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Padres primerizos. por Winter Says

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Notas del fanfic:

Kuroko no Basuke no me pertenece, todos los créditos a su creador Tadatoshi Fujimaki.

Notas del capitulo:

Bueno... luego de mi LARGOOO bloqueo de escritora, que surgió gracias a la gripe y unos pequeños problemas personales, he vuelto *^* Y vi la oportunidad de hacer algo productivo participando en una convocatoria, de nada más y nada menos que una de mis parejas canon favorita (Digo canon porque soy más de seguir parejas crack :V)

Y... bueno, no es que éste sea el mejor one-shot del mundo, pero se hace un intento por el fandom :'D Se hace mención de otras parejas, sólo porque me entró la gana xDD Las mencionaré ahora, en orden de canonsidad (?

-AoKaga

-MuraAka

-ImaMomo

-HimuIzu

-Y MidoKuro porque sí (?


Creo que no se enterarán de mucho de lo que pase, porque esta divido en partes que nada que ver xD Pero aún así espero les guste <3

I

El incesante llanto del pequeño infante resonó dolorosamente en las paredes del apartamento. Ambos chicos gruñeron y se removieron perezosamente en el mullido colchón, a la par que bostezaban casi simultáneamente. El pelinegro se sentó restregando sus ojos, para luego levantarse y dirigirse a la cuna que estaba a unos cuantos pasos de la cama. El rubio aún adormilado bostezó quedamente, abriendo sus orbes dorados lentamente, con el sueño haciendo mella en su cuerpo.
Él adoraba de ver a su prometido cargando al pequeño Kouta, meciéndole hasta dormirlo y, de no ser capaz de adormecerlo con el movimiento de sus brazos, cantándole dulcemente aquella canción de cuna que habían escuchado alguna vez de Momoi.
Yukio sólo miraba enternecido al pequeño infante de tan sólo 7 meses. Había sido tan difícil para él en el embarazo, los constantes dolores y las dificultades debido a su cuerpo. ¡Estuvo a punto de perderlo cuando tenía 8 meses de embarazo! Por tanto era un milagro que el pequeño siguiera ahí, cosa que ambos padres agradecían profundamente.

El bebé de cabellos negruzcos como los de su padre, junto a sus irises amarillos como el sol, era la adoración de los amigos cercanos a ellos dos. Sus antiguos compañeros de equipo solían visitar a la pareja con frecuencia, sin olvidar llevar un respectivo regalo al niño. La Generación de los Milagros también los visitaban, aunque no con tanta frecuencia como Kaijo. Kagami y Aomine iban por su amistad con el rubio, aunque aprovechaban para molestar al antiguo copiador de la Generación Milagrosa. Midorima y Kuroko, junto a su pequeña niña de dos años Shiro, iban por petición del pequeño peliazul y la niña de ojos verdosos y cabellos azulinos, cosa a lo que el doctor no podía negarse y terminaba aceptando aquella visita, pero de todas maneras aprovechaba para darles consejos sobre cómo cuidar al bebé. Por mientras, Seijuuro y Murasakibara eran los que más visitaban a la pareja. Porque, ¿Cómo negarle las visitas a un infantil gigante de dos metros, un emperador loco de las tijeras y un par de gemelos con la actitud de su madre? Era un suicidio seguro.
A pesar de sus peculiares amistades, Kasamatsu y Kise agradecían tener aquél apoyo. Kasamatsu había perdido todo contacto con su familia desde el compromiso, que ellos negaron, mientras Kise fue marginado por su familia, que le desechó como si fuera un trapo viejo. Pero a pesar de esas adversidades, ellos avanzaron lentamente, se tenían el uno al otro después de todo.

-Yukiocchi… –Le llamó el más alto con una voz un tanto rasposa, debido a que hace nada estaba durmiendo-

-¿Qué pasa?

-Quiero que Kouta use un pequeño traje en la boda –Ante esas palabras el pelinegro volteó con un semblante azorado, manteniendo al bebé a medio dormir perfectamente acunado en sus brazos-

-¿Cómo dices?

-¡Sólo piénsalo! Se vería tan tierno, sería el centro de atención. ¡De seguro así Kagamicchi y Aominecchi tienen ganas de tener hijos!

