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DESTINOS por Cloud_N_Angel

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“Empezar desde cero no es malo, porque cuando comienzas todo de nuevo, tal vez, recibes una oportunidad de hacer las cosas bien."

 

 

–¿Sigue dormido? —preguntó Melo susurrándole a su hermano del otro lado de la cama.

–Pareciera que sí, casi ni respira. —respondió su gemelo. Observaban al joven  de piel ligeramente canela envuelto sobre varias cobijas acostado de lado sobre la cama, durmiendo de tal forma que incluso te contagiaba el sueño, tan plácidamente.

–Amo verlo dormir, se ve tan tranquilo. –añadió Kkoming sentándose al lado de su joven dueño, Yesung.

–Lo sé, parece un ángel. Su respiración pausada te transmite una especie de armonía. —susurró Melo sentándose a espaldas del chico, viéndolo varios segundos en silencio.

Era así cuando el azabache dormía, en especial los días difíciles para él. Ambos destinos despertaban en la madrugada, de vez en cuando, viendo como dormía su dueño; se sentían tranquilos al ver cómo descansaba. Puede sonar raro, pero era de las mejores formas en que podían saber el estado de ánimo de su amo, que aunque era sincero con lo que sentía, había veces que reprimía sus emociones perdiéndose en sus pensamientos, y al final, sus destinos no eran capaces de consolarlo.

El par de felinos estaba preocupado por el cambio que estaban viviendo, prácticamente comenzaban de cero, y esta vez no estaba Nana, no estaba nadie.

Melo se preguntaba cómo sería la vida de Yesung ahora en su nueva escuela, con nuevas personas, ¿y si lo lastiman? ¿lo tratarán mal? Ella era consciente de que fue la primera en proponerle a Jong Woon que al cumplir los 18 años de edad debía independizarse y comenzar una nueva vida, pero como todos los humanos e incluso los destinos, le tenía miedo a lo desconocido, al cambio. 

–Kkoming, no quiero dejarlo ir, si fuera por mí, no lo dejaría salir de la casa, pueden lastimarlo. —susurró apesadumbrada.

–Él debe crecer Melo, es sensible pero no es débil. Debemos dejar que se encuentre a sí mismo y soltarlo. —respondió bostezando.

–Entiendo lo que me dices pero… —la peliblanca fue interrumpida por su gemelo.

–Tienes miedo, lo sé, yo también lo tengo pero ¿sabes? Yo confió en él. —habló Kkoming mirando a su hermana de una manera tan segura, con aquellos orbes amarillos profundos y resplandecientes por la luz de la luna que se colaba por las cortinas, que hacía que su hermana se sintiera despejada ante sus palabras.

 

Las dudas seguían rondando la mente de Melo, pero ahora se encontraban adormecidas por las palabras de su hermano. Sabía que Kkoming era realmente maduro, incluso más que ella, siempre sabe que decir cuando Yesung o ella se encuentran en mal estado, aunque la mayoría de las veces parezca sólo un cachorro flojo y mimado —y de eso la culpa la tenía Jong Woon, pues siempre estaba cargando al felino pelinegro como si se tratase de un peluche—. Siempre dormían o veían la TV juntos, casi todo lo hacían juntos.

Melo era la que generalmente cuidaba a ese par de pequeños, que aunque ya tuvieran 18 años eran más infantiles que nada. Tenía que estar de tras de ellos cuidando sus desastres.

Y como no van a hacer desastres, ambos tigres ya habían crecido bastante al igual que Yesung, no se puede comparar a un niño de ocho años jugando con un cachorro, a un casi adulto y a un tigre de forma real, y menos dentro de una casa corriendo.

Porque los destinos, dependiendo de la raza, tienen cierto tamaño; los felinos y caninos de razas grandes generalmente tienen gran tamaño –lo que los diferencia de un animal normal–, y la vida, para comodidad de la persona, les da la capacidad de crecer en proporción con sus personas, aunque cuando llegan a la adolescencia frenar el crecimiento de los destinos es más complicado; por esto, nace su capacidad de reducir su tamaño a cachorros, así, el dueño puede modificar el tamaño de su destino a conveniencia. Esto aplica a cualquier familia.

