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ONE YEAR por Happiness

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Notas del fanfic:

ONE YEAR -JONGKEY

 

¡Y estamos nuevamente aqui! ¡Presentandoles One Year!


One shot, dedicado a todos quienes gusten de esta pareja y fanfic primero de Happines :D

 

espero que os guste y le den amorsh.

Notas del capitulo:

¡Gracias por leerlo!

One Year~

Sentado, frente al televisor y observando los noticieros sin entenderlos del todo, estaba Kim Jonghyun, haciendo algo cotidiano, algo que según él, debía hacer. Y que repetía sin falta todos los días. La señorita del informativo anunció las siete y media de la mañana, y el chico de mirada perruna, apagó el televisor, poniéndose de pie y estirando la tela de su traje.

Ese día tenía trabajo que hacer, además de una importante reunión con alguien muy especial cuando llegase la tarde.

Salió entonces del departamento del octavo piso en donde vivía, lo habia escogido por que el paisaje desde su ventana era hermoso y más aún si se trataba de noche, con las luces de postes y faros iluminando las calles como si de destellos de escarcha flotando se tratara.

 

Cerró la puerta detrás de él; caminó pasando el extenso pasillo de alfombras rojas y focos en paredes laterales, que le daban un aire un tanto sofisticado a aquel lugar.

El celular, que estaba metido en el bolsillo derecho de su pantalón, comenzó a vibrar y se alarmó, buscándolo mientras caminaba por todo el largo del pasillo, y cuando lo descubrió, sintió como alguien colisionaba contra su hombro, casi haciéndole caer al suelo y felizmente dejó solo tambaleando. Quiso gritarle, o llamarle la atención a quien sea que se haya cruzado de esa manera y ni siquiera haya considerado el pedirle disculpas, pero para su fortuna, tenía que contestar la llamada que tenía pendiente en su celular.

-Por supuesto, deberías llevar la presentación y asegúrate de llevar copias para los ejecutivos...- conversaba con alguien mientras presionaba el botón del ascensor para que lo llevase al piso primero del edificio, su rostro tenía una expresión seria, el entrecejo fruncido y los labios formados en una linea delgada, adornando su cansado rostro.

La llamada culminó, y junto con ella – además de la voz del otro lado de la linea – su paseo por el ascensor hasta el primer piso, cuando salió, el conserje le hubo saludado, como todas las mañanas, levantando un poco el gorro del uniforme que tría puesto e inclinándose hacía él ligeramente.

Jonghyun correspondió, sonriendo. Y aceleró sus pasos por que sentía que ya se le hacía demasiado tarde.

El sonido de su auto encendiéndose y el modo como comenzaba a presionar la palanca del acelerador, hizo que, de donde tenía colgado un llavero de perrito, cayera el llavero de una pluma blanca, yendo esta a parar directamente sobre su muslo derecho. Y lo tomó como lo mas normal del mundo, recordando el significado que abarcaba aquel simple objeto.

La pluma en sí, era un objeto con aspecto irreal, era fina y parecía tener algunos destellos a modo de hilos entre todas aquellas fibras suaves. Jonghyun suspiró mientras la tomaba en manos y la levantaba, sonriéndole e imaginándose el rostro de esa persona tan especial dibujado frente a él. Como si en esos instantes, de verdad estuviera observándole.

Y siempre lo recordaba de ese modo, tan él, tan Kibum.

Con su mirada felina, todo él sonrisas e inocencia. Por que cuando lo conoció, fue por puro accidente.

Era una de esas mañanas, cuando salía temprano de casa y tenía aún sus veintidós años encima, cursando el penúltimo año de su carrera, sus cabellos marrones iban despeinados y por la manera en la que corría por las calles, sujetando la mochila apenas con un brazo, delataban que en efecto, iba tarde.

A esas horas de la mañana, el tráfico era algo imposible, las personas se acumulaban en las esquinas esperando poder cruzar la calle, los autos pasaban luces rojas a toda velocidad, por que a esa hora, todos debían llegar temprano al trabajo, a la Universidad o a donde quiera que debían llegar.

