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Latidos silenciosos por urahara

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Notas del capitulo:

Les dejo el capítulo, espero les guste.
Perdón por haber subido el capitulo 6 tan tarde, pero mi internet me fallo y me costó mucho subirlo al fin (por eso no tenia notas del capítulo).

Me levante perezoso, cuando pude abrir los ojos y enfocar correctamente mi vista en el reloj de mesa, salí de un salto de la cama. Otra vez me quede dormido, era de esperarse después de dormirme tan tarde.
Salí de mi cuarto hacia las habitaciones estudiantiles, debía despertar a Mateo, ya que supuse que a esa hora, las 7:30, en un día sábado seguiría tal y como lo deje la noche anterior.
Llegue a la habitación 508, toque la puerta, no espere una respuesta y entre, encontrando a Mateo saliendo del baño con el cabello mojado, una camiseta de “Iron Maiden” y unos pantalones de cuero ajustados a sus delgadas piernas.
-cámbiate ahora- le ordene tratando de no poner demasiada atención en esa prenda que no dejaban nada a la imaginación.
-¿Qué? ¿por qué?- pregunto enojado.
-vamos a la iglesia, no a un concierto de heavy metal.
-como quieras- dijo rendido sacándose la camiseta, por lo que me volteé rápidamente no sin antes echar un vistazo a su delicado abdomen lleno de pequitas al igual que su rostro, era tan lindo.
“¿se está vistiendo en frente de mí?” pensé mirando hacia la pared nervioso y avergonzado “¡¿cómo se le ocurre?! Ok Gabriel, tranquilo. Solo no hagas contacto visual, no hagas contacto visual, no hagas contacto visual…”
-muy bien, ya puedes voltear- dijo con tono burlón. Me volteé más relajado y lo que vi me dejo congelado, Mateo se mostraba frente a mí usando tan solo unos apretados bóxer azul marino. Su cabello normalmente enrulado estaba liso y pegado a su rostro y cuello gracias a la ducha que se acababa de dar, sus pecas recorrían desde sus mejillas, pasando por sus hombros y llegando casi hasta el final de su abdomen plano, y un poco más abajo sus largas piernas se mostraban tentadoramente largas y delgadas.
“ya se me hacia raro que se haya tardado tan poco en cambiarse”
Mi rostro se tiño de todos los colores del arcoíris y cuando pude reaccionar me cubrí la vista, avergonzado. Mateo no aguanto la risa y se desplomo sobre su cama llenando la habitación de carcajadas.
-¡no es gracioso! – dije mientras aun me tapaba la vista.
-eres tan inocente, Gabi- nuevamente me empezaba a llamar por ese raro sobrenombre- ¿creíste que ahora que eres mi amigo dejaría de hacerte bromas?
“¡dijo que soy su amigo!” pensé feliz, pero aun me sentía rojo de vergüenza.
-deja de jugar con mi abstinencia, es cosa seria.
-de acuerdo, no lo volveré a hacer. Yo te aviso cuando puedas mirar, dijo y supuse que comenzó a vestirse. Pasaron unos minutos y al fin dijo:
- muy bien, abre los ojos-
Separe mis manos de mi rostro con lentitud y desconfianza, para asegurarme de que no fuera otra broma, y cuando me sentí seguro pude ver a Mateo con una camisa celeste, unos jeans holgados y unas zapatillas deportivas.
-así está mejor- dije- pero ponte un suéter
-pareces una madre-se burlo y yo solo lo mire como diciéndole “cállate y abrígate”
- muy bien, me pondré una chaqueta- y entonces saco su siempre confiable chaqueta de cuero. Pensé en decirle que busque algo más apropiado, pero ver a Mateo sin su chaqueta era como no ver a Mateo.
-muy bien, ¿nos vamos?- pregunte.
-claro –dijo y bostezó cansado.
-gracias por haberte levantado tan temprano.
-no hay problema, de hecho creí que llegarías más temprano y me regañarías.
-sí, es que me quede dormido.
