Latidos silenciosos por urahara

-Muy bien, este es el teléfono de la casa de mi madre- se lo entregue en un papel anotado- si ocurre algún problema solo llámame, hay un teléfono en mi habitación, aquí está la llave- le dije a Mateo al despedirme. Ya había llegado el viernes, Lucas y Mateo me fueron a dejar a la puerta del instituto para despedirme y que yo pueda ir a visitar a mi madre.
Ya tenía todo listo, dos maletas en mano, un auto esperándome afuera y el permiso de mis superiores para ausentarme una semana.
Lucas se aferraba a mi cintura, pero su estatura comparada con la mía hacían bastante cómico su intento por abrazarme; y Mateo solo me miraba fijamente, tal vez diciendo con la mirada que me extrañará.
-Maneje con cuidado, padre, que tenga una buena semana -me dijo Lucas estrujándome aún más.
-vamos Lucas, tienes que soltarme para que pueda irme – le pedí tomando sus brazos con delicadeza y separándonos. Vi sus ojos grises cristalizarse y advertí como me gritaban: “¡quédate conmigo!”, pero supe que no se atrevería a decirlo en voz alta, para que no me sienta obligado. Sentí ganas de hacerle caso a esa mirada, pero pensé en mi anciana madre y en lo feliz que se escuchaba cuando la llame para avisarle de mi visita y no pude ceder a esa suplica silenciosa. En lugar de eso le di un fraternal beso en la frente y le dije:
-te extrañare, cuídate mucho, y si pasa algo dile a Mateo o me llamas a mí, ¿vale?- él solo asintió y se separo un poco de mí.
Llego el momento de despedirme de mi ángel. No supe si despedirme con la mano, abrazarlo o derechamente besarlo (tal vez eso hubiera sido demasiado), así que ante la duda lo único que pude hacer fue extender mi mano para estrechar la suya, en una de las despedidas más estúpidamente formales que se me pudiera haber ocurrido.
De repente y sin que me lo esperara él se echó a reír con ganas, más bien se estaba burlando de mí.
-realmente no tienes caso, Gabi- creí que había notado mi obvio nerviosismo y no pude evitar que mi cara ardiera- eres demasiado inocente, ¿sabes lo que acabas de hacer sin siquiera darte cuenta? –yo lo mire sin entender- acabas de darme tus llaves- dijo mostrando el manojo de llaves que le entregue con un llavero de madera que tenía tallado mi nombre.
“¿Cuál es el problema?” pensé y parece que él leyó esa pregunta en mi rostro pues nuevamente se echó a reír.
-me entregaste tus llaves, podría hacer o sacar cualquier cosa de tu habitación; en este manojo también están tus otras llaves incluyendo tu llave maestra, ¡le diste la llave maestra a uno de los alumnos más problemáticos del instituto!, podría entrar a cualquier salón de la escuela ¿en qué rayos estás pensando?- me regaño y me golpeo en el hombro.
-sólo pienso en que confió en ti- dije sobándome el área golpeada.
El pereció sorprenderse por mi comentario. Abrió la boca un par de veces para hablar pero no articulo palabra, sólo agacho la cabeza.
-Bien,- respondió al fin- ten un buen viaje.
Mateo se despidió con la mano mientras se alejaba del lugar, supongo que iría a descansar. Después de una agotadora semana en la que habíamos estudiado todas las tardes, le haría bien dormir. Lucas me abrazo con fuerza por última vez y corrió tras Mateo hasta llegar a su lado y tomar su mano, esa acción ya se estaba haciendo una costumbre en los momentos de debilidad de mi pequeño alumno, y debo admitir que me disgustaba.
-Espera, Mateo, tengo que hablar algo contigo- él me miro con duda y después de pedirle a Lucas que se adelantara, camino hacia mí. Sé que su caminar debía ser rudo, como él, pero yo lo veía más bien como un ángel flotando, tal vez así veían todos los hombres enamorados.
-Te quería pedir que cuides bien de Lucas, por favor- dije cuando ya estaba frente a mí.
-sabía que dirías eso, pero no tienes que pedirlo, yo lo cuidaría aunque tú no quisieras, he llegado a tenerle cariño.- “confías tan rápido en las personas, Mateo… y se supone que yo soy el inocente” pensé con la extraña certeza de que él pensaba lo mismo.
-no sólo quería decirte eso- dije y lo abrace teniendo que agacharme un poco- quería despedirme como es debido-le susurre pues no quería hablar tan fuerte con mi boca tan cerca de su oído, y también porque me daba un poco de vergüenza lo que estaba a punto de hacer. Bese su frente como lo hice con Lucas, aunque por mucho más tiempo y disfrutándolo mil veces más.
Me separe de él y mire su rostro cubierto de pecas y ahora de rubor. Parecía que Mateo se sonrojaba con frecuencia o tal vez era porque su piel clara hacia que se note demasiado.
Sentí que podía quedarme todo el día ahí mirándolo y se me haría tarde, así que juntando toda la voluntad que tenía dije:
-descansa Mateo, te has esforzado mucho esta semana.
-gracias. No es como si quisiera que te vayas, pero me alegra por fin poder hacer lo que quiera en la noche.
Temí por lo que podía significar “lo que quiera”. “Seguro se acostara con alguien” pensé con miedo, pero no podía ser tan egoísta como para encerrarlo conmigo si yo no podía darle lo que deseaba.
"Sólo será por una semana" trate de tranquilizarme mientras nuevamente veía a Mateo alejarse después de articular un simple "adiós"