 

–Deberíamos ir a dormirnos, Jong Woon debe descansar para-... —musitaba Melo haciendo una pausa, riendo ante la escena que tenía enfrente: Kkoming en forma de cachorro, se había subido a la cama acomodándose al lado del pelinegro, haciendo que el azabache le abrazara.

–Estos dos son iguales. —rió Melo internamente. Y es que era verdad, era muy similar a Yesung, tanto en carácter como en algunos aspectos físicos, pero más que nada en actitudes. Melo se volvió a su forma de cachorro y se acostó a los pies del joven pelinegro.


 

YESUNG

 

Mi cuerpo pesaba horrores y mis ojos ni se diga. Puedo asegurar que estaba ligeramente despierto… sí, sí. De esas veces que ya estás consciente pero no quieres mover ni un músculo, simplemente no hay voluntad ni fuerza para ello. Y estoy casi seguro que era demasiado temprano. ¿Cómo lo descubrí? Primero, comencé a sentir el maldito frío colarse entre mis cobijas, y segundo…

 

–¿Crees que ya esté despierto? —escuché que preguntaba Kkoming meciéndome con su pata. Lo supe por su voz y, por sus almohadillas, son más esponjosas que las de Melo.

No tenía ni la más mínima intención de levantarme, así que me hice bolita cubriéndome por completo con el cobertor.

–Sé que estás despierto, así que ya levántate, no querrás llegar tarde en tu primer día de clases. —habló Melo jalándome la cobija, diablos, me descubrió.

–¿Cinco minutos más? —traté de persuadirla mientras descubría mi cara –con una voz ronca que se me notaba lo recién levantado, y, al ver su cara decidí levantarme antes de hacerla enojar. Ellos son gatos prácticamente ¿cómo es que no tienen sueño como yo o más? A duras penas puedo abrir mis ojos, estos son gatos defectuosos.

Hice mi cama y me dirigí hacia el baño para darme una ducha y así poder disipar mi sueño, pero maldición ¡que maldito frío hacía! Moriré congelado, ah.

 

Luego de acostumbrarme a esa inhumana situación, minutos después, salí de la ducha más despejado comenzando a arreglarme lo antes posible antes de morir de frío. Y bueno, cabe resaltar que el color que predomina en mi vestimenta es el negro, que puedo decir, nací para usar ese color; me puse unos jeans un tanto ajustados, una playera negra y una bufanda larga color gris. Una vez que terminé de arreglarme como colarme loción, desodorante, etc., sequé e intenté peinar mi cabello, para después delinear mis hijos, me gustaba hacerlo. Tomé mi celular junto a mi chamarra, saliendo de mi habitación.

Me coloqué la chamarra y mis tenis junto con la mochila para salir de una vez de la casa, mientras abría la puerta.

 

–Ya vámonos, que están esperan- ¿Eh? —me quedé pasmado en la puerta, tensándome al ver lo que me esperaba afuera, ¿es una broma, verdad?—. No iré a ningún lado. —me di vuelta para meterme a la casa, pero en eso, ambos tigres salieron empujándome hacia afuera, llenándome de pánico. ¿Por qué eres así conmigo, Dios?

 

— —

 

–¿Por qué? Ya es tarde. —musitó Melo mientras caminaba, dándose cuenta que el suelo estaba mojado, "oh, eso explica todo", pensó. Había llovido, por lo tanto existían charcos por todos lados, y la probabilidad de que volviese a llover parecía enorme.

–¡Oh! Ya se murió, tanto que lo cuidamos... —rió el tigre negro al ver que el muchacho azabache estaba pálido e inmóvil. 

–¡AHHH! NO, sólo... Sólo esperemos a que se relaje. —Melo se acercó a Yesung restregándose en sus piernas, haciendo que este la volteara a ver tipo exorcista con los ojos casi en blanco.

–Creo que, debemos irnos ya. —se limitó a hablar el chico totalmente ido, caminando hacia la salida como un robot oxidado –pues casi podía escucharse como rechinaba al caminar–, cerrando todo a su paso.

 

Los tigres caminaban cada uno al lado del pelinegro viendo un tanto divertidos como su amo esquivaba los charcos haciéndolo ver como un juego.