Y Jonghyun no se excluía, por que esa mañana había despertado demasiado tarde, iba a la Universidad con diez minutos de retraso encima y con el temor creciendo, pensando en que tal vez, el docente no lo dejaría entrar a clases y le cerraría la puerta en la cara. Los minutos extra esos que le cedían con normalidad, iban acabándose. Mientras buscaba la manera mas rápida de esquivar gente sin tener que golpearlos accidentalmente con su hombro.

Para cuando llegó al salón de su facultad, la puerta estaba cerrada, tal y como se lo había imaginado. Y por ello, todo en ese instante se fue a la mismísima mierda, por llegar tarde, seguro le suspendían el examen y luego el curso, a pesar de haber estudiado casi toda la noche y parte de la madrugada solo para ese area.

¡Maldicion!.

Solo le quedaba resignarse y regresar a casa, cansado.

Cuando estuvo de vuelta, cerca del edificio en donde vivía, tropezó con algo casi duro, cayendo al piso de bruces y lanzando maldiciones por doquier debido a ese mal día. ¿Que más faltaba, que comenzase a llover de la nada? Jonghyun levantó la vista y se encontró con un ave de color blanca que estaba detrás de él y tenía un ala ensangrentada. ¿Había sido su culpa?

La gente que pasaba por su costado lo había visto caer y seguro pensarían mal si tan solo dejaba a la pobre paloma en ese lugar y con el ala enrojecida.

¿Que debería hacer?

“Mami, esa paloma esta roja” había dicho una pequeña que se pasaba a su lado y lo señaló inocentemente con el dedo. Jonghyun solo levantó el rostro y le sonrió, le sonrió a la niña, a la señora y a la maldita paloma.

“Vamos, cariño” la mujer llevó de la mano a la niña, hasta doblar la esquina y perderse en la otra calle, Jonghyun se quedó quieto y para ese entonces, la mayoría de la gente que pasaba por aquel lugar, ya lo había visto pisar a esa ave y casi partirle el ala. Jonghyn se agachó tratando de tomar con total calma al ave entre sus manos, pero este batía sus alas en el aire impidiéndole levantarla y quedando en ridículo frente a toda esa gente.

¿Que más?

Después de casi cinco intentos, por fin pudo levantar a la paloma y tomarla entre sus manos, presionándole las alas al cuerpo para evitar que las moviera y que se escape, formando un completo espectáculo ahí mismo y haciéndole quedar en ridículo nuevamente.

Cuando llegó a casa, la puso dentro de una caja lo demasiado honda como para evitar que saltase y pudiera volar, o quizás, armar todo un alboroto en su habitación, y sobre aquella caja puso varios libros y cuadernos, no confiando en la profundidad de la caja.

Para empezar, no sabía como atender a un animal herido, se hacía lo mismo con un humano ¿Quizás? O simplemente se le dejaba así. Jonghyun optó por lo segundo, dejando a la paloma atrapada en la caja honda, solo para arrepentirse minutos después y correr escaleras abajo, cerrando la habitación con fuerza y perdiéndose después calles mas allá, donde había una farmacia. Seguro ahí podía preguntar sobre medicaciones para un paloma herida.

Ridículo. Por que la señorita había hecho todo lo posible por desaparecer la risa de su rostro, cuando Jonghyun le hubo preguntado sobre como curar el ala de una paloma; y finalmente, terminó vendiéndole un envase pequeño, con un extraño liquido anaranjado dentro y varias gasas y curitas.

Jonghyun, para comenzar, nunca había sido fan de la sangre ni con nada relacionado a los tratamientos o cirugías, por que aveces, terminaba sentado con la cabeza apoyada en el inodoro y vomitando lo que había comido en el día. (Como la vez en la que le sucedió el día en que Minho, su amigo de la Universidad, había terminado yendo a su casa con una mordedura de perro en la pierna)

Jonghyun ingresó en la habitación, cerrando la puerta de golpe y volteando para encontrar vacía la caja en donde había metido al animal para curarlo, pero no lo encontró, contrario a todo pronóstico, los cuadernos que había utilizado para cubrir la caja, estaban regados en el piso. Escuchó el chirrido de la madera de su cama, y se dirigió hacia la compartición que él mismo denominaba dormitorio. Y lo que vio, le pareció completamente fantasioso.

