena, mientras se contaban lo que habían hecho durante las vacaciones.


Las partidos uno a uno volvieron, las salidas igual, los torneos casi siempre pasaban a segundo o tercer plano. Sin embargo, el pelirrojo cada vez que salía con el peli-azul se tenía que tragar la bilis o controlar sus instintos, o sea celos, cada vez que al moreno se le iban los ojos por las féminas. Él no podía reclamarle nada, aunque se moría por gritarle unas cuantas verdades, se mordía la lengua para que su lenguaje nada educado saliera a luz. No obstante, todos tenemos un límite de aguante y Taiga estaba a nada de reventar.


En una ocasión todos los chicos de la generación junto con algunos otros miembros de sus actuales equipos se juntaron para jugar entre ellos. Todo estaba bien, los equipos habían sido formados de cuatro integrantes. En esos momentos estaban jugando el equipo de Taiga contra el de Daiki, sin embargo, a la mitad, el peli-azul se detuvo de improviso, logrando que todos hicieran lo mismo, nadie comprendía nada, hasta que Momoi le gritó que dejara de mirar y se concentrará en el juego, para después aventarle un balón a la cara.


El moreno se había quedado viendo idiotizado a un grupo de chicas que pasaban por las canchas. Kagami al notarlo, apretó con tanta fuerza el balón que los dedos se le pusieron blancos, los celos estaban haciendo acto de presencia junto con la ira y eso no era bueno, pero vamos que el pobre ya llevaba algunos meses así.


Tatsuya lo notó, pero no comprendía el porqué, no hasta que vio cómo las pupilas rojizas enfocaban al moreno y a las chicas sucesivamente. Comprendió y por el rostro que ponía su hermano, la onda expansiva sería letal, pues en dos ocasiones había sido testigo de la ira del chico cuando niños a causa de sus padres, rezando a todos los dioses habidos y por haber, se acercó para dejarle caer agua y que este pudiera distraerse.


–Himuro-kun.


–Muro-chin.


–Himurocchi, Kagamicchi.


Por las voces de Kuroko, Atsushi y Kise, provocaron que todos dejaran de ver hacia el moreno para prestar atención hacia el par.


Taiga estaba que se lo llevaba el tren, no sólo tenía que soportar al imbécil de Aomine, sino que ahora Tatsuya le había derramado agua, en serio, el pobre iba a reventar.


–Coges tus cosas.


Kagami no comprendió la orden dada, porque esa era una orden en toda regla hacía su persona, pero lo que no comprendía es porque le ordenaba Tatsuya si sabía que le reventaba que le ordenaran, vale, aceptaba las de la entrenadora y Aoi, pero...


–Coge tus cosas Taiga.


Repitió la orden. Esperaba que su hermano no reventara de verdad, sabía que no le gustaba recibir órdenes, pues están en su mayoría eran las causantes de su furia. Se dio media vuelta para recoger sus cosas, a punto de acabar, sintió como fue tomado del brazo con fuerza y girado con brusquedad, se topó con unos ojos cual fuego. Sí, mi suposición no era errada.


–Taiga, vámonos.


Kagami lo analizó, la mirada de su hermano le intentaba decir algo, pero no comprendía qué, pero también se dio cuenta que no le ordenaba porque quería. Más furioso que nada lo soltó y acato la supuesta orden. Al cerrar la maleta, ahora fue él, el tomado del brazo para ser jalado con brusquedad, la mano de Tatsuya fue bajando hasta que el agarre se hizo todavía más fuerte en su mano. Permitió ser jalado.


Mientras ambos hermanos abandonaron la cancha, a sus espaldas no notaron que dejaban dos miradas de enojo y las demás de confusión.


–¿Por qué Himuro-kun se llevó de la mano a Kagami-kun?


Momoi sólo le dio una sonrisa cómplice.


Sin darse cuenta habían llegado al departamento de Tatsuya, para después ser arrojado a su interior y acto seguido al sofá, deja vú, Alex se encontraba en el otro sofá viendo tv.


–¿Qué pasa chicos?


–Habla. ¿Por qué estas así?


Kagami no comprendía. Alex menos.


–Taiga, ¿por qué te pusiste furioso por lo que hizo Aomine?


El pelirrojo entendió. Contó todo, menos lo del verano, eso lo dejaba para él. Después de lo que le parecieron horas y ser sometido a un interrogatorio exhaustivo y peor que el del FBI, el silencio reino. La tormenta se desató, tanto Alex como Tatsuya querían ir a golpear y de paso, matar al peli-azul por lo que le estaba haciendo pasar a su hijo y hermanito. Kagami como pudo logró que se calmaran, les rogó que no hicieran o dijeran nada y menos a Aomine que él se encargaría, así mismo, le pidió a Tatsuya que si estaba cerca y veía que algo como lo de hace unas horas pasará, nuevamente que interviniera, el peli-negro acepto, Alex se sumó.