Sin darse cuenta, Kkoming resbalo cayendo dentro de un charco quedando totalmente empapado. Una vez de pie, el enorme gato salió temblando de aquel charco con un aspecto enfermo y moribundo, porque al igual que su dueño, le tenía miedo a la lluvia y todo lo relacionado con ella, sin embargo, no tan extremo como el azabache.

–¿De verdad? ¿No pudiste esperar a caerte después de la escuela? Ahora parecerás un gato mugroso y vagabundo. —reía la peliblanca al ver a su hermano empapado.

–Claro, lo pensaré mejor otro día, babo. —respondió Kkoming mirando con rencor e incomodidad a su gemela, Jong Woon se limitó a reír.

–Kkoming, te ves mal. Pero aún hay tiempo para que te seques, ten más cuidado. —habló el muchacho con una ligera sonrisa mientras su tigre asentía, pero la verdad es que se sentía peor ahora, ¿y si hubiera sido él el que resbalara? Tal vez, estaría muerto ahora. Sintió un escalofrío recorrer su espalda erizándole la piel por completo, hoy no era su día, repetía aquel chico en su mente, suspirando rendido mientras seguían caminando.

–Ahora que lo pienso, está un poco lejos la escuela, así que tendremos que tomar al menos un autobús. —comentó Yesung distrayéndose de su tensión pensando en cómo llegarían a sus clases cada día. No les haría daño caminar pero el tiempo era importante.

–¿Estás nervioso por las personas que conocerás? —preguntó Kkoming a su amo, curioso.

–Lo normal, si. Espero encontrarme con buenas personas. —respondió el azabache, esbozando una pequeña sonrisa. A pesar de todo, él no había perdido la esperanza de conocer buenas personas, después de todo era otro comienzo.

Continuaron platicando acerca de cómo se harían cargo de la casa y los gastos. Nana le había dicho a Jong Woon que le ayudaría económicamente pero éste se negó rotundamente, quería valerse por sí mismo. Sin embargo, ella logró convencerlo de que lo ayudaría con lo básico hasta que consiguiera un buen empleo que se acomodara con su escuela, y con el tiempo lo soltaría, ese era el acuerdo. Fue así que transcurrieron los minutos mientras ellos caminaban por las calles y avenidas hasta llegar a la parada del bus, con el cielo despejándose poco a poco iluminado, mostrando un cielo nublado, sin tregua.

No faltaron las personas que admiraban a los tigres que caminaban junto aquel chico de aspecto un poco sombrío, otros los miraban con incredulidad, e inevitablemente, hubo personas que miraban interrogantes al azabache, y como no saberlo, si éste sentía sus miradas clavadas en la espalda, "de nuevo" suspiró Yesung resignado, al menos nadie lo conocía aquí, se consoló.

Nana le repitió que tener tigres no era muy común, y quizás eso llamaría la atención al principio, y él lo entendió. Pero no era eso lo que le incomodaba del todo, el número de destinos era lo que llamaba más la atención, lo sabía perfectamente. Monstruo, abominación, asco, esas palabras lograron hacer estragos en su mente por un instante, dejándole perdido como antes.

 

–Lindo gatote. —habló una voz tierna e infantil, acompañada de una ligera risa— Eres muy esponjoso y abrazable. —repitió muy contento, logrando captar la atención de Jong Woon sacándolo de su ensimismamiento. El azabache volteó para ver de donde provenía aquella voz, sorprendido ante tal escena: un niño estaba abrazando a Melo con una amplia y cálida sonrisa.

–¿Es tuyo? —preguntó el niño viendo curioso a Jong Woon. Él sólo asintió curvando un poco los labios, aún estaba sorprendido por la reacción del niño hacia su tigre.

–Es muy lindo y grandote, ¡es un enorme peluche! —rió el chiquillo sin dejar de abrazar a Melo, acariciándola suavemente, provocando que la peliblanca emitiera unos ligeros ronroneos, haciendo que al niño se le iluminaran los ojos emocionado.  Yesung rió enternecido al verlos, acercándose a ellos con una sonrisa, se sentía contento.

–¿Estás solo? —preguntó el pelinegro un tanto preocupado.