Salimos del instituto después de que firmara la autorización para la salida de mi alumno y caminamos hacia la iglesia, que quedaba a unas pocas cuadras del instituto. Me alegre al notar como el humor de Mateo mejoraba con cada paso, en una actitud completamente distinta a la que me mostró ayer, se notaba que le gustaba pasear.
-hace mucho que no salía del Insti- dijo mientras acariciaba a un perrito cuando ya estábamos en la entrada de la iglesia.
-¿Te parece dar un paseo después de terminar el trabajo aquí?- pregunte y parecieron brillarle los ojos con la idea.
-¡Sí!- grito con una actitud infantil. No parecía ser el mismo Mateo Peralta de hace una semana.
-muy bien, pero ahora nos ayudaras ¿ok?
-¿nos ayudaras? ¿a quiénes?
-a mí y a los otros sacerdotes y diáconos- dije como algo obvio y él pareció recordar que la iglesia pertenecía al instituto por lo que la ocupaban varios sacerdotes, y entonces pareció volver a su acostumbrada actitud enojada y resignada.
-vamos, anímate, la mayoría de estos Padres son buenos, además no me separare de ti en ningún instante ¿de acuerdo?
-si tú lo dices- dijo rendido pero con una sonrisa en el rostro- pero después de esto me tendrás que comprar un helado.
-De acuerdo, es un trato- dije cuando entrabamos a la iglesia. Me persigne frente al altar y Mateo, después de mirar hacia todos lados y notar que no había otra persona alrededor, no se molesto ni en mirar al Jesús crucificado sobre el adorno de flores al final del pasillo, en lugar de eso recorrió curioso por toda la extensa habitación, desde los confesionarios hasta la estatua de María, deteniéndose en esta y en las estatuas y pinturas de varios santos.
-esta iglesia es bonita-dijo finalmente- aunque me gusta más el estilo gotico.
-¿nunca habías venido?
-no, siempre me escapaba cuando había misa obligatoria, quería evitar las iglesias mientras me sea posible-
“¡oh! Claro, él tiene un puto trauma de la infancia y yo lo traje aquí como castigo” pensé queriendo golpear mi cabeza contra el altar.
-perdóname- fue lo único que se me ocurrió decir.
-¿por qué…? ¡Ah! No, no te preocupes, ya era hora de que viniera, además no todo lo que tiene que ver con la iglesia es malo ¿verdad?-
“¿se refiere a mi?” pensé y él me sonrió “¡sí se refiere a mí!"
-además tú me protegerás ¿verdad?- dijo y solo necesite una capa para sentirme un súper héroe.
-Gabriel, llegas tarde nuevamente- dijo el Padre Agustín uniéndose sin que nos diéramos cuenta en la conversación, era un amigable sacerdote y ex profesor de religión, ya entrado en años-¿y quién es tu compañero?- dijo refiriéndose a Mateo.
-ah, disculpe mi descortesía, él es Mateo Peralta, es un voluntario- mentí.
-mucho gusto-dijo Mateo simpático y ofreciendo su mano a pesar de parecer un tanto incomodo con su presencia.
-un voluntario, que bien-dijo con su buen humor acostumbrado, era uno de eso típicos abuelitos tiernos, que caían bien al instante- al último voluntario que trajiste fue ese pequeño y tierno niño, Lucas, y hasta yo podía cargar más cajas que él-se burlo el anciano y eso hizo que la sonrisa de Mateo se ensanchara.
-pues yo puedo cargar las cajas que usted quiera.
-hoy solo necesito contar el dinero de las donaciones para el asilo, ¿eres bueno con los cálculos?- yo sin poder contenerme más estalle en risas, que hizo eco en toda la iglesia. “¿Mateo bueno con los cálculos? No me hagas reír”, después de lo que me había contado, sus faltas al reforzamiento de matemáticas y las notas que había visto la noche anterior, era obvio que era un asco en eso".
-¡Gabi! No te burles- protesto mi alumno problema.
-¿Gabi?- pregunto el Padre y fue su turno de echarse a reír. Finalmente todos terminamos estallando en carcajadas, que resonaron por toda la iglesia.
