A Spencer Wright le costaba adaptarse a un nuevo lugar. Cuando tuvo que mudarse no estaba muy cómodo, pero acepto con resignación. Su nueva casa era pequeña, algo bueno tomando en cuenta que vivía solo, se llevaría menos tiempo en limpiar. A pesar de su tamaño la casa era amplia y acogedora. Mucha gente decía que estaba embrujada pero no le tomó importancia. No fue hasta llegar a su nueva habitación que se dio cuenta que los rumores eran ciertos. Una gran sabana volaba por todo el lugar, emitiendo ruidos escalofriantes.
— ¡Así que es cierto! — Gritó con emoción y aquella sabana se detuvo de golpe — los rumores son ciertos, vaya suerte que tengo — eres un fantasma
— Siiiii… — contestó la sabana flotante — lo normal es que te asustes…. ¡BOOOOO! ¡Huye mientras puedas!
— Jaja — Rió el castaño — no me espanto por ese tipo de cosas y estás loco si crees que me voy a ir, es lo mejor que me ha pasado en la vida
— ¿Entonces no estás asustado? — preguntó el fantasma
— Claro que no — respondió feliz — me llamo Spencer Wright
El fantasma sintió un calor extraño en el pecho y lentamente se quitó la sábana, mostrando su verdadera apariencia.
— Mi… ejem… mi nombre es Billy Joe Cobra — habló un poco apenado
Spencer observo a Billy. El fantasma notó los ojos del humano iluminarse y ese calor inexplicable se hizo más fuerte cuando el menor le regalo una sonrisa.
— Es un placer Billy
Los días pasaban y Billy había aceptado sus sentimientos hacia Spencer. El menor no se asustó la primera vez que lo vio, al contrario, estaba tan feliz de tener un nuevo a migo, una amigo fantasma. Le hacía todo tipo de preguntas: si volaba muy alto, que se sentía traspasar las paredes, había visto otros fantasmas, porque era el único que podía verlo, etc. Siempre estaban juntos.
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Ser nuevo en la escuela a mitad de ciclo escolar implicaba ser el centro de atención y a la vez era difícil hacer nuevos amigos. Algo que no le gustaba mucho a Spencer. Quería tener nuevos amigos, pero siempre le costaba adaptarse a una nueva escuela. Por suerte contaba con Billy, desde que lo conoció inmediatamente se había convertido en su mejor amigo y a pesar de que era un fantasma y nadie más podía verlo, eso no le incomodaba. Billy lo acompañaba a la escuela y en la hora del almuerzo siempre estaba con él. Platicándole sobre su vida pasada y sus travesuras después de su muerte.
Cuando Spencer conoció a Shanilla y Rajeev Bugwatti, Billy sintió un toque de celos y durante varios días vigiló constantemente a los hermanos. Al ver que ninguno de ellos tenía sentimientos amorosos hacia Spencer dejó de preocuparse, pero poco a poco pasaba más tiempo con ellos. Cuando lo invitaban a pasear al principio se negaba pero después comenzó a aceptar su oferta y todos salían a caminar o perder el tiempo en el parque. Después de eso Billy dejó de acompañarlo a la escuela, argumentado que estaba muerto y no necesitaba aprender cosas que no le servirían de mucho.
Los días se habían convertido en semanas y la distancia entre ellos cada vez era más. Spencer comenzaba a llegar tarde a casa y cuando hablaba con Billy sobre los problemas que había tenido, el fantasma siempre estaba para escucharle, pero cuando comenzaba a contarle sobre lo divertido que la había pasado con sus amigos, Billy simplemente decía que tenía algo que hacer y lo dejaba solo hasta el día siguiente. Odiaba escucharlo hablar de sus nuevos amigos, pero a la vez amaba verlo reír. Debía estar con Spencer, apoyarlo en todo momento. Tenía que dejar sus celos a un lado. No permitiría que la distancia entre ellos se hiciera más grande.