–Sip, debo ir con mi mamá, ella estuvo trabajando toda la noche y no pudo ir a casa, ¡así que yo iré por ella! —respondió el niño sin perder su sonrisa, restregándose contra el pelaje de Melo. Eso le pareció lindo a Yesung, pero no le quitaba lo peligroso.

–Eso es tierno de tu parte, pero es peligroso, a tú mamá podría asustarle que salgas solo. —le reprendió Yesung, desordenándole los cabellos al menor, y éste hizo un ligero puchero.

–Está bien, ya tengo 8 años, ya soy grande —respondió el niño altivo— Además, Nigou me cuida mucho, es muy miedoso. —completó el chico riendo.

–¿Quién es Nigou? —cuestionó Jong Woon sin entender.

–¡Mi destino! —musitó el niño con energía, señalando hacia un lugar. El pelinegro siguió su indicación encontrándose con otra sorpresa: Un cachorro de lobo jugueteaba al rededor de Kkoming. Éstos no parecen mis destinos, pensó Yesung divertido, enderándoze.

–Entonces te acompañaré con tu mamá, vamos. —agregó el mayor esperando la respuesta del menor, abriendo los ojos ante la sorpresa.

–¿De verdad? ¡Gracias! ¡Es usted muy amable! —respondió el infante abrazando a Jong Woon efusivamente. El azabache asintió un poco apenado, acariciando los cabellos del niño mientras curvaba los labios; no podía negar que se sentía nervioso, jamás había tratado con niños de esa manera a excepción de las hijas de Nana. Aún así estaba feliz, ya no se sentía tenso por la lluvia.

–Debemos darnos prisa, hoy es mi primer día de clases sabes, aún debo ver donde es también. —musitó Jong Woon con un poco de confianza al menor, una vez que éste le soltó colocándose a lado de Melo.

–Woaa, eres todo un adulto, puedo ayudarte a encontrar tu escuela si quieres, es más, ¡yo te llevaré! —decidió el menor más que listo, ¿quién iba a llevar a quién? Rió el mayor para sus adentros— Pero primero debemos ir con mamá, está cerca de aquí, me aprendí el camino antes. Después te llevaré a tu escuela, ¡vamos, ya llegó el bus! —hablaba el menor tomando la mano del azabache jalándolo hasta la parada para formarse. Yesung aún no podía creer lo que estaba haciendo, pero le parecía divertido.

–Por cierto, mi nombre es Hanami Akashi. —se presentó el pequeño sin soltar la mano del pelinegro— Y él es mi amigo y destino, Nigou. —continuó presentando a su compañero, señalando al cachorro a su lado.

–Mucho gusto Akashi, y Nigou. –respondió Jong Woon con una sonrisa. El chico poseía el cabello y los ojos de un color rojo muy intenso y hermoso, nunca había visto algo así, natural. Mientras que el cachorro tenía un pelaje negro con blanco tenía ojos de un azul claro cristalino.

–Buenos días, favor de ir avanzando a sus asientos. —informaba el policía que estaba en la parada.

–Soy Jong Woon, pero puedes llamarme Yesung. —se presentó aquel chico de mirada penetrante, señalando al par de tigres al lado de él— Y ellos son Kkoming y Melo, mis destinos. —musitó viendo al menor con una sonrisa al notar la sorpresa en su rostro.

—¡Woah! Eres increíble, no conocí a nadie con dos destinos, no es justo, yo sólo tengo uno... —musitó el niño haciendo un puchero, apretando ligeramente la mano del pelinegro. Éste se quedó pensativo ante la reacción inesperada del niño, pues antes cuando se enteraban del número de sus destinos lo molestaban y le veían con asco.

–Eres extraño Akashi. —dijo Yesung riendo ligeramente mientras le jalaba suavemente del brazo para avanzar dentro de la fila. A decir verdad avanzaban un poco lento ya que el chofer estaba platicando con el policía, pero aún había tiempo, se había despertado demasiado temprano.

–Me lo han dicho. —respondió el niño esbozando una sonrisa ¿triste? Claro, Jong Woon conocía esas sonrisas a la perfección, no es que sea un experto del todo, simplemente podía sentirlo. No había hecho su comentario para herirlo, pero imaginaba que no era eso lo que causaba esa expresión. Fuera o no su culpa, debía reponerlo, después de todo él hizo lo mismo por el azabache, aunque inconscientemente.