¿Que era aquello? ¿Por que estaba ahí?

Era un bulto sobre su cama, las sabanas blancas formaban una silueta recostada sobre el colchón, Jonghyun se asustó y tembló en su lugar, totalmente estático.

Quiso gritar y se contuvo, por que pensó que era inadecuado. Que tal vez de ese modo despertaría al ladrón y este saltaría contra él, golpeándolo y tal vez terminaría con la casa vacía.

Sus pasos se hicieron pesados a medida que se acercaba e iba descubriendo la silueta de alguien recostado en su cama, lo primero que distinguió, fue un mechón de cabellos rubios, casi dorados, como si estuviesen hechos de hilos de oro, estos estaban brillando con la luz del sol. Y se acercó aún más, paso a paso.

Cuando tuvo la valentía y el coraje para destapar la sabana blanca, esta se movió, y Jonghyun se alarmó retrocediendo varios pasos, cogiendo con mas fuerza la bolsa de medicaciones que traía consigo. La tela blanca continuó moviéndose y esta vez, la persona fue descubierta frente a los ojos curiosos y nerviosos de Jonghyun.

Lo primero que vio florecer en medio de esa piel clara, parecida a la porcelana, fue una sonrisa, nacida de unos labios color melón y en forma de corazón, aparte de esos ojos extrañamente cerrados y la nariz apenas distinguible.

“¿Q-quién eres?” - preguntó cuando lo vio sentarse y la figura delante de él, abrió los ojos, medio hipnotizándolo.

¿Que era todo aquello? Un extraño en su casa, un completo extraño que le sonreía sentado desde su colchón, con las mejillas coloreadas de un suave tono rosa. Con esos ojos gatunos, con ese cabello tan rubio, y esa piel de muñeca, casi brillante.

Jonghyun analizó el rostro del chico y vio como la sabana le resbaló del brazo que tenía apenas cubierto. ¿Que era aquello? Una mancha rojiza se asomaba por la piel del brazo derecho del chico, era una horrible mancha de sangre, malogrando la inmaculada imagen de aquel ser frente a él. Por un instante, Jonghyun quiso salir corriendo hacia el pasillo, llamar a la policía y dejar que se llevasen a esa cosa que tenía en su habitación, pero lo descartó completamente cuando lo vio sangrar.

Y sin tenérselo siquiera tan claro, se acercó, un poco dudoso, levantando la sabana y encontrando un enorme corte que iba desde el brazo hasta el antebrazo, pasando por el codo inmaculado, malogrando aquella piel tersa.

 

*

 

Hubiese mentido si dijera que se sintió bien al verlo, pero también hubiese mentido, si es que dijera que actuó como todo un profesional al curarlo. Por que los días pasaron y aquel ridículo y casi inútil parche que el chico tenía en su brazo, de vez en cuando se le caía hasta la muñeca.

Dos días pasaron y Jonghyun entendió el por qué de esa persona en su casa, en su cama. Le preguntó que era exactamente y como respuesta, obtuvo una sonrisa tonta de parte del rubio. Insistió con la pregunta y la segunda respuesta que recibió, fue la de las manos del chico pegarse formar algo parecido a una paloma, moviendo alegremente la mano alrededor de la cabeza de Jonghyun.

Los días pasaban rápido, sin embargo a Jonghyun le parecía completamente raro el convivir de la nada con un completo extraño que solo hacia palomas con sus manos mientras conversaban y lo ignoraba cuando le preguntaba algo.

Fue la tarde que culminó con la primera semana; cuando al abrir la puerta luego de llegar de sus clases, lo encontró corriendo totalmente desnudo por la casa, estirando los brazos como si fuesen alas, y quisiese volar, Jonghyun entendió el por qué del comportamiento del chico.

 

Sobretodo por esas ligeras manchas blancas por la zona de los omoplatos del chico, eran largas y parecían tatuajes, las descubrió mientras lo veía andar desnudo, obviamente.