-Ryota, se supone que ese día el centro de atención debemos ser nosotros. Además, ¿Sabes lo dificultoso que sería el que Kouta se sienta cómodo con traje? Lo que pase con la vida sexual de ese par de idiotas no me importa.

-¡Qué cruel! Y cuida tu lenguaje frente a mi bebé, que no se le vaya a pegar tu costumbre de decir palabrotas a diestra y siniestra. ¡Además! Él podría ser el que lleve los anillos al altar.

-Arruinarás las esperanzas de Momoi.

-¡Estoy casi seguro de que a Momoicchi no le importará! Ella adora a Kouta, de no ser así, ¿Por qué dice que él y Nanami se casarán cuando crezcan?

-Sobre mi cadáver dejaré que la hija de Imayoshi se case con mi hijo.

-¿Entonces prefieres a Shiro?

-Bueno, es cierto que es un mejor partido al ser hija de Midorima, será una niña educada después de todo. Pero no.

-¿Eh? ¿Y por qué no?

-No quiero al señor nanodayo acosando a mi hijo, gracias.

-¿Eh~? Algo me dice que no dejarás que Kouta se despose.

-Tan equivocado no estás –Kasamatsu suspiró quedamente al ver que su hijo se había dormido por fin, por lo que se dispuso a dejarlo dentro de su pequeña cunita blanca a lunares azules. Regalo de sus ex compañeros de Kaijo- Quien ose arrebatarme a mi pequeño tendrá que recibir mi aprobación antes.

-Kouta morirá soltero… –Bromeó el antiguo as, recibiendo un golpe en la cabeza cortesía de su prometido, quien había vuelto a la cama sin que él supiera-

-Tampoco le atormentaré así, terminaría odiándome.

-Aunque tampoco voy por el camino incorrecto al decir lo que dije.

-Nunca te contradije –El rubio sonrió alegremente y besó castamente los labios de su pareja-

-Buenas noches, Yukio.

-Buenas noches, Ryota.

II

La arena blancuzca y suave se escondía bajo la planta de sus pies a cada paso que él daba, disfrutando de la suavidad que se sentía. A su lado correteaba un pequeño de 5 años feliz de la vida, puesto que era la primera vez en su pequeña vida que visitaba la playa, mientras el pelinegro mayor le perseguía procurando que no se lastimara, aunque el niño lo tomaba como un juego y corría más fuerte procurando que su “mami” no lo atrapara. El rubio sonrió alegremente al observar tal escena, maldiciéndose mentalmente por haber dejado la cámara en el hotel. Esos pequeños momentos, donde salía el complejo de mamá gallina de Yukio, eran tan hermosos que amaba capturarlos en fotografías. Ryota decidió instalar la toalla y el parasol en la arena, sentándose en la tela luego de haberla puesto, para disfrutar de la amena y calurosa tarde de ese día.
A pesar de que siempre le divertía venir a la playa, no era muy partidario de meterse en el mar, pues según él el agua salada le volvía un desastre el cabello. En cambio Yukio adoraba el mar, cuando se metía en el agua podía ponerse a juguetear como un niño y más de una vez había arrastrado al rubio para que se metiera con él.

Aquellos pequeños momentos donde la felicidad era lo que abundaba le encantaban. Cuando su esposo dejaba su actitud seria y se comportaba como un niño, por efímero que fuera el momento, le hacía enamorarse más de su pelinegro. Y lo mejor era que, desde que Kouta nació, disfrutaba de aquellos pequeños momentos con más frecuencia. Aunque él solía jugar más con el pequeño, mimándole y tratándole como si fuera un niño, habían oportunidades en que Yukio se unía a él y sacaba a su niño interno para hacer feliz a su pequeño hijo. Después de todo, por un hijo se hace hasta lo imposible, ¿No?

-¡Koutacchi, no entres al agua solo! –Gritó alarmado al ver la intención de su pequeño pelinegro, levantándose de donde se encontraba sentado y corriendo hacia el niño para tomarlo en brazos y cargarlo- ¿Dónde está Yukiocchi?

-¡Mamá fue por helados! –Respondió alegremente, mientras una enorme sonrisa aparecía en sus labios. Definitivamente era un niño hermoso- ¡Papá, quiero entrar al agua!

