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Latidos silenciosos por urahara

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Notas del capitulo: Primero que nada, tengo que decirles algo, estaba a punto de subir este capítulo cuando note algo: mi fanfic salía como finalizado, no sé como paso, tal vez lo apreté sin querer la ultima vez que actualice, no estoy segura, ya se me hacia raro tener tantas visitas de un día para otro, les pido perdón a los que leyeron pensando que estaba finalizado, que vergüenza, juro que fue sin querer, ya en otras ocasiones había dicho que soy un asco con la tecnología, pero nunca creí llegar a cometer ese error tan estúpido. lo siento, lo siento, en serio lo siento.
Bueno, dejando de lado eso, también quería contarles que ayer viendo un documental sobre la vida de Jesús (es raro que una adolescente vea esas cosas, lo sé, en mi defensa lo estaba viendo con mi madre) bueno, el punto es que estaban investigando las escrituras de Mateo y descubrí que Mateo significa virginidad, en ese momento estalle en carcajadas y corrí a contárselo a mi hermana, al final las dos morimos de risa y mi mamá no sabía que pensar. Creo que si hubiera sabido esto antes no le habría puesto así a nuestro querido Teo, pero tal vez puedo ocuparlo en un capítulo futuro.
Además, otra vez, no pude hacer la edición de los cap 1 y 2, pero algún día lo hare, pero voy un poco atrasada con el capítulo 11.
Bueno, no sé porque las notas me salieron tan largas. Aquí la ultima parte del capítulo 10, espero les guste, se sabrá un poco sobre el pasado de mi Gabi, y se presentara una solución a los problemas de Mateo. Lean.
Después de ver la silueta de mi alumno salir por la puerta, comí lo más rápido que pude, le deje mi postre a Lucas, y corrí a la sala 12, donde José me esperaba como quien espera la muerte. Me senté frente a él y comencé a hablar, tratando de no hacer notar mi rabia:
-no te preguntare qué es lo que estaban haciendo ayer, porque es más que obvio- le dije mirándolo a esos expresivos ojos marrones-, pero si te preguntare la razón-.
-no tengo excusa- respondió tímido- ambos queríamos sexo informal, nada más.
-¿no lo amas?
-no- no supe si sentirme aliviado por eso, o molesto, porque él tenía el privilegio de poseer a mi ángel sin merito alguno, y sin nada de amor… nada más que pasión. Yo sí merecía estar en su lugar.
-¿Cuántas veces se ha repetido está situación?- dije aunque no debía preguntar eso.
-¿conmigo?- pregunto, sabiendo que él no era el único. Yo asentí con la cabeza-… bueno, las veces que lo hemos intentado usted nos ha interrumpido- dijo avergonzado. Eso me tranquilizo e incluso me dio un poco de lastima.
- José, no me importa si tienes sexo- dije y pareció sorprenderse- tampoco me importa si es con un hombre o con una mujer, solo te pido que lo hagas con una persona a quien ames… bueno, y que uses condón.
Después de unos minutos de estupor pudo reaccionar:
-gracias- me respondió tartamudeando, sin terminar de creerse lo que le había dicho- lo haré, padre –dijo con seguridad y yo le dedique una de mis características sonrisas, que en esos días parecían haber disminuido drásticamente.
-ya, ve a descansar y cuida bien de Lucas, nos vemos en clases- despidiéndose con la mano salió de el aula. Me quede tranquilo, sabiendo que las palabras de José eran sinceras.
Luego, me dirigí a la enfermería a tomarme un té con Julia como se lo prometí y, como la mayoría de las personas aquel día, salto del susto y me pregunto asustada:
-¿¡Qué te paso?!- grito, y empezó a tomarme la temperatura.
-estoy bien- respondí. Creí que después de la siesta, no me vería tan desastroso- solo vine por ese té que te prometí.
Nos la pasamos hablando sobre varias cosas mientras tomábamos el mismo té de manzanilla que se les da a los alumnos enfermos del estomago. Trataba de no mostrar lo decaído y pensativo que estaba frente a mi amiga, pero, para todos, yo era un libro abierto. Sin embargo, Julia no dijo nada y trato de distraerme con sus relatos y chistes malos.