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— Tengo algo emocionante que contarte Billy — mencionó Spencer con alegría
— ¡Qué bien! — exclamó el fantasma y su rostro se enterneció al ver a su amado sonreír
— Conocí a alguien, su nombre es Mallory, es alguien muy amable y dulce — mientras hablaba su rostro comenzaba a enrojecerse, acción que no pasó desapercibida por parte de Billy — además es muy linda y… espera Billy ¿A dónde vas? — pregunto Spencer al ver que su amigo traspasaba el techo, pero él no le dio respuesta alguna.
Billy no sabía que sentir, enojo hacia Spencer, celos de “Mallory”, tristeza de sí mismo. Una cosa eran sus amigos, pero que pusiera esa cara por alguien nuevo era otra cosa y más si se trataba de una mujer. Tal vez estaba exagerando las cosas. Respiró profundamente e intentó calmarse. Probablemente Spencer estaba emocionado de conocer a alguien más, eso era todo.
Las siguientes semanas pasaron con normalidad y para sorpresa de Billy, Spencer volvía a llegar temprano y platicar con él todo el tiempo. Si las clases eran aburridas, si realizó una locura con sus amigos en gimnasia, si podía ayudarlo con la tarea. Jamás volvió a mencionarla. La relación entre ellos estaba mejor que nunca. Cuando Billy lo abrazaba, Spencer no lo rechazaba y a veces era Spencer quien iniciaba el abrazo sin razón alguna.
— ¿Alguna vez te has enamorado?
— ¿Qué?
— Qué si alguna vez te has enamorado — volvió a preguntar y giró su silla para verlo fijamente a los ojos
— Bueno… yo… — esa pregunta lo había tomado por sorpresa y no sabía que decir. Hacía un momento estaba felizmente leyendo una revista en la cama del menor, pero ahora estaba entre la espada y la pared. No quería decirle que estaba enamorado pero tampoco quería mentirle
— Si o no
— A…. — piensa rápido, piensa rápido… lo tengo — la pregunta, mi querido amigo es si tú estás enamorado — rió alegremente por la respuesta que había dado, sin embargo, detuvo su risa al notar a Spencer con los puños cerrados sobre sus rodillas, la vista en ellas y su rostro de un tono carmín. Quiso decir algo, pero cuando estaba a punto de hacerlo su amigo giró la silla dándole la espalda y volviendo a su tarea. Ninguno de los dos se atrevió a romper el silencio que se había creado.
— Termine — pronunció feliz, mientras estiraba sus brazos
— Felicidades
Spencer se sobresaltó y al mirar a la cama Billy seguía ahí. Pensaba que su amigo se había marchado después de la pregunta, pero estaba en el mismo lugar, leyendo la misma revista, en la misma página. Rápidamente se cambió de ropa y apagó las luces.
— Buenas noches Spencer — Billy se alejó de la cama con intención de salir del cuarto, tenía mucho en que pensar
— Espera… — Spencer lo detuvo — ¿Puedes dormir conmigo? — habló en un leve susurro
— ¿Qué? — estaba claro que había escuchado a la perfección, pero quería volver a escuchar esas palabras
— ¿Acaso estás sordo? — Se metió entre las sabanas con las mejillas sonrojadas — Mejor olvídalo
Bien, tal vez no pudo escuchar esas palabras de nuevo, pero no necesito escucharlo dos veces. Se acostó junto a Spencer y aunque era un fantasma y no sentí frio, no permitiría que unas simples sabanas se interpusieran entre él y su pequeño Spencer.