—¿A qué viene esa cara? Estabas muy animado hace rato, eh. Mejor te mostraré algo lindo, ¿quieres ver? —preguntó Jong Woon a Akashi con una tierna pero ligera sonrisa, mientras esperaba su respuesta. El menor se sorprendió en un principio por la pregunta del contrario, aunque no dijo mucho fue suficiente, se sintió como si el mayor leyera sus emociones y lo que estaba pensando, y después tratara de animarlo, eso le hizo feliz.

–¡Claro que si! ¿Que cosa es? —asintió sonriendo nuevamente y preguntó entusiasmado, curioso por lo que le mostraría. Yesung asintió de igual manera, respiró profundo y cerró los ojos unos segundos, abriéndolos nuevamente.

–Ve a mis destinos ¿si? —le dijo el pelinegro al pequeño y este asintió; de pronto, los ojos del mayor comenzaron a brillar despidiendo una tenue luz color gris cristalino dejando a Akashi sin palabras, ¿cómo lo hizo? ¿Y que estaba haciendo?

Fue entonces que un resplandor aún mayor llamó la atención del pelirrojo —y del resto de las personas— del mismo color que los ojos del azabache hace unos segundos. Akashi observó detenidamente aquella escena asombrado, dándose cuenta de que era el par de tigres de Yesung  los que protagonizaban tal espectáculo. Cuando la luz se desvaneció había un par de tigres cachorro acercándose a Jong Woon, todo había ocurrido en segundos.

–Ellos son mis destinos en su forma de cachorros. —habló el azabache atrayendo la mirada de Akashi, aún estupefacto. Los ojos del mayor parecían pozos negros y profundos nuevamente. Acarició la cabeza de ambos felinos, agachándose a la altura del niño— ¿No parecen dos peluches? —preguntó divertido el mayor, esperando la respuesta ajena.

–Ahh, eso fue increíble... ¿Puedo cargarlos? —sonrió el chiquillo recobrando el aliento. Yesung asintió y cargó a Melo en brazos, pasándosela al menor, y éste la recibió abrazándola cariñosamente con las mejillas ligeramente rosadas, sin desvanecer su sonrisa.

–Esa expresión me gusta más en ti. ¿Te gustó la sorpresa? —cuestióno Yesung desordenando los cabellos ajenos suavemente, y el contrario asintió riendo levemente, haciendo que Jong Woon se sintiera satisfecho. Él nunca había hecho eso, siempre iba a un lugar discreto mientras sus destinos cambiaban de tamaño, pero supuso que eso haría contento al menor, después de todo ver la transformación de un destino es hermoso.

Normalmente no se nota cuando el destino de una persona expide una luz al cambiar ya que ésta es tenue, pero ya que Yesung poseía dos el resplandor era más fuerte, sumándole que eran tigres, una raza bastante llamativa. Jong Woon sabía eso por experiencia, y cómo no si ahora sentía las miradas interrogantes encima de él, siempre había sido así cuando estaba con Nana, pero decidió ignorarlas.

–Vamos Akashi, estamos avanzando. —comentó el mayor caminando con Kkoming en brazos atrás de Akashi quien cargaba a Melo con Nigou de lado.

Una vez en el autobús se acomodaron con un poco de dificultad, pues cinco no cabían en un lugar para dos, pero lo lograron. El pelirrojo le platicaba al azabache acerca de su vida en la escuela y cosas acerca de la ciudad mientras avanzaban, con tal naturalidad y confianza, que parecía que conocía a Jong Woon de hace mucho tiempo. Y así pasaron todo el camino.

 

YESUNG

—A todo esto, ¿cómo hiciste eso? Tus tigres eran enormes, además tus ojos cambiaron de color y brillaban, dime, dime, dime, ¿que pasó? —Akashi me preguntó insistente con un brillo en los ojos, rebosante de curiosidad— ¡Yo quiero hacer lo mismo! —tomó a su destino en brazos y le miró fijamente— Nigou, ¡encoge! —le ordenó a su cachorro, haciendo que esté ladeara la cabeza sin entender, provocando un puchero en Akashi. Reí inevitablemente, eso había sido muy divertido. 