-Pero Koutacchi… –El niño de inmediato hizo un puchero ante los reclamos del rubio, juntándole a eso que frunció con levedad su ceño- Está bien, está bien. Pero no iremos muy al fondo.

De forma casi automática el rostro del infante se iluminó, mientras una enorme sonrisa aparecía en sus facciones. Regresando a lo anteriormente dicho, por un hijo se hace hasta lo imposible, ¿No es así?
Kise, con su pequeño en brazos, caminó hasta llegar a la orilla del mar y aspiró hondamente, dándose valor internamente. El mar no estaba entre sus cosas favoritas, a pesar de que amaba ir a la playa a disfrutar del sol, por lo que le era algo difícil entrar en el agua las veces que iban. Negó con la cabeza y por fin ingresó en el agua, llegando a una zona que sólo le alcanzaba las rodillas, perfecto para que su pequeño pudiera disfrutar del agua sin correr peligro. Dejó a Kouta en el cuerpo de agua cuidadosamente, viendo como él daba un pequeño respingo al sentir lo fría que estaba; no pudo reprimir una sonrisa al ver esto. Pasaron algunos segundos, en que el niño sólo veía con curiosidad el líquido azulino, mas luego de ello rió alegremente y comenzó a juguetear con el agua.

Era tan parecido a Yukio en ese aspecto, que quería abrazarlo en ese momento.

-¡Ryota! –El hombre con cabellera rubia volteó hacia donde había provenido la voz de su esposo, quien estaba entrando en el mar para ir donde estaban ellos dos- ¡¿Por qué no me avisas que vendrás al agua con Kouta?! ¡Estaba preocupado!

-L-Lo siento Yukiocchi, Koutacchi me lo pidió y no pude negárselo. No estás enojado, ¿Cierto?

-Ah, no… sólo que ustedes desaparezcan tan de- ¡Kouta, no te vayas al fondo!

-¡Koutacchi, regresa aquí!

Un común día en la playa.

III

La sala de maternidad estaba llena de gente que, curiosamente, formaban un arcoíris gracias al color de sus cabellos. Estábamos hablando de nada más y nada menos que de la Generación de los idiotas, digo, Milagros. Al enterarse de la noticia que el hijo primogénito de Kise y Kasamatsu había nacido ya no perdieron tiempo, pues abandonaron todo lo que en ese momento estaban haciendo para dirigirse al hospital. Aunque Midorima ya se encontrara allí, puesto que su ex compañero y su pareja habían elegido el hospital donde el peliverde trabajaba. Aunque el caso más extremo fue Akashi, quien abandonó una reunión de su empresa cuando el mensaje del rubio idiota y ruidoso llegó a su celular, donde le comunicaba el nacimiento del pequeño Kouta. La última vez que estuvieron tan ruidosos fue en el nacimiento de los gemelos Nao y Fukui, pues nadie se esperaba que el emperador tuviera dos pequeños en su vientre (El pelimorado y el pelirrojo decidieron darles aquella sorpresa a sus ex compañeros). Y ya que la primera en nacer dentro de ese extraño grupo de amigos fue Shiro, hija del doctor Midorima y su prometido Kuroko, Kise y Kasamatsu se habían preparado mentalmente para la situación.

Pero… en definitiva no se esperaban aquel alboroto, ¡Pero si estaban peor que Taiga cuando nació la hija de su hermano e Izuki! No le encontraban explicación a ello. Y cuando Kise intentaba preguntarles, todos sus ex compañeros le pasaban de largo y continuaban discutiendo con las dos enfermeras para que les dejara pasar, alegando que no era justo que sólo Midorima hubiera visto al bebé. (Probablemente también Kuroko, ese chico fantasma sabía usar su habilidad de forma bastante hábil). El pelinegro suponía que era por Kise, el arcoíris humano solía creer que no estaba lo suficientemente capacitado para ser padre, a pesar de haber criado a una de sus hermanas menores; pero el riesgo no era que no le cuidaran bien, estaban seguros de aquello, el riesgo era que el pequeño saliera igual de ruidoso y estresante que Kise.