Todo de aquel rubio era misterioso, hasta ahora no sabía su nombre, pero si sabía que le gustaban las palomas y en efecto, se suponía que era una de ellas. No quiso entenderlo y se negó por que parecía algo imposible, pero las pruebas estaban ahí, mirándolo con curiosidad mientras hacia caras graciosas, sentado frente a él, y cubierto por las sabanas.

“¿Que eres?” le preguntó una tarde cuando el sol se posaba y desparecía del cielo, otorgándole lugar a la noche. Aquel extraño estaba frente a él, que contrario a toda esa seriedad, solo sonrío, haciendo otras palomas con sus manos. Jonghyun entendió que tal vez, no era necesario preguntarle o se volvería viejo de tanto insistirle.

 

Esa misma semana, descubrió que la herida del chico estaba completamente sana, sin ninguna cicatriz malográndole la piel y se sorprendió.

Todo aquello parecía incierto y dolorosamente irreal.

Los días pasaban con lentitud, para su gusto, y cuando llegaba del trabajo que tomaba despues de la universidad, se encontraba al chico mirando por la ventana, al cielo casi nocturno de la ciudad, vestido con las pijamas que Jonghyun hace mucho no usaba, esas que tenían nubes y ovejas dibujadas sobre la tela celeste de algodón.

Una noche, mientras se quedaba a estudiar, sentado frente al escritorio que había trasladado al recibidor, por que su inquilino dormía ahora su habitación y se había apropiado totalmente de su cama; escuchó sonidos raros provenientes del fondo del piso. Se paró tan rápido como pudo, corriendo a encontrárselo. Cuando llegó vio al chico rubio retorcerse bajo las sabanas ahora celestes y con el rostro totalmente colorado, como si el oxigeno no llegase a sus pulmones.

El pánico se apoderó de él.

Solo lo sentó sobre el colchón y le agitó los hombros, mientras que el rubio tosía fuertemente y cerraba los ojos, mostrando demasiado dolor. Jonghyun no supo que hacer y solo se quedo frente a él, mirándolo preocupado. Había corrido a la cocina por un vaso de liquido y trataba de todas las maneras posibles de ayudarlo a dejar de toser, por que había descubierto una nueva cosa, no le gustaba verlo así.

Esa noche, cuando ya no se oyeron mas arcadas y el silencio reinó en la habitación, Jonghyun se quedó dormido a su lado, casi abrazándolo y siendo abrazado por el rubio. Esa noche, sin duda, durmió completamente bien.

Con el pasar del tiempo, Jonghyun había descubierto muchas cosas del muchacho rubio, cosas como que no podía articular palabra alguna, por que era mudo, le gustaban las palomas, el cielo, especialmente cuando este estaba cubierto por nubes espesas, y también el que lo abracen. También le gustaba esas extrañas pijamas color celeste y cuando Jonghyun se acercaba a él, para abrigarlo al dormir.

Las semanas se convirtieron en meses, y para Jonghyun, todo se volvió en Kibum (por que así le había llamado) Sorprendentemente, cuando llegaba a casa, lo primero que hacía, era correr hacia él, abrazarlo y enseñarle las cosas que hacía en la Universidad, le gustaba escribir en papeles para él y lo más interesante era que ni siquiera lo entendía, pero que se emocionaba cuando recibía una hoja blanca con letras y signos medios raros escritos con tinta negra en medio.

Sin darse cuenta, Kibum se estaba convirtiendo en el mundo de Jonghyun, por que su pequeño mundo junto a él era perfecto. Verlo sonreír era su mas grande reto cada día y significaba mucho para él, el que Kibum quiera demostrarle su gratitud o su cariño de regreso con una sonrisa, lo hacia realmente dfeliz y lo impulsaban a querer estar mas tiempo a su lado, era mejor que una remuneracion.

Sin darse cuenta, ya estaba enamorado de Kibum, de su Kibum.

