Hoy era un gran día. El navío se alzaba imponente sobre la mar en calma.
A pesar del ajetreo que había a bordo con los preparativos, a él le concedieron unas horas de relax; y ahí estaba: apoyado sobre la barandilla de estribor, contemplando el cielo despejado.
Mientras permanecía sumido en sus pensamientos, el invitado de honor llegó. Se trataba nada más y nada menos que de Akagami no Shanks, uno de los cuatro Yonkos, junto con Shirohige. Todos los tripulantes se hicieron a un lado, permitiendo una reunión más íntima con su capitán. Caminaba con solemnidad y, a pesar de faltarle un brazo, desprendía tal aura de confianza en sí mismo y sus capacidades que haría temblar a cualquiera.
Los silencios y confidencias dieron paso a las carcajadas y los brindis con sake. La tensión disminuyó bastante en cubierta, al comprender que los dos imponentes hombres habían llegado a un acuerdo. Sería un momento para recordar.
Pasaron las horas y el crepúsculo precedió a la noche. La tripulación comenzó a retirarse.
Después de una breve entrevista con su superior, volvió al mismo sitio en el que había estado apostado la mayor parte de la tarde. Se decía que le ayudaba a pensar.
Mientras contemplaba los últimos rayos de sol zambullirse en el horizonte, una mano se posó en su hombro, llamando su atención.
Se giró lentamente para descubrir quién pretendía molestarlo durante su tiempo libre.
Su sopresa fue suma al ver de quién se trataba.
- "Tú debes ser el Primer Oficial al mando, ¿me equivoco?".
- "Así es, me llamo Marco, Señor".- Contestó el aludido.
- "¿Marco el Fénix?" - Preguntó con curiosidad. - Edward y yo hemos estado hablando de ti; no sé porqué, tenía la esperanza de que fueras tú". - Esbozó una amplia sonrisa que iluminó su rostro.
- "Acaso os habéis fijado en mi?" - Preguntó Marco con cierto tono de duda.
- "¡Claro!". - Exclamó alegremente. Y bajando un poco el tono de voz, agregó: -"Es cierto que me gustan los morenos... pero no he podido evitar fijarme en ti desde aquella posición, y soy consciente de que tu tampoco me has quitado ojo de encima."
Ante esa aplastante afirmación, el pobre Fénix no pudo evitar ruborizarse: le habían pillado.
- "Yo... puedo explicarlo..." - Sus dedos jugueteaban nerviosos con la hebilla del cinturón.
- "No tienes que excusarte, ambos somos adultos libres que saben lo que quieren. O por lo menos yo sí lo sé".
Deslizó su mano por la espalda del oficial y mirándolo directamente a los ojos dijo: -" Es una verdadera lástima que tenga que marcharme, pero soy un hombre demasiado ocupado. Y dado que no puedo hacerte pasar la noche a mi lado, por lo menos no me iré de aquí sin un recuerdo".
Sin dudarlo, con un movimiento enérgico, atrajo la cabeza del joven hacia sí y posó sus carnosos labios sobre los otros. Esperó unos segundos y en el preciso instante que notó cómo cedía la resistencia, aprovechó e introdujo su lengua en la húmeda cavidad.
Marco no podía creerse lo que estaba pasando, ¡él idolatraba a ése pirata!. Así que tomando conciencia de la situación, se agarró a su cintura y se pegó tanto como pudo.
El pelirrojo comenzó una danza frenética, en la que no había ganador ni perdedor, sólo una desbordante lujuria.
Pasados unos segundos que se hicieron eternos, el invadido sintió la imperiosa necesidad de retirarse en busca del preciado oxígeno qe le faltaba.
Shanks aprovechó este impás para soltarlo y dió un paso atrás.
- "Ha sido magnífico. Lástima que no pueda comprobar cuán apasionado debes de ser, pero es la hora. Sólo has de saber una cosa Marco "el Fénix": ésto no es un adiós, es un "hasta la vista".
Dicho ésto, dió media vuelta y emprendió el regreso a su propia embarcación, dejando a un confuso joven al cuál aún le faltaba el aliento, pero que portaba en susu mejillas el dulce sonrojo de una ilusión.