—No funciona así, Nigou aún no puede hacer eso, no lo necesita. ¿Tu mamá no te ha hablado de eso? —Akashi negó con la cabeza. Es raro, se supone que es lo básico que te enseñan, suspiré.

—Verás, cuando naces, tu destino nace al mismo tiempo y por lo tanto, tu destino va creciendo a la par contigo. Sin embargo, cuando llegas a la adolescencia a la vida le es más difícil regular el crecimiento de tu destino, pues éste puede ser bastante grande dependiendo de la raza y familia que seas. Por eso los destinos adquieren la capacidad de reducir su tamaño para la comodidad de la persona. —explicaba mientras Akashi me escuchaba atento— Así que debes crecer más y podrán hacerlo, estoy seguro que Nigou será muy grande. —comenté acariciando a aquel cachorro de lobo.

–¡Nigou será enorme, ya verás! ¡Y también yo lo seré! —hablaba Akashi más animado, abrazando a Nigou y a Melo, asentí curvando los labios. Este niño es muy especial, eh.

–Gracias por enseñarme, mamá no me había dicho nada, ni siquiera Anne-san. —suspiró el pelirrojo viendo por la ventana— No creo que su destino ocupe hacer eso pero fue injusto que no me dijera, le reclamaré cuando la vea. —refunfuñaba viendo la ventana.  Reí por la actitud infantil del chico, bastante tierna.

–¿Por qué dices que no lo ocupa? —pregunté algo curioso, no sabía que hubiera destinos caninos de razas pequeñas.

–Ah, es porque su destino es un mapache. –respondió Akashi con simpleza. ¿Ah? ¿Es en serio? Cuando decían que había destinos de todo, no creí que fuera tan literal...

–Ya veo. —musité suspirando.

–Sé que es raro, cuando la conocí me dio miedo, pero es muy linda persona, me cuida cuando mi hermano no está. —respondió el chico mostrando una tenue sonrisa. Así que este niño tiene hermano y anda solo por la calle tan temprano, esto huele muy extraño.

–Conoces a personas muy curiosas, eh. Incluyéndome— Espero conocerlos algún día. —dije sin más y él asintió contento.

–¡Claro que si! Te los presentaré después. ¡Ah! Ya llegamos, vamos, vamos.

Nos bajamos del autobús y comenzamos a caminar sobre una avenida, llegando a un edificio que al parecer era de una empresa de telecomunicaciones. Akashi entró al lugar con Melo en brazos y Nigou tras de él. Yo lo seguí, observando a mi al rededor mientras cargaba a Kkoming, sin duda su madre no trabajaba en un mal lugar, todo era muy elegante.

–Buenos días Lee Ji, ¿puedes hablarle a mamá? —pidió Akashi a la joven recepcionista.

–¡Akashi! ¿Qué haces aquí? ¿Dónde esta tu hermano? —preguntó preocupada— ¿Cómo llegaste? Dios mío, Chae Rim, ve por la señora Hanami, dile que su hijo Akashi está aquí. —ordenó la señorita a la joven castaña a su lado, la cual salió corriendo.

¿Tan malo era que el niño haya venido solo? Bueno, si, es un niño de 8 años en una ciudad tan grande, a las 6 de la mañana, oscuro... Si, ya entendí.

–¿Quien es usted? El joven vestido de negro. —habló la mujer detrás de Akashi. Iba a responder cuando el pelirrojo me interrumpió.

–Él es Yesung-niichan, lo conocí en la parada del autobús y él se ofreció a traerme porque estaba preocupado. Es realmente genial Lee Ji. —respondió el pequeño colocándose a mi lado, reí un tanto nervioso ante la mirada penetrante y analítica de la mujer, pareciera que quiere leer mi pasado.

–Ya veo. Gracias por traerlo a salvo.

–Descuide, no fue nada, Akashi es un gran niño, me ha enseñado bastante. —sonreí revolviendo los cabellos del menor, y éste rió.

–Tu madre te regañará por hablar con extraños Akashi, y tu hermano igual. —le reprendió la mujer al menor, y este solo desvío la mirada. ¿Qué fue esa reacción?