Porque a decir verdad, lo poco que habían conocido a Shiro, siendo la niña mayor del grupo, era que había adoptado parte de la actitud calmada de su madre y algo de la seriedad de su padre. Quien intentara conquistar a la pequeña Virgo la tenía difícil. De hecho, en secreto, los seis amigos de la pareja habían hecho una encuesta y preferían que el bebé de ellos dos tuviera la actitud de Kasamatsu a que fuera un Kise Ryota número 2. Era algo cruel si se lo pensaban con cuidado. Pero esa era la teoría más factible que se le había ocurrido al azabache.

-Bien –Habló Shintarō una vez salió de la habitación donde mantenían a Kasamatsu y a su pequeño bebé- Viendo que ustedes no son capaces de mantener la calma diez minutos mientras revisamos al bebé, podrán pasar, pero por parejas. ¿Quién entrará…?

-Nosotros iremos primero –Le interrumpió toscamente el pelirrojo más bajo del lugar, mirando de forma desafiante al doctor y las enfermeras que custodiaban la puerta-

-Claro, vamos –Nadie con dos dedos de frente podría llevarle la contraria al emperador Murasakibara (Apellido que había tomado el día en que se desposó con Atsushi), quien entró en la habitación siendo seguido del infantil gigante-

Y así fueron turnándose, después de que la única pareja casada y con hijos (porque, a pesar de que Aomine y Taiga llevaran ya casi dos años de casados, no tenían aún hijos) saliera de allí siguieron los únicos en el lugar sin hijos, para después entrar Tetsuya quien, sorprendentemente, no había aprovechado su poca presencia para entrar a ver al pequeño Kouta; todos sabían que era porque, de haber sido así, Midorima se hubiera dado cuenta y lo habría regañado, para luego castigarlo con abstinencia a las tan adoradas malteadas de vainilla que él solía tomar.
Cuando toda la Generación Milagrosa estuvo satisfecha con haber visto al pequeño Kouta y se fueron, a excepción de Midorima quien aún debía rondar por el hospital puesto que su turno no terminaba, Kise y Kasamatsu pudieron tener su momento a solas. Ryota se mantenía sentado junto a la camilla, acariciando la pequeña manita de su bebé con el pulgar, mientras veía con adoración al pelinegro que estaba a punto de caer dormido gracias a que tuvo que mantener a raya a cinco idiotas que lo único que querían era cargar al pequeño pelinegro y él temía que lo lastimaran. Por suerte para ambos primerizos padres, no fue así.

-Yukiocchi, hiciste un buen trabajo. ¿Quieres que llame a una enfermera que lleve a Koutacchi a una incubadora para que puedas dormir?

-Estoy bien, Ryota. No tienen porque llevarse a Kouta.

-Eres muy terco. Anda, no le harán daño.

-He dicho que no –Al rubio no le quedó más remedio que sonreír y levantarse de donde estuvo sentado, para inclinarse y dejar un beso en la frente de ambos pelinegros-

-Está bien, está bien. Iré a casa, debo terminar de firmar unos papeles de la compañía, pero volveré lo más pronto posible.

-Más te vale.

-¡Volveré y huiremos de este cruel hospital, senpai! –Y dicho esto salió de la habitación, dejando a Yukio con un rubor gigante que le llegaba a las orejas-

Kise no le decía senpai desde que salieron de preparatoria y, a decir verdad, amaba oír aquella palabra de sus labios. Claro, jamás lo admitiría.

IV

La calidez del hogar Kise era muy reconfortante para quienes habitaban en él. Ryota, Yukio y Kouta, quien ese día estaba cumpliendo 9 años. Apenas eran las 09:41 am, y ellos tenían pensado hacer una fiesta para el pequeño con toda la Generación de los Milagros, hijos y amigos cercanos a ellos. Por eso se encontraban decorando la sala de la casa, poniendo serpentinas, globos y uno que otro accesorio decorativo con diseños de balones de básquet. Aquel día, como todos los 19 de Febrero desde que el pequeño podía caminar, Kouta estaba realmente inquieto. Correteaba por la enorme casa, jugaba con los múltiples balones de básquet en el patio y jugaba con Mamoru; uno de los cachorros que Nigou tuvo con la labradora que pertenecía a la vecina de Tetsuya y Shintarō. A pesar de la poca paciencia que solía tener el azabache, con su hijo hacía una excepción y le permitía tener sus momentos de libertad, pero en cuanto a estudios y comportamiento se refería era muy estricto.