- muy bien, ya me quedo claro que no se te dan las matemáticas, ¿quieres ver como se hace una hostia?- dijo luego de contener la risa el Padre Agustín, él siempre era así, desde que lo conocí en el seminario, siempre atento con todos, no como otros sacerdotes que hubieran huido al ver la oreja llena de piercings de Mateo.
-es uno de los misterios de mi infancia, aunque ¿no se supone que las hostias se compran?- respondió Mateo.
-normalmente, pero de vez en cuando me gusta hacerlas, me recuerda a mis primeros años en el seminario. Sígueme, tú también Gabi- se burlo. “creo que me seguirá diciendo Gabi por el resto de mi vida”
Luego del recorrido hicimos las cuentas, o más bien yo hice las cuentas del asilo, porque en ese aspecto Mateo no puede hacer mucho y Agustín hace años que veía menos que un topo, por lo menos me acompañaron.
Después de un rato regresamos al altar donde Agustín comenzó a guardar las ostias, mientras Mateo se encargaba de los arreglos florares para la misa de las 9:45, y yo me paseaba nervioso entre los asientos, con la remota esperanza de que Lucas apareciera.
Cuando ya la gente iba llegando y el Padre Agustín estaba listo para oficiar la misa, integro a Mateo en el coro de la iglesia, quien acepto gustoso ya que, recito textual: “durante la ceremonia el coro no tiene que pararse de sus asientos”.
Comenzó la misa cantando “abre tu jardín”, lamentablemente entre todas las voces del coro no pude distinguir la de Mateo. Sentí un extraño y repentino interés por saber cómo cantaría.
Durante las lecturas y reflexiones Mateo parecía siempre serio, como el Mateo que todo el mundo conocía, pero al momento de cantar parecía adoptar una actitud entusiasta y alegre, casi infantil. Se adaptó muy fácilmente, pero aun así no quiso recibir la ostia, seguramente había perdido muchas de esas costumbres. Ahora se preguntaran ¿Cómo se todo eso? fácil, es que durante toda la ceremonia yo no dejaba de ver descaradamente a mi alumno problema de hermosos ojos zafiro, y no sé si simplemente no se dio cuenta o derechamente prefirió ignorarme.
Finalmente cuando todo había terminado y la gente se había dispersado, fui a buscar a Mateo quien prefirió esperarme en la entrada mientras yo organizaba algunas cosas para la próxima misa en una de las oficinas de atrás del templo. De camino algo me distrajo. Una voz cantando con un tono suave pero contento.
-“Hay ángeles volando por este lugar,”-
La voz provenía del altar.
-“En medio del pueblo y junto al altar,
Subiendo y bajando en todas direcciones.”-
Camine por el largo pasillo hasta ver una pequeña silueta arrodillada frente a la estatua de la Virgen María, pero no estaba rezando.
Era Mateo cantando junto a la estatua.
Espere un tiempo antes de que pudiera verme, quería disfrutar de ese lado inocente de Mateo. Quería deleitarme con su voz antes de que notara mi presencia, era preciosa. Casi me parecía que escuchaba el canto de un ángel… mi angelito.
-“No sé si la iglesia subió o si el cielo bajo
Si sé que está lleno de ángeles de Dios
pues el mismo Dios está aquí”-
Finalmente termino de cantar sacándome de mi ensueño.
-Mateo, cantas muy bien- fue lo único que pude decir desde la distancia.
-¿eh? gracias- dijo sin mucho interés y permaneció concentrado haciendo algo, pero ¿qué?
-¿Mateo, qué haces?- dije acercándome y pude ver como prendía una a una las velas alrededor de la Virgen con un encendedor- ¿estás pidiéndole algo a María*? – ni siquiera volteo a verme, parecía muy concentrado y nostálgico.
-no, yo solía hacer esto cuando era un niño, prendía todas las velas al rededor de la virgen para que los deseos de todos se cumplieran, y luego prendía una mía.
-eso es muy tierno.
