Capítulo 21: No soy quien creen (capítulo de reflexión)
Creo que ustedes no pueden llegar a entender cuanto me gusta ese hombre, incluso a veces siento que la palabra gustar le queda corta a estos sentimientos que me aplastan el pecho sin dejarme respirar; pero finalmente es porque no quiero admitir que, a pesar de que ha pasado tan poco tiempo… me he enamorado ¡Vaya! Incluso pensarlo me provoca un inmenso temor, aunque ya no sé si los desenfrenados latidos de mi corazón son a causa de ese temor o es que el simple recuerdo de su presencia me lo provoca.
Sea como sea, ahora no importa, en la comodidad de mi cama puedo escuchar mi corazón como una cabalgata desenfrenada, haciendo eco en la solitaria habitación y no sentir culpa alguna. Porque no siento remordimientos por querer, porque querer es una de las pocas cosas buenas que considero que he hecho; sin embargo, frente a él, debo esconder mis sentimientos, silenciarlos.
Por eso duele tanto. Cada latido duele más, y con cada suspiro vuelan aún más lejos mis esperanzas. Pero así debe ser, porque es lo “correcto”, porque ya le he causado suficientes problemas.
Y es por eso que quiero dejar de sentir, callar los latidos ¡matar los latidos!, pero una y otra vez retumban en mi cabeza, como presionándome, presionándome para decírselo. Pero no puedo ¿Cómo podría ser? ¿una relación alumno- maestro? Imposible ¿Cómo pude siquiera pensar en besarlo en aquel pasillo? Intento convencerme de eso, sin embargo la misma escena se repite en mi cabeza, pero con un final diferente: Si me hubiera acercado un poco, si hubiera tocado su mejilla o sus labios, si hubiera dejado en claro que mi único objetivo en ese momento eran sus labios… entonces tal vez él me habría besado, y en este momento me estaría arrepintiendo de lo que hice, y no de lo que no hice.
Y ahora estoy aquí, tirado en mi cama. Perdí la cuenta de cuantas lagrimas he visto caer hacia mi libro y a pesar de que mi visión se nubla sigo leyendo una y otra vez la misma estrofa:
Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar,
fingiré una sonrisa como un dulce contraste
del dolor de quererte… y jamás lo sabrás.
Y tal vez piensen que todo lo que les digo ya es normal, tal vez ya están acostumbrados a que Gabriel sea así de sensible y romántico, pero yo, quien les habla, no soy Gabi. Soy Mateo, sí, Mateo Peralta, el que se supone que es rudo, el que se supone que es un insensible ¡También puedo sentir! ¡También puedo sufrir!
Sé que mi actitud es difícil de descifrar y que muchas veces me comporto con un idiota, pero esa es sólo mi mascara, con la que intento esconder mi debilidad, la que más de una vez se ha caído al enfrentarse a eso enormes ojos verdes avellana.
“...Mi verdadero yo se siente solo”
Amor Yaoi
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