— Buenas noches — habló el menor sin voltearlo a ver
— Descansa
Tres horas habían pasado. Spencer dormía plácidamente. Billy simplemente no podía cerrar los ojos. Su mirada estaba fija en el techo y su mente vagaba por otro lado. Spencer estaba más atento que nunca, ahora que lo pensaba mejor, a veces suspiraba sin razón alguna y muchas de sus últimas conversaciones eran sobre las maravillas de la vida y muchos temas de color de rosa. Sentimientos de enojo y celos inundaban su cuerpo. Spencer se había enamorado, estaba más que claro. Pero de quién. Quién era esa persona que le había robado a su amigo.
— Te amo
Billy se congeló. ¿Había escuchado decirle que lo amaba? No podía ser. Spencer seguía dormido. Debía ser una confusión, pero cuando Spencer lo abrazo y volvió a susurrar esas palabras su mente se aclaró. Spencer estaba enamorado de él. Un sentimiento de placer invadió su cuerpo y sintió vergüenza de haber estado celoso de sí mismo. Con cuidado le devolvió el abrazo y sonrió al verlo dormir. Spencer sonreía tiernamente, al parecer estaba teniendo un agradable sueño.
Las siguientes noches no necesito permiso para dormir junto a su amigo, pero no lo abrazaba hasta que estaba completamente dormido. No quería presionarlo ni ponerlo nervioso. Debía esperar el momento perfecto.
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— Spencer, salgamos el próximo fin de semana — habló Billy entusiasmado
— ¿Eh?... — Spencer dejó caer los libros de su escuela sobre el suelo — ¿Por?
— Nada mas — Billy se encogió de hombros — Quiero pasar tiempo contigo, ¿Tú no quieres? — No necesito respuesta alguna. El menor le había regalado una sonrisa y eso era más que suficiente
Ese día era especial para Billy, sabía que Spencer estaba enamorado y no sólo eso, sus sospechas le habían indicado que lo estaba de él. Sus sentimientos eran correspondidos y ese día pensaba declararse.
Primero fueron al acuario, donde ambos amigos se divirtieron con los extraños peces que se encontraban. Pasaron al cine a ver una película de terror, y Billy tuvo que aguantarse las ganas de salir corriendo, por último decidieron dar una larga caminata junto al lago del parque. Después de eso iba a confesarse y finalmente besaría esos labios que tanto anhelaba.
— Billy — se detuvo el castaño — ¿Recuerdas cuando te pregunte si estabas enamorado y tú me devolviste la pregunta?
— Aja — el fantasma se detuvo y las mejillas de Spencer volvieron a adquirir ese color rojizo que tanto amaba ver en él
— Pues veras… yo… la verdad es que… — pasó saliva, respiro hondo y se armó de valor — la verdad es que estoy enamorado
— Ya veo — intentó sonar lo más desinteresado posible — ¿Y por qué no simplemente lo dijiste?
— Porque nunca antes lo había estado y al principio no estaba seguro, pero cuando estoy con esa persona siento que todas mis preocupaciones desaparecen y cuando veo su rostro mi corazón late muy rápido
— Ya… — quería saltar de alegría, quería tomarlo en sus brazos y besarlo con locura, pero debía ser paciente — ¿Y por qué me lo dices hasta ahora?
— Porque tenía que decírtelo… siempre has estado a mi lado… estás conmigo en los peores momentos y sé que puedo contar contigo… te aprecio mucho y….
— Entiendo, entiendo — le interrumpió muy emocionado — y dime… ¿Puedo saber quién es la persona que se ha robado el corazón del pequeño Spencer Wright?
— No creo que esa persona sienta lo mismo que yo
— Ten por seguro que sí — habló con decisión. No iba a dejarlo titubear y haría todo lo posible hasta que Spencer dijera que lo amaba — eres alguien increíble, sorprendente, tierno, amable y muy atento. La gente debería enamorarse de ti con sólo mirarte
— Jaja, gracias, eso me ayuda mucho
— Para eso me tienes, entonces…. ¿Me dirás? — pregunto con agitación
El menor lo pensó un poco — Bueno… — volvió a suspirar hondo — estoy…
Finalmente su más grande deseo se haría realidad
— enamorado…
A partir de ese momento ya no serían sólo amigos
— de…
Sino amantes
— Mallory
—… — Su cuerpo se paralizó y sintió un balde de agua fría sobre su cuerpo — ¿Qué?