–Por cierto, ¿que estás cargando Akashi? —preguntó la mujer al ver a Melo en sus brazos— Es... Es un tigre.

–Es el destino de Yesung, pero en pequeño ¿no es genial? —dijo Akashi animado. Sólo que no le diga que...— ¡Y tiene dos!

Los niños son tan... Sinceros. La mujer, incrédula, abrió los ojos de tal manera que parecían platos, pues luego de escuchar a Akashi y ver a Melo, notó la presencia de Kkoming. Me limité a sonreír ligeramente. Me lleva. La señorita llevaba escrito en la cara las preguntas que quería hacerme.

–¡AKASHI! —gritó una mujer acompañada de la otra chica del mostrador. Muy elegante, alta y de traje gris, con una coleta, castaña, ¿eh?

–¡Mamá! —Akashi salió disparado soltando a Melo para abrazar a aquella mujer, la cual lo apretó en sus brazos de una forma protectora y cariñosa. Esa escena si que me había conmovido, me recordaba a Nana. Sonreí al ver a Akashi con su madre, pero ya era hora de partir, se me hacía tarde, pero no quería interrumpir.

–¡Oh! Mamá, él es Yesung-niichan, él me trajo hasta aquí, fue muy amable. —hablaba el niño soltando a su madre.

–¿Es verdad? —me preguntó muy seria, dándome un poco de escalofríos, pues su semblante se había tornado frío.

–Eh, si. —respondí rápidamente. La mujer se acercó a mi dedicándome una cálida sonrisa, haciendo una reverencia. ¡¿Eh?!

–Muchas gracias por traer a mi hijo a salvo, Akashi es muy imprudente. ¿Cómo puedo agradecerte? —hablaba la señora un tanto apenada, al parecer no es la primera vez que le pasa algo así a Akashi. Negué rápidamente.

–No fue nada, Akashi es un buen chico, no le regañen demasiado. —me atreví a decir, sonriendo tenuemente desviando un poco la mirada, la mujer sólo sonrió.

–También pareces buen chico, ¿tu nombre?

–Jong Woon.

–Jong Woon, soy Hanami Ahn So, aquí esta mi número para lo que necesites. —me entregó una tarjeta con su número de celular y dirección, la cual acepté con una inclinación.

–Gracias, es muy amable señora Hanami. Bueno, debo irme, ya voy tarde a la escuela. —agregué desordenando un poco mi cabello. Debía irme pronto, aún tenía que buscar la escuela.

–¡Ah! Es verdad mamá, Yesung-niichan es nuevo en la ciudad y no sabe donde queda su escuela. ¿Puedo llevarlo? —cuestionó Akashi tomando del brazo a su madre, la cual le vió molesta.

–Tú irás a mi oficina y no te moverás de ahí hasta que te lleve a tu escuela jovencito. En cuanto a ti, ¿Yesung? —asentí desviando unos segundos los ojos— No te preocupes, haré que te lleven para que no te pierdas, ¿Que escuela es?

–No es necesario, gra-

–No seas tímido, además, no aceptaré un no, ¿cuál es tu escuela?

–Es la UDAEM. —respondí rendido, dejando salir un suspiro.

–Oh, es a donde va mi hermano, ¿no? —musitó el pelirrojo viendo a su mamá, y ésta asintió.

–Perfecto, no están tan lejos, mi hijo te llevará, hoy también tiene clase. —respondió la señora Hanami con una sonrisa complacida, me miró de una manera que no pude negarme.

–Disculpe señora pero su hijo aún no lleg-

–¡Chanyeol! —gritó el menor corriendo hacia la entrada.

–¡Akashi! ¿Qué haces aquí? —hablo el chico que había llegado. Ah, vaya... Era bastante alto, y su cabello era castaño-cenizo, claro, como su madre; piel blanca y voz grave, además poseía una linda sonrisa. Era atractivo.

Espera... ¿Qué

–Buenos días Chanyeol. —habló la señora con una sonrisa.

–Buenos días mamá, ¿que pasó aquí? —preguntó aquel chico mientras se enderezaba sin soltar a Akashi, que al parecer era su hermano menor. ¿Y el rojo de donde viene?