Pasaron las horas, y el castigo de Mateo estaba por comenzar, y a pesar de que era más que obvio que después de lo de ayer, no volvería aparecer por voluntad propia frente a mí, quise esperarlo en el salón, por si acaso, porque aprovecharía cualquier ocasión para arreglar las cosas.
-ya debo irme, señorita Julia, nos veremos otro día, gracias por el té.
- adiós, y como te portaste tan bien, ten- me dio una paletita de fresa y un parche curita*. Se lo agradecí y me fui a mi sala a esperar a Mateo.
Sentado en mi escritorio, desesperado, me metí la paletita de fresa a la boca, tratando en vano disminuir mi ansiedad, tratando de imaginar que la que tenía en la boca era uno de los cigarros que llevaba en el bolsillo de la chaqueta, sí lo, admito, esos cilindros rellenos de muerte eran mi más oscura placer secreto. Trate de dejarlo, y hasta ese momento llevaba 3 semanas sin fumar, pero parece que elegí el peor momento para hacerlo, pues el estrés y angustia resiente me hacían desesperar por algo de nicotina en mi cuerpo.
Mientras mi debate mental y moral sobre fumar estaba en su climax, Mateo apareció por la puerta, sin siquiera mirarme, y se sentó en un banquillo cerca de mi escritorio, pero no lo suficiente para tener que enfrentar su mirada.
-buenas tardes, Mateo- fue lo único que pude decir, pero él no respondió “tal vez solo está aquí por el castigo, es obvio que preferiría no verme” pensé, pero a pesar de eso me decidí a recuperar su confianza, y si la única forma de verlo nuevamente sin su máscara era quitándome la mía, lo haría.
-Mateo, está bien si no quieres hablarme, ya te he interrogado mucho en estos castigos ¿verdad?, ahora es mi turno de hablar, y entonces podrás juzgar si soy quien tú crees.
No soy perfecto, Mateo- dije mientras me levantaba de mi asiento para caminar lentamente por el aula, y él me miro sin entender- ayer dijiste que soy perfecto, ¿recuerdas? No lo soy, tengo tanto defectos- sin poder resistir la tensión, y a pesar de estar en una sala de clase, tome mi cajetilla de cigarros y con manos temblorosas me lleve uno a los labios, y cuando estuve cerca de la ventana, lo encendí y disfrute de una profunda calada de mi primer cigarro en interminables días- y este es solo uno de mis defectos- señale al productor de cáncer en mi mano y me lo lleve a la boca nuevamente- tengo millones ,y si los enumerara nunca terminaría, pero lo intentare: siempre fui muy dependiente de los demás; llego tarde a todas partes y casi siempre impresentable, casi nunca me peino el cabello y no me gusta ir a la peluquería; se me olvida afeitarme- dije tocándome la barba que había empezado a crecer desde la última vez que me recorte la barba, hace una semana-; tiendo a pensar mucho más en las consecuencias de mis actos que en mis actos mismos; mucho de lo que hago me recuerda a un libro cuando debería ser lo contrario; me desvelo pensando en los errores que he cometido aquel día y los anteriores; suelo asustarme por todo y por nada, y puedo contar con los dedos de una mano a las personas que les he sido verdaderamente honesto; y quiero ser honesto contigo, ¿sabes porque?, porque si no me volverás a hablar, quiero devolverte lo que tú me diste, me entregaste tu confianza, y yo te daré la mía- tome el valor de mirar a Mateo mientras exhalaba el humo de mi cigarro y evaluándola, pude ver que su mirada me pedía continuar- Bueno, si voy a contarte toda la historia supongo que debo empezar por mi madre, mi madre es… una buena mujer, casi una santa, pero está equivocada. Cada vez que el tema de la homosexualidad salía en la conversación, ella me miraba a los ojos con notable preocupación y seriamente me decía “ten cuidado con esas personas, amor”. Obviamente no le podía decir que su único y querido hijo era eso de lo que trataba de protegerlo. Desde la muerte de mi padre, cuando yo tenía 3 años, me convertí en el centro del mundo de esa mujer. Crecí escuchando de sus labios que algún día tendría una hermosa esposa, un gran trabajo y tiernos hijos; y mientras ella se deslomaba trabajando por esos sueños que creía también míos, yo me veía a escondidas con un chico, Javier, mi ex-novio ¿recuerdas que te hable él?