— Me gusta Mallory, te hablé de ella una vez, siempre es amable conmigo, tienes unos lindos ojos, es…
Estaba muerto, lo sabía muy bien, pero por segunda vez en su vida sintió su corazón detenerse. Spencer seguía hablando, pero Billy no prestaba atención, no lograba escucharlo. Lo único que escuchaba era su corazón quebrarse, cayendo en millones de pedazos.
—… Simpática y una voz muy dulce
— ¿Por qué nunca volviste a mencionarla? — Su voz sonaba apagada y sus ojos miraba a la nada pero Spencer no se percató de ello
— Bueno… pues…
— Lo siento pero debo irme — le interrumpió
— ¿A dónde vas? — pregunto Spencer algo sorprendido
— Cosas de fantasmas — contestó mientras se perdía en el parque, dejando al menor confundido
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Billy observo la pequeña casa a la luz de la luna. Todas las luces estaban apagadas, eso indicaba que Spencer se encontraba dormido. Sin mucho ánimo entró en ella. Se había pasado toda la tarde volando por la ciudad. Analizando lo ocurrido en el parque. Todo comenzaba a cobrar sentido. Llegaba a casa temprano porque ella estaba con sus amigos y le daba pena estar cerca, le contaba lo que pasaba en la escuela pero le ocultaba todo lo que tenía que ver con Mallory, reteniendo esos recuerdos sólo para él, estaba feliz y cariñoso porque estaba enamorado, pero de alguien más. Aquella noche cuando susurró que lo amaba no era para él sino para ella. Todo lo había malinterpretado.
Mientras se dirigía a la habitación del menor una furia inexplicable invadió su cuerpo, pero toda esa ira desapareció cuando contempló al menor. Spencer estaba acostado sobre su cama, durmiendo plácidamente. La luz de la luna iluminaba rostro del menor, mostrando su tranquilidad e inocencia. Billy acarició con suavidad su mejilla. Quería poseer esa suave y virgen piel, pero sabía que era imposible. Su persona amada estaba enamorado alguien más, y ella…
Billy apartó su mano con rapidez, ahora todo encajaba a la perfección. Spencer no estaba enamorado. “Él es alguien inocente y puro. Tal vez está confundido. Cree que es amor pero no es así”. Estaba seguro de ello.
Bajó a la cocina y tomó lo que sería la salvación para su pequeño Spencer. “Él está confundido y ella se aprovechará de su inocencia. Lo lastimará, lo hará sufrir y después lo desechará como si fuera un juguete roto” Debíaevitar que eso sucediera, debía evitarlo a cualquier costo. Spencer lo había dicho, siempre estaba a su lado y podía contar con su apoyo.
Volvió con Spencer, al verlo por segunda ocasión le regaló un tierno beso en la frente y cerró las cortinas. Ese instante era sólo para él y Spencer. No permitiría que la luna fuera testigo de ese momento tan importante.
Su deber era protegerlo no sólo de ella, sino de todos. “Sus amigos están jugando con él. Se aprovecharon de que era nuevo en la escuela. Sus maestros quieren verlo hacer el ridículo, pero eso no va a pasar, nunca pasará”.
— Te amo Spencer — pronunció Billy mientras levantaba aquel objeto filoso que salvaría a su pequeño de la crueldad humana
Spencer al escuchar aquellas palabras abrió lentamente los ojos y al distinguir entre la penumbra lo que su amigo estaba a punto de hacer rápidamente lo empujó, logrando que el arma sólo penetrara unos centímetros en su hombro derecho. Un fuerte dolor se apoderó de él, mientras pequeñas gotas salpicaron el rostro del mayor.