Él permaneció mirando la llama de la vela que acababa de prender, no podía adivinar lo que estaba pensando, pero realmente quería entenderlo. Cuando me confesó todo lo que había sufrido, a pesar de la tristeza que me contagiaron esos ojos, me sentí bien, porque sentí que podía llegar a entender y ayudar a Mateo, pero cuando lo vi con esa mirada perdida, supe que nunca podía llegar a entenderlo, no podía entenderlo porque no lo había experimentado, porque yo era un cobarde que nuca se enfrento a lo que ese pequeño ángel sí.
-¿Ya nos vamos?- pregunto para salir de su ensueño y acabar con ese tema de conversación.
-vamos, te daré ese helado que querías.
-que sea de chocolate- dijo poniéndose de pie.
-ya se van- interrumpió Agustín.
-sí, le prometí a este pequeño un helado de chocolate.
-muy bien, entonces… ¿te veré mañana, Teo?
-claro que sí, Agus- contesto con completa confianza y antes de poder regañarlo por esa falta de respeto, el Padre Agustín rio y se despidió con la mano, mientras Mateo me arrastraba desesperado por un helado.
Llegamos al parque y en un puesto pedimos dos helados dobles, el mío de manjar con lúcuma y el de Mateo solo de chocolate.
Caminamos un rato por el parque hasta encontrar un lindo lugar bajo un árbol donde nos sentamos.
-¿Qué te pareció tu experiencia de voluntario?- pregunte emocionado y él rio por mi entusiasmo.
-no estuvo tan mal- dijo- me cae bien Agus, es el segundo sacerdote que no me cae mal-" ósea que yo soy el primero"- y hace años que no cantaba.
-y debo repetir que lo haces genial-
- yo pertenecía al grupo de coro de mi iglesia- dijo y pude ver como un cierta melancolía se reflejo en su rostro.
Trate de cambiar el tema:
-¿y aprendiste bien como cocinar hostias*?
-sí, aunque no sé de qué me serviría eso.
-bueno, son bastante buenas con manjar.
-¿¡te comiste el cuerpo de Cristo con manjar!?- grito espantado- Gabi, ¿eso no es una falta grave de respeto?
-hey, tranquilo, no es el cuerpo de Jesús porque aun no habían sido bendecidas, solo era pan sin levadura, además normalmente usamos las rotas.
-aun creo que es extraño.
-algún día te daré, lo prometo, y te encantaran.
-tal vez lo probaría, solo por curiosidad.
Permanecimos un tiempo en silencio hasta que no pude esperar más para formular una pregunta:
-¿y bien?
-¿Qué cosa?- Mateo me miro extrañado.
-¿ahora en qué nivel estoy? ¿sigo en el -10?¨
-¿Por qué te interesa?- respondió con otra pregunta.
-¡dime! Por favor.
-digamos que por ahora estas en el nivel 0-
-al menos pase de ser menos que nada a simplemente nada- dije con mi optimismo habitual.
-lo que digas.
Nos quedamos unos minutos más charlando, de simples cosas triviales, sobre libros, canciones, experiencia, paisajes, cosas simples y cotidianas. Puse especial atención en todo lo que Mateo me decía, me encantaba la manera en la que hacía que una historia tan simple se convirtiera en el relato de toda una aventura.
-…y entonces ¡poom!- dijo tirándose al césped- caí de la mesa sobre el pastel, y estuve todo el resto de la fiesta lleno de merengue escapando de los regaños de mi madre- termino su relato entre carcajadas y contagiándome su risa.
Nos quedamos así hasta la hora de almuerzo.
Al volver al instituto deje a Mateo en el comedor y me dispuse a volver a la biblioteca y seguir investigando lo que ayer no pude terminar, y ahí pase el resto de la tarde.

Notas finales:

1: es una costumbre prender una vela al rededor de la virgen para rezar pidiendo por algo.
2: hostias: pieza plana de pan ázimo, redonda y muy fina, que el sacerdote católico consagra durante la misa y da a los fieles en la comunión.

Espero les haya gustado, gracias por tomarse el tiempo de leer lo que escribo y por favor dejen su opinión en los reviews.
Hasta el próximo sábado.


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