 

Jonghyun no sabía exactamente cuando fue que se enamoró de Kibum, si fue el día en que lo encontró sobre su colchón por primera vez, o cuando le preguntó seguidamente quien era y solo le sonreía. Quizas fue cuando le enseñó que debía comer cereales en vez de alpiste, o cuando le dijo que tenía que mantener una higiene. NO lo sabía, pero ahí estaba, con Kibum en primer plano.

Para el cuarto mes, en el que el chico rubio estaba junto a él, le gustaba verlo dormir, le gustaba verlo despertar, le gustaba fastidiarle la nariz con los dedos y hurgar sus pestañas o acomodarle el cabello, tal vez simplemente escuchar su respiración y los latidos de su corazón.

A veces en la mañana, Jonghyun se acercaba a él, observándolo como siempre y le besaba suavemente los labios, sin que se dé cuenta. Sin que Kibum se dé cuenta, por que era tan agradable tener a alguien sumamente inocente junto a él.

Para el quinto mes, Kibum había descubierto que Jonghyun lo besaba silenciosamente en las mañanas, y en una de esas, al sentirlo consistentemente por primera vez, lo había tomado de los cabellos como impulso y pegado más a él, profundizando ese contacto que lo hacía sentir tan bien, ya que era como si muchas ondas eléctricas recorriesen su cuerpo. Jonghyun luego siempre le sonreía y por ende, cuando llegaba a casa, le sonreía y lo besaba, por que era adorablemente inocente.

La Navidad llegó con el sexto mes, Minho, el amigo de Jonghyun terminó coincidiendo con Kibum en la casa del mas bajo, su primera impresión había sido la de ver a alguien anormal, pero hermoso. Y Jonghyun tuvo que presentarlo, mintiendo en algunas cosas e incluso poniéndole su apellido como el suyo propio.

“Es Kim Kibum” le había dicho a su amigo, que con sus enormes ojos marrones, se paseaba descaradamente por el cuerpo menudo del chico mientras este lo miraba asustado detrás del cuerpo de Jonghyun. A Jonghyun le gustaba tomar las manos de Kibum entre las suyas y entrelazar sus dedos; le gustaba la forma en la que el menor miraba atento cuando los focos multicolores de la ciudad se prendían frente a él. Le gustaba pasear con Kibum sobre la nieve y que este al tocarla abriera los ojos enormemente, como si fuera la cosa mas maravillosa del mundo.

Para el séptimo mes, Jonghyun aprendió a decir “te quiero” y “te amo” y al mismo tiempo, enseñó a Kibum el significado de aquellas dos palabras, y Kibum, como era listo, había aprendido muy rápido, por que cuando Jonghyun se lo había susurrado despacio cerca a su oído, mientras estaban recostados en la cama, uno frente a otro, el chico rubio se le había acercado y besado con demasiado pasión.

Para el octavo mes, vivieron el auge de aquella repentina relación, por que Jonghyun le había ayudado y enseñado varias cosas, y Kibum, su Kibum habia aprendido muy rápido, por que cuando caminaban tomados de la mano en el parque, no hacía mas que sonreír y sonreír como un verdadero idiota.

En el noveno mes, fue cuando tocaron el cielo – literalmente – una noche de muchas otras, cuando Jonghyun abrazaba el cuerpo del chico contra el suyo y hundía su cabeza en el cuello largo y con olor agradable del chico. Esa noche, cuando Kibum decidió voltearse y besarlo, provocándolo, sin siquiera saberlo.

Esa noche, Jonghyun despertó con una erección entre sus pantalones como cada vez que el chico lo besaba, los besos se volvieron profundos, dejando sin respiración a su Kibum y sus manos buscaban contacto con su piel, acariciándola y sintiendo al menor temblar bajo su tacto. Jonghyun le había enseñado el arte de hacer el amor, con labios contra la piel del otro, le había enseñado la pequeña brecha que existía entre el dolor y el placer y lo bien que se fusionaban estas dos. Y como siempre, Kibum aprendió demasiado rápido.