— ¡Billy, Qué estás haciendo! — no sabía que estaba pasando. Estaba confundido, el miedo comenzaba a recorrer su cuerpo y el dolor empezaba a hacerse insoportable a cada segundo
— ¿Qué no es obvio? Te estoy salvando
Ante aquellas palabras el miedo se convirtió en pánico. Su mente ya no estaba confusa y su instinto de supervivencia le indicaba a grito que debía alejarse. Billy realizó un movimiento. Una brisa helada se impregnó en su pecho y poco a poco comenzó a invadir su cuerpo. Tenía que correr lejos de Billy, huir de Billy, esconderse de Billy….
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Billy tarareaba alegremente una canción mientras seguía buscando por toda la casa. Había examinado en todos lados: en el sótano, la cocina, la sala, el comedor, el baño y hasta en la cochera. En todos lados, menos en uno.
Entró en silencio en la habitación. No hacía mucho se había propuesto salvarlo y no podía cumplir su promesa si seguía jugando a las escondidas. Observó por un instante las grandes cortinas que cubrían aquella ventana y sonrió.
— Te encontré pequeño travieso — habló Billy con ternura mientras abría las cortinas de la habitación, permitiendo a la luz de la luna filtrarse en la penumbra del lugar — ¿Dónde estabas?
Al escuchar su voz, Spencer contuvo la respiración, lentamente giro su rostro y sus ojos llenos de lágrimas se encontraron con los ojos alegre de Billy. Gotas carmesí adornaban su rostro y las manos del mayor comenzaban a decorar la cortina de color escarlata.
— Estaba preocupado
Spencer comenzó a temblar y al acercarse Billy, el menor cerró sus ojos con fuerza y se aferró a sus brazos como si fueran su única protección. ¿Qué había pasado? No recordaba con claridad. Billy era su amigo, pero ¿Por qué estaba asustado de él? Estaba aterrado.
— ¿Por qué tienes miedo? — Billy estaba confundido. Nunca antes había visto actuar a Spencer de esa forma. La persona que amaba estaba asustada, temblaba y lloraba, pero… — ¿Me tienes miedo?
Spencer se sorprendió, pero no por la pregunta sino por su voz. Había cambiado completamente, ahora era distante y fría. Con cuidado volvió a verlo y su sonrisa había desaparecido. Billy estaba serio y sus ojos llenos de brillo se encontraban vacíos. Ese no era su amigo. Algo andaba mal.
— No me tienes miedo, ¿Verdad? No puede ser eso, porque te amo — Billy se acercó al menor y lo rodeó en un cálido abrazo — Yo estoy aquí, nada ni nadie podrá hacerte daño, voy a protegerte
Spencer dejó de temblar, dejó de verter lágrimas, sus ojos se detuvieron en un punto fijo de la habitación y un escalofrío recorrió su cuerpo. El lugar que antes estaba a oscuras, era iluminado por el resplandor de la luna. Mostrando la más cruel y triste realidad.
— Lo entiendes ¿Verdad? — pronunció Billy con ternura mientras tomaba el rostro de Spencer, depositando un suave y tierno beso en sus labios. El menor no se sorprendió, no intentó separarse, no hizo nada. Billy se apartó lentamente y lo observó con cuidado. Spencer estaba atónito y una leve sonrisa se dibujó en el rostro del mayor. Muy satisfecho volvió a abrazarlo mientras ocultaba su rostro en el cuello de su amado — Spencer… ámame, ámame, ámame
La luna lentamente fue envuelta por un manto de nubes, cubriendo la habitación de nuevo en la oscuridad. Una habitación donde yacía una cama manchada de sangre. Una cama donde reposa un cuerpo inmóvil y tibio. Un cuerpo donde aquella filosa salvación había robado su último aliento y el tiempo consumía lentamente su calor… Un cuerpo que alguna vez fue suyo.
— Ahora podré amarte hasta el fin de los tiempos