Vagaba por mis pensamientos cuando sentí que alguien me observaba de forma extraña, me giré un poco encontrándome con los ojos de aquel chico alto. Me miraba de reojo mientras su madre hablaba. Estaba ¿curioso? Si, su mirada decía eso; sus ojos eran lindos también. 

–Yesung, mi hijo te llevará entonces. Váyanse antes de que se les haga tarde. Gracias por todo.

–No hay de qué, y gracias por llevarme. —hice una ligera reverencia. Akashi se acercó a mi y me abrazó, correspondí con una sonrisa. Me aleje un poco y desordené sus cabellos— Debes portarte bien, y no hables con extraños de nuevo.  —susurré y ambos reímos mientras el asentía.

–¡Lo haré! ¡Nos vemos después Yesung-niichan! Me alegra haberte conocido. —asentí satisfecho y me alejé del menor.

–A mi igual, Akashi.

–Vamos, Yesung. —me llamó el hermano de Akashi tomándome de la mano, llevándome hacia la salida. Me despedí del resto con la mano, siguiendo al más alto, aunque me sentía extraño. Su mano era cálida y grande.

No me dí cuenta de en qué momento habíamos llegado al auto de aquel chico, era negro, eso lo hacía genial.

–Sube, tranquilo, no te secuestraré. —musitó riendo divertido el castaño, viéndome con una sonrisa. Asentí esbozando una ligera sonrisa. No estaba acostumbrado a tratar con otras personas, y menos con chicos de mi edad, más o menos.

Abrí la puerta trasera del auto para que subieran mis destinos y después me acomodé en el copiloto, colocándome el cinturón de seguridad. Akashi y su madre parecían personas decentes, no creo que su hermano me asesine y me lance al río, traté de tranquilizarme. Y así pasamos varios minutos en silencio.

–Espero que no te moleste que pasemos por unos amigos primero, es lunes, así que me toca ir por ellos. —habló Chanyeol soltando un suspiro, recargándose en el respaldo.

–No tengo problema, siento las molestias en todo caso. —respondí desviando las mirada hacia la ventana.

–¡Oh! Tienes linda voz. Lo siento si suena extraño —rió apenado— es que no te había escuchado muy bien antes. —le miré de reojo notando su sonrisa apenada, con sus ojos fijos en el frente. Sentí mis mejillas un poco acaloradas por su comentario, pues Nana era la única que me había dicho algo así, este chico es igual de raro que Akashi. Ah, es el hermano mayor, reí inevitablemente.

–Soy Jong Woon, pero puedes llamarme Yesung. —recordé que no me había presentado. Ahora me sentía un poco más relajado, Chanyeol parecía un buen tipo.

–Lindo nombre, Yesung. Yo soy Chanyeol. Es un placer. —respondió con una amplia sonrisa viéndome de reojo, y yo sólo asentí curvando los labios levemente.

–Por cierto —continuó hablando el más alto con un poco de sorpresa en su voz— ¿De quién son esos tigres? —preguntó con los ojos bastante abiertos, siendo consciente apenas de la presencia del par de tigres acostados sobre el asiento trasero del auto por medio del retrovisor, mientras el semáforo estaba en rojo.

–Ah... Bueno... —cierto, olvidé un pequeño detalle...— Ellos son mis destinos. —respondí segundos después.

–¿Eh?

 

° ° °

 

–Akashi... —habló la madre del pelirrojo en estado de shock.

–¿Si? —respondió el niño mientras subía al elevador con Nigou.

–¿De quien eran esos tigres que estaban con el chico que te trajo?

–Ah, ellos eran los destinos de Yesung–niichan. ¿No son geniales? —musitó el pelirrojo con una enorme sonrisa— Son enormes, pero ¡él los volvió cachorros! —dijo el menor extendiendo los brazos mientras las puertas del elevador se cerraban, dejando a su madre y a las recepcionistas con la boca abierta.

–¿Qué..? ¿Qué fue lo que dijo?




 
Notas finales:

Lamento la demora, prometo actualizar pronto los capítulos que llevo de atraso :"c


Disculpen las faltas de ortografía 😫 Quizás la historia va un poco lenta pero pronto verán cosas nuevas y ya se moverá todo :'D


¡Gracias por leer!


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