El noveno mes, fue cuando Kibum enfermó, de la nada, una tarde, cuando Jonghyun ingresaba al piso con una alegre sonrisa en el rostro, encontró al chico tirado en el suelo, tosiendo y con el rostro completamente rojo, la pijama de ovejas y nubes que el chico tenía, estaba manchada de sangre por delante del pecho, imagen que a Jonghyun espantó.

Durante ese mes, Kibum se la pasó durmiendo, a veces despertaba y miraba a Jonghyun estudiando, a veces despertaba mas antes de que Jonghyun lo viera y lo besaba tiernamente, devolviéndole el cariño a Jonghyun, ese cariño que le hubo demostrado por mucho tiempo; solo para después, ponerse a llorar silenciosamente, mientras que en su cabeza repetía una a una las frases que aprendió junto con el nombre del chico, esperando a que el mensaje llegase de alguna manera a Jonghyun, de que lo escuchara.

En el mes décimo, Kibum aprendió a dibujar con el lapicero de Jonghyun y fue cuando en un pedazo de hoja blanca, dejó dibujado un corazón en el centro, con tinta azul medio corrida y lo había escondido debajo de la almohada de Jonghyun, esperando a que al llegar, lo encontrase ahí y se alegrara, por que Kibum estaba mejorando. Sin embargo, Jonghyun no la encontró y solo suspiraba viendo dormir al chico, pero de todos modos seguía amándolo.

 

En el onceavo mes; Kibum parecía haber mejorado, por que fueron varias las veces en las que Jonghyun lo encontró despierto, sentado en la cama con una enorme sonrisa y a veces hurgando entre sus cosas; durante aquel mes, una pequeña gota de esperanza se instaló en su pecho; por que Kibum habia dejado de toser como antes ahora parecía mas sano que nunca. Ambos vivieron aquel mes muy alegres, con los besos de Kibum por las mañanas y los abrazos sobre-protectores de Jonghyun por las noches, bajo las sabanas.

 

Pero no todo fue bonito.

AL culminar el onceavo, llegó el doceavo mes, Kibum cayó mas enfermo; y a Jonghyun le faltaban tan solo semanas para culminar la universidad. El almanaque con figuras vistosas sobre la repisa de Jonghyun, esa misma que Kibum habia esocgido el día en que fueron al supermercado en fin de año, estaba a mediados, con los numeros marcados con rotulador rojo y una vistosa “X” dentro del recuadro; Kibum lo había tomado como habito, para no aburrirse y a Jonghyun le gustó la idea, aunque el verlas cada mañana solo le recordaban algo; que Kibum estaba esperando a por algo y eso no era bueno.

 

Y una de esas mañanas fue, cuando se dio cuenta de que pronto llegaría el día, donde cumplía un año de conocer a Kibum. El día en el que su vida, comenzó a tomar sentido.

 

Pronto sería un año.

A causa de la enfermedad del chico, y con las practicas pagadas; era poco e tiempo en el que Jonghyun podía estar junto a Kibum; las mañanas eran como minutos en comparación al tiempo que tenia que estar en la oficina. Tan solo despertaba, besaba la frente de Kibum y dejaba una promesa de regresar temprano por la tarde para estar juntos. Como todos los días Jonghyun llegaba temprano, trayendo en bolsas comida o alguna novedad para que Kibum este animado.

 

Y durante aquel mes, su propósito fue comprar una camara fotográfica; por que quería grabar cada momento con Kibum, guardarlos en fotografías, que eran como autenticas cápsulas de tiempo.

Los últimos días de aquel doceavo mes estaban llegando, pronto serían doce meses culmiandos, todo un año al lado de Kibum, de él; de sus sonrisas, de sus caricias, de sus besos, de su inocencia y sobre todo, de su llegada, pronto.

 



En la mañana, Jonghyun se despidió con un beso en la frente, y fue sorprendido por los ojos abriéndose y la sonrisa hermosa de Kibum. Alegrando su corazón.

 

Esa noche, Jonghyun salía tarde del trabajo, por que había recibido la paga del doble turno y además de que había ido él mismo a comprar un regalo digno para Kibum, encontrando nada más que un llavero en forma de perro, estando seguro de que le gustaría.

Entrada la noche del ultimo día del último mes, Jonghyun ingresó en el piso, escondiendo detrás de su cuerpo el llavero de perro que traía como regalo, y encendió las luces, fijándose en el fondo, donde estaba su dormitorio, Kibum estaba sorprendido cuando lo vio y saltó a sus brazos, lleno de felicidad.

 

Jonghyun lo abrazo y mantuvo pegado a él, como si en cualquier momento el cuerpo del rubio se evaporase de la nada. Por que desde que habia entrado, una sensación negativa se instaló en su pecho.

 

El chico con cara de perruna, le dio el llavero a Kibum y este lo abrazó completamente feliz, para acercarse a él y luego besarlo profundamente, sosteniéndose del cuello del chico.


“Si pudiera quedarme más, lo haría”

 

Esa noche, Jonghyun pudo leer lo ojos de Kibum. Pudo ver su sonrisa.

 

“Te amo”

 

Pero algo estaba albergado en el pecho del mayor, una sensación desagradable, algo como una estaca o un nudo en la garganta que no le dejaba dormir mientras veía a su chico descansar en su pecho. NO podía dejar de verlo, ese sentimiento negativo, como una premonición, hacía que Jonghyun quiera abrazarlo más.


A la mañana siguiente, cuando caía el día en que se habían conocido y cuando ya cumplían un año de estar juntos, Jonghyun busco con la mano el cuerpo del chico a su costado, no encontrándolo y despertándose de un solo movimiento, encontrando en su lugar, el llavero en forma de perro que le había regalado la noche anterior, eso y una pluma blanca.

 

Kibum no estaba ahí, ni por ningún lado.

Jonghyun se levantó, buscando en todos lugares y llamando su nombre, en el baño, en la cocina, bajo la mesa... pero Kibum no había. No estaba. Asi que lloro, impotente.

Jonghyun se ahogó en sus lágrimas, y deseó con mucha fuerza que Kibum regresase a su lado, al menos una sola vez, Kibum se había llevado consigo el corazón de Jonghyun.

Ahora, después de casi cinco años de lo sucedido, Jonghyun, convertido en un buen abogado, en el día en que conoció a Kibum, salía del trabajo, con dirección a casa. Ese día, recordaría a Kibum, como lo hacía cada año; no pudo obtener fotografias de el, por que la cámara fotográfica estaba muy cara y al pedirla, Kibum ya no estaba.

 

LO recordaba con esos tres objetos que le dejo cuando se fue: La pluma, el llavero de perro y por supuesto aquella hoja doblada que tenia dibujado en el medio un corazón con tinta chorreada; esa hoja que Kibum le dejó hace mucho y que Jonghyun descubrió bajo el colchón cuando remodelaba el apartamento.

Estacionó el coche en la planta baja del edificio, saliendo de él y asegurándolo con el control manual que tenía entre sus dedos. Subió al ascensor, cargando en una mano la torta que siempre compraba por esos dias; y sintiendo dentro de su bolsillo, el llavero en forma de perro y la pluma blanca, además de una hoja doblada. Llegó a su piso y caminó directamente hacia su puerta. Abriéndola cuidadosamente.

 

Durante todo el trayecto sintió que alguien le seguía y por más veces que giraba la cabeza en busca de alguien, el resultado siempre fue nulo.

-Jonghyun... -

 

Creyó haber oído mal, seguro Minho estaba haciéndole una broma, como el año pasado. Sus dedos tomaron el pomo de la puerta empujandolo para entrar y bajo la mirada hasta el suelo, para ver dos pies descalzos detras de él.

 

-Jonghyun...

 

Esa era una voz que no reconocía, por que nunca la había escuchado; pero que cuando giró el rostro, su mundo se paralizo frente a esa persona. Encontrandose con la sonrisa cálida y los cabellos rubios del chico a quien había perdido cinco años atrás, sintió que había estado soñando, por que Kibum, su Kibum, estaba ahí, hablándole y sonriéndole como solo él sabía hacerlo.

 

Notas finales:

¡Gracias por haber llegado hasta aqui!!


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