Recuerdo los tiempos en los que nos escapábamos por la noche y nos juntábamos en el lago de mi pueblo, podíamos hablar toda la noche, abrazados; nos reíamos, él era muy risueño; nos besábamos e incluso… incluso hicimos el amor. Yo nunca tuve el valor de hacer pública nuestra relación, tenía miedo de lo que podían decir, tenía miedo de que nos separaran y tenía miedo de decepcionar a mi madre; y él, con la mirada gacha y lagrimas en los ojos me decía “esperare hasta que estés listo” cada vez que tocábamos el tema, pero él debió haber adivinado que nuca estaría listo, y me espero por dos largos años. Y entonces, antes de entrar al seminario, termine con él, me sentía culpable estando en una relación con él si ya había decidido que me vocación sería el sacerdocio, pensé que esa sería la mejor opción, no le daría a mi madre los nietos que tanto quería, pero no la decepcionaría y con mi precario sueldo de profesor de religión podía pagarle una vida de paz. Javier solo asintió, y lo último que vi de él fue su figura corriendo a la orilla del lago, supongo que ya lo sabía, era quien mejor me conocía- termine mi relato y Mateo parecía incluso más enojado que cuando llego - He cometido muchos errores en mi vida, Mateo, y cada noche le pido perdón a Dios por ellos, pero ya no quiera errar más, quiero hacer bien las cosas esta vez.
Vote la colilla por la ventana y por primera vez desde que Mateo entro por esa puerta, lo mire firmemente a los ojos, y fueron interminables los segundos en los que nuestras miradas chocaron, hasta que mi vista paso de sus ojos a su cuello y a ese gran chupón “¿Cómo es que aun no se borraba?” Me acerque a él y me dirigí directamente a su cuello, el pareció asustado al principio, pero se mantuvo quieto. De mi bolsillo saque la bandita que me había dado Julia y con él cubrí esa gran marca roja. …l no se lo quito, tampoco hablo, parecía que después de haber interrumpido tantas veces mi clase se le habían acabado las palabras; solo espero a que me alejara, y eso hice, me dirigí nuevamente a la ventana y metí la mano al bolsillo de mi chaqueta para tomar la cajetilla y llenar mis pulmones de tabaco por segunda vez, pero ahí solo había un puñado de papeles algo arrugados, que habían permanecido ahí desde el domingo en la mañana, era la sorpresa que le tenía preparada a Mateo… pero que nunca le pude dar.
Saque los papeles con cuidado para no romperlos, y al desdoblarlos vi el titulo para una nueva etapa en la vida de Mateo: “Concurso: Una beca de cuento de hadas”. El concurso consistía en que el autor del cuento o fabula infantil mejor evaluada por los jueces ganaría una beca completa de cualquier carrera humanista en una universidad de la capital, no era la mejor, pero era buena en las carreras relacionadas con lenguaje. Esos papeles podían ser la salvación de mi alumno.
Trate de ordenar y desdoblar los papeles y los deje en la mesa frente a él- espero que te sirva, fue lo único que pude encontrar, he visto tus reportes de lengua, eres un buen escritor… si ganas, no creo que tus padres puedan negarse.
Me miro confundido, aun no entendía de lo que hablaba, porque apenas si había apartado la mirada de el único guante de cuero negro al estilo Michael Jackson que llevaba.
Salí de la sala, para poder fumar tranquilo en mi habitación, pero, cuando cerré la puerto tras de mí, pude escuchar un ahogado grito de asombro.
“ojala te sirva” pensé, y por fin tuve mi conciencia tranquila “tal vez no necesite ese cigarro”.
Camino a la habitación de Lucas, vote la cajetilla en un basurero del corredor. Y me fui contando para regularizar mi respiración “1, 2, 3, 4….”
Notas finales: *1: bandita, parche, tira adhesiva sanitaria, o como quieran decirle, pero aquí en Chile se le dice parche curita.

Bueno, ese fue el capítulo de la semana, espero les haya gustado, eso no es todo lo que se sabrá sobre el pasado Gabí, no se preocupen, me preocupa que esa parte no haya quedado muy bien, así que denme su opinión por favor.
Sé que fue cortito, pero la próxima semana continuare con los capítulos de siempre, gracias a que mi muñeca esta mejor que nunca ;) Así que hasta el próximo sábado, besos. Gracias por tomarse el tiempo de leer.

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