Después de dejar la casa de su hermano, llegar a la suya y meterse a bañar, sintió que al contarle a alguien su situación su cuerpo se había aligerado. Una sonrisa triste afloro.


Tres semanas después, durante el torneo, Seirin se volvió a enfrentar a Tōō. Kagami por más que tratara de concentrarse no podía, el tener a Aomine marcándolo le ponía los nervios de punta, su mirada afilada siempre la sentía escaneando todo su cuerpo. Lo que lograba sentirse desnudo ante él, su esquipo, sombra y entrenadora lo notaron, sin embargo, fue más notorio, hasta para los del otro equipo que al as de Seirin algo le ocurría, incluso los demás equipos que se encontraban de espectadores lo notaron.


Tanto Tatsuya como Alex decidieron intervenir cuando Kagami quedó sentado en el suelo con un rubor bastante notorio en su rostro. Afortunadamente el segundo cuarto ya había acabado. Los de Seirin no sabían qué hacer o decir, Kagami precia tan alterado y frágil que les daba miedo equivocarse en su actuar y quedarse sin su estrella, lo peor es que iban perdiendo por veinte puntos. Tres minutos quedaban del descanso para el comienzo del tercer periodo cuando un zapato dio de lleno en la espalda del chico, tanto Seirin como Tōō quedó en silencio junto con los encargados del partido.


Kagami se retorcía por el golpe. ¡Que eran converse, joder! El tenis con dura suela dolía como los mil demonios.


–Mierda, te pasast… – El pelirrojo fue cortado cuando vio la cara de pocos amigos de Alex y la de Tatsuya, aunque a él no se le notara, pero para el pelirrojo era claramente notorio, ambos estaban molestos, no, furiosos. Fue tomado de la camisa con demasiada fuerza y brusquedad para quedar a centímetros del rostro de la rubia.


–¡¿Que mierda te pasa animal, dónde quedó el jugador que venció al emperador enano de Rakuzan, eh?! ¡¿El que venció al tirador de mierda, la copia modelo, a la muralla niño y al cachorro de mierda de yo soy el único que me puedo vencer a mí mismo, eh?! ¡¿Eh?! Bastardo no vine desde mi preciada América a ver cómo era vencido uno de mis hijos predilectos.


Los insultos hacia Kagami fueron en aumento, al tercero fueron en inglés y ya nadie comprendió nada. Salvo algunos.


No dejes que tus sentimientos por él te cieguen, ¿no ves que tu equipo te necesita aquí y no en como follarte al idiota?


Pe-pero no puedo, esto es más fuerte, yo…


–¡Yo nada! –Fue arrojado hacia la cancha para después recibir un pisotón en el abdomen, provocando que todo el aire de sus pulmones se esfumara, se retorció, pero no pudo siquiera recuperar el aire cuando nuevamente fue tomado de la camisa. ­– Si no puedes, entonces vuelca todo ese enojo en el juego, grita lo que no puedes con tu juego, grítale todo lo mal que te hace pasar sin notarlo por ser un completo imbécil.


Alex lo soltó, se giró y se regresó a su lugar.


Taiga aún procesaba lo que su antigua entrenadora le había dicho, cuando sintió un fuerte golpe que le voltio la cara y partió el labio.


Imagina todas las veces que te dejó por chicas de grandes tetas y te obligó a seguirlo.


La última estocada que necesitó para regresar a sus cinco sentidos fue dada. Pidió perdón por su comportamiento y se fue.


Todos en el recinto quedaron en impactados, el silencio fue roto por las carcajadas del jugador de blanco y rojo.


–Kagami-kun ha regresado.


Cabe decir que Seirin barrió el suelo con Tōō, sobre todo Taiga contra cierto peli-azul.


Las palabras de Alex y Tatsuya se las repetía cada vez que jugaba contra el moreno, pero aun así, no evitaba que se sintiera dolido y triste cuando Aomine lo dejaba de lado cada vez que una chica pasaba o se les acercaba.


Y por ello, el pelirrojo maldecía al moreno en su mente cada dos por tres. Su infierno personal cada día se volvía más pesado y difícil de llevar, los juegos le eran provechosos para su descarga, sus cenas con el moreno le tranquilizaba. No obstante, ansiaba el verano, deseaba regresar a aquella playa donde eran sólo ellos dos, donde Aomine le pertenecía. Ansiaba surfear, ansiaba hablar con el mar.


Sin darse cuenta su preciado verano llegó, ni tardo ni perezoso hizo maleta y se fue, pero con una pequeña diferencia, Aomine iba a su lado.


 


 


El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros  somos los que jugamos.


William Shakespeare


 

Notas finales:

¿Alguna vez les han golpeado con un converse? No, pues no dejen que lo hagan duele horrores, en varias ocasiones me han golpeado con uno y… no es agradable. Si lo sé mis amigos y familia son raros je :D

 

Yanne. 


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