-¡Mamá, Papá, llegaron los Midorima! –Gritó Kouta con euforia desde la entrada, donde se había abalanzado para abrazar a la peliazul de 11 años- ¡Hola Shiro!

-H-Hola Kouta-kun… Uhm, e-estás muy cerca –La pobre chica tenía su cara tan roja como un tomate maduro, mientras trataba inútilmente de liberarse de aquel sofocante abrazo que le proporcionaba su mejor amigo-

-Kouta, la sofocas. Buenos días a ambos –Saludó de forma cordial el azabache mayor, quien había ido a la entrada a recibir a los recién llegados-

-Buenos días Kise-san, Kouta-kun.

-Buenos días.

Cuando ambos entraron y fueron recibidos por el rubio, de forma simultánea llegaron los demás. Seijuuro y Atsushi con sus ahora tres hijos, los gemelos Nao y Fukui de 10 años, junto a la pequeña Shiori de 3 años. Luego Satsuki, Shoichi y Nanami, quien contaba con los 9 años de Kouta. Himuro e Izuki hicieron acto de presencia con un pelinegro igual a Tatsuya, llamado Hiro, de 10 años. Y por últimos Daiki y Taiga; estos al no ser donceles ninguno de los dos, optaron por adoptar, dando como resultado el que ahora estuvieran con esa pequeña castaña llamada Yuuki, que tenía sólo 6 años. 17 personas le parecían más que suficientes a Yukio para una pequeña fiesta de cumpleaños, aunque Ryota estuvo a punto de llamar a los demás equipos, completos, junto a toda su compañía de modelaje y los niños de la guardería de Tetsuya. Afortunadamente su esposo lo detuvo a tiempo. En lo que ambos estuvieron de acuerdo fue en invitar a Kaijo, pero ellos extrañamente rechazaron la invitación, aunque confirmaron su presencia para el próximo año. Era cierto que su ausencia se notaba, pero no se dejarían desanimar por ello.

-¡Bien! Por el momento vamos a jugar algunos juegos y…

-¡Papá! –Kouta interrumpió al rubio con un puchero, a la par que jalaba la camisa de éste-

-¿Eh? ¿Qué pasa Koutacchi?

-¡No lo planees! ¡Nosotros queremos hacer lo que queramos! –Kise abrió los ojos con sorpresa y no fue el único así, todos veían extrañados al pelinegro de orbes miel-

-Kouta, ¿Por qué dices eso? –Le interrogó Yukio, quien también estaba bastante extrañado ante las palabras de su hijo-

-Es que… es que… si lo planeas… ¡Si lo planeas no podré pedirle a Shiro que sea mi novia! –En ese instante Midorima escupió el refresco que estaba tomando y Tetsuya su malteada de vainilla, para luego ambos mirar al pelinegro menor con sorpresa y confusión-

-¿Qué? –Fue lo único que logró articular el peliazul, que sólo miraba al niño con sus orbes celestes expandidos-

-¡Kouta-kun, no digas eso frente a mamá! ¡No puede tener emociones fuertes o le hará daño a mi hermanito! –Le reprendió la niña de ojos esmeraldas, que lejos de estar enojada con el hijo primogénito de los Kise estaba preocupada por el estado de salud de su madre-

-L-Lo siento Shiro, yo…

-¡P-Pero no te desanimes! ¡Yo no he dicho que no a tu propuesta! –Y luego de caer en cuenta de sus palabras se cubrió la boca con sus manitas, al tiempo que su rostro explotaba en rojo-

-¡¿Lo dices en serio?! –Le preguntó emocionado, recibiendo como respuesta un asentimiento de la peliazul- ¡Genial! –Y dicho esto la abrazó con regocijo, besando la sonrojada mejilla de su ahora novia-

La inocencia que los rodeaba era signo de que aquello sólo era un pequeño y puro amor infantil.

Notas finales:

Y... ¡Eso es todo amigos! *-* Me tomó un poco de tiempo hacer esto, las ideas me bombardeaban la cabeza y me acosaban para que escribiera todas xD ¡Tuve incluso pensado escribir tortura! ¿Pueden creerlo? xD Bueno, me largo ya :v Byes~ -Se va rodando-


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