Pasaron 28 largos años, el pequeño niño de ojos morados se convirtió en un apuesto joven aunque nadie además de sus mariposas se diera cuenta pues como lo prometió jamás abandonaba el bosque, la muerte de morado se enfrasco en sí mismo teniendo a la soledad y el silencio como fieles hermanos. Un día mientras paseaba en el bosque diviso a lo lejos a un habitante que se acercaba cabalgando, extrañado por la presencia de un hombre tan cerca del bosque observo atento todos sus movimientos desde la sombra de los árboles.
Mientras más se acercaba el caballo la muerte de morado se percató de que el jinete no tenía la intención de detenerse, aun escondido pidió a una de sus mariposas que le informara, sin embargo el caballo la vio y asustado tiro al jinete para regresar a la ciudad solo
-¿está muerto? –el joven de cabellos plateados trato de que la mariposa que lo acompañaba confirmara el estado del joven jinete pero como única respuesta la mariposa se alejó.
Cuando se acercó comprobó por sí mismo que el jinete seguía con vida, lo recogió y lo llevo a la cabaña donde vivía hasta que recobrara el conocimiento y regresara a la ciudad.
Cuando el jinete despertó se encontró en un lugar totalmente desconocido, trato de recordar lo que había pasado y lo único que pudo rescatar de su memoria fue como el caballo donde iba lo había tirado, seguramente había perdido el conocimiento por lo que se incorporó y busco a la persona que lo había ayudado
-qué bueno que has despertado, puedes volver a la ciudad cuando gustes… si tienes hambre o sed siéntete libre de servirte
El joven jinete dudo antes de hablar con la persona que lo había ayudado pues al parecer se encontraba ocupado leyendo cerca de la ventana
-mi nombre es Misaki… gracias por ayudarme, ¿Cuál es su nombre?
El chico que la “muerte” había recogido era una buena persona, aún muy joven e ingenuo, el joven de cabellos plateados se sorprendió mucho pues había pasado muchos años desde que alguien le hablaba sin temor, Cuando volteo se encontró con un habitante muy joven, casi un niño con los ojos esmeralda y la cabellera castaña y además le sonreía gentilmente, no supo cómo contestar aquella pregunta puesto que nunca se le había otorgado un nombre y lo único que supo contestar fue
-me llaman “muerte”
-¿es la razón por la que está prohibido venir al bosque?
-supongo…-la muerte morada estaba sorprendida, aunque ya sabía quién era el joven de ojos esmeralda no parecía aterrado, para el que había estado tanto tiempo lejos de la compañía de los habitantes aquella calma era preocupante, observo de reojo al chico castaño mientras regresaba la vista al libro en sus manos, seria paciente hasta que el niño regresara a la ciudad y no hablaría más de la cuenta, quizás el pobre habitante estaba en un shock tan profundo que no podía reaccionar
-no ere tan temible ¿sabes?... eres muy adorable- lo observo durante unos segundos y después grito- “Usagi” te queda mucho mejor que muerte… ¿puedo llamarte así?
Aquel ser de ojos violetas se sorprendió al escuchar aquellas palabras, ahora el que estaba en shock era el, el que había sido creado para cumplir la misión de mensajero de la muerte sin ser influido por sus emociones, que siempre se había mantenido frio ahora, en aquel preciso momento alzaba la vista con los ojos bien abiertos y un pequeño tono carmín en sus mejillas, y por primera vez veía completo a ese joven-niño, y aquel joven-niño que tenía motivos para detestar la muerte le sonreía alegre y honesto
-quiero ser tu amigo…
Desde aquel día la muerte y el niño llamado Misaki comenzaron a tejer una hermosa relación, al principio Usagi san (como lo había bautizado el castaño) trato de evitar que el chico de ojos verdes pasara tanto tiempo internado en el bosque
-si no vuelves para el anochecer tus padres se preocuparan
-¡oh! no lo creo… mis padres están muertos
Cuando Usagi san escucho aquello su corazón se estrujo y por su mente pasaron imágenes de sus pequeñas mariposa y el mandato que les había dado, sin poder evitarlo tomo en sus brazos al pequeño chico castaño
-aun así… tu estas aquí sabiendo que soy el responsable
-no tienes por qué preocuparte, ¿no es por eso que existes?, ellos me amaron mucho y murieron felices… ¿acaso no es ese el propósito de la vida?
El joven de cabello gris se sorprendió ante aquella expresión, aunque parecía tan inocente aquellas palabras reflejaban una sabiduría empírica, sonrió y movió la cabeza asintiendo
-¿ese es el propósito de tu vida?
-¡¡sí!! Cuando muera quiero estar tan feliz como mis padres…
Pronto la muerte olvido la soledad y el silencio para comenzar a disfrutar plenamente la compañía del chico castaño, Misaki era la primera persona que lo trataba con verdadero afecto y no tan solo con cordialidad fingida, sus lazos se volvían cada vez más fuertes, tanto que Usagi san abrió su corazón inexperto en sentimientos a aquel que se había convertido en su gran amigo
-¿Cómo es tu madre?
-supongo que muy elegante, solo la he visto una vez y jamás volvió al comprobar que todo marchaba bien, los dioses son muy caprichosos cuando se trata de sus creaciones, un día existen y al siguiente dan lo mismo
-supongo que es difícil, ¿te sentías solo?
-cuando se está solo desde la concepción en la mente maestra la soledad se convierte en una fiel compañera, a tal grado de hacer brotar calor donde es inexistente… nunca se sabe lo solo que se está hasta que se encuentra a alguien mas
Y ese fue el primer momento en el que cuando el niño poso su mano sobre la de él los escalofríos en su columna hicieron que el corazón se le acelerara y la tibieza lo inundara
-Usagi san… formemos una familia, ambos estamos solos pero podemos estar juntos y alejar a la soledad
-mi… Misaki
-Usagi san se mi familia
Un sentimiento muy poderoso lleno la mente y corazón de Usagi san, era una sensación tan difícil de describir, era una bomba de euforia que lo obligo a sonreír mientras de sus ojos el sentimiento de plenitud por la pérdida de la soledad broto en forma de lágrimas y un impulso eléctrico lo llevo a abrazar al pequeño Misaki
-gracias… Misaki gracias, soy… soy muy feliz
-yo también Usagi san, cuidare de ti y tu cuida de mi
Y con aquella promesa el lazo que los unía se volvió tan poderoso que nada lo podía romper, de aquel lazo los sentimientos de amor romántico llenaron ambos corazón desbordándose con cada mirada, beso y caricia. Cuando ambos guisados por el deseo y pasión amorosa formaron un solo cuerpo supieron que no había marcha atrás, ambos deseaban amarse por toda la eternidad
-Usagi san… te amo
-yo